Tuesday, November 12, 2013

¡TEJADOS!, ALAS Y ALMA DE NUESTROS PUEBLOS / Danilo Sánchez Lihón



CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina

2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO

NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TÚPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA

8 DE NOVIEMBRE 1920
DÍA MUNDIAL DEL URBANISMO 

FOLIOS DE LA UTOPÍA

¡TEJADOS!, ALAS Y ALMA DE 
NUESTROS PUEBLOS

Danilo Sánchez Lihón

Y llorará en las tejas
un pájaro salvaje.
César Vallejo

1. Agua extasiada

¡Parajes encantados, alas, solares donde se posan los ángeles! ¡Andurrial donde se pasean los ojos! ¡Maravillas amenazadas, son los tejados!
Y lo triste es que el peligro de su extinción no viene de nadie ajeno, ni de un enemigo declarado que ataca desde afuera, sino de nosotros mismos.
¡Defendamos este preciado patrimonio cultural nuestro, que es un tesoro de arcilla engarzado en los cielos en los pueblos del mundo andino!
Así también las paredes de adobe, los antepechos de los balcones que sobresalen a la calle como quillas de naves ocultas como son nuestros anhelos e ilusiones.
¡Defendamos las calzadas empedradas! También las puertas y barandales hechos de madera lugareña. Los portones señoriales pintados de colores frescos como el azul añil y el verde esmeralda.
Defendamos sus muros que rematan en malvas, mostazas y azucenas.
Así como los pozos de agua extasiada, más por la quietud del alma de las casas, y también por la paz de sus moradores. ¡Y por el lento discurrir en que transcurren dentro de ellas las horas apacibles!

2. Raigal y genuino

Conservemos los patios que son de laja o piedra volcánica, o de aquellas traídas del río conservando su leve rumor y el reflejo de sus aguas.
¡Como igual los corredores del primer y segundo piso, con balaustres y pilares que sostienen vigas en las cuales se apoyan los techos de maguey, carrizo y teja que aletean!
Pero es en los tejados donde está contenido todo aquello que es la razón de ser y el alma andina.
No debemos permitir entonces que aquellos techos cambien por otros de un material innoble que desdice del ancestro y del linaje de nuestras ciudades y poblados en la serranía.
O que no es propio del lugar, y excluye la poesía que es el soplo vital, terrenal y divino, del cual estamos hechos todos los hombres.
Todo ello, basados en que la mejor manera de atraer a propios y extraños, en un plan turístico, es conservar la identidad de los pueblos, al mismo tiempo que edificando su desarrollo sin atentar con lo que es raigal y genuino.

3. Razón de ser

– Yo hago mi casa como quiero. ¡Y como a mí me da la gana!
Escucho decir a una persona, a quien el funcionario del Instituto Nacional de Cultura le reclama que tiene que construir su casa respetando la identidad del lugar.
Y prosigue en su alegato:
– ¿Qué dispositivo me prohíbe a mí que yo construya como quiero y es mi real capricho?
– ¡El cariño por su tierra, por su gente y su destino!
Pero esto no lo entiende, e insiste:
– A mí nadie puede decirme nada, porque yo hago con mi plata lo que quiera.
¿Es correcta esta manera de pensar? ¿Podemos hacer lo que se nos ocurra? No. Se tiene que tener conciencia que hay normas y dispositivos que se tiene que respetar.
Para eso existe gobierno y en diversas instancias. Para eso están los municipios que aprueban y dan el permiso de construcción, entidades que son las salvaguardas de principios de urbanismo a partir de un eje cual es la identidad.

4. Pueblo digno

Son muchas las personas que creen que haciendo una casa tipo extranjero mejoran su pueblo. Creen que imitando a una ciudad de la costa o del exterior, o de un país que irradia una imagen de poder, están contribuyendo a mejorar la realidad.
Al contrario. Para que seamos algo en el mundo no debemos afectar aquello que es esencial a nuestro ser en cuanto a espíritu. El valor de nuestros pueblos radica en su identidad y en su fisonomía propia.
En nuestro caso, de pueblos andinos. Y en esa perspectiva son los tejados aquello que nos evoca la raigambre, la estirpe y el linaje que nos conforma intrínsecamente.
La fórmula es ofrecer lo mejor que tenemos para la mejor calidad de vida de nuestros habitantes y de las personas que nos visitan, síntesis que resume la estrategia turística de todo pueblo.
Tampoco cabe oponerse a las nuevas tecnologías, sino que hay que asimilarlas y ponerlas al servicio de nuestros propósitos.
Pugnemos y hagamos todo lo posible por mejorar cada día, contando con los servicios básicos que nos haga pueblos dignos y desarrollados sobre la base de lo que nos es íntimamente propio.

5. Adhesión a lo nuestro

Pero si bien hay que mejorar en tales aspectos no podemos perder la imagen original, poética y evocadora de lo que somos, porque eso nos da razón de ser ante al mundo y sobre todo porque es nuestra verdad simbólica.
La clave para desarrollar es no perder identidad, que es la única manera y razón por la cual vamos a tener motivos por los cuales hemos de ser apreciados.
Debemos conservar para poder progresar lo que nos identifique en el campo del turismo, y nos muestre además en cada paso que se da, que lo propio es aquello que debe ser valorado.
En este aspecto, tenemos un compromiso de alma con respecto al porvenir, como también con la herencia que les debemos dejar a nuestros hijos.
Cultivemos en nuestros niños y jóvenes, y en la ciudadanía en general, la convicción de que hay que defender nuestro patrimonio. ¡Cuidando de no imitar lo foráneo ni convertir nuestras casas y nuestros pueblos en remedos de otras ciudades ajenas!
 
6. Abren las puertas

El hecho de que cada día aparezcan más y más casas techadas de calaminas será una claudicación de consecuencias nefastas para aquello que queremos seguir siendo y representando como cultura.
En el caso particular de Santiago de Chuco, un pueblo orgulloso de la poesía de César Vallejo y de la consagración que tantos otros poetas, artistas, maestros e hijos ilustres han cantado y hecho encomio de la naturaleza y del paisaje urbano destacando más en él los tejados.
En ello radica el poder mayor para desarrollar un turismo responsable, consistente y jubiloso, el mismo que ha de activar diversos rubros económicos que nos abran las puertas a un promisorio porvenir.
Es cultivando y defendiendo nuestra identidad, así como comportándonos como un pueblo acogedor, amable y gentil, ofreciendo un servicio de calidad en la atención al turista, lo que la modernidad nos exige y reclama, y que es una de las formas cómo impulsaremos decididamente nuestro desarrollo.
Y finalizo este alegato con el texto de mi paisano Ángel Gavidia, poeta de mi tierra nacido en Mollebamba, galardonado con el Laurel Vallejo.

7. Afrontan los enigmas

Este laurel es la máxima distinción a la poesía que otorga el movimiento cultural Capulí, Vallejo y su Tierra de proyección internacional, y solo entregado antes a Edmundo Herrera de Chile.
Ángel Gavidia, autor de varios libros de poemas y otros tantos de cuentos, nos dice en su libro “Un gallinazo volando en la penumbra:
TEJAS
Qué pájaro
y de dónde
vino a anidar las manos viejísimas del hombre.
¿Del centro de la tierra?
¿Del corazón del fuego?
¿De algún árbol de piedra tumbado por su sombra?
No sé
pero esparció sus plumas por el valle.
Estas plumas recojámoslas y ostentémoslas en el ojal de nuestro pecho y en lo central de nuestro corazón.

8. Simbolizan maternidad y coraje

Porque las tejas recogen nuestra vida sencilla y cotidiana y la subliman hacia los cielos abiertos. Pero también afrontan los enigmas y nos lo ofrecen como pan de cada día. Más aún, viven de frente y de cara a los arcanos y nos modulan tenuemente sus secretos a los oídos.
Los tejados no solamente son bellos sino que simbolizan entre otros contenidos trascendentes: la ternura, la maternidad, como el arrojo y el coraje.
Son la línea fronteriza entre lo terreno y lo divino. Porque eso somos y hemos sido.
Y hasta contienen la trascendencia  de la que hemos sido hechos. O bien somos y hemos de llegar a serlo, como victoria en el universo.
Defender los tejados es dar valor a nuestros pueblos, haciendo que ellos tengan identidad.
Nuestro compromiso generacional es hacer que los dones y virtudes de nuestra tierra no se pierdan y, al contrario, se exalten y consagren.
¡Por todo ello y en primer lugar, velar entonces por la permanencia y conservación inalienable de los tejados!
  
El texto anterior puede ser
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