Sunday, April 27, 2014

Discusión en torno al “mito” y el “alma popular” entre Mariano Iberico y José Carlos Mariátegui / Carlos Reyes Álvarez

Discusión en torno al “mito” y el “alma popular” entre Mariano Iberico y José Carlos Mariátegui

Por Carlos Reyes Álvarez

Primero anotemos que una de las fuentes de esta polémica son los escritos de Mariano Iberico sobre el alma popular y el mito en su libro “El sentimiento de la vida cósmica” (1939) y su artículo en “Nueva Revista Peruana” titulado “El mito y la cultura en América, además, el artículo titulado “El hombre y el mito” de José Carlos Mariátegui, publicado en “Revista Mundial” (1925) y en “Amauta” (1930) (recogidos en “El alma matinal”) y de manera alusiva un texto que escribiera Luis Alberto Sánchez en réplica a una reseña de Iberico, publicado en 1930 en “Nueva Revista Peruana” (4°edición). También tomamos como referencia un artículo de David Sobrevilla publicado en su libro “Escritos Mariateguianos” (2012).

En orden cronológico, José Carlos Mariátegui escribió primero sobre el mito y el “alma popular”, no llamado propiamente así por él sino “alma matinal” o “alma encantada” en su artículo “El hombre y el mito” publicado en la “Revista Mundial” en 1925. Sucede que, después de haber leído el Amauta un libro de Oswald Spengler, sobre el ocaso de la civilización de occidente y haberle dado una interpretación marxista, haya ofrecido la idea de que “occidente” y una de sus especificaciones económicas, el “capitalismo”, estén en un quiebre total debido a la falta de un “mito”. El mito con el que despegó, dice Mariátegui, occidente fue el mito burgués de la “razón” que permitió que exaltara sus ideas de libertad económica y política y tomara la hegemonía, pero carece de un mito ahora, la razón, que tiene su máxima expresión en la ciencia - en el positivismo de la época -, ya no tiene asidero, el autor de la “Escena Contemporánea” cree que es la causa fundamental por la que occidente, y la civilización burguesa más propiamente, estén cayendo, desapareciendo, liquidándose.

Por otro lado, el Amauta afirma con mucho entusiasmo que los proletarios tienen un mito que los impulsa a avanzar a través de una fe, de una esperanza, de “un optimismo del ideal” (citando él a Vasconcelos), es el mito de la revolución penetrado en el “yo profundo” de los proletarios, convertidos así en el “alma encantada”, “alma matinal”. Esta es una tesis que recogió de George Sorel.

Más adelante, a raíz de una publicación de Luis Alberto Sánchez de una conferencia titulada “Perspectiva sobre lo nacional en nuestra literatura” (N° 3) en 1929 y reseñada por Iberico, en la que apunta LAS que existe una literatura producida por las autoridades o élites y una literatura producida por el “pueblo”, a Iberico no le parece esto exacto y cree, más bien, que “Con esto el pueblo aparece como una entidad productiva y autónoma, como un factor constante, como una posibilidad enfrentada a otras posibilidades culturales. Y todo ello más que un hecho es algo que ‘habría debido ser’. Porque aquí hemos tenido grupos, clases sociales, individuos pero no ha existido el alma popular, o en todo caso su existencia ha sido fugaz, transitoria y no permanente como parecen sugerirlo las tesis de Sánchez…” (p. 424)

En este mismo número de la revista (n°3) Iberico publica una crónica titulada, “El mito y la cultura en América” que le valió una respuesta de Luis Alberto Sánchez en el número siguiente de la revista (n°4) pero ya sin réplica de Mariano, la tituló “El mito y el alma popular en América” (Mitología del Mito)”. Y acotemos algo, que Iberico, tras su renuncia al Consejo de Redacción junto a Alberto Ureta y Alberto Ulloa de la revista “El Mercurio Peruano” (tras el exilió de su director, Víctor Andrés Belaúnde, y su recusa de que la revista estaba adquiriendo un matiz de “izquierda” por haberle dedicado en 1927 un homenaje a la “experiencia rusa”) fundan una revista, la “Nueva Revista Peruana” (en la que se genera esta discusión), de corta duración, sin embargo, pues se publicó sólo desde agosto de 1929 a agosto de 1930.

Antes de pasar a describir la polémica de ambos, creemos que fue un poco “imprudente” la acotación de Iberico al escrito de Luis Alberto Sánchez pues, claramente, tenía otro significado y contexto la palabra “pueblo” que utilizó, en cambio el autor de “El Nuevo Absoluto” manejaba otra, más bien mística y llena de intuición bergsoniana, y es la que describiremos a partir de su texto “El sentimiento de la vida cósmica” (1939) y de su artículo de 1929 y, obviamente, no olvidando su libro poético “Notas sobre el paisaje de la sierra”.

Mientras Luis Alberto Sánchez se refería a la división de “pueblo” y “élites” en la producción literaria, Iberico se refería a “pueblo” en el sentido bergsoniano de ser el que capta las imágenes de la naturaleza y las vive, las penetra profundamente. Este es el mito propiamente y, sin mito, no hay pueblo diría él. Por eso anotamos que su crítica estaba fuera de contexto. Él lo explicó mejor en el artículo que publicó al mismo tiempo en la revista titulado “El mito y la cultura en América” (n°3). Iberico Rodríguez es, pues, radical en su planteamiento, puesto que el mito, siendo aquello que nos conecta profundamente con la naturaleza a través de las imágenes que en ella palpita ya no existe en el hombre moderno, según él, sino sólo en el primitivo, esto elimina pues a la concepción de “pueblo”. El autor de “El espacio humano” asevera que la palabra “pueblo” es sinónimo de “pueblo primitivo”. También allí que asocie la falta de un “pueblo primitivo” con “cultura”, es decir, la cultura es aquello que permite mediar al “espíritu” y la “vida” y, al no existir esto, - porque se supone que el hombre primitivo es el espíritu y la naturaleza la vida - , es que nuestra cultura no sea “original” desde la llegada de la cultura occidental y moderna en 1500.

Ya no reproducimos la contestación de Luis Alberto Sánchez porque creemos que recurre a la retórica y a los estudios específicos sobre el mito que desvirtúa, sin duda, el debate. Con esta exposición, es suficiente para poner en claro las perspectivas sobre lo popular y el mito en los autores citados.

Esto, rápidamente, lo encaramos con Mariátegui, pues en un escrito de Iberico de 1939 exactamente en el “Sentimiento de la vida cósmica”, asevera que: “…el alma popular – que es naturaleza y auténtica fidelidad cósmica – ha sido o tiende a ser disuelta con la acción política, por la formación de partidos y de clases cuya unidad ya no proviene de esa como filiación metafísica entre los grupos y la naturaleza, que era el fundamento y el origen del alma popular, sino de la admisión de una idea o de la sujeción voluntaria o forzada a un interés o una ambición” (p. 13).

En efecto, la perspectiva mariateguiana es aludida aquí indirectamente – o directamente tal vez -. Como vemos, esta es la afirmación de Iberico de su tesis planteada ya en 1929 en la polémica con Luis Alberto Sánchez.

Otra anotación, es que el autor de “La Filosofía de Henri Bergson” nació en Cajamarca en 1892 y realiza, después de haber estado en Lima mucho tiempo y de viajar normalmente durante sus vacaciones a su tierra natal, una larga estancia en Huancayo como magistrado en 1934, de allí publica sus “Notas sobre el paisaje de la sierra”, que al parecer nuestro no estuvo inspirado, como cree Sobrevilla u otros autores, en los paisajes de Junín, sino en los de Cajamarca. Es decir, su tesis sobre “el alma popular” proviene de allí, de la sierra, de ese encanto por la naturaleza, de ese “vivir la imagen en ella misma” como el hombre primitivo. Es una perspectiva distinta a la de Mariátegui, la de éste es más urbana, partidaria, política, del “mito” y del “alma popular” (que llamara “alma matinal”). De igual modo, existió un replanteamiento en la tesis de Iberico, sobre la referente a que ya no es posible una cultura original o no es posible volver a conectarse con la naturaleza por la falta del hombre primitivo, que después él logra ver en el campesino.

Así, concluimos con la breve exposición de estos dos autores contemporáneos, uno enlistado en las filas del marxismo y otro apolítico. En sus vidas personales, Iberico trabó una cierta amistad con José Carlos, en aquellos días en los que acudía a su casa a charlar (narrado por Sobrevilla), además, recordemos que Iberico publicó en la editorial “Minerva” de Mariátegui en 1926 su libro “El Nuevo Absoluto” y, a la vez, escribió y publicó algunos artículos en su revista “Amauta” y, lo mismo, José Carlos Mariátegui en la revista “El Mercurio Peruano” y “Nueva Revista Peruana” en el que Iberico era parte del Consejo de Redacción. Ambos diferían en sus posturas intelectuales, pero hay algo que los acerca, y es, sin duda, su crítica a la razón instrumental, en Mariátegui por haber sido un crítico de la explotación del hombre por el hombre y en Mariano Iberico por haber sido un crítico de la explotación de la naturaleza por el hombre.

Lima, 18/04/14


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