Wednesday, July 02, 2014

EL PAVO - R.Q.Q. / Cuento de Jorge César Medina Díaz, sobre don Reynaldo Quispe.

E L   P A V O  -  R. Q. Q.

Señor Reynaldo Quispe



            RQQ acostumbraba visitar al doctor los días viernes, una o dos veces, de cada mes.

Amigos de infancia sucedida en los monumentales altares verdes de la provincia de San Miguel de Cajamarca. Ambos se habían nutrido de la prodigiosa maravilla natural y del ingenio y creatividad humorística de la gente en esta parte de la sierra peruana. Los dos lograron vencer los sinsabores capitalinos; el uno, en los quehaceres políticos y el otro como maestro albañil. Eso ya que importa solo es un punto y ahí queda.

            Panzón Reynaldo -su chapa o apodo original- la adquirió desde muy niño. Seguramente por su estampa sanchesca…

Así tendré que morir dijo, cuando arribó a su tierra natal, un jueves 14 de abril de 1994. Llegaba como maestro de obra. Le encargaban el diseño y ejecución de los servicios higiénicos de la Subprefectura. Ésta era una casa antigua, que por estar en una esquina de la plaza de armas de la ciudad y tener una vista preferencial se había decidido recuperarla y mejorarla. Llegaba después de mucho tiempo en esa época, quizá la primera en sus cincuentaitantos años desde que salió. Él iba siempre para la fiesta de setiembre junto a innumerable gente.

Pero esta vez en la tranquilidad de los días, la gente comentaba: Julia me han dicho…, Lucrecia te has enterado… ha Llegado el Panzón Reynaldo y sabes para qué? Dicen que va a trabajar en la subprefectura.

Si pues,  entra y sale de ahí como en su casa. Lo están arreglando bonito. Claro... entonces remplaza al  jefe... así se nutría en comentarios su figura.

            Caramba ya no estoy pa’ estas faenas –decíase tirado en la cama que le había acomodado para su estancia  “El Socoliche”- . No puedo dormir. Son tres días de insomnio. Será  el colchón con nudos, será mi edad o la bulla de sus flautistas de Hamelín- refiriéndose a los hijos de su anfitrión.

 En su mente correteaban infinidad de ideas, desde abandonar el trabajo y largarse a Lima hasta inventar una metodología para presentar la obra en forma espectacular como lo hacía en su juventud.

 Se levantaba tempranísimo y cual reptil acorazado en su edad y forrado de trapos gruesos, trepaba lentamente las empinadas calles y cuando alcanzaba una esquina se detenía iracundo; luego disipaba tal tensión con  encanto y jocosidad singular. Burlábase de sus años diciéndose ¡Ay! Quispe Quispioli la vida te dio risas pero ahora jodioli… ja, ja ja. Tomaba aliento y se dirigía a los “hornos”. Sus pasos y su ingreso eran muy celebrados… Ay, Ayayayayay, Juesusimaria, San Tinoco, me muero. Abran cancha y ¡plum! se dejaba caer sobre las enormes bateas de amasar pan. Preparen agua con caquita de shingo pal soroche ¡ay! ¡ayayayayy mi cabeza vuela!…

 Allí tomaba desayuno y regresaba fatigado hasta la obra... daba la vuelta por el jirón Grau. Giraba por el jirón Bolívar y listo.

No hacía otro recorrido porque tres días anteriores no trabajó. En el camino lo interrogaban, le saludaban, le comentaban lo bien que se le veía y le preguntaban por todos sus familiares en la capital y por tradición habría que ir dando todo detallado, sin faltar la pregunta ¿Cuándo regresas?

Un mes de trabajo y todo iba muy bien. Estaba recuperado. La otra semana es mi cumpleaños y tengo que celebrarlo como corresponde a un Quispe Quispioli… se auto motivaba caminando por el atrio de la iglesia.

            El tío Hermógenes Díaz (Mogeshs) fue a visitar la obra y al ver que el pasto se maltrataba cuando los obreros trabajaban con cemento sobre él, decidió cortar lo que pudo y llevarlo para sus cuyes.

Al recorrer el ambiente se topó con un enorme animal. Ufano, violento y dueño de si giró airoso dos o tres veces mostrando su poder. Mogeshs entendió inmediatamente el mensaje y entabló una amena conversación con el animalito: Oye pavito ¿cómo te llamas?... ¡Oye tú, cómo te llamas! Primero no le obedecía; pero luego pareció decirle algo: gligligliglo gligligligliglo… algo en idioma de pavos que por supuesto intuyó. Si, aquí mandas tú. Es tu territorio. Agregaba mentalmente Mogesh. El animal giraba guapeando una y otra vez.

No te molestes conmigo, no seas tonto… El animal insistía.

Hay pavito, pavito que mala suerte la tuya  a que manos has venido a caer. Ja ja ja... 
míralo bien. ¡Míralo¡ hablaba y señalaba a RQQ. No te confíes de aquel gordito, noble parece; pero es de temible apetito… Ese panzón te traga ¡te traga!, si puedes vuela ya y busca refugio, porque este gordo ¡te traga! repetía señalando al gordo Quispe quien no dejaba de trabajar, pero captando prácticamente toda la conversación.

Esa noche la voz de Mogeshs le rondaba en la mente. La imagen del Pavo enguapecido. Enorme, “te traga el gordo”. ¡Te traga!… ¡Listo! –gritó. Eso tiene que ser el plato fuerte de mi cumpleaños. Lo mandaré preparar con la Rosa Torres -hija de Doña Julia- “la mamá Julia”, la que mejor preparaba este tipo de platillos.

Así  todo quedó perfectamente planificado.

Al día siguiente llegó temprano. Miró sigilosamente los alrededores. Dio un vistazo calculador por el área de trabajo. Divisó al enorme animal guapear y hacerse colorado girando altanero, la voz musical de Mogeshs ¡te traga! lo invadió con fuerza. Intentó conversar con el animal pero el pavo irrumpió contra él. Inmediatamente llamó ¡Shico! ¡Shicooo! Si don Reynaldo. Sabes hijo, coge una bolsa vacía de cemento, agarra ese pavo, tápalo bonito y llévalo a esta dirección. Ya don Reyna.

Nadie sospecharía nada. Un obrero sacando una bolsa de cemento en el hombro no causaba ninguna sospecha, por último para salir tenía que pasar por la oficina del subprefecto y aun así, todo normal.

            Después de unos veinte minutos estuvo de regreso el muchacho y todo continuaba sin novedad. Preguntó al estilo de un maestro de obra de la capital: muchacho todo conforme.

 Sí don Reynaldo, todo conforme.

O.K. De estos elementos necesito, hábiles con el badilejo y pendejos en asuntos sociales. Cualquier mequetrefe no trabaja con RQQ y empezó a silbar “Rosas y espinas”; por supuesto el tal Shico no entendió absolutamente nada de nada y siguió trabajando.



             Quispe lo había planificado todo: sabes Rosa van a venir 15 personas y quiero que hagas un menestrón, un caldo de gallina; pavo asado, pavo al vino, tallarines con pato y unas cecinas al horno. ¡Ah! no te olvides tu caldito verde y unas humitas. Toma, te adelanto 200 soles para que vayas haciendo las empanadas y compres los quesos para la huancaína.

¿Pero… tanto van a comer esos muchachos? Haz tu trabajo y no preguntes quien... También va a venir tu Soquito, así que ni hablar más.

            Panzón era muy conocido por todas las autoridades del lugar, especialmente por el Juez, el Fiscal y el Mayor de la policía.

            Todos van a caer -decía riéndose. Personalmente les invitó a llegar en hora exacta añadiendo: si no llegan a la hora “el pavo vuela”. Además tendremos vinos italianos y algunos wiskies que me ha mandado mi yerno Paico.

            Así lo preparó todo. El día de la fiesta me voy a poner un terno azul marino, una camisa blanca, una corbata roja y mi perfume de “puto” al estilo matador de toros. Claro pues tengo que lidiar con seis bravazos. Ja,ja, ja. Así se cumplió.

A las doce en punto –ni más ni menos– esperaba ansioso a sus invitados. Llegó primero el fiscal, lo recibió con un enorme abrazo y le invitó una copilla de vino francés; luego, el juez e hizo similar gesto de recepción –en su mente llevaba esa idea picaresca de hacer pecar a todas las autoridades- y así, llegaron todos, todos los invitados; últimos, Socoliche y Bobachón con sus guitarras.

El jolgorio empezó con un brindis. Junto a él y a la derecha estaba Mogeshs que lo miraba de reojo y parecía decirle con su tonadita característica “ya sé lo que pretendes, meternos en el cuento a las autoridades de esta mi provincia” y yo le dije al pavo que el panzón lo traga, ¡lo traga!... Sorbió un trago de licor sin mirarlo ni dirigirle palabra.

Servida la mesa y por supuesto con la respectiva asignación de presas a cada personaje que el mismo RQQ en un papelito le entregó a Rosita y que a la letra decía: al fiscal la rabadilla le encanta, para el juez pierna y entrepierna derecha, al de la policía el pecho sin corazón; para el subprefecto carrocería lateral izquierda y molleja y terminaba la relación; al Bobachón  y al Soco, cuello y menudencia para que rabien… Al dueño del santo en “lapa grande”.

Empezaron los palabreos. Primero el fiscal resaltó la gran amistad y cariño de años, luego el juez y así todos alababan al maestro como gran amigo del doctor Alfonso Barrantes Lingán. El que remató fue Bobachón. Recuerdo claramente lo que dijo: “Querido papá, que seas feliz acá, allá y acullá y más de allá o más de acullá, junto a mi mamita a quién tanto aprecio...” Luego el gordo se puso en pie, firme y sereno como un domador en el centro del ruedo –el silencio invadió el escenario- levantando ambas manos, comenzó su discurso con una oración: “Dios mío para que veas que entre ladrones también nos entendemos y sabemos compartir y amar, perdónalos porque no saben lo que comen. Es bíblico según san Tiburcio”. Las rizas lo interrumpieron sin tomar importancia al asunto, pues así se bromeaba con todos.

Mogesh lo miraba cauteloso y Quispe entendía lo que decía en su tonadita: “Ya estamos en la alforja, mañana nos demandan, el gordo se va a Lima nosotros nos fregamos”. La fiesta continuó hasta la noche.

Él presagiaba diciendo: “que le puede pasar al gordo Quispe si está con todas las autoridades, ja ja ja. Quién lo puede tocar a Quispe si es amigo de ustedes señores autoridades”. Vencida las nueve de la noche el Gordo no pudo más y tuvieron que hacerle taxi dos policías por orden del mayor.         

             A la mañana siguiente echaron de menos al animal, lo buscaron, como es costumbre en todos los corrales de las casas colindantes y nada. Analizaron rápidamente el personal que laboraba con el maestro Reynaldo e inmediatamente saltó a la luz un tal Sinén. Lo denunciaron en la policía. Lo detuvieron 48 horas y juraba y rejuraba su inocencia. Luego inculparon al propio dueño, pues la sospecha de un viaje inesperado a Chilete confirmaba la versión. Las investigaciones iban en avance. La noticia corría dando saltos. El fiscal enterado del asunto se reunió inmediatamente con el juez y luego con el subprefecto y todos daban en lo mismo. El gordo nos ha  hecho comer el pavo robado.

 Señores: Reynaldo Quispe "Panzón" y Santos Malca Ramírez "Chimbalcao", 

en su añorado San Miguel de antaño.

Reynaldo al enterarse que Monghi tenía la noticia actualizada, salió corriendo y gritando alborotado por la plaza principal: ¡Soco, Socoliche nos fregamos, nos fregamos! Que te pasa gordito chambulón, acaso te has vuelto loco, añadió Socoliche burlonamente. No, no estoy loco. ¡La prensa, la prensa sabe todo! Nos jodimos. Tú también has comido el cuello.

El papelito del reparto de presas se ha filtrado… Al medio día, la noticia se escuchaba en todas las esquinas y los niños y todos en general comentaban burlonamente lo sucedido y por supuesto le agregaban un montón de novedades.

Monghi era solicitado por los parroquianos para enterarse de la “última”... Él daba noticia de seis invitados pero su fuente informante no precisaba los personajes principales .

En los hornos la noticia se calentaba más: ese Gordo “jodido” los ha hecho comer a  las autoridades el pavo robao.

RQQ  se  movilizó rápido y colectó 200 dólares de seis invitados argumentándoles que su nombre no aparecería publicado en las esquinas. Pagó y retiraron la demanda. 

Cuando los muchachos vieron caminar al Gordo junto al dueño del animal con dirección al local de la policía comenzaron a corear. ¡El pavo!, ¡el pavo! El juez salió al balcón que da a la plaza principal y gritó: el pavo ¡el paaaaavo! ¡Gordo devuelve el pavo¡   todo el pueblo escuchó aquel grito...

Con el vuelto compró una maleta rectangular con rueditas en su base y con su dedo empapado en pintura negra (color del pavo) escribió: “Coma pavo… El pavo cura el cáncer… Viaje de pavo y hágase el turista”. Con el mismo color de pintura escribió en las cuatro esquinas de la plaza del pueblo: RQQ ---El pavo vive en la otra esquina… siga la flecha y pregunte…, luego pintó una enorme flecha y otra y otra… “siga al pavo…”, otra flechita que señalaba: “si es autoridad no coma pavo y si es pavo no sea autoridad”…, firma EL PAVO.



Este texto responde exactamente a lo expresado por don Reynaldo Quispe, quien en estos momentos se encuentra muy delicado de salud  y  espero su pronta recuperación con la bendición de Dios.



Jorge César Medina Díaz

Lima,1 de  Julio del 2014.
 
 Reynaldo Quispe (sentado al centro) rodeado de los integrantes de la Orquesta "La Lira Sanmiguelina", entre ellos José Santos Ramírez "Chimbalcao", Benjamín Malca Hernández "Bobachón", entre otros.
Fotos archivo Pisadiablo

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