Alargadas espigas de fragantes flores, de las
hojas trenzadas de palma, un largo gemido transita los campos. Las aves
callaron sus cantos en confusa mañana de pena, la tarde y sus sombras bajaron
de un árbol color tristeza y todos se preguntaban ¿Quién podría saciar, la sed
de amor? Muchos trataron de abrir la puerta de sus encantos, mostrando el filón
de sus ensueños, incluso un Arcángel de Dios le pidió dejar de llorar. Pero
ella tenía un lamento grande, haberse enamorado del aire que sin tener manos la
pudo acariciar.
Daniel Cubas Romero
(ingeniero, arquitecto, escritor y artista,
hijo de sanmiguelino)
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