En 1972, Truman Capote publicó un
original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló
«Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que
conoceremos la otra cara, la de la vida, de Melacio Castro.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La huerta bajo cuyo algarrobo nací en un ya lejano
diciembre. Se sitúa junto a un pequeño río, en el norte del Perú.
¿Prefiere los animales a la gente?
Mi preferencia por la gente es animalesca. Me basta
mirarla para detectar cuándo debe ser necesario guardar cierta distancia.
¿Es usted cruel?
Con la seguridad de poder equivocarme en un diez
por ciento, no.
¿Tiene muchos amigos?
Los dedos de una mano me sobran para contarlos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Las de la Tierra misma: que no reconozcan ni asuman
ninguna frontera.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Mis cuatro "mosqueteros", son muy
humildes y magníficos.
¿Es usted una persona sincera?
Nunca lo dudé.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Si se trata de más allá de una semana libre,
viajando aunque fuera sin dinero. Si se trata del tiempo libre diario, haciendo
deporte o visitando algún local cultural.
¿Qué le da más miedo?
Que las guerras por el tener, acaben con el ser.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Los abusos contra los niños, empezando por los de
los eclesiásticos, el dinero que se invierte en la compra de armamento y la corrupción
de nuestros gobernantes "demócratas".
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una
vida creativa, ¿qué habría hecho?
Habría tratado de cultivar, junto a alguna playa,
un jardín matizado de rosas y de papas.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Corro.
¿Sabe cocinar?
Desde mi niñez, siempre me gustó darle a mis manos
el placer de pelar las cebollas y desmenuzar, entre otros alimentos, los ajos.
Hago mía (peruanizo) la filosofía mexicana: "Comida sin ajo, comida
pal'carajo".
Si el Reader’s Digest le encargara escribir
uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No creo que mi dignidad sea capaz de aceptar
semejante encargo para semejante ejemplar, por lo general maestro en la
desinformación y en la manipulación.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Suyakuy, suyapakuy. Los indígenas quechuas, mis
hermanas y hermanos, lo dicen de corazón.
¿Y la más peligrosa?
La palabra relacionada con la Historia,
"olvido".
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, a un terrateniente peruano que para demostrar
ser hombre, se atribuía la necesidad de violar a sus más hermosas semisiervas.
Murió comiendo carne.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que se relacionan con el no robar, el no mentir
y el no ser ocioso.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cóndor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Consumir chirimoyas hasta que alguien me lo impida.
¿Y sus virtudes?
Ser fiel a los que quiero y a los que me quieren.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro
del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El vuelo de un Cóndor.
* http://almaenlaspalabras.blogspot.com.es/
No comments:
Post a Comment