E L P A V O - R. Q. Q.
Señor Reynaldo Quispe
RQQ acostumbraba visitar al doctor
los días viernes, una o dos veces, de cada mes.
Amigos de infancia sucedida en los monumentales altares verdes de la
provincia de San Miguel de Cajamarca. Ambos se habían nutrido de la prodigiosa
maravilla natural y del ingenio y creatividad humorística de la gente en esta
parte de la sierra peruana. Los dos lograron vencer los sinsabores capitalinos;
el uno, en los quehaceres políticos y el otro como maestro albañil. Eso ya que
importa solo es un punto y ahí queda.
Panzón Reynaldo -su chapa o apodo original-
la adquirió desde muy niño. Seguramente por su estampa sanchesca…
Así tendré que morir dijo, cuando arribó a su tierra natal, un jueves 14 de
abril de 1994. Llegaba como maestro de obra. Le encargaban el diseño y
ejecución de los servicios higiénicos de la Subprefectura. Ésta era una casa
antigua, que por estar en una esquina de la plaza de armas de la ciudad y tener
una vista preferencial se había decidido recuperarla y mejorarla. Llegaba
después de mucho tiempo en esa época, quizá la primera en sus cincuentaitantos
años desde que salió. Él iba siempre para la fiesta de setiembre junto a
innumerable gente.
Pero esta vez en la tranquilidad de los días, la gente comentaba: Julia me
han dicho…, Lucrecia te has enterado… ha Llegado el Panzón Reynaldo y sabes
para qué? Dicen que va a trabajar en la subprefectura.
Si pues, entra y sale de ahí como en
su casa. Lo están arreglando bonito. Claro... entonces remplaza al jefe... así se nutría en comentarios su
figura.
Caramba ya no estoy pa’ estas faenas
–decíase tirado en la cama que le había acomodado para su estancia “El Socoliche”- . No puedo dormir. Son tres
días de insomnio. Será el colchón con
nudos, será mi edad o la bulla de sus flautistas de Hamelín- refiriéndose a los
hijos de su anfitrión.
En su mente correteaban infinidad de
ideas, desde abandonar el trabajo y largarse a Lima hasta inventar una
metodología para presentar la obra en forma espectacular como lo hacía en su
juventud.
Se levantaba tempranísimo y cual
reptil acorazado en su edad y forrado de trapos gruesos, trepaba lentamente las
empinadas calles y cuando alcanzaba una esquina se detenía iracundo; luego
disipaba tal tensión con encanto y
jocosidad singular. Burlábase de sus años diciéndose ¡Ay! Quispe Quispioli la
vida te dio risas pero ahora jodioli… ja, ja ja. Tomaba aliento y se dirigía a
los “hornos”. Sus pasos y su ingreso eran muy celebrados… Ay, Ayayayayay, Juesusimaria,
San Tinoco, me muero. Abran cancha y ¡plum! se dejaba caer sobre las enormes
bateas de amasar pan. Preparen agua con caquita de shingo pal soroche ¡ay! ¡ayayayayy
mi cabeza vuela!…
Allí tomaba desayuno y regresaba
fatigado hasta la obra... daba la vuelta por el jirón Grau. Giraba por el jirón
Bolívar y listo.
No hacía otro recorrido porque tres días anteriores no trabajó. En el
camino lo interrogaban, le saludaban, le comentaban lo bien que se le veía y le
preguntaban por todos sus familiares en la capital y por tradición habría que
ir dando todo detallado, sin faltar la pregunta ¿Cuándo regresas?
Un mes de trabajo y todo iba muy bien. Estaba recuperado. La otra semana es
mi cumpleaños y tengo que celebrarlo como corresponde a un Quispe Quispioli… se
auto motivaba caminando por el atrio de la iglesia.
El tío Hermógenes Díaz (Mogeshs) fue
a visitar la obra y al ver que el pasto se maltrataba cuando los obreros
trabajaban con cemento sobre él, decidió cortar lo que pudo y llevarlo para sus
cuyes.
Al recorrer el ambiente se topó con un enorme animal. Ufano, violento y
dueño de si giró airoso dos o tres veces mostrando su poder. Mogeshs entendió
inmediatamente el mensaje y entabló una amena conversación con el animalito:
Oye pavito ¿cómo te llamas?... ¡Oye tú, cómo te llamas! Primero no le obedecía;
pero luego pareció decirle algo: gligligliglo gligligligliglo… algo en idioma de
pavos que por supuesto intuyó. Si, aquí mandas tú. Es tu territorio. Agregaba
mentalmente Mogesh. El animal giraba guapeando una y otra vez.
No te molestes conmigo, no seas tonto… El animal insistía.
Hay pavito, pavito que mala suerte la tuya
a que manos has venido a caer. Ja ja ja...
míralo
bien. ¡Míralo¡ hablaba y señalaba a RQQ. No te confíes de aquel gordito, noble
parece; pero es de temible apetito… Ese panzón te traga ¡te traga!, si puedes
vuela ya y busca refugio, porque este gordo ¡te traga! repetía señalando al
gordo Quispe quien no dejaba de trabajar, pero captando prácticamente toda la
conversación.
Esa noche la voz de Mogeshs le rondaba en la mente. La imagen del Pavo
enguapecido. Enorme, “te traga el gordo”. ¡Te traga!… ¡Listo! –gritó. Eso tiene
que ser el plato fuerte de mi cumpleaños. Lo mandaré preparar con la Rosa
Torres -hija de Doña Julia- “la mamá Julia”, la que mejor preparaba este tipo
de platillos.
Así todo quedó perfectamente
planificado.
Al día siguiente llegó temprano. Miró sigilosamente los alrededores. Dio un
vistazo calculador por el área de trabajo. Divisó al enorme animal guapear y
hacerse colorado girando altanero, la voz musical de Mogeshs ¡te traga! lo
invadió con fuerza. Intentó conversar con el animal pero el pavo irrumpió
contra él. Inmediatamente llamó ¡Shico! ¡Shicooo! Si don Reynaldo. Sabes hijo,
coge una bolsa vacía de cemento, agarra ese pavo, tápalo bonito y llévalo a
esta dirección. Ya don Reyna.
Nadie sospecharía nada. Un obrero sacando una bolsa de cemento en el hombro
no causaba ninguna sospecha, por último para salir tenía que pasar por la
oficina del subprefecto y aun así, todo normal.
Después de unos veinte minutos
estuvo de regreso el muchacho y todo continuaba sin novedad. Preguntó al estilo
de un maestro de obra de la capital: muchacho todo conforme.
Sí don Reynaldo, todo conforme.
O.K. De estos elementos necesito, hábiles con el badilejo y pendejos en
asuntos sociales. Cualquier mequetrefe no trabaja con RQQ y empezó a silbar “Rosas
y espinas”; por supuesto el tal Shico no entendió absolutamente nada de nada y
siguió trabajando.
Quispe lo había planificado todo: sabes Rosa
van a venir 15 personas y quiero que hagas un menestrón, un caldo de gallina;
pavo asado, pavo al vino, tallarines con pato y unas cecinas al horno. ¡Ah! no
te olvides tu caldito verde y unas humitas. Toma, te adelanto 200 soles para
que vayas haciendo las empanadas y compres los quesos para la huancaína.
¿Pero… tanto van a comer esos muchachos? Haz tu trabajo y no preguntes
quien... También va a venir tu Soquito, así que ni hablar más.
Panzón era muy conocido por todas
las autoridades del lugar, especialmente por el Juez, el Fiscal y el Mayor de
la policía.
Todos van a caer -decía riéndose.
Personalmente les invitó a llegar en hora exacta añadiendo: si no llegan a la
hora “el pavo vuela”. Además tendremos vinos italianos y algunos wiskies que me
ha mandado mi yerno Paico.
Así
lo preparó todo. El día de la fiesta me voy a poner un terno azul marino, una
camisa blanca, una corbata roja y mi perfume de “puto” al estilo matador de
toros. Claro pues tengo que lidiar con seis bravazos. Ja,ja, ja. Así se
cumplió.
A las doce en punto –ni más ni menos– esperaba ansioso a sus invitados.
Llegó primero el fiscal, lo recibió con un enorme abrazo y le invitó una
copilla de vino francés; luego, el juez e hizo similar gesto de recepción –en
su mente llevaba esa idea picaresca de hacer pecar a todas las autoridades- y así,
llegaron todos, todos los invitados; últimos, Socoliche y Bobachón con sus
guitarras.
El jolgorio empezó con un brindis. Junto a él y a la derecha estaba Mogeshs
que lo miraba de reojo y parecía decirle con su tonadita característica “ya sé
lo que pretendes, meternos en el cuento a las autoridades de esta mi provincia”
y yo le dije al pavo que el panzón lo traga, ¡lo traga!... Sorbió un trago de
licor sin mirarlo ni dirigirle palabra.
Servida la mesa y por supuesto con la respectiva asignación de presas a
cada personaje que el mismo RQQ en un papelito le entregó a Rosita y que a la
letra decía: al fiscal la rabadilla le encanta, para el juez pierna y
entrepierna derecha, al de la policía el pecho sin corazón; para el subprefecto
carrocería lateral izquierda y molleja y terminaba la relación; al
Bobachón y al Soco, cuello y menudencia para
que rabien… Al dueño del santo en “lapa grande”.
Empezaron los palabreos. Primero el fiscal resaltó la gran amistad y cariño
de años, luego el juez y así todos alababan al maestro como gran amigo del
doctor Alfonso Barrantes Lingán. El que remató fue Bobachón. Recuerdo
claramente lo que dijo: “Querido papá, que seas feliz acá, allá y acullá y más
de allá o más de acullá, junto a mi mamita a quién tanto aprecio...” Luego el
gordo se puso en pie, firme y sereno como un domador en el centro del ruedo –el
silencio invadió el escenario- levantando ambas manos, comenzó su discurso con
una oración: “Dios mío para que veas que entre ladrones también nos entendemos
y sabemos compartir y amar, perdónalos porque no saben lo que comen. Es bíblico
según san Tiburcio”. Las rizas lo interrumpieron sin tomar importancia al
asunto, pues así se bromeaba con todos.
Mogesh lo miraba cauteloso y Quispe entendía lo que decía en su tonadita:
“Ya estamos en la alforja, mañana nos demandan, el gordo se va a Lima nosotros
nos fregamos”. La fiesta continuó hasta la noche.
Él presagiaba diciendo: “que le puede pasar al gordo Quispe si está con
todas las autoridades, ja ja ja. Quién lo puede tocar a Quispe si es amigo de
ustedes señores autoridades”. Vencida las nueve de la noche el Gordo no pudo
más y tuvieron que hacerle taxi dos policías por orden del mayor.
A la mañana siguiente echaron de menos al
animal, lo buscaron, como es costumbre en todos los corrales de las casas
colindantes y nada. Analizaron rápidamente el personal que laboraba con el
maestro Reynaldo e inmediatamente saltó a la luz un tal Sinén. Lo denunciaron
en la policía. Lo detuvieron 48 horas y juraba y rejuraba su inocencia. Luego
inculparon al propio dueño, pues la sospecha de un viaje inesperado a Chilete
confirmaba la versión. Las investigaciones iban en avance. La noticia corría
dando saltos. El fiscal enterado del asunto se reunió inmediatamente con el
juez y luego con el subprefecto y todos daban en lo mismo. El gordo nos ha hecho comer el pavo robado.
Señores: Reynaldo Quispe "Panzón" y Santos Malca Ramírez "Chimbalcao",
en su añorado San Miguel de antaño.
Reynaldo al enterarse que Monghi tenía la noticia actualizada, salió
corriendo y gritando alborotado por la plaza principal: ¡Soco, Socoliche nos
fregamos, nos fregamos! Que te pasa gordito chambulón, acaso te has vuelto loco,
añadió Socoliche burlonamente. No, no estoy loco. ¡La prensa, la prensa sabe
todo! Nos jodimos. Tú también has comido el cuello.
El papelito del reparto de presas se ha filtrado… Al medio día, la noticia
se escuchaba en todas las esquinas y los niños y todos en general comentaban
burlonamente lo sucedido y por supuesto le agregaban un montón de novedades.
Monghi era solicitado por los parroquianos para enterarse de la “última”...
Él daba noticia de seis invitados pero su fuente informante no precisaba los
personajes principales .
En los hornos la noticia se calentaba más: ese Gordo “jodido” los ha hecho
comer a las autoridades el pavo robao.
RQQ se movilizó rápido y colectó 200 dólares de seis
invitados argumentándoles que su nombre no aparecería publicado en las
esquinas. Pagó y retiraron la demanda.
Cuando los muchachos vieron caminar al Gordo junto al dueño del animal con
dirección al local de la policía comenzaron a corear. ¡El pavo!, ¡el pavo! El
juez salió al balcón que da a la plaza principal y gritó: el pavo ¡el paaaaavo!
¡Gordo devuelve el pavo¡ todo el pueblo
escuchó aquel grito...
Con el vuelto compró una maleta rectangular con rueditas en su base y con
su dedo empapado en pintura negra (color del pavo) escribió: “Coma pavo… El
pavo cura el cáncer… Viaje de pavo y hágase el turista”. Con el mismo color de
pintura escribió en las cuatro esquinas de la plaza del pueblo: RQQ ---El pavo
vive en la otra esquina… siga la flecha y pregunte…, luego pintó una enorme
flecha y otra y otra… “siga al pavo…”, otra flechita que señalaba: “si es
autoridad no coma pavo y si es pavo no sea autoridad”…, firma EL PAVO.
Este
texto responde exactamente a lo expresado por don Reynaldo Quispe, quien en
estos momentos se encuentra muy delicado de salud y
espero su pronta recuperación con la bendición de Dios.
Jorge
César Medina Díaz
Lima,1 de Julio del 2014.
Reynaldo Quispe (sentado al centro) rodeado de los integrantes de la Orquesta "La Lira Sanmiguelina", entre ellos José Santos Ramírez "Chimbalcao", Benjamín Malca Hernández "Bobachón", entre otros.
Fotos archivo Pisadiablo
Fotos archivo Pisadiablo
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