Friday, January 09, 2015

EN DEFENSA DE NUESTRO PATRIMONIO. CADA QUIEN TIENE UNA PUERTA / Danilo Sánchez Lihón


CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina

2015 AÑO
DE LA DEFENSA DE LA VIDA
Y DEL PLANETA TIERRA

ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD
Y LOS PARADIGMAS DE MACHUPICCHU
  
9 DE ENERO
  
EN DEFENSA DE NUESTRO PATRIMONIO

FOLIOS DE LA UTOPÍA

CADA QUIEN TIENE UNA PUERTA

Danilo Sánchez Lihón

1. Por muy humildes
que hayan sido


Cada quien recuerda la puerta de su casa de su pueblo nativo, porque yo he indagado, creyendo que solo era mía esta pena. Y me han dicho:
– Yo mi puerta la llevo clavada en el alma. Y no me olvido de sus rendijas, nudos, estrías, ni se sus agujeros.
He respirado aliviado, pero, me pregunto ahora: ¿por qué?
En cambio, he comprobado que muchas otras personas, nacidas en otros lugares, no recuerdan las puertas de sus casas, sea la que da a la calle, o ya sea las de sus cuartos interiores, en donde se criaron.
¡Nosotros, los chucos, sí! Las recordamos, por muy humildes que ellas hayan sido.
Tanto que, pese a estar tan lejos en la distancia y en el tiempo, no es que las evocamos sino que salimos y entramos por ellas cuando basta que cerremos los ojos y soñemos.
O cuando basta que estemos simplemente dormidos que es cuando regresamos a corretear por patios, corredores y rincones que dejamos ocultos cuando éramos niños.

2. Silencios
inconfesos
 

Pero esto ocurre no solo cuando es de noche sino en los amaneceres ojerosos y desvelados. Allí están.
O ya sea cuando en lo mejor de un momento nos atraviesa un presentimiento que nos asusta.
Sea cuando de improviso nos asalta una tristeza, y que puede ser hasta en el fragor de una batalla o en lo más hondo y empinado de una fiesta.
Y, estemos en el lugar del mundo en que estemos, nos sumergimos en el subconsciente, entrando o saliendo por ellas.
¡Y qué dolor no estar con las manos y la frente apoyados o amparados por ellas!
¡Rogándolas que calmen compasivas una amargura!
¡Y que nos sanen, o alivien por lo menos, aquellas heridas del alma!
¡Qué dolor no poder confesarles, o hablarles al menos a ellas; ya que nuestra madre no está con nosotros!
¡Porque son ellas las que están abiertas en el fondo de nuestros silencios inconfesados! 

3. Desaparecieron
en sus entrañas


Es, quizás, porque de niños, yo en Santiago de Chuco, tú quizá en algún otro sitio, hemos jugado mucho en sus travesaños y marcos de madera. Hechas de algún árbol que ha crecido a la vera de un camino, o al borde de un río, o erigiéndose tan alto en una campiña que ha mirado desde su copa compasivo la vida que pasa allá abajo.
Y en sus vanos translúcidos, y en su quicio curvado por el paso de la gente que allí pisa y donde está el temblor de nuestros latidos ha guardado lo que quisimos que fueran secretos.
Y, aunque fallemos en muchas cosas, saben que somos sinceros y valerosos. Y aunque no estemos donde deberíamos estar, apoyamos en todo las causas nobles de esta efímera existencia.
A horcajadas sobre su umbral, ¡cuánto hemos soñado!, descubriendo rugosidades, curvaturas, escondrijos. Perdiendo y encontrando tesoros entre sus ranuras. Tienen todo el peso, el vuelo y la caída de nuestros impulsos e inquietudes.
Yo he dejado talismanes, en que se convertía cualquier vidrio o dije o botón de una camisa, y que desaparecían en sus entrañas. ¿Será por eso que penan tanto en mí, o es mi ser de niño que se cobija en ellas y ellas en mi insomnio y duermevela?

4. Son
decisivas


Porque es montado en ellas que nos hemos enlazado con la vida de adentro y la de afuera.
Es desprevenido en ellas que se nos han quedado las voces de vivos y muertos; de transeúntes y de sombras quietas que nos contemplan desde otros mundos pero tan cerca de nosotros que se nos pega su temblor, suspiros y estremecimientos.
Es cogido a sus jabas donde hemos contemplado a los viajeros impalpables que se demoran en algún abismo o cuneta, y a los otros que aquí se quedaron.
Los adioses de gente que se va y las expresiones de dicha de quienes vuelven o regresan.
Es curioso, pero creo que hemos aprendido a mirar el mundo desde una puerta. Y eso es lo que nos prepara para asombrarnos, descubrirlo todo y ser solidarios.
También, quizás, para estremecernos de angustia, de pena o de miedo. De tal o cual presentimiento, pero muy poco de alegría.
Porque a los chucos nos cuesta mucho estar alegres, porque para ello tendrían que coincidir muchas cosas. Y en todo ello son decisivas las puertas:

5. Por uno
y otro universo


Como, ¿cuáles?
Tendrían que coincidir los hechos de adentro y los hechos de afuera. Lo que ocurre lejos y lo que ocurre cerca. Los sentimientos de antes y las emociones de ahora. Y aquello que sucederá después en el futuro.
En todo ello son decisivas las puertas.
De allí que no hay dos puertas idénticas, porque cada una tiene su memoria y también sus ausencias, carencias y huecos negros. Unas son galantes, altaneras, soberbias. Y otras son sumisas, modestas, balbucientes.
Pero los niños borramos las diferencias y las universalizamos con nuestra ternura y nuestra inocencia.
He aquí, por ejemplo, los portones inmensos de dos hojas arrogantes y, dentro del marco de una de ellas, se abre una puerta más pequeña, donde muchos dieron su primer beso.
Yo no. Quizá por eso me he quedado en la vida desvelado. Y vague errante por uno y otro universo.

6. Como
estás viendo


Ahora tú has regresado a tu pueblo después de un prolongado silencio y una larga ausencia.
Caminas lentamente recordando y observando cada detalle.
Las casas parecen abandonadas, los techos cimbrados, las tejas ladeadas. Con soguillas que penden desde los aleros, rotas y ya hechas flecos, como manos mendicantes.
Los muros de las tapias tienen hierbajos y espigas que se alzan hacia el cielo.
En muchas casas, como ves la puerta ya está vencida e imposible de ser abierta. porque los adobes han recostado toda su ancianidad sobre ellas
Todo ello porque han cedido y se han ajustado los parantes y las hojas yacen mustias y yertas, como estás viendo.

7. Mariposa
de plumas doradas

 

¡Ah, las armellas, los candados y las cerraduras insomnes de las puertas que yacen abandonadas!
¿Qué abren o que cierran? ¡Ya nada!
Nosotros, nos hemos venido a vivir en otras ciudades, pero las puertas siguen allí; algunas enmohecidas, con el jardín familiar y el huerto entumecido al fondo.
Y, a la vez, floreciendo al centro de nuestros estremecidos espíritus.
Otras aún con la madre y los niños sentados o de pie al filo de la tarde, recibiendo y despidiendo a los seres queridos que se han ido, quizá para no volver ya nunca jamás.
Aunque otros retornen firmemente asidos en las alas frágiles y a la vez poderosas de esa mariposa de plumas doradas e impalpables:
La hermosa y, al mismo tiempo, entristecida nostalgia de las puertas.

 

El texto anterior puede ser
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A 50 AÑOS DE SU INMOLACIÓN:

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LUIS DE LA PUENTE UCEDA

HÉROE, DEVOTO DEL APÓSTOL,
DIRIGENTE, BUEN CHUCO,
PAISANO, HOMBRE HONESTO

23 AL 25 DE OCTUBRE DEL AÑO 2015, EN
SANTIAGO DE CHUCO, SU TIERRA NATAL
  
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