Friday, July 14, 2006

DEMETRIO QUIROZ MALCA

DEMETRIO QUIROZ MALCA

DIOS DE LA NOSTALGIA


Angel Lavalle Dios

Dos hitos temporoespaciales antípodas, me acercaron al poeta Demetrio Quiroz Malca, sanmiguelino cajacho: uno, en 1965, en Trujillo, en mis aurorales años de bisoño estudiante universitario, cuando apareció y leí su libro de poemas “JUDAS”; otro, en 1992, en Chimbote, durante las postrimerías de mis afanes laborales como docente universitario, gracias a la nostálgica entereza de su paisano el poeta Víctor Hugo Alvitez Moncada, afincado en la tierra de la siderurgia y la anchoveta. Fue a propósito del deceso de Demetrio y del encuentro casual de Víctor Hugo, con la que fue la última obra poética de aquél: “DEL MUNDO EN QUE VIVIMOS” (Concytec 1990).

Entonces la necesidad de una acercamiento más atento hacia las profundas intimidades artísticas y humanas de Quiroz Malca, paisano del fino Dios de la Nostalgia, empapado de lluvia y de terruño, de amor filial y pannaturalista, de tradiciones y habitantes de su natal San Miguel de Pallaques; pero, asimismo, hondamente preocupado por el ser y el deber ser del hombre y de la humanidad.

Intimo, coloquial, sincero, uno más entre nosotros, humano habitante, conciente y concientizándonos sobre las precariedades maravillosas de la vida nuestra, y sobre la necesidad de asumirla a plenitud y con optimismo. Y con las preocupaciones pedestres, la elevada altura del verbo: épico, pletórico de mundo y vida, peregrino aventurero, embelesado soñador. Tal íntegro poeta, total y cósmico contra la muerte que ya veía venir, cual “yedra implacable, repentino/ alud, latido enervante que crucifica/ el sueño, la palabra .../ por decir lo menos o decir lo más...” Todo, hábil, diestramente esbozado, con todos los recursos técnico poéticos, a manera de grandes y largas tiradas de platicante y lacerada ternura, que habita el corazón porque su origen es la vida que está cerca, en y delante de nosotros: “... y lo estará por mucho en sabiendo/ que en las puertas del horno....;/ en sabiendo que las guerras cultivadas/ por el odio, el miedo, el terrorismo/ y sus más diversos como satánicos rostros/ sigan fermentando/ ostentando hoy como ayer sus letales fórmulas;/ sus catapultas, sus hordas, sus flechas,/ sus espadas/ sus metrallas, sus misiles, sus hiroshimas,/ sus ojeras...”

Pero contra toda esta noche, mar oscuro y proceloso, una tabla con íntimos acordes, la voz de la vida: “Pero tal como ayer, la Música, la etérea/ diosa que amanece perla y encanto/ en los labios sedientos de la vida/ (y en los deslumbrados pero fríos páramos/ de la muerte)/ es la misma voz, dulce y embriagadora Voz..”

Así, Demetrio Quiroz Malca (1926), norteño y rural como nosotros, es, en gran parte, el poeta de “élite” que define el Maestro Luis Alberto Sánchez, por la altura formales de su lírico verbo y por la consistencia y humanidad de su mensaje. Pero diríamos, complementando o completando, una rara “élite”, es decir, nueva élite del arte que busca la verdad y se sotierra, enraizando, para crecer fortalecida sobre el corazón del hombre y el alma del terruño, fuente de la auténtica imagen del ser ecuménico: “Y lo hago, no sin antes/ echar una mirada a mi lejana infancia/ cuando era yo/ -me imagino por el color/ de mi sueño-/ el hermoso girasol que besaba/ con pasión el viento/ y alimentaba de inefables alas/ el rocío./ Cuanta luz debí beber/ de sus castas fuentes, allá en mi pueblo/ donde mi madre se vestía/ de rubias mañanitas para tejer/-con el candor de su inocencia/ y adorable sencillez-/ el mantel largo para la Fiesta Grande/ o para el Pan del Pobre./ Cuanta luz debió colmar el cielo/ y las alegres farolas del amado mundo/ que tengo en mi corazón:/ San Miguel de Pallaques, donde/ aprendí a escribir amor en La Cantora.../ al tiempo que el destino empezaba/ a arrancar, uno a uno, los pétalos/ del entonces girasol que fui./ Cuanta luz, evidentemente debió / encandilar los despreocupados/ y hasta inconscientes días de mi infancia,/ en donde sí fulguran, perdurables y grandiosos: Mi madre/ Mi pueblo/ Mi primer Amor:/ Dejo el mundo/ paso a paso.” Pero en tu caso, Demetrio, para vivir eternamente con nosotros.

Trujillo, lunes 18 Enero 1993
Publicado en la Revista de Cultura BELLAMAR Nª 18. Chimbote - Perù

Saturday, July 01, 2006

SAN MIGUEL

SAN MIGUEL

Crónicas de Vida: III Milenio

Víctor Hugo Alvítez Moncada

A mediados del mes Enero de 2002, aprovechando vacaciones, tuve la suerte de visitar San Miguel de Pallaques (Cajamarca) esa de hermosa Tierra “Puerta del Cielo” que nos viera nacer, Tierra de nuestros ancestros y familia. Ahora más hermosa, remozada, cambiada, mirando por los cuatro costados el devenir del III milenio, su progreso y desarrollo. Cercana a cualquier punto del país donde cada “Pisadiablo” hijo de esta tierra la extrañe y pueda visitarla cualquier tiempo y momento, ya no hay pretexto que muy fea su carretera o echar la culpa a Los Pilares o al Balcón, no; ahora es muy fácil, embarcarse desde Lima un viernes al atardecer y a primera hora del sábado hallarse cómodamente tomando desayuno con delicioso pan sanmiguelino, rosquitas e inigualable y sabroso queso, junto al encanto de la familia, además todo el día para reunirse con las amistades y desarrollar sus planes; el domingo ingresar al templo, escuchar misa venerar y encomendarse al santo Patrón Arcángel San Miguel, el iluminado príncipe de las milicias celestiales más conocido, reconocido y querido por todos como “Pisadiablo” y hasta “Colorao”, la santísima Virgen del Arco, San Juan Bautista u otra imagen de la devoción; almorzar un fortificante caldo de gallina, unos crocantes cuyes con papa y zarcita al estilo nuestro y asentar con un par de chichas fuertes de jora y quedar listos para retornar a trabajar al siguiente día. De Chiclayo, Trujillo, Chepén, Cajamarca y otras localidades del país será más fácil todavía. Ofrezca paisano y amigo un momento de su tiempo y comparta íntegramente la satisfacción de visitar su Tierra y reencuéntrense con el eterno verdor de su paisaje, el azul intenso de su cielo e inmenso don bondadoso y amical de su gente, así como el aire más puro que pulmones, corazón y mente podrá aprovechar en la vida.

A San Miguel, sus hijos, estos últimos tiempos fueron tallándolo con profundo amor, resultó la genial idea de acercar nuestra carretera a como diera lugar a La Conga (San Pablo) y de allí un tramo cortísimo nos llevaría a Chilete, desde San Miguel, apenas una hora y picos de camino que podría reducirse el tiempo cuando pueda asfaltarse o mejorarse, son sesenta kilómetros de distancia. Chilete ha sido siempre un puerto de embarque a distintos pueblos del departamento confluyendo al Norte Cajamarca, al Este Contumazá, al Sur el Cruce con la carretera Panamericana Norte, y de allí a Pacasmayo, Trujillo, y/o Chepén, Chiclayo, etc. Al Oeste San Pablo con su importante y atrayente Kuntur Wasi que no se puede dejar de visitar y admirar.

Este desarrollo trajo consigo microbuses con sus respectivas agencias, combis que se desplazan por todos los caminos transportando la gente procedente de todos los distritos y caseríos cercanos: Calquis, Santa Rosa, Llapa, Jangalá, Sunudén, La Mishca, Chuad, Lanchepampa, La Arteza, El Molino, etc. Ahora la gente muy poco se moviliza a pie o en caballo, lo hace en combi, especialmente; mientras que un sin número de camionetas nuevas Station Wagon son las más requeridas para movilizarse inmediatamente entre San Miguel y Chilete o viceversa, a cualquier hora. El servicio de transporte incluye también un par de buses que brindan servicio directo hasta Lima con el característico entusiasmo de sus propietarios, uno de ellos del señor Juan Quiroz, ex alcalde de la ciudad y uno de los artífices de la nueva carretera.

Pronto llegó la luz eléctrica interconectada al sistema nacional. Contamos con una excelente electrificación que en la noche para apreciar el cielo estrellado es necesario retirarnos un poco del centro de la ciudad. Arriba, parte de su campiña también iluminada, las luces aparentan luceros prendidos en nuestros cerros. Los niños lo imaginan nacimientos navideños perpetuos. La intensa iluminación está permitiendo cambiar algunas de nuestras añejas costumbres, muy poco actualmente se recurre a expresar los sentimientos amorosos y ofrecer una romántica serenata a la enamorada, prometida y amada. Nunca olvidaremos tal hermosa tradición y antes de que la noche la cubra con su manto de desesperanza, la aquilatamos profundamente en el corazón. Cuantas conquistas, cuantas reconciliaciones, sellaron las románticas serenatas el amor eterno. Testiga es la luna, su lumbre, las guitarras, el sereno de la noche, los ponchos, la dulce voz de nuestros amigos y hasta un trago de aquel cañacito “cruceño” desaparecido en el tiempo. Que los balcones con sus alegres balaustres nos devuelvan a trasluz el rostro presente de la querida y recordada amada.

Desde San Miguel nos hallamos comunicados con todo el Perú y el mundo a través del teléfono, tanto particular como público desde cualquier domicilio o negocio de la ciudad y desde los distintos distritos y caseríos de nuestra provincia. La televisión nacional es apreciada casi en la totalidad de los canales sin ningún inconveniente; aparte la Municipalidad propala breves programas televisivos mayormente informativos y reportajes. Así mismo han surgido radio emisoras diversas, siendo la más importante Radio “San Miguel” con distinta programación casi todo el día, bajo la conducción de aficionados a la radio difusión que bien pueden competir con los más destacados comunicadores y disjockes de otras ciudades adelantadas tanto de la costa como de la sierra.

Siempre se había dicho que San Miguel no requería de hoteles por la hospitalidad de su gente, característica que no ha desaparecido aún. Sin embargo, los tiempos modernos le han exigido a un pueblo como el nuestro. Definitivamente tenía que ponerse a la vanguardia de este indispensable servicio y han surgido varios hoteles, empero será el de mayor categoría el construido por el señor Mario Lingán de tres pisos y con material noble, con todas las comodidades agotando sus alojamientos especialmente los días de fiesta. En otros casos se han acondicionado casas brindándose buen servicio.

El material noble, en la construcción viene desplazando al adobe y barro, los techos de teja van quedando olvidados y la calamina y eternit son los que tienen mayor vigencia. Sin embargo, no existen normas al parecer para la autorización de las nuevas construcciones y cada quien construye sin ningún obstáculo, aparecen cada vez más los aleros de las casas de material noble, ensombreciendo nuestro hermosos balcones de artísticos balaustres de madera. San Miguel, tiene como característica sus casas construidas de dos plantas con sus puertas principales en la frontera, en la segunda lleva especialmente balcones, sus techos a dos aguas, anteriormente de tejas y sus paredes embarradas y embruñida, lucían más serias porque todas las paredes de las casas eran blancas, pintadas con una tierra blanca llamada caliche, mostrándonos una ciudad señorial; esto último debe rescatarse es decir pintar las paredes con color blanco y así conservar la tradición y bella arquitectura sanmiguelina, además del equilibrio que guarda entre el paisaje azul-blanco de su cielo y verde de su campiña.

Urbanísticamente el pueblo ha crecido, extendiéndose hacia la parte posterior, prolongando la calle Pedro Novoa, junto al “estadio”. Aquí tuvo San Miguel la gran oportunidad de modernizar su plano, me refiero a que se pudo diseñar avenidas más amplias, las principales en doble sentido con la finalidad de dar facilidad al tránsito vehicular que cada vez es más vigoroso e importante. Esa “Pampa Hermosa” debe hacer alusión a su nombre, aparte proyectar parques y áreas verdes. Aquí se construyen gracias a Dios, la mayor cantidad de casas con materiales tradicionales, es decir de adobe y barro pero con planos más modernos y creativos, eso es bueno, solamente falta insistir con los tejados y pintar las paredes de blanco y vayamos a ver paisamos la majestuosidad de la ciudad y el paisaje. No podemos olvidar de bautizar sus calles con nombres apropiados que perennice la memoria de mucha gente y buscando siempre nuestra identidad

Sin embargo, creemos modestamente –no somos especialistas- que el tradicional estadio “San Pedro” imposibilita la expansión urbana, pudiendo ser reubicado dado que no es grande su infraestructura y en ese espacio construir por ejemplo una plaza a manera de óvalo que sirva para la distracción y la distribución del tránsito peatonal y vehicular a las nuevas zonas urbanas. Esa obra esperada podría llamarse Gran Plaza “Hijos Ilustres de San Miguel” adornada de jardines y pedestales con los bustos en bronce de los más importantes sanmiguelinos, dígase: Alfonso Barrantes Lingán, Demetrio Quiroz Malca, Gregorio Caballero Ramírez, Víctor Vera Cubas, entre otros maestros, dignos y ejemplares representantes de nuestra tierra.

Mientras tanto, para la construcción del nuevo estadio hay lugares estratégicos dependiendo de una buena visión y planificación que ya es tiempo que se ponga en marcha; el mismo debería llevar el nombre de alguno de nuestros laureados deportistas, proponiendo desde esta butaca la designación de Estadio “Carlos Reyes Quiroz joven sanmiguelino estudiante del 4º año de secundario de nuestro Colegio que perdió la vida defendiendo los colores de su plantel el año 1974 en un partido realizado en el vecino San Pablo, fue arquero del popular Atlético Independiente y Selección San Miguel, entonces tenemos una deuda a su memoria y sirva de permanente homenaje y ejemplo a la juventud deportista y estudiosa.

La ampliación urbanística de El Pabellón se ha detenido y hace falta su desarrollo con el trazado de avenidas y jirones con proyección a las que van desde Pampa Hermosa, con obras que mejoren su belleza. El parque al Trabajo, es muy pequeño y se halla desprotegido, tampoco hace honor a la importante efemérides y a la mujer y hombre trabajadores de San Miguel –la intención es muy buena- desde allí hay necesidad de ampliar esa proyección urbana como una gran avenida de ingreso, con la urgente necesidad de iluminación.

Siendo tradicional en San Miguel su sabroso arte culinario, en base a cuyes, tamales, chancho, gallina, trucha, etc. A estas alturas es necesario explotarlo, mejorando en primera instancia los restaurantes, a la sazón de cualquier establecimiento de esta índole, a los existentes les hace falta locales adecuados para un servicio más eficaz y provistos de toda clase de facilidades de acuerdo a la época y exigencias del público y visitante.

En la parte alta del Jr. José de Sucre, se ubica el Mirador, una obra de reciente edificación con escalinata y jardines tratando de emular a Santa Apolonia en Cajamarca, constituye un innegable atractivo que es visitado inclusive en horas de la noche por la gente a manera de un paseo, aprovechando la excelente iluminación. Junto a él, se halla el barrio Cuchumayo que en estos últimos tiempos ha cobrado mayor importancia y movimiento. Allí la Municipalidad construyó una losa deportiva y la unión de su gente le ha permitido darle el sabor característico de la amistad cuchumaina y sanmiguelina. En ese lugar se desarrollan campeonatos deportivos y fraternales; el mes de enero, precisamente, retomando la tradición de uno de sus antiguos vecinos, como fue don José Quiroz, ya fallecido, quien año a año celebraba la fiesta de San Sebastián el día 20 del mismo mes. Los nuevos vecinos han impulsado la celebración a dicha imagen que han heredado, con novenas, deportes, procesión y hasta concursos de bandas típicas, que convoca a la comunidad en general. Se anuncia la construcción de una capilla en el lugar para darle mayor importancia a la popularidad del barrio, así como elevar la fe religiosa de esa parte del pueblo. Dicha fiesta alegra y engrosa el calendario festivo sanmiguelino y es ejemplo para los demás barrios.

Felizmente, siendo enero, la lluvia dio un respiro, la población está contenta, es buen año para las cosechas dicen; los maicitos mueven sus tiernos tallos verdes al compás de la brisa suave del viento. La campiña bosteza de ternura y color, solamente los caminos con sus bifurcaciones, sus cercos de penca, alisos y eucaliptos se dirigen en interminable marcha a encontrarse con el cielo. El ganado plácidamente nos mira, desde su rumial y su descanso.

Ya no está con nosotros aquella recordada y vieja Cruz delante de su ermita pequeña de adobe, su puerta y su tejado a dos aguas, en su interior, algunas siglas de los nombres como recuerdo en las paredes de la juventud sanmiguelina del ayer; camino a Calquis o Santa Rosa, subiendo la quebradita de Lipiac y desde donde se admira bellamente el panorama de nuestra ciudad, aquella cruz verde de madera venerada los meses de mayo, adornada o vestida -como decíamos- con flores silvestres de ese bendito mes como agradecimiento a la alegría de las campiñas, llevada en procesión de sus devotos, especialmente mujeres, ahora que la mente me recrea las de doña Bercella, Martina y muchas vecinas más. La cruz en cualquier camino, es símbolo de bienvenida y despedida a los viajeros y visitantes, es oportuna su reposición. Existe otra más pequeña, camino a Cruz Pampa, que se conserva incólume.

Tampoco existe ya El Uliquis, conocido por su permanente chorrito de agua resumida, lugar donde la gente iba con sus cántaros y baldes a recoger agua para beber y para los principales servicios, antaño cuando no existía agua potable y la distribución del líquido elemento se hacía a través de piletas públicas y éstas se veían interrumpidas, sirvió mayormente al vecindario del barrio Saña y hasta últimamente allí la gente lavaba su ropa. Ahora desde el mismo lugar de su ubicación parte una calle nueva hasta alcanzar el Jr. 28 de Julio; merece entonces que esta calle perpetúe el nombre del recordado Uliquis.

Jangalá, aparece desde todos los ángulos del espacio y la memoria. Hermoso caserío que también ha expuesto su belleza al incontenible desarrollo de los pueblos. Su plaza donde toreábamos en la fiesta del Ashuquito, luce ahora ornamental con pileta, pisos de piedra y cemento, jardines protegidos por rejas de fierro y unos cuatro postes de palos de eucaliptos le dan la nueva vida a ese pequeño y cariñoso lugar “Villa Turística” para nosotros por albergar ventanillas, al estilo las de Otuzco en la capital departamental pero en menor proporción. Villa Turística, sí, pero hay que rescatar su riqueza arqueológica que silenciosa duerme los siglos y no dejar que sus Ventanillas sigan desperdiciándose y desapareciendo; sobre ella los huaqueros de allí mismo ya “han metido sus uñas” y cuando preguntamos a alguno de los Chigne por los ceramios hallados nos responden que no tienen nada, no hay lugar para apreciar el legado histórico.

La construcción de la plazuela de Jangalá debió merecer mejor trato y sus ponderados hijos residentes en Lima y otras ciudades tienen la palabra así como seguramente el respaldo que se requiere para mejorar su ornato y belleza. Los pocos “toritos” de arcilla sobre la cumbrera de los techos, símbolos del orgulloso trabajo no nos miran como antes, alegres, hay tristeza en su corazón y prefieren seguir muriendo. La capilla de un sola torre, donde se guarda la representación de la Asunción del Señor, no nos ha permitido venerarla, solamente nos hemos persignado a su nombre; las puertas están cerradas, arriba, en ese cerrito con escalinatas que se eleva por sobre todas las casas, pareciéndome escuchar la melodía de su campanita el día de la procesión de su fiesta.

Al despedirme de Jangalá y retornar con alguna notoria tristeza dentro, las ágiles manos de una mujer jangalina, nos llamaba; Mario, mi hermano y compañero de la visita, me alertó que se tratada de la señora Nélida Suárez , conocida “mudita”, noble mujer, campesina e ignota artesana tejedora, aquella que nos conoció muy niños en casa, cuando muchas veces ayudó a nuestra madre en los tejidos y otros menesteres del hogar. Ella estaba junto a su lozana y simpática hija de tez sonrosado y artísticas trenzas se encontraban guardando leña en su casita. Al hacernos señas perfectas para ingresar y sentarnos, nuestra mayor sorpresa fue la rapidez al abrir una refrescante “Casinelli”, gaseosa que nos sirvió muy atentamente, gesto que he guardado en lo más profundo del corazón. Esa es nuestra gente, la auténtica gente sanmiguelina, nuestras eternas amistades, que felizmente no se han olvidado de nosotros. Hecho que debemos conservarlo por siempre, no interesa si son del pueblo o del campo, la amistad es única y perduro para toda la vida.

Recordando lo andado y recorrido, decía porqué en lo más alto de la pileta de la plazuela de Jangalá, habrán colocado la figura de una mujer porconera, lugar por cierto de artesanos picapedreros lugar donde confeccionaron el adorno en piedra tallada, muy cerca a Cajamarca, si aquí tenemos lo propio, lo nuestro, para mí, en esa pileta, en ese lugar debía estar esta mujer buena, sacrificada y trabajadora, representando a su pueblo y a la mujer artesana y campesina de Jangalá y San Miguel, empero mientras la sensibilidad y la vida existan, estaremos a tiempo de corregir ciertos errores.

Renuevo el profundo amor y plena identificación con mi terruño, patria chica del alma y corazón, Tierra de mis ancestros; renuevo la fe en su progreso enmarcado en el desarrollo de los pueblos a nivel regional y nacional, admirando el trabajo tesonero de sus hijos y autoridades, que en un solo yunque funden el perfil perfecto de un pueblo que se levanta acorde con magna presencia, un pueblo que se quiere y ama sin claudicación alguna.

Admiro la inmensa fuerza de quienes nacieron allí y allí se quedaron a vivir y trabajar para siempre, teniendo oportunidades de salir a otros lugares y encontrase con mejores oportunidades, pero ellos apostaron por el suelo sagrado, el emblema del cielo, el sol y la libertad. Allí están nuestros meritorios representantes que ataron su corazón al lar sempiterno de amor y grandeza, están presentes en nuestra ausencia. Igualmente, a la juventud sanmiguelina, a las nuevas generaciones y todos los amigos que llegaron de sus ciudades y se hicieron hijos notables de esta ubérrima Tierra. A todos nuestro más grande homenaje.


Chimbote, 8 de Febrero de 2002

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