Elmer Rodas Cubas
PUEBLO, EL MIO
Mulas, cadencioso paso.
Pruebo del agual
que entre la penca se chorrea,
que también por allí se ajetrea este barro
sin paja bravía.
Hondos truenos, instintivos,
desde un proteico cielo;
yo, con la aventura sola de escampar.
Serenatas profundas, esquineras,
alrededor de la dicha de quien se va,
entre sus muslos, los míos,
sofocando sus condenas, aquellas ascuas,
mis chismes y mis olvidos...
Mira: la niebla atenaza las turbias comisuras
de mis demonios, y ella sólo mira
chisporrotear el jugoso foco de mis amaneceres.
Mi fin es conjurado al tedioso freno del llanque;
Y bajo, me apeo, procedo;
Siento la condimentada pólvora de la
fiesta en Septiembre;
una prosecución de riñones fritos
me va hilvanando;
los cuyes adobandome de pertenencia;
mis recuerdos desangran su lujuria olorosa
entre limaduras de polillas y un cañazo chueco
en un bar cerúleo, por Zaña.
Oh, felones cadencias entre los pullos,
entre las sábanas rústicas de un lecho
siniestrado...
Pueblería, verbena de esencias,
bajo el embrujo de mis desvaríos,
a vecitas comprendo tus instantes;
más pocos, los míos.
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