En la tranquilidad del bosque, en una noche estival
Cuento de Antonio Goicochea Cruzado
Dibujo de Johnny Becerra Becerra
Blog de Cuentos Asociación Educarte Perú
Plateado de luna, como
el resto de los árboles del bosque; mecido a la suave brisa de la noche
estival, contemplaba la planicie límite del bosque que, antes preñado de verdes
y de flores, cantaba a la vida, y hoy de sienas y de abrojos parecía que en
silencio decía sus lamentos.
Veía nuestro
protagonista cómo había cambiado el paisaje.
-Así cambia el entorno,
se decía.
Desde hacía no muchas
lunas que observaba cómo los habitantes de los prados y bosques soportaban una
sequía que les mezquinaba alimentos.
Sus cavilaciones fueron
interrumpidas por unos alaridos que desde lejos empezaban a inundar prados y bosques y a medida que se acercaban cubrieron de
pavor el ambiente. Tembló de hojas a raíces, de los pelos a los calcañares,
dirían los hombres.
Pronto se dio cuenta del
origen de tremendo barullo, una manada de lobos hambrientos perseguía a un
cervatillo que por más que corría y saltaba como una gacela, en su intento vano
de esquivar las fauces de sus perseguidores, cayó.
A dentelladas y
jaloneos, presa de los hambrientos cánidos que soltaron riendas a sus hambres
contenidas, quedó convertido en óseo despojo desperdigado en las hierbas secas,
lo que como todo, también se bañaron de luna.
Otra vez el silencio y
la brisa estival acariciaron los bosques. En sus cavilaciones de sempiterno
observador, se dijo:
-Así es la vida pues.
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