Wednesday, September 24, 2014

SAN MIGUEL, TRADICIÓN Y SIGNIFICADO Breviario histórico / Elmer Rodas Cubas

SAN MIGUEL, TRADICIÓN Y SIGNIFICADO
Breviario histórico(*)

Elmer Rodas Cubas




Desde tiempos inmemoriales, hasta la conquista, el poblador de estas tierras padeció su historia y destino, dictados por las fuerzas del hombre, encarnado en las más poderosas culturas preincas e inca, y por el avasallante designio de las fuerzas de la naturaleza.

La probable existencia de un tambo real en lo que es hoy la capital de provincia, su también pertenencia a un ayllu dentro de lo que fue el Tahuantinsuyo, son historias comunes citadas por diversos cronistas e historiadores, y son de las más antiguas. No existen datos fehacientes anteriores respecto de su existencia o fundación, ni datos detallados respecto a su importancia como centro político o administrativo. En la profunda oscuridad del tiempo, eso es seguro, se ha diluido valiosa información, también mitos y leyendas que jamás se podrán contar. Empero, a pesar de ello, son numerosos los vestigios (restos arqueológicos en esencia) de aquel transcurrir que se conservan hasta la actualidad, y que merecen ser estudiados a profundidad, ello dentro del contexto que significó una historia común y compartida con lo que en el Tahuantinsuyo fue Cajamarca.

Luego, como en toda nuestra patria, padecimos una época marca-da por el arribo de los españoles movidos por una ambición ciega y perentoria de riqueza y de poder; pero no estuvieron de paso para luego marcharse: profundizaron aquí sus costumbres y esparcieron diligentemente sus genes, hechos estos evidentes que han quedado en las recalcadas costumbres advenedizas aun aquí vigentes algunas de ellas, y en la intersección racial que distingue al poblador cajamarquino. Nunca fuimos un centro de poder autóctono que de alguna forma hayan configurado características propias hasta hoy perdurables, y que de alguna manera aún influyan concluyentemente en nuestra vida; ergo, no se han conservado puras las raíces étnicas ni culturales de nuestros antepasados indígenas, como sí ocurre con algunos pueblos en nuestro país (centro y sur del Perú), por lo que, como lo dijimos, nuestra cultura conserva manifestaciones propias de los forasteros.

Luego de deteriorado el tejido social inca a manos de los ibéricos, se estableció una nueva sociedad malhadadamente caracterizada por la subordinación del campesino y por la posesión de las tierras en manos de los españoles al principio, luego de los mestizos y criollos más poderosos. Así pues, en tiempo mucho más registrable, la existencia de grandes haciendas y feudos, manifestaban la presencia concluyente de este sistema en nuestro medio. Historias mil, anécdotas, referencias, etc., hacen de esta época una veta aun no explotada por historiadores y escritores, período en que se fue forjando una visión de pertenencia e integralidad, época de arribo de la modernidad, de la radio, el telégrafo, tiempo en que se construyeron las primeras carreteras que poco a poco irían vertebrando lo que sería nuestra futura provincia.

Implantada e implementada la Reforma Agraria, aquel ciclo terminó con la reconfiguración de la propiedad agrícola y con nuevas esperanzas de progreso y desarrollo.

Posteriormente, empoderado el campesino, otrora servil peón, y ante el advenimiento de la modernidad a las ciudades capitales de provincia, como San Miguel capital, se propició el inicio de la migración del campo a la urbe. Institutos educativos, colegios, servicios de salud, comercio, medios de comunicación eficientes, fueron las razones que motivaron un creciente interés por la innovación y el desarrollo que las capital de provincia ofrece. Y es allí que principió un nuevo e irreversible proceso mediante el cual, los habitantes rurales emprendieron a poblar la ciudad, y también las capitales de algunos distritos, convirtiéndose por ende estos espacios en protagonistas cada vez más trascendentales en el escenario provincial y regional. De esa suerte, los migrantes, ha ganado merecido espacio, habiendo accedido inclusive muchos de ellos ostentar importantes cargos públicos, o bien haberse convertido en los más importantes comerciantes e inversores de nuestro medio, mientras que, los otrora aristócratas y terratenientes del pueblo, con toda su descendencia, paulatinamente emprendieron su retiro principalmente a ciudades como Cajamarca, Lima o Trujillo, redefiniendo su realización.

Retrotrayéndonos en el tiempo, ahora juzgando el devenir institucional, si podría caber el término, el ejercicio político antes de la llegada de los españoles estaba dictado por los cánones establecidos por la administración inca, modelo que fue variando luego de la introducción de múltiples regímenes impuestos por los españoles durante el virreinato y la colonia. Subsiguientemente, con la emancipación y la instauración de la república, se fue introduciendo lentamente a estas tierras, nuevas formas de organización política dictadas verticalmente desde la capital de la república, proceso que hasta hoy se prolonga bajo el paraguas del modelo democrático, ahora dentro de un contexto denominado descentralización. Así pues, pasamos de ser aparentemente un tambo real, pertenecer a un ayllu, en la época inca, a ser un distrito y una ciudad en los albores de la república, para finalmente constituirnos en toda un provincia orgullosa de sí misma.

Un factor identitario: la creación de nuestra provincia.

San Miguel, más allá de ser un pedacito de suelo de nuestra patria, hoy más que nunca, se instituye como una sola e incomparable entidad, compleja, diversa, variopinta, heterogénea, pero cuyos elementos constitutivos apuntan básicamente a brindarle en el tiempo autenticidad y legitimidad consustanciales en sí misma. 

Su organización y consolidación como una unidad geográfica con gobierno propio han sido el punto de partida para ello. Es conocido por casi todos, ese largo y tortuoso camino para gestar lo que es hoy esta unidad geopolítica, en el que intento tras intento, frustración tras otra, por fin un 29 de setiembre, hace 50 años, se consiguió hazañosamente dicho objetivo. Quepa entonces por ello recordar someramente el iter seguido con ese propósito:

Ya entrada la República, el pueblo de San Miguel estaba bajo la autoridad del Teniente Gobernador Felipe Roxas, quien instala la primera mu-nupcialidad el 30 de Diciembre de 1821 de conformidad con el artículo 3° Sección Segunda del Reglamento Provisorio. Se reunió la ciudadanía para elegir a los miembros de la municipalidad de San Miguel de Pallaques, ante una Junta Electoral presidida por el teniente gobernador, don Felipe Roxas, e integrada por el venerable cura Manuel Antonio de La Fuente y don Bartolomé Novoa. Como resultado de dicha elección, quedó constituida la primera Corporación de San Miguel. Posteriormente el 28 de Enero del año 1871, por resolución del Congreso Nacional, promulgada por el Presidente de la República don José Balta, se le concedió el título de Ciudad.

Luego de ello, la Primera tentativa tendiente a la creación de la provincia, (San Miguel como distrito pertenecía a la provincia de Hualgayoc), fue tomada por el alcalde distrital don Evaristo Novoa en el año 1876, quien gestionó la aprobación del proyecto ante el Congreso Nacional, proyecto que como otros (el proyecto Leguía), no fue aprobado.

Empero, en 1963, se formó una comisión, quienes se constituyeron a la capital y realizaron con todo entusiasmo las gestiones para la creación de la provincia, hecho que logró por fin se promulgue el proyecto de ley en la Cámara de Senadores. En forma inmediata en San Miguel, se realizó un cabildo abierto el 16 de diciembre de 1963, presidido por el entonces alcalde el Ing. Benjamín Villanueva Novoa, donde se constituyeron otras comisiones (una en Lima y otra en San Miguel). Estas, trabajaron ardua-mente hasta que se promulgase la Ley de Creación de la Provincia de San Miguel, Ley N° 15152, que finalmente fue promulgada en el Palacio de Go-bierno por el Presidente Fernando Belaunde Terry el 29 de Septiembre de 1964. Cabe precisarlo que la creación de la provincia de San Miguel, se realizó con los siguientes distritos: Llapa, Niepos, Nanchoc y La Florida, con una extensión de 1,800 Km2 y una población aproximada de 50,000 habi-tantes. Como es sabido, posterior a la creación de la provincia, se crearon los distritos de Catilluc, Calquis, Tongod, Bolívar, San Silvestre de Cochán, El Prado, Unión Agua Blanca y San Gregorio en mérito a la gestión de la población de cada uno de estos espacios, tal cual el de nuestra provincia, bus-cando promover su desarrollo.

San Miguel, promesa y posibilidad.

El destino de San Miguel, a priori, no necesariamente corre aparejado a la historia del país o de la región a la que pertenecemos. No son muy conocidas, menos comprendidas algunas de las virtudes de nuestra tierra. Más famosas son nuestras manifestaciones artesanales, paisajistas, turísticas, etc. Empero, la privilegiada geografía con la que cuenta nuestra provincia, la misma que se explaya desde amplias zonas en la costa, hasta las jalcas más altas del norte de nuestra patria, es en definitiva, la mayor riqueza que tenemos. Costa y sierra, pletórica en cumbres, montañas, pampas, valles, cortada por ríos y quebradas que aportan a las cuencas del Jequetepeque, Zaña, etc., su mayor cuota hídrica, perfilan y delinean esta tierra más que promisoria. Por ser ello así, el desarrollo productivo de esta hermosa vastedad geográfica, es en definitiva su mayor potencialidad, a partir del cual se desencadenaría por inercia su desarrollo económico, territorial, social, educativo, turístico, etc.

En efecto, nuestra tierra ofrece una configuración geográfica muy variada, siendo los sectores bajos de un clima cálido y seco (500 m.s.n.m.) y los sectores altos (sobre 4000 m.s.n.m) de clima húmedo, frígido y lluvioso, exhibiendo cada sector características propias de suelo y vegetación: en la costa, amplias zonas de cultivo que con proyectos de riego, serían estas las áreas con mayor capacidad de producción agrícola y ganadero de la provincia; en la sierra de escabrosa geografía, la producción de plantas exóticas, yerbas aromáticas, flores, y la crianza de ganado lechero, animales menores, y ya no solo cultivos de supervivencia, con un abundante recurso hídrico que habríamos de gestionar mediante proyectos de cosecha de agua en estaciones lluviosas, son la promesa de un desarrollo más sostenible; y en las jalcas, amplios proyectos de forestación permitirán generar un desarrollo más inclusivo.

Pero, a pesar de toda una serie de limitaciones que hasta ahora padecemos, en San Miguel se está gestando de un tiempo a esta parte una serie de acciones, que por su magnitud e importancia, están acrecentando el intercambio comercial, y la mejora de los servicios que otrora no existía ni en los más afiebrados sueños de los progresistas: la sofisticación de la agricultura y ganadería, la implementación de redes viales, y apertura de nuevos mercados, propician indefectiblemente, una mejora en cuanto a la prestación de servicios básicos, y de otro tipo, asegurando una mejor calidad de vida a los pobladores de nuestra tierra.

Es bueno entonces verificar que la población dedicada a la agricultura de superveniencia ha disminuido ostensiblemente, y ésta y sus descendientes, se hallen ahora dedicados a la transformación de productos primarios, o se encuentren afinando sus métodos de producción agrícola, mejorando sus pastos y la genética de su ganado; y es que la modernidad ha llegado también al campo, y aunque paulatinamente, este es un ca-mino invariable e indetenible.

Renglón aparte, precisa mencionar que nuestra identidad cultural, en efecto, se halla ligada con la artesanía, nuestros lugares turísticos, los paisajes, nuestras festividades, entre otros; empero, es menester mencionar que este enfoque identitario deberíamos de acometerlo a partir de una mirada que abarque todos los procesos que sobre la provincia se desenvuelven. Y que es práctica percibir casi siempre a San Miguel como la ciudad capital y máxime sus alrededores, no en su conjunto como debiéramos; la ciudad es solo el centro político, y quizá comercial, pero, siendo la zona rural, y los distritos que conforman el tramado provincial el motor pro-ductivo, la razón que identifica a nuestra provincia ante el mundo, es menester brindarle el peso específico que se merece.

Por ello, un gran paso para vislumbrar nuestro único suelo es descubriendo nuestra tierra desde las chala ardiente en donde se explayan los últimos arenales costeños en Bolívar y Nanchoc, pasando luego por las amplias quebradas y contrafuertes que perfilan a La Florida y San Gregorio, luego los bosques ancestrales y pasturas que dibujan a El Prado y a El Agua Blanca, ascendiendo luego hasta las crestas verdosas cortadas por las ver-tientes de ríos y quebradas de Niepos, San Miguel, Calquis y Llapa, hasta llegar a las extensas invernas de Tongod y Catilluc, y a toda su gente que sobre estos bellos espacios se despliega, contemplación que finalmente nos permitiría descubrir no solo dos o tres lugares comunes, sino nuestras virtudes, potencialidades y hasta nuestros problemas para solucionarlos en conjunto como hermanos que somos.

* En el programa de fiesta publicaron un artículo de mi autoría; inicialmente me lo solicitaron para una revista que con motivos de las "Bodas de Oro" por la creación de nuestra provincia iban a editar. En el programa de fiesta recortaron dicho artículo (está incompleto, y carece de unidad), por lo que reproduzco aquí la integridad del mismo, para quienes me lo solicitaron.

 


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