Monday, March 10, 2014

MUJER SANMIGUELINA: ARTESANA VIRTUOSA Y LABORIOSA / Arrufo Alcántara Hernández y María Isabel Alcántara Hernández



MUJER SANMIGUELINA: ARTESANA VIRTUOSA Y LABORIOSA

Por: Arrufo Alcántara Hernández
María Isabel Alcántara Hernández

Estas notas las escribimos en el día internacional de la mujer, para relevar la memoria histórica, la sabiduría milenaria, la expertiz y la virtuosidad de la mujer Artesana Sanmiguelina de la ciudad y del campo; lo hacemos atendiendo al llamado de Doña Martina Hernández Correa, que merecidamente “siempre (han)… alcanzado infinitos reconocimientos tanto para nosotros (as) como para la tierra que nos vio nacer”, por lo que nos aunamos a este reconocimiento.

De la información textilera de Doña Martina, mujer proveniente de una familia de excelentes artesanas, es necesario explicitar y relevar las ideas fuerza que envuelve y están contenidas en el trabajo artesanal de la mujer sanmiguelina, estas son:

1     1. Constituye un saber hereditario intergeneracional,
2  2. La madre como el agente principal de socialización de la sabiduría textil,
3 3. La destreza habilidosa puesta por “algún dios” en las manos de la mujer “que jamás alcanzará la máquina”, 
4  4. Trabajo hecho en el hogar en base a un equipo técnico mínimo,
5  5. “la labor” (diseños) como los íconos que transmiten pensamientos y sensibilidades de las tejedoras, 
6  6. El instrumental mínimo que mantienen los nombres del quechua extirpado del habla cotidiano de los sanmiguelinos por el colonialismo, y
7   7. De los vaivenes que experimenta esta actividad en nuestros tiempos contemporáneos.


Como la artesanía, es una empresa que se nutre de la sabiduría y la energía familiar, por ello, escribir sobre ella constituye también un esfuerzo de familia; en este sentido, estos apuntes están enriquecidos del espíritu hereditario y hechos en memoria de nuestra madre Doña María Angélica Hernández Correa, y ahora es relatado por María Isabel, quien vía teléfono nos informa detalladamente de los pormenores DEL SABER TEJER y el significado social y ético que envuelve a este laborioso quehacer cotidiano de la niña, la joven, la mujer adulta y la anciana sanmiguelinas.

El tejido, en sus diversas formas, es el trabajo del ciento por ciento de las mujeres del campo, nuestras madres nos educaron que al matrimonio debemos llegar con prendas del novio hechas por nuestras propias manos; alforjas, dos ponchos, bufandas, alfombras, pullos y sobrecamas deben llevarse al nuevo hogar, porque sería una gran tristeza ir sólo con nuestro cuerpo a la casa ajena. Pero en el pueblo (ciudad) ya no se practica estas costumbres, porque las jóvenes tienen que estudiar para enfrentar la vida de otras maneras, ya como profesionales o comerciantes” (María Isabel).

De esta información de experiencia directa y vital, tenemos que hacer una deducción fundamental, que el tejer es una actividad universal para la mujer sanmiguelina, porque “se abre los ojos tejiendo y se los cierra tejiendo”; esta es la razón porque en San Miguel existen distintos tipos de tejido, con determinadas predominancias de unos de ellos en la ciudad y otros en el campo. En la ciudad destacan el Telar a Kallwa “para confeccionar trabajos en hilo fino” de algodón industrial  para elaborar “ponchos, manteles, servilletas, bufandas y pashminas”; el Tejido a Crochet para elaborar tapetes, almohadones y colchas de hilo de algodón; Tejidos a Palillo para confeccionar faldas, chompas, chalinas, gorros, vestidos para bebés, alfombras y colchas de lana industrial; el Tejido Punto Cruz para confeccionar alfombras y objetos decorativos de lana y los Bordados con Aguja Fina para adornar pañuelos, mantones, pañoletas y manteles, utilizando madejas de hilo especial de bordar; este último, clásica actividad de las mamás e hijas casaderas mientras esperan al ser amado.


En el medio rural la actividad textil es envolvente a toda la población femenina en todas sus edades, aquí el hilar, tejer, bordar y llevar el atado (q´ipi o q´ipe en quechua) en la espalda es esencialmente de naturaleza femenina; mientras que el varón está inhabilitado social y moralmente para ejercer esta actividad, considerando a aquellos que se los descubriera como “amujerados”,  para ellos está reservado el trabajo físico en la labranza del campo y a la vez presentar el caballo muy bien “enjaezado” con adornos de plata y prendas textiles elaboradas por la esposa u obsequiados por la pretendida, en nuestros tiempos se los habrá cambiado por el carro o la motocicleta. En este contexto campesino, el tejido predominante es el Telar plano o de Kallwa “que tiemplan la fuerza y la energía laboral de la mujer mientras está atada a su tejido amarrado al pilar de la casa o al árbol, mediante la “chamba” y a su cintura, a través de la “sikicha”(María Isabel). Destacan el telar con hilos de lana industrial o de oveja, para confeccionar ponchos llanos, ponchos a cordoncillo, ponchos empalmado, chales, paños para los “fondos” o polleras de las mujeres, “pullos de dormir” (cubrecamas llanas sin labores y multicolores), “sobrecamas” (colchas elaboradas con lana para las labores y algodón para el tejido) y los “pullos para cargar” (lliclla en quechua) a los bebes y trasladar objetos en la espalda.

Indudablemente que estas actividades textiles familiares y sus correlatos éticos y morales, vienen siendo debilitados por la producción industrial y el mercantilismo urbano que se impone por sus bajos costos o por el trabajo que se oferta a la mujer mediante los recientes programas sociales. Sin embargo,  el confuso y convulso mundo posmoderno ante su imposibilidad de homogenizar mentalidades y sensibilidades de las poblaciones retorna a la valoración de la naturaleza, la ecología y de las tecnologías y culturas locales. En este filón de la vida contemporánea, las sabidurías y culturas locales encuentran la posibilidad de seguir persistiendo e influyendo en la vida sana de la humanidad; como la vienen demostrando la Asociación “Artesanía San Miguel Arcángel”, que se inserta en el mundo globalizado llevando la sabiduría y el trabajo habilidoso de los artesanos y la identidad sanmiguelina.

Doña Martina dice: “Nuestro taller está implementado por: balanza, cinta métrica, máquina de coser, tijeras, agujas y lo más importante las manos artesanas”; los tejedores de arte textil de la Isla Taquile del Lago Titicaca, declarados patrimonio oral, inmaterial e intangible de la humanidad, dirán: “awaq maki, qori maki”(manos que tejen, manos de oro). Asimismo, nos dice los artesanos “trabajan en sus hogares con un equipo mínimo”. Aquí vale destacar que el arsenal tecnológico de nuestras sociedades originarias prehispánicas cuyas herencias se proyectan hasta hoy, no estuvo sustentado en los instrumentos, en la maquina; sino más bien, en la capacidad cognitiva, la destreza manual y en la relación afectiva de sus gentes con la naturaleza. Es la propia naturaleza modificada mínimamente (kungallpos, putij, palos de hillawas, kallwas) que participa en el trabajo vital para criar la vida. Allí los portentosos monumentos arquitectónicos, textileros, orfebrería, acueductos de regadío, crianza de la papa, el maíz, la quinua, la kiwicha, el chocho, la maca de los Caxamalcas, los Recuay, los Chimus, Mochicas, Chankas e Incas; que se edificaron sin alarde de gran maquinaria e instrumental. Por ello Doña Martina no se equivoca al decir que la destreza de las manos artesanas fue puesta por “algún Dios”. Pensamiento concordante con la cosmovisión andina, para la cual, la sabiduría proviene de la capacidad de los hombres para sintonizarse con las necesidades vitales de la Pachamama, de la madre tierra, que no es más que sintonizarse con las energías cosmotelúricas auscultando su devenir vital. Esta es la naturaleza de la tecnología de la artesana sanmiguelina: cognitivo mental, expertiz técnico manual, afectividad con su propia obra e identidad con su tradición cultural hereditaria.


Esta naturaleza tecnológica la forma, la edifica y la construye en el proceso de escoger las labores, todas las artesanas sanmiguelinas son laboreras, porque hacen las labores de su tejido y para laborear no existe instrumental tecnológico en el mundo, más que su capacidad mental, su destreza manual, el gusto y cariño para tejer. El trabajo de laborear empieza desde la urdimbre con el conteo de las hebras que formaran la base de “la labor” (diseños de la silueta de la iglesia matriz, del Arcángel San Miguel, de Chalanes jineteando sus caballos e iconos de la fauna y flora sanmiguelina), el escogido de las hebras para ponerlas en las hillawas, la combinación de las hillawas y las tramas para ir formando las labores del tejido y el acabado final que deberá quedar con estética calidad.

De este modo, el tejido y el saber tejer, se constituyen en las precondiciones materiales y humanas para convertirse en Mujer, es decir en persona capaz de asumir mayores responsabilidades en la familia, persona con los valores de laboriosidad, el trabajo, la afectividad, el cariño y el honrar a la familia. Este es el rol formativo y sentido ético del saber tejer en la familia sanmiguelina, “la mujer que sabe tejer bien, es laboriosa y virtuosa que con sus manos edifica su hogar, y aquella ociosa y necia con sus propias manos lo derriba, así nos aconsejaba el papá y la mamá”(María Isabel).


San Miguel de Pallaques es un pueblo de artesanos, es así que un gran porcentaje de los negocios de la ciudad expenden conos y madejas de hilos de algodón y lana industrial, muchas familias urbanas en forma individual o asociada tejen productos artesanales para el mercado local, nacional y externo; y el ciento por ciento de las familias rurales tejen para el consumo familiar cotidiano, “tejidos ajenos” por contrato y para expenderlos en las ferias festivas locales y regionales. Destacan en esta actividad las comunidades de Santa Rosa, Sayamud, Calquis, Sunuden, Cochan entre muchísimos otros.

A estas artesanas virtuosas y laboriosas de San Miguel, nuestro reconocimiento y afecto, porque ellas son las depositarias de la sabiduría, la tradición y la identidad sanmiguelina, ellas seguirán siendo las tejedoras del tejido familiar y social de nuestra añorada tierra.

Andahuaylas, Marzo del 2014

Estimado Víctor Hugo

Con mis saludos cordiales, allí te envío unos apuntes sobre el arte textil san miguelino y sus roles formaticos y éticos que contiene como actividad. Mi reconocimiento a Doña Martina y a todas las artesanas de San Miguel. 
Comentabas que en tiempos siguientes habrá un evento sobre artesanía textil, me gustaría enviar un trabajo para tal evento.
Un abrazo.

Arrufo Alcántara Hernández
Vice Presidente Académico UNAJMA (Universidad Nacional José María Arguedas).
MSC. Sociología. Dr. Ciencias Sociales
Fonos: #0156992 #988204316 Cl:951059312

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