SAN MIGUEL DE AYER Y HOY
El valioso libro SAN MIGUEL DE AYER Y HOY publicado
en 1981 por el distinguido sanmiguelino señor Víctor Celis Becerra, entonces Mayor Ejército Peruano, a la par
integrante de Comisión Pro Creación Provincia de San Miguel -en Lima- bajo Presidencia de otro ilustre
sanmiguelino Dr. VÍCTOR M. VERA CUBAS,
guarda en sus páginas el testimonio imperecedero de más de cincuenta años de
gestiones hasta alcanzar tan acrisolado sueño de creación de nuestra Provincia
San Miguel, mediante Ley 15152 del 29 de setiembre de 1964. Hombres que no se
amilanaron ante adversidades del gamonalismo y tinterillaje, especialmente.
Como homenaje a tan
distinguido soldado de la Patria y del pueblo que lo vio nacer, así como a
todos y cada uno de los gestores, forjadores e insignes hombres, tócanos colocar sus
inolvidables nombres en lo más alto del pedestal del honor y dignidad
sanmiguelina por el deber cumplido a cabalidad; honrando su memoria y coronando
con laureles de oro y plata su grandeza, sabiduría, entrega y valor, testimoniando
nuestra eterna gratitud, al celebrarse el presente año Bodas de Oro de nuestra Provincia. Igualmente reproduciremos el
folleto SAN MIGUEL, PROVINCIA, por
el interés de sus contenidos y preservación de nuestra historia reciente y
documentación.
Hemos reservado para
esta grandiosa oportunidad estos textos e iremos publicando progresivamente capítulos
más importantes de estos documentos con la finalidad que los sanmiguelinos y
nuevas generaciones conozcamos y revaloremos de fuentes fidedignas cuando el
amor en contagiantes llamas encendidas
de esperanza y gritos de Paz y Libertad, recorren inacabables caminos de nuestras venas e infinitos lares
del terruño y el corazón.
ESTAMPA DE SAN MIGUEL
Engalanamos nuestra obra, transcribiendo
en
Sus primeras páginas los apuntes de M.
Nicolás
Saravia, ilustre Educador sanmiguelino ya
Desaparecido, que titula ESTAMPA DE SAN
MIGUEL, cuyo tenor es como sigue:
Manuel Nicolás Sarabia Quiroz
“Estampa -
San Miguel de Payacques”.- En un paraje rodeado de
escarpas transparentes cuya vertiente viene de las que insurgen de la parte
Occidental de la Cordillera, y que son, digamos, los que inician el Jequetepeque
que irriga los valles de la vecina costa; vive un pueblo al que la naturaleza
le ha prodigado singulares caracteres por la belleza de sus múltiples paisajes
la benignidad de su clima y la laboriosidad ingénita de sus moradores.
Quienquiera
que viniendo, por primera vez de la Costa o de otros lugares de la sierra, por
los caminos que dan acceso a la comarca, la contempla; innegable,
irremisiblemente, se siente atraído por su manigficencia; y se detiene a buen
seguro, algunos momentos para plasmar en su memoria el panorama.
Hermosa
tierra esta de San Miguel de Payacques que bajo un esplendente sol, el rumor
acariciante de su cristalino rio y de sus murmuradoras fuentes, el beso quedo
de sus áureas y el plácido arrullo de sus frondas, sabe confraternizar con quienes
se aproximan a ella trasuntando en su corazón su inefable belleza.
Reclinada
sobre las semiplanicie rodeada de aquellas escarpas ondulantes, colinas y
caminos, cercados y arboledas, se halla la ciudad de San Miguel, apacible y
romántica como una ensoñación; pudiera decirse quieta, porque sus mujeres,
dedicadas dentro de sus casas a sus diarias tareas al son de canciones que
constituyen un regalo de sus melifluas voces, escogen la hilaza que ha de
transformarse en bellos tejidos, desde la delicada tela para servilletas hasta
la fuerte para cubrecama u otros artefactos; y sus hombres se preocupan ya en
la sombra en sus talleres, forjando los productos de sus peculiares oficios, ya
porque las semillas cubren su verdor y mieses sus cercados, o están en las
dehesas cuidando con solícito interés sus ganados.
Abajo, a sus
pies, el rio de su nombre, en cuyas márgenes los molinos triturando el trigo
que produce la región y que ha de convertirse en el pan de cada día, modulan su
constante y queda canción con un himno al trabajo.
Vista la ciudad, desde cualquiera de las rutas que de
diversos lugares conducen a ellos, semejan una de esas poblaciones de leyenda.
Acaso un
villorrio suizo o una aldea andorránea; porque San Miguel tiene ya muy poco
origen incásico.
Sus calles
rectas y sus edificios de dos pisos, con sus tejados rojos difieren mucho de
sus coetáneas andinas.
Y en medio
de ella yérguese con pretensiones de elevarse al cielo magnífica torre de su
hermoso templo, de tres naves de estilo vernacular con su campanario de
melodioso tañido, porque sus vetustas campanas, que saben interpretar cual
ninguna otra, esa gama inefable de los sentimientos del corazón, al decir de
las gentes, tiene mucho del rey de los metales.
Tal es San
Miguel de Payacques, conocido en los tiempos que corren con el nombre de San
Miguel de Cajamarca.
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