Tuesday, April 22, 2014

LA MULA COJA / Recopilación y narración Prof. Wílmer A. Mendoza Rivasplata.


Recopilación y narración Prof. Wílmer A. Mendoza Rivasplata.


LA MULA COJA
Relato e historias del Barrio Bolívar y Transversales.

¡SAN MIGUEL: Mes de las Letras!


La quebrada, que cruza el jirón Bolívar en San Miguel, (como quien va al actual coso taurino), guarda un gran secreto, por tal razón lleva el nombre de “Quebrada La Secreta”. Hace años contaban que las personas que pasaban por allí tarde de la noche, escuchaban voces debajo del puente que les llamaban, hecho tenebroso que a los deambulaban por allí les ponía los pelos de punta de susto y nadie se atrevía a averiguar de qué se trataba; hasta que una señora movida por la curiosidad y el chisme decidió revelar este misterio que les aturdía y profiriendo insultos, con mechero en mano se atrevió entrar debajo del puente a la media noche y al estar unos metros adentro del conducto, se dio con la sorpresa al ver a un burrito que hablaba y se carcajeaba el cual le amenazó diciéndole que su curiosidad le va costar muy caro, y que por admirarse, burlarse e insultarle, como arte de magia quedará embarazada, la señora por no denigrar su honor y evitar la habladuría de la gente, encubrió muy bien su mala experiencia y decía que la quebrada guarda el mayor secreto de su vida que ella nunca revelará, pero poco a poco con el pasar de los días, su barriga iba creciendo en forma descomunal y al cabo de nueve meses esta señora murió al dar a luz a una mula que tenía como una de las cuatro patas un brazo humano, y que tan luego de nacer se fue corriendo y se refugió en el mismo lugar donde habitaba el burrito hablador al cual no le encontró, y desde ese día, en la penumbra de la noche sale en su búsqueda por las diferentes calles de San Miguel, muchas personas lo han visto o escuchado tarde de la noche caminar cojeando por la dificultad que le causa tener solo tres patas y un brazo de humano con el que tocaba las puertas de las casas, haciendo sonar en el suelo solamente sus tres cascos que al contacto sacaban chispas de colores, relumbrando sus ojos cuan dos luceros , lanzando improperios y amenazas, y arrastrando una cadena que lleva consigo en el brazo para capturar a los noctámbulos vagabundos.


Es por ello que los padres antes de acostarse por las noches aseguraban muy bien las puertas de sus viviendas por el temor a que les vaya a visitar la mula coja y amedrentaban a sus hijos que no se demoren hasta tarde de la noche en la calle, porque les puede encontrar la mula coja y les pegue su hechizo.
Fotos@rte Pisadiablo

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