En este libro, encontramos, no solamente un conjunto
de cuentos escritos de una manera muy vivencial, que a su vez, mantienen entre
sí, un hilo que nos logra conducir por parajes llenos de misterio y de
sentimientos. Y llenos de misterio, porque entre sus líneas, es evidente que
tenemos contacto con un ficción–real, una ficción–real que seduce y discurre,
con leyes propias y fenómenos propios; que en muchas ocasiones nos es
desconocida o inexplicable. Sino que también se nos presenta el entorno, se nos
hace respirar el aire de esa naturaleza, en algunos casos metafísica, y sobre
todo, podemos percibir una clara identidad y un arraigo de lo que todo escritor
lleva dentro de sí: los primeros años, la infancia, y el contacto cercano con
la gente que uno más quiere: padres, hermanos, abuelos y los amigos, personas
en quienes reposa su cultura y tradición. Y ni hablar de la tierra natal, que
es el eje donde tiene lugar todo lo antes mencionado, y tiene un valor, claro
está, y un peso incontrastables.
Aparecen también seres que parecen provenir de otro
plano, de otro mundo; que no necesariamente es ficticio, sino que pareciera,
que es un mundo paralelo al de nosotros, un mundo que todavía no ha encontrado,
en el plano racional, una explicación. Pero a los personajes que se
desenvuelven en estos cuentos, poco a o nada les importa, porque ellos los
tienen cerca, los ven, interactúan con ellos de tal manera, que esa pregunta de
disipa en los terrenos de la experiencia y el contacto directo o cotidiano.
Y sobre todo, el valor que cabe resaltar en esta obra
que la autora nos entrega, es la porosidad poética que manifiesta, y las
grandes aptitudes para demostrar, que el latido de la poesía, se encuentra
también entre sus líneas. Para solo tomar un ejemplo, veamos el cuento “El
secreto del abuelo” (pág. 77) Inicio descriptivo, final poético. La cadencia
lírica se percibe, porque la autora es, ante todo, poeta.
Porque al momento de contar una historia, de escribir
un libro de cuentos, no solamente tendríamos que ver qué es lo que se cuenta,
que de plano, es importante, ya que trasmite una forma de pensar, una forma de
guardar consigo las experiencias y ver el mundo, sino también, es importante
–sino más que lo otro–, aparte de lo que se cuenta, cómo se cuenta, utilizar
las palabras que más se acomoden y acerquen al lector a la circunstancia, al
hecho, a los detalles, y le hagan vivir una experiencia estética única, que va
más allá de una u otra historia, ya que nuestro lenguaje es tan rico, que se
presta para ello.
Para finalizar, el libro “La laguna encantada y otros
cuentos”, no solo es una invitación al viaje, una invitación a explorar otros
universos que se mezclan con la realidad, universos o mundos paralelos con
personajes que parecen sacados de historias fantásticas, sino que también es
una invitación a pensar en nuestra convivencia, en las relaciones que
mantenemos con los otros, nuestros semejantes. El libro está teñido de un
barniz moral que necesita la sociedad a estas alturas, que dicho sea de paso,
lamentablemente, en algunas, está alejada cada vez más de la solidaridad que
debemos mantener entre nosotros, para así poder constituir una cultura de paz y
de progreso.
En esta obra, no hay sino la reafirmación de buenos
valores por parte de cada personaje; desde los hijos hasta los abuelos, incluso
pasando por un visitante que llegó con un poco de prepotencia o maldad, y se
marcha luego de verse en las manos de una persona mayor, que busca solucionar
problemas solo con el bien, y nunca perjudicar a otra persona.
De manera intuitiva o consciente, Alfonsina Becerra, nos
deleita con este conjunto de cuentos, en los cuales, uno puede explorar la
riqueza de un paisaje inagotable. Y tener en agenda, claro está, la pronta
visita a susodicha ciudad hermosa de Cajamarca, San Miguel.
Abraham Carbajal Gonzales
Director de la revista «El Bosque»
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