Una
más de don Jacobito:
SE JODIERON LOS RATONES
Las silenciosas calles y la Plaza Mayor se vieron invadidas por un estruendo
que provenía de la dirección Nor Este de San
Miguel.
-¡La crecida!, ¡la crecida!, y la muchachada, aprovechando que había escampado luego de una frenética lluvia, se dirigió a la loma del cementerio. Junto a los muchachos iban los mayores, que curiosos unos y de interés económico otros, querían ver lo que estaba pasando.
De allí se veía cómo el río San Miguel bajaba bramando, tope a tope, llevando en sus turbias aguas ramada, palos, troncos y animales. Una de las muchas manifestaciones del fenómeno Del Niño de la década de los cuarenta.
¡Cómo habrá llovido por la altura!, comentaba la gente.
-Mire don Jacobito, las aguas ya entraron a su molino y a su planta eléctrica.
-Sin remedio, hijitos, qué lo vamos a hacer, son designios del Supremo.
Las aguas derribaron un lado de la casa del molino y los costales de trigo y de harina eran arrastrados por el río.
-Sin remedio, hijitos, qué lo vamos a hacer. Repitió don Jacobito. A él lo acompañaban sus dos hijos varones: Pedro, cariñosamente llamado Currito y Enrique, Quique.
Quique, salió de su silencio, diciendo:
-Ahora sí, Jacobito, se jodieron los ratones.
Don Jacobito abrazó a su hijo, lo apretó a su pecho, para aliviarlo del bochorno de la risotada que su inocente intervención había provocado en los presentes.
Según lo relatado por el Dr. Galvarino
Hernández, amigo de los protagonistas.
Texto de Antonio Goicochea Cruzado
Texto de Antonio Goicochea Cruzado
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