CAMPAÑA EN DEFENSA DE LOS TEJADOS / Danilo Sánchez Lihón

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina

2013 AÑO

EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD

Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO

OCTUBRE, MES DE LA SALUD,

LA ALIMENTACIÓN, LA GESTA

DE ANGAMOS; VIDA Y EJEMPLO

DE MARIO FLORÍAN Y LUIS

DE LA PUENTE UCEDA

7 DE OCTUBRE

DÍA MUNDIAL

DE LA ARQUITECTURA

SEMANA

DE LA

ARQUITECTURA

FOLIOS

DE LA

UTOPÍA

  

CAMPAÑA

EN DEFENSA

DE LOS TEJADOS

Danilo Sánchez Lihón

Fotos: SAN MIGUEL DE PALLAQUES (Cajamarca)
Pis@diablo Gestión Cultural

 

1. Un mar

agitado

– Y, ¿qué es lo que más le gustó del Perú? –Le pregunto con curiosidad a la bella señora que me ha hecho saber que conoce mi país, que ha recorrido sus regiones naturales y que lo aprecia y admira. Evoca un momento y se entusiasma:

– Los tejados de sus pueblos andinos. –Responde con plena convicción y énfasis

– ¿Sí? –Me sorprendo yo–. ¿Y por qué esa predilección?

– Porque representa lo mejor de su cultura como es el afecto, la ternura, su carácter maternal.

– ¡Ah! –Digo yo.

– Los techos parecen alas de palomas que acurrucan a la gente que camina por las calles o se guarece bajo ellos como polluelos. Es muy bello ver los viejos tejados, ¡tan protectores! de las casas de la serranía.

– Pero también hay techos aquí, y no solo en la zona rural sino en las urbes y metrópolis. Acabo de ver urbanizaciones íntegras en Francia que rematan en tejados.

2. Pueblos

ejemplos

– Sí, pero los del Perú se emparejan con la geografía ondulante del valle que le da una perspectiva de un mar agitado o embravecido. ¡Y arriba las montañas ciclópeas! Y, además, porque combina muy bien el rojo de la arcilla con el verde de los cerros. Al fondo las moles inhiestas de piedra azulada de la cordillera. Y hacia lo alto, bogando en el cielo añil, las nubes blancas.

– ¡Una apreciación tan bella no la había escuchado antes!

– Pero también la imagen de los techos coincide con lo cariñosa que es la gente, sobreponiéndose a las adversidades; y en esos elementos juntos tienen un capital inmenso para el turismo, en el cual se aprende incluso moral de pueblos ejemplos como son ustedes.

– Ah, le agradezco mucho en nombre de mi país y de sus pobladores por sus apreciaciones tan favorables.

   Sin embargo, todo aquello que me expresó la bella señora lo estamos destruyendo de manera implacable y despiadada.

3. Cultura

viva

 

Estamos reemplazando los techos de teja por otros burdos de calamina. Y las casas acogedoras por tabiques hechos de cemento, lata en las ventanas en vez de madera, plástico en las escaleras y fierro en lo que antes eran portones.

¡Consideremos que uno de los valores más altos de nuestra cultura, junto a la virtud de su gente, es la fisonomía y el alma de sus ciudades!

En lo que toca al mundo andino, que es único en el planeta, esa alma se sintetiza en sus tejados; con los cuales venimos siendo inmisericordes al destruirlos.

El resultado será si abolimos esa alma deambular sin saber quiénes somos.  Y de ese modo estaremos desapareciendo definitivamente y para siempre, y con nosotros el mundo andino.

Y con ello nuestra asombrosa cultura. ¡Todo eso significa defender en estos momentos los tejados!

¡En torno a este asunto debemos hacer una movilización general y permanente!

4. Raigambre

primigenia

 

 Porque perderlos es esfumar lo mejor de aquella emoción primigenia que produce el ande, que se quedaría sin espíritu y hasta sin cuerpo genuino, conmovedor y vibrante.

 ¿No lo hemos experimentado acaso cada vez que viajamos y vemos una casa aún con sus tejas a la vera del camino? ¿Y de cómo es la emoción que nos embarga? Y, a la inversa, ¿la desazón que nos produce una casa de arquitectura ajena, importada y que siempre es de mal gusto puesta aquí?

Por eso, defendamos ahora que aún no todo está destruido: los tejados, las paredes de adobe y los patios empedrados, porque la transformación hacia lo espurio es rampante, devoradora y vertiginosa. Así. ¡Huancayo, Huaraz, Tarma, que eran bellos, ahora son barriadas porque han perdido su identidad y con ello su esencia!

Para ello evitemos entonces que se destruyan las casas y menos que en su reemplazo se alcen otras diferentes que no guarden correspondencia con la índole y raigambre de nuestros pueblos primigenios.

5. Fondo

entrañable

Porque somos herederos de una gran cultura cuyos valores es urgente que los hagamos vigentes en la sociedad contemporánea.

Entonces que nuestros pueblos sean ejemplo y paradigma de identidad.

Que propicien el encuentro del ser humano consigo mismo y con los demás fraternalmente y de manera solidaria. El encuentro del hombre con la naturaleza y con su trascendencia.

¡Seamos sensatos!, haciendo que todo nazca y se inspire desde el interior de nosotros mismos, desde el fondo y desde la entraña de lo que somos.

¡Solo así seremos significativos y tendremos razones de ser en el universo! Porque hacia el fondo entrañable somos diamante.

6. La fórmula

es

 

Y, de otro lado, ¿qué atrae a las personas para que visiten un lugar y se fomente el turismo hacia lo nuestro?

Y, ¿qué es lo que hace que se queden a vivir más días en un poblado?

Como también, ¿qué es aquello que las hace regresar y recomendar a vecinos y contertulios para que también lo visiten? ¡El bienestar de que se goce y el conocer una cultura diferente y valiosa!

Porque ahora las ciudades son productos para ser adquiridos anímicamente. Y se compite en esa dirección y en este terreno con otros pueblos del mundo.

Hay una pugna entre villas y aldeas para hacer que se las visiten. Y la competencia es entre todas las ciudades del planeta.

Tenemos entonces que ofrecer nuestros mejores atractivos y recursos: en caminos, en atenciones, en actitudes, como también en espectáculos.

Y la fórmula es que ganaremos más asumiendo nuestra imagen auténtica.

7. Aquí

por siempre

 

¡Seamos sensatos!

Nuestra identidad es el mejor producto que hará que además de incentivar el turismo interno, seamos dignos.

Que podamos prosperar y, sobre todo, alcanzar a tener razón de ser en el universo.

Porque si somos imitadores más valdría ser borrados de la faz de la tierra.

¡Defendamos la identidad de nuestros pueblos, sin dar descanso a nuestro brazo ni reposo a nuestra alma desvelada!

Ante una causa tan digna y hermosa como esta es preciso si es necesario ¡no morir nunca!

Y esto, a fin de que la vida cierta y verdadera resurja y permanezca aquí por siempre.

Porque lo que marca la calidad y el significado hoy y siempre es la autenticidad de nuestro ser y la fuerza de nuestras utopías.

El texto anterior

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