CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía
andina
14 DE NOVIEMBRE
DÍA MUNDIAL DEL TURISMO RESPONSABLE
FOLIOS DE LA UTOPÍA
TEJADOS Y RESISTENCIA ANDINA
Al fondo tejados sanmiguelinos, surcos del alma...
Danilo Sánchez Lihón
1. Rayos y truenos
Estamos a mediados de noviembre y ya
comenzaron las lluvias en la serranía.
Tiene que llover y duro. Se descargan
por eso relámpagos y truenos sucesivos desde el cielo.
Y así tiene que ser, porque si no el
año próximo sería un mal año para las cosechas. Y si no lloviera imposible que
se podría sembrar en esta ocasión.
Yo estoy lejos, en un país extranjero.
Y llamo a un pariente de mi pueblo a través de Radio Cordillera.
– ¡Sí, aquí Radio Cordillera! –Me
contestan, pero la voz se oye lejana, o es como si llegara desde fuera de este
planeta, seguro porque está lloviendo en las alturas–. ¿Aló? ¡No le escucho!
– ¿Ahora sí? ¡Aunque entrecortado por
los rayos y truenos que están cayendo! Pero, ¡hable, le escucho!
2. Siento la lluvia
– No se escucha nada. –Oigo que se
comentan decepcionados–. ¡Es que esta es ya tempestad la que está cayendo!
¡Sube hijo pronto a poner un balde en esa gotera! ¿Aló? ¿Aló?
Yo guardo silencio. ¡Una emoción
profunda me invade y me transporta a los días de mi infancia!
Estiro un brazo y siento la lluvia
mojarme. ¡La lluvia, y nosotros protegidos bajo la techumbre tenaz! Y me
sumerjo en aquella evocación.
– ¿Aló? ¿Aló? ¡Se cortó la
comunicación! –Escucho que dicen, y cuelgan.
Yo también cuelgo el teléfono, pero
despacio y extasiado. ¡Aquí sufro bajo el sol calcinante!
¡Y, es invierno en mi tierra! ¡Y en
toda la extensión de la serranía del mundo andino!
3. ¿Quién las ve?
Es por eso que en este tiempo de
adhesiones a uno y otro personaje, en este período de denominaciones acerca de
cómo debe llamarse una y otra cosa, yo propongo también junto a todas las otras
propuestas, siquiera por este breve período: ¡defender los tejados!
En este período de reconocimientos y
honores a este y al otro tótem, nombro yo por lo menos en esta página solitaria
y estremecida a mi personaje de este tiempo, a ¡la teja!
¿Por qué? Porque resiste heroica el
embate del agua, el viento, la tierra y el fuego que se descarga a través de
los relámpagos.
Y eso sencillamente es heroico, es un
sacrificio callado, sin que nadie lo vea, como el de las madres cuando nos
acunan y se quedan en las noches desveladas. ¿Quién las ve? ¡Nadie!
4. Subir al terrado
¡Y ni siquiera ellas mismas saben qué
es abnegación, qué es renuncia y que todo eso es sacrificio! Y, al contrario,
lo hacen contentas, ¡y serían desdichadas si no lo hicieran!
¡Y, ¡soportar los relámpagos y truenos
que se descargan en mi lar nativo es espeluznante!
¡Y supone un valor muy arduo y supremo
interponerse entre nosotros que dormimos apacibles y los cielos que se rompen
horrendos y enfurecidos!
Claro, hay que ayudarlas subiendo al
terrado como en estos momentos hace el niño obedeciendo a su padre y que yo he
escuchado que le encargaba subir al terrado.
Mientras yo me calcino en un continente
extraño, lejos de mi querencia y del fogón de mi casa humilde.
5. Al parecer
El niño, –¡yo mismo he sido ese
chiquillo!– ha ido a poner baldes donde se ha producido un resquicio por donde
el agua se cuela debido a que la teja se han movido unos dedos destrenzándose
de la hermana de al lado, de arriba o de abajo.
Para que cuando escampe y sea de día
acomodar esa abertura, o a veces rajadura, con un pedazo más grande o con una
teja entera, quizá nueva si hemos sido previsores de que las lluvias serán
tempestades este año.
Pero, ¿qué sería si no las hubiéramos
tenido ni siquiera a pedazos que han esperado calmadas en algún recodo para que
ocurra este momento de subir y enfrentarse a las horas aciagas que se desatan?
Los tejados son bellos, ¡pero este es
un argumento que al parecer no conmueve ni convence!
6. Mensaje de identidad
Por eso ahora apelo a su foja de
servicios de heroicidad para defendernos de las tormentas. Y frente a la
proliferación de los horribles techos de calamina que invadido mi pueblo
desterrando de un plumazo a toda la poesía del vate universal César Vallejo.
Porque él menciona añorante a los
tejados pero que jamás mencionó ni en sus poemas ni en ningún otro sitio a la
calamina. ¿Cómo entonces vamos a ser Capital de la Poesía?
Aunque muchos no hacen caso a mi
reclamo, cual es que no hay que reemplazar la teja por la calamina, hay también
quienes reconocen de ella su valía.
Porque además de su laboriosidad, la
teja es signo y mensaje de identidad y de algo más que es absolutamente moral:
la resistencia del mundo andino.
7. Por eso
Otros han esgrimido tres razones para
decirme que de todos modos es ineludible reemplazar tejas por calaminas.
Hay algunas casas e instituciones
emblemáticas que ya cedieron a esta conversión, e incluso la iglesia y la
Municipalidad Provincial fue la primera claudicante.
Así el pueblo de César Vallejo decae en
hermosura y originalidad. Y se niega a sí mismo, porque: ¿cómo recitar ahora en
Idilio muerto: "Y llorará en las tejas un pájaro salvaje"?
Por eso, quiero esta vez nuevamente
reivindicar a la teja, que en estos momentos soporta la tempestad que se
descarga sobre los techos de mi aldea.
Pero más la defiendo por ser símbolo
grandioso, como decía, de la resistencia andina a la colonización cultural que
nos viene desde las grandes metrópolis de poder.
8. De vez en cuando
Pero he aquí las razones que blanden
contraponiéndolas a mi melancólico reclamo:
La primera razón que aducen, quienes
están en contra de conservarla, es que los cohetes de la Fiesta del Patrón
Santiago del mes de julio. Y en general en todas las fiestas del pueblo, las
rajan y hasta las hacen estallar inmisericordes.
Esto es: cuando las avellanas se lanzan
al cielo hay algunas que no alcanzan a subir hacia lo alto y culebrean yendo a
reventar en cualquier tejado, y si ese techo es de tejas se producen allí
goteras.
Será un hecho casual –digo yo–, una
incidencia que ocurre muy de vez en cuando. En realidad ocasional.
Pero en estos momentos se desata sobre
Santiago de Chuco una tempestad de rayos y truenos, que es lo más bravo que se
pueda imaginar.
9. ¿Qué quieren?
Y, ¿acaso las tejas se han removido un
ápice? ¿Pueden acaso los feroces relámpagos rajarlas? ¡No!
Pese a su estruendo y furor jamás yo he
visto una sola teja rajada por un relámpago, pese a que a veces nos despiertan
por la noche con su estruendo, haciéndonos saltar en la cama.
Pero la segunda razón que aducen es
para mí descabellada. Para ceder en esta humillación de reemplazar tejas por
calamina arguyen que las tejas pesan demasiado y cimbran la cumbrera y los
aleros.
Y, ¿desde cuándo somos flojos los andinos
que no cargamos peso si hasta nos echamos el peso del mundo? Nosotros nos
hacemos responsables de todos los trabajos y hasta de los males que se han
enseñoreado sobre la faz de la tierra!
¡Dejen que las casas soporten peso como
lo han tenido siempre, que eso las hacen fuertes y más humanas! ¿Qué quieren?
10. Cada día
¿Que sean leves, frágiles, triviales,
como se ha consentido que lo sea la gente de estos tiempos? ¡Que sigan siendo
hondas, vastas y respetables, por favor, señores!
Y yo opino que eso está bien. ¡Que las
cimbren, pues, porque eso les da maternidad y sabiduría! Así es la vida.
¿Acaso, no es hermosa una persona que revela que la vida ha dejado en su ser
sus huellas?
Así las tejas, soportan la lluvia, las
tempestades, los relámpagos, así como el sol inclemente y los vientos que ni
siquiera las mueven.
Acaso, ¿hemos visto que los vientos las
desplacen o agiten? A eso ayuda su peso. ¿No es buena entonces también la
gravedad en las circunstancias y en el acontecer de cada día?
Pero, sí en cambio las tejas son
laboriosas, unidas y resistentes. Basta que una de ellas falte para que se
hunda y horade la casa.
11. Vida nueva
La tercera razón si no quiero
comentarla siquiera, porque me parece mezquina y hasta una traición. Aduce que
la calamina es más barata.
Es traición digo porque ella hay que
comprarla de Trujillo. Siendo así ya no hay trabajo para los alfareros de mi
tierra. ¿Adónde va entonces ese dinero? Hacia afuera.
No. Seamos agradecidos con las tejas.
Nos han salvado y nos salvan de la conflagración que a ratos se desata en los
cielos anubarrados.
Yo en verdad las siento como a
muchachas arrobadas que encarnaran una vida misteriosa.
Y al reivindicar a la teja
reivindicamos a la mujer quien soporta callada lo grave que hay en el mundo
creando vida nueva.
El texto anterior puede ser
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