TELMO, EL MAGO
Manuel Díaz Villate "Soco", pleno de ocurrencias y canciones.
Como antesala al Baile Social
que se realizaría en la sala del Club Unión Fraternal, mientras la Lira
Sanmiguelina, afine saxo y acordeón, ajuste cuerdas y tiemple los cueros,
culminaban una partida de billar a tres bandas Telmo
Quiroz y un amigo visitante, Manuel Díaz Villate, llamado con cariño “Soco”,
que lucía una brillante y sedosa corbata roja, que armonizaba con su terno
azul, bárrington, que estrenaba esa noche, dijo animoso halagando al ganador de
la partida. –Este mi Telmo, buen billarista, es además un mago de la
“piti-mitri”.
El
Club Unión Fraternal, fue creado en 1882 y funcionó hasta los años '70
del Siglo pasado en la casa de la esquina de balcón corrido.
Inolvidable.
Como
dando razón, a su lisonjero amigo, Telmo pidió un mazo de cartas y un cachito con
dados, al barman Emilio Hernández, el que presto dio cumplimiento al pedido.
Telmo
tomó las cartas, la barajó con una sola mano, los circunstantes
aplaudieron-Esperen, eso no es nada- dijo, luego de una mano pasaba todas las
cartas a la otra, que parecían unidas por un hilo invisible. Aplausos. Tomó
inmediatamente el vaso de cuero, tiro los dados sobre el tapiz verde, después
con el vaso y con solo un movimiento envolvente los volvió a su interior, otra
vez tiró y rodaron los dados y al detenerse marcaron seis, seis, seis.
Aplausos.
-Eso no
es nada, mi Telmo hace muchos malabares más.
-Efectivamente
Soquito- dijo Telmo, préstame tu corbata-. Soco con la confianza puesta en su
mago, se la entregó. Telmo dirigiéndose a Emilio: -Mi estimado Emilio, présteme
una tijera. Emilio trajo una y se la entregó.
-Señores
y señoras-, que es como decían aquellos tiempos los animadores o maestros de
ceremonias como Jorge César Díaz-, -Van a ver mi número cumbre. Los magos de
pacotilla usan una cuerda que la cortan en pedazos y luego la hacen aparecer
entera, yo cortaré la corbata de mi Soquito-, la dobló en tres y la cortó.
Cuatro trozos de fina corbata cayeron a la mesa.
Luego,
Telmo, displicente, continuó contando chascarros, en lo que es un experto. Los
presentes se divertían a más no poder. Y la corbata seguía esperando la
anhelada magia. Por el taconeo al subir las gradas, supimos que habían llegado
las damas. Aquellos tiempos, ninguna de las señoritas y señoras sanmiguelinas
quería ser las primeras en llegar a la reunión y parecía que se ponían de
acuerdo para llegar juntas.
Telmo,
el billarista foráneo y los presentes pasaron al salón de baile. El único sin
corbata era Soco, que compungido dijo:
-
¡Telmito, devuélveme mi corbata entera!, mira que soy el único sin “soga”.
-Espera
que empiece el baile y regresamos al billar.
Terminó
el pasodoble, que es la pieza con la que aquellos tiempos se rompía el baile.
Soco insistió en su pedido, y, Telmo:
-¿Cómo
puedes creer que te voy a devolver una corbata completa si todos vieron que la
corté?-. A esta respuesta Soco estaba a punto de llorar, no usual para un
hombre que tenía “cancha” como nadie, calle, esquina, dirían ahora.
Para volver las aguas a su nivel, Telmo tuvo que pedir a Alberto Quiroz “El Gringo”, que hiciera traer de su tienda, una nueva. Aquella noche Soco fue el centro de las bromas que estoico las soportaba, pero al final dijo: -Eso me pasa por cojudo y creenciero en magos de pacotilla.
Para volver las aguas a su nivel, Telmo tuvo que pedir a Alberto Quiroz “El Gringo”, que hiciera traer de su tienda, una nueva. Aquella noche Soco fue el centro de las bromas que estoico las soportaba, pero al final dijo: -Eso me pasa por cojudo y creenciero en magos de pacotilla.
Manuel Díaz Villate, experto bailarín
FOTOS@RTE PISADIABLO
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