Tuesday, September 09, 2014

“KOKO SHIJAM, EL LIBRO ANDANTE DEL MARAÑÓN”, de Walter Lingán / Miguel Garnett (Cajamarca)


“KOKO SHIJAM, EL LIBRO ANDANTE DEL MARAÑÓN”,
DE WALTER LINGÁN

Por: Miguel Garnett (Cajamarca)

 
Sacerdote y novelista Miguel Garnett en primera fila, el autor de 'Koko Shijam' en segunda fila en ceremonia de inauguración del I Encuentro de Escritores y Artistas Sanmiguelinos "Demetrio Quiroz-Malca". San Miguel, 2013.

Conforme el lector se va adentrando en esta novela, se encuentra, como el protagonista, Koko Shijam, sumergiéndose con Tsuki –la sirena del Marañón–, y penetrando en un mundo especial: el mundo de la selva amazónica. Como en las otras regiones del Perú, la amazonía es muy rica en cultura propia, una cultura que abarca todos los aspectos de la vida ––como ordenar las relaciones de convivencia, no solo entre los seres humanos, sino también entre ellos y todos los demás seres de la selva: la flora y la fauna, más el planeta tierra misma, el sol, la luna y las estrellas––. Tener experiencia de esta cultura amazónica es como abrir una ventana a otra manera de ver la realidad de nuestra propia vida. En relación a esto, escribe José María Guallart en su libro El mundo mágico de los aguarunas: “Coexiste en la realidad cotidiana dos mundos diferentes: el mundo real, percibido por todos a través de los sentidos; y otro trasmundo, una especie de dimensión paralela, que siendo perfectamente real, solo se percibe a través de determinadas experiencias o ‘ventanas de comunicación’. Es en esta dimensión paralela donde hallaremos la causalidad y las explicaciones del acontecer del mundo real.” (1)

La ‘ventana de comunicación’ que Koko Shijam experimenta es un tiempo de prueba, un noviciado si quiere, pasado en gran parte bajo la influencia de ayahuasca. Aprende a dialogar con la naturaleza; se confronta con el Tunche –el espíritu de los muertos– y, finalmente, logra ser El libro andante del Marañón. Koko Shijam es, en cierto sentido, una figura parecida a Mowgli en El libro de la selva de Rudyard Kipling, aunque Koko Shijam tiene conocimientos más amplios, porque puede explicar los porqués de la vida, hasta de “los pedos y las flatulencias de la humanidad”. Un capítulo gracioso de la novela relata como un corajudo aguaruna hizo huecos en los traseros de Iwanchi –el diablo– y de todos los miembros de su familia, para permitirles hacer pedos y evacuarse como los seres humanos. Entonces, vemos que esta novela de Walter Lingán es una expresión del realismo mágico, que se encuentra abundantemente en la literatura amazónica.


En este comentario, no pretendo repasar en detalle todas las historias compenetradas del realismo mágico, sin embargo, quisiera mirar brevemente algunas de ellas. Una nos explica el origen de los colores negro y rojo usados por los aguarunas y con los cuales “pintan sus utensilios, se tiñen el pelo y los dientes que empiezan a carearse, se pintan el rostro y el pecho durante sus fiestas y ‘masateos’.” Esta historia habla de las aventuras y las peripecias de dos hermanas, “Suwa –que se convierte en un enorme árbol de ‘huito’, que produce la sabia negra– e Ipak –que se convierte en un árbol de ‘achiote’, que produce un jugo rojo–.” Otra historia en la novela nos ofrece la razón por la cual el sol y la luna siguen en una carrera eterna, a raíz de una pelea que les ha provocado un profundo odio mutuo. “Dicen que el eclipse del sol es una prueba de los intentos que hace la luna para matar al sol.” Seguimos leyendo para descubrir como “nació el río Santiago, que desemboca en el Marañón” y vemos que detrás de los cuentos hay un trasfondo de la lucha entre el bien y el mal, que, probablemente, es lo que encontramos en los mitos y leyendas de todas las culturas del mundo.

Se puede relacionar este realismo mágico con el movimiento romántico de la literatura europea del siglo XIX, pero también está muy presente la otra cara de la moneda. Al romanticismo se oponía el realismo que, tanto en sus orígenes europeos, como en su expresión latinoamericana ––en esta caso, amazónica–– da amplio lugar a la denuncia de toda clase de abusos. La selva peruana y las culturas amazónicas sufrieron del boom del caucho que ofrece el trasfondo de novelas como Sangama (1942), Selva trágica (1954) y Bubinzana (1960) de Arturo Demetrio Hernández. Las invasiones de los colonos, de los depredadores de madera y de las compañías petroleras son el contexto de mucha literatura, como el poema Yo soy el bosque de Luis Alberto Vásquez:

“Yo soy el bosque
que a veces
sufro y lloro
cuando hay un hombre como tú
que con sus filudas
hachas, machetes y
motosierras de
la muerte
destrozan mi vida
y las raíces de mi alma.”
(2)

Esta destrucción de la naturaleza es acompañada por aquella de los seres humanos, como leemos en un poema de Ana Varela, titulado Timareo:

“Es lejos de la ciudad y desde el puerto
llamo a todos los hijos,
soldados que no regresan,
muchachas arrastradas a cines y bares
de mala muerte.”
(3)

Y ahora, la última novela de Mario Vargas Llosa, El sueño del celta, sigue los pasos y las angustias del irlandés, Roger Casement, cónsul británico en Brasil, que viajó por la amazonía durante los años 1910 y 1911, y que denunció: “el sufrimiento y la maldad humana extremos, causados por el poder absoluto y la impunidad, por el afán de lucro llevado más allá de todo límite, la codicia y la avaricia de los colonizadores de los imperios occidentales;” (4) sobre todo por “The Peruvian Amazon Company” dirigida por Julio C. Arana. Esta compañía trató con una brutalidad increíble a los indios Putumayo y Casement recibió el título de caballero –Sir– a manos del rey Jorge V, por sus informes reveladores. Más tarde, en 1916, Casement fue ejecutado como traidor, por su parte en la rebelión irlandesa contra la corona británica ––pero ésa ya es otra historia––.

La novela de Walter Lingán también pertenece a la corriente realista y hace sus propias denuncias. Hay una frase lapidaria: “La selva ya camina por las vías de la extinción. Finalmente, Koko Shijam produce una Tsantsa –cabeza humana reducida– y, cuando la gente reclama que se debe reducir la cabeza del jefe del Mal Gobierno, él responde con pasmosa tranquilidad que éste “tiene el cerebro tan chiquitito que ya no se puede reducir más... La gente ríe con estridentes carcajadas celebrando la ocurrencia de Koko Shijam –El libro andante del Marañón–.”

A modo de conclusión, diría que esta novela de Walter Lingán nos ofrece una interesante pieza más de la rica literatura amazónica, con su hermoso realismo mágico y su duro realismo denunciante.


Miguel Garnett preentando el libro 'Mi lorito parlanchín' del escritor sanmiguelino Antonio Goicochea.


Citas.
1. El mundo mágico de los aguarunas. José María Guallart, Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, Lima, 1989. Pág. 13.
2. Cf. Literatura Amazónica. Luis Alberto Vásquez. Internet.
3. Ana Varela Tafur en Poesía Peruana, Siglo XX. Ricardo González Vigil, Ediciones COPÉ, Lima 1999, páginas 688-9.
4. Cf. Blog de Manuel Piqueras Luna.





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