Víctor Hugo Alvítez Moncada / "Pisadiablo"
SEMANA SANTA EN SAN MIGUEL
Semana Santa en San Miguel. Crucifixión del Señor por antiguos Santo Varones, está presente el señor Teodoro Lingán, entre otros. (Foto archivo: Víctor Hugo Alvítez)Semana Santa es la recordación cristiana de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. En el Perú se celebra con gran misticismo y fe por parte del pueblo que reconoce en Cristo el sufrimiento vivido. Se presenta con actos religiosos tradicionales, ritos, formas propias de acuerdo a cada región geográfica resaltando Ayacucho, Cusco, Huarás, Cajamarca, etc. Comienza el Domingo de Ramos finalizando el Sábado Santo; siendo los días más importantes Jueves y Viernes Santos, en el que se conmemora la muerte de Cristo a través de la crucifixión y Resurrección en la Vigilia Pascual durante la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua o Resurrección. Existen numerosas muestras de religiosidad popular en todo el mundo, destacando procesiones y representaciones de la Pasión.
San Miguel es un pueblo eminentemente religioso, vive intensamente las celebraciones de Semana Santa con recogimiento y gran devoción; además durante el año elogia diversas tradiciones enmarcadas en un amplio calendario de fiestas patronales.
Semana Santa en nuestra tierra, no es ajena a su costumbre y como tal la iglesia y familias sanmiguelinas se preparan con anticipación. El Domingo de Ramos simboliza el ingreso triunfal de nuestro Señor a Jerusalén, extendiéndose la celebración hasta el Domingo de Pascua de Resurrección; inicia con misa, bendición de ramos y procesión del Señor que recorre las principales calles de la ciudad montado en una burrita blanca, cubierto de un fino palio o toldo bordado el que le hará sombra a la imagen levantado por seis parantes portado por los mayordomos o principales autoridades del pueblo; a su paso la procesión recibirá desde balcones de las casas fraganciosos pétalos de flores de frescos jardines. Doña Carmen Lara, al pasar debajo de su balcón lanzaba el contenido de finos frascos de perfumes, olorizando el palio y a todos los asistentes.
Los ramos o palmas son plantas de hojas largas color amarillo que son traídos desde la vecina provincia de Santa Cruz y se dice que crece en ciénagas de las alturas, con ellos se adorna la iglesia y luego distribuyen a los devotos para acompañar la procesión. Los niños aprovechaban sus lanceoladas hojas para confeccionar sonoros “pitos” en forma de cornetas, clarinetes u otros similares instrumentos como saxofones que al paso de la procesión producían diversos acompañamientos de sonidos; entre tanto las niñas utilizaban para hacer pequeños petates, canastas y hasta sortijas simuladas de hermosos dijes; juguetes o adornos muy preciados y pasajeros por la naturaleza de la planta que rápidamente secaban y encogían dejándolos un tanto entristecidos como la muerte misma de nuestro Señor.
El día Lunes Santo se evoca al Señor del Huerto y para la misa de este día a todo el piso de la iglesia se esparce hojas de lima; el altar con la imagen luce rodeado de plantas frutales, dándole una característica y aroma especial, cual fructíferos huertos de nuestro codiciado y querido lar sanmiguelino.
El día Martes Santo, está dedicado al Señor de Cañas o Señor de la Columna; la imagen es colocada en un alto altar en base a mesas de distintos tamaños de mayor a menor y enclavadas en su alrededor cañas con sus hojas frescas. Muchos años de este día fue mayordomo don Casiano Castañeda, quien llegaba desde su chacra en La Mishca con uno o dos burros cargados del dulce producto. Los niños se acercaban a pedir les obsequie una caña, algunas oportunidades cedía al pedido, otras invitaba a la repartición en la iglesia después de la misa. La gente estaba ávida en especial los muchachos, en cuanto concluía el acto religioso se abalanzaban a jalar las cañas del altar, como estaban clavadas a las mesas, muchas veces peligró la estabilidad del altar y la imagen; entonces se procedía al reparto ordenado hasta donde alcanzaba a la gente quienes contentos salían de la iglesia a chancar sus cañas negras duras de trapiche al filo del atrio, comentando y agradeciendo la generosidad del “tío Casianito” personaje que ese día no tomaba una sola copita y de quien contaremos algunas de sus graciosas y recordadas aventuras más adelante
El día Miércoles Santo, se ofrece al llamado Señor de Plátanos, se venera al Señor Nazareno Cautivo, con similares arreglos al del Señor de Cañas. en su altar preparado para esta misa con la diferencia que es adornado con hojas de plátano, dándole también un ambiente espectacular y atractivo, símbolo de nuestra producción agrícola e identificación plena con la tierra y la gente.
Los días Jueves y Viernes Santos son los más importantes, percibiéndose sentimiento, unión, profunda devoción y hasta consternación. La gente asiste masivamente a la iglesia a compartir todos los actos recordatorios y misterios de la celebración. El Jueves Santo se realiza la Santa Misa de la Cena del Señor, lavatorio de pies a niños o personas notables en gesto y demostración de humildad, procesión del Santísimo Sacramento al monumento y adoración del mismo; convirtiéndose en un día de mucha solemnidad y recogimiento. Las campanas del templo no doblan, repican o “llaman” a las misas –están muertas también-, silentes, hecho que son reemplazadas por la “matraca” que es un aparato de madera con asa, argollas de fierro en ambos lados que al movimiento de la muñeca de la mano y destreza de personas produce un sonido grave y estruendoso característico.
El Viernes Santo, es el más sentido, los conocidos Santo Varones ataviados de atuendos como diadema blanca en la frente, túnica larga y paños blancos colgados desde al cuello, aunque en estos últimos tiempos se denominan “Hermandad de la Santa Varonía” y han modificado su atuendo agregando una capa corta color guinda más un grueso lazo trenzado color crema y guinda, son los encargados de compartir los actos religiosos como el descendimiento de Cristo desde su hornacina ubicada en la nave izquierda de nuestra iglesia matriz, el vía crucis, la crucifixión, etc. Con la imagen de Cristo sobre hombros, cubiertos del palio y sonido de matraca, se inicia el Vía Crucis desde el interior del templo donde se cumple el primer misterio o estación, continúa en procesión por calles de la ciudad visitando cada uno de los 13 misterios faltantes instalados en frontis de casas familiares, donde altares con cuadros, imágenes y crucifijos, más un cartel indican cada uno de ellos, se eleva oraciones y/o petitorios por la salud o descanso eterno de los familiares, continuando la procesión hasta el próximo arreglo, siempre en compañía de monaguillos, grupos parroquiales, hermandades, la feligresía en general, la matraca y banda de músicos hasta retornar a la iglesia donde en un acto profundamente sensible proceden a la crucifixión de nuestro Señor en la cruz de madera color verde plantada delante del altar mayor rodeada de dos árboles. Con mucha religiosidad aparentan la crucifixión generando enorme pesar en los presentes que muchos hasta llegan a derramar algunas lágrimas. Este día antiguamente la gente asistía vestida íntegramente de negro o luto especialmente las mujeres con mantillas negras sobre su cabeza y los hombres de terno y corbata oscuros.
Los Santo Varones inician la crucifixión con mucha reverencia colocando al Señor delante la cruz, dos de ellos suben a escaleras y uno a uno simulan clavar los grandes clavos en las palmas sangrantes de la imagen, el resto de Santo Varones hacen lo mismo en los pies, hasta fijarlo en el madero dejando un cuadro patético con el crucificado: cabeza inclinada con corona de espinas remontándonos a las sagradas escrituras, debajo su madre y María Magdalena; sobre la cruz la sigla “INRI” cuya traducción es: Jesús Nazareno Rey de los Judíos. En varios ángulos de la iglesia déjanse notar ojos llorosos de fieles presentes en profunda reflexión. En la tarde se continuará con el clásico “Sermón de las Siete Palabras”, celebración litúrgica de la pasión y muerte del Señor y por la noche la procesión de Cristo del Santo Sepulcro.
A la procesión del Santo Sepulcro le antecede en su compañía la cruz que anteriormente era cargada por adolescentes, luego la pesada urna con el cuerpo de Cristo inerte a cargo de los Santo Varones y personas adultas y la Dolorosa por los jóvenes, todos ávidos de turnarse una y otra vez las sagradas andas. En la actualidad es notorio los voluntarios para cargar las andas procesionales. Recorre las calles de siempre acompañados por gran feligresía y banda de músicos; otros desde sus balcones apenados ven transcurrir el paso del Redentor esperando la pronta resurrección.
El Sábado Santo o Sábado de Gloria por la noche se celebra la Santa Misa de Vigilia Pascual, ceremonia de la luz (Bendición del fuego y del cirio pascual), liturgia de la Palabra y bendición del Agua y Renovación de las Promesas Bautismales; no habiendo modificado en mucho nuestra tradición. A medianoche volverá la luz en la iglesia, el intenso repiquetear de resucitas campanas y cohetes de trueno, el bullicioso canto del coro parroquial acompañado de guitarras, el abrazo feliz y alegría entre todos los fieles anunciando la resurrección del Salvador.
Domingo de Pascua o de Resurrección del Señor, es un día muy esperado, luego de la misa de este día, las familias se congregan en sus hogares como hasta la fecha para compartir el desayuno con los consabidos y sabrosos “pasteles” (panes especiales preparados con picadillo de carne, cebolla y manteca; en nuestros días también con manjar blanco). En este arte tuvieron mucha preponderancia nuestras vecinas señoras: Jesús Villanueva y Natividad Serrano; camino continuado por las hermanas Ada Cruzado y Esther, fieles herederas de su recordada madre doña Catita.
Entre los antiguos Santo Varones fallecidos se recuerda a los señores: Victoriano Chuquicajas, Rafael Quiroz Caballero, Manuel José Rojas Esquerre, Abel Quispe Quiroz, Artidoro Quiroz Quiroz, Orlando Cruzado Herrera, Marcial Gutiérrez Villanueva, Fortunato Rojas Caballero, Teodoro Lingán Hernández, Franco Romero Cruzado y Santos Cieza Serrano.
Actualmente encabezan la “Hermandad de la Santa Varonía” los señores Enrique Quispe Vera y Manuel Carrascal Herrera, junto a una nueva generación de entusiastas jóvenes sanmiguelinos encargados de mantener intacta la tradición de fe: Luis Vera Malca, Antonio Hernández Correa, César Cubas Quiroz, Wilmer Mendoza Rivasplata, Fernando Angulo Yeckle, Carlos Serrano Bazán, Rober Llanos Ignacio, Juan Lingán Malca, Miguel Lingán Malca, Teodocio Rosales Romero, Jaime Sánchez Célis, Manuel Alvitez Murga, Miguel Terrones Lozano y Fernando Casanova Sáenz.
San Miguel es un pueblo eminentemente religioso, vive intensamente las celebraciones de Semana Santa con recogimiento y gran devoción; además durante el año elogia diversas tradiciones enmarcadas en un amplio calendario de fiestas patronales.
Semana Santa en nuestra tierra, no es ajena a su costumbre y como tal la iglesia y familias sanmiguelinas se preparan con anticipación. El Domingo de Ramos simboliza el ingreso triunfal de nuestro Señor a Jerusalén, extendiéndose la celebración hasta el Domingo de Pascua de Resurrección; inicia con misa, bendición de ramos y procesión del Señor que recorre las principales calles de la ciudad montado en una burrita blanca, cubierto de un fino palio o toldo bordado el que le hará sombra a la imagen levantado por seis parantes portado por los mayordomos o principales autoridades del pueblo; a su paso la procesión recibirá desde balcones de las casas fraganciosos pétalos de flores de frescos jardines. Doña Carmen Lara, al pasar debajo de su balcón lanzaba el contenido de finos frascos de perfumes, olorizando el palio y a todos los asistentes.
Los ramos o palmas son plantas de hojas largas color amarillo que son traídos desde la vecina provincia de Santa Cruz y se dice que crece en ciénagas de las alturas, con ellos se adorna la iglesia y luego distribuyen a los devotos para acompañar la procesión. Los niños aprovechaban sus lanceoladas hojas para confeccionar sonoros “pitos” en forma de cornetas, clarinetes u otros similares instrumentos como saxofones que al paso de la procesión producían diversos acompañamientos de sonidos; entre tanto las niñas utilizaban para hacer pequeños petates, canastas y hasta sortijas simuladas de hermosos dijes; juguetes o adornos muy preciados y pasajeros por la naturaleza de la planta que rápidamente secaban y encogían dejándolos un tanto entristecidos como la muerte misma de nuestro Señor.
El día Lunes Santo se evoca al Señor del Huerto y para la misa de este día a todo el piso de la iglesia se esparce hojas de lima; el altar con la imagen luce rodeado de plantas frutales, dándole una característica y aroma especial, cual fructíferos huertos de nuestro codiciado y querido lar sanmiguelino.
El día Martes Santo, está dedicado al Señor de Cañas o Señor de la Columna; la imagen es colocada en un alto altar en base a mesas de distintos tamaños de mayor a menor y enclavadas en su alrededor cañas con sus hojas frescas. Muchos años de este día fue mayordomo don Casiano Castañeda, quien llegaba desde su chacra en La Mishca con uno o dos burros cargados del dulce producto. Los niños se acercaban a pedir les obsequie una caña, algunas oportunidades cedía al pedido, otras invitaba a la repartición en la iglesia después de la misa. La gente estaba ávida en especial los muchachos, en cuanto concluía el acto religioso se abalanzaban a jalar las cañas del altar, como estaban clavadas a las mesas, muchas veces peligró la estabilidad del altar y la imagen; entonces se procedía al reparto ordenado hasta donde alcanzaba a la gente quienes contentos salían de la iglesia a chancar sus cañas negras duras de trapiche al filo del atrio, comentando y agradeciendo la generosidad del “tío Casianito” personaje que ese día no tomaba una sola copita y de quien contaremos algunas de sus graciosas y recordadas aventuras más adelante
El día Miércoles Santo, se ofrece al llamado Señor de Plátanos, se venera al Señor Nazareno Cautivo, con similares arreglos al del Señor de Cañas. en su altar preparado para esta misa con la diferencia que es adornado con hojas de plátano, dándole también un ambiente espectacular y atractivo, símbolo de nuestra producción agrícola e identificación plena con la tierra y la gente.
Los días Jueves y Viernes Santos son los más importantes, percibiéndose sentimiento, unión, profunda devoción y hasta consternación. La gente asiste masivamente a la iglesia a compartir todos los actos recordatorios y misterios de la celebración. El Jueves Santo se realiza la Santa Misa de la Cena del Señor, lavatorio de pies a niños o personas notables en gesto y demostración de humildad, procesión del Santísimo Sacramento al monumento y adoración del mismo; convirtiéndose en un día de mucha solemnidad y recogimiento. Las campanas del templo no doblan, repican o “llaman” a las misas –están muertas también-, silentes, hecho que son reemplazadas por la “matraca” que es un aparato de madera con asa, argollas de fierro en ambos lados que al movimiento de la muñeca de la mano y destreza de personas produce un sonido grave y estruendoso característico.
El Viernes Santo, es el más sentido, los conocidos Santo Varones ataviados de atuendos como diadema blanca en la frente, túnica larga y paños blancos colgados desde al cuello, aunque en estos últimos tiempos se denominan “Hermandad de la Santa Varonía” y han modificado su atuendo agregando una capa corta color guinda más un grueso lazo trenzado color crema y guinda, son los encargados de compartir los actos religiosos como el descendimiento de Cristo desde su hornacina ubicada en la nave izquierda de nuestra iglesia matriz, el vía crucis, la crucifixión, etc. Con la imagen de Cristo sobre hombros, cubiertos del palio y sonido de matraca, se inicia el Vía Crucis desde el interior del templo donde se cumple el primer misterio o estación, continúa en procesión por calles de la ciudad visitando cada uno de los 13 misterios faltantes instalados en frontis de casas familiares, donde altares con cuadros, imágenes y crucifijos, más un cartel indican cada uno de ellos, se eleva oraciones y/o petitorios por la salud o descanso eterno de los familiares, continuando la procesión hasta el próximo arreglo, siempre en compañía de monaguillos, grupos parroquiales, hermandades, la feligresía en general, la matraca y banda de músicos hasta retornar a la iglesia donde en un acto profundamente sensible proceden a la crucifixión de nuestro Señor en la cruz de madera color verde plantada delante del altar mayor rodeada de dos árboles. Con mucha religiosidad aparentan la crucifixión generando enorme pesar en los presentes que muchos hasta llegan a derramar algunas lágrimas. Este día antiguamente la gente asistía vestida íntegramente de negro o luto especialmente las mujeres con mantillas negras sobre su cabeza y los hombres de terno y corbata oscuros.
Los Santo Varones inician la crucifixión con mucha reverencia colocando al Señor delante la cruz, dos de ellos suben a escaleras y uno a uno simulan clavar los grandes clavos en las palmas sangrantes de la imagen, el resto de Santo Varones hacen lo mismo en los pies, hasta fijarlo en el madero dejando un cuadro patético con el crucificado: cabeza inclinada con corona de espinas remontándonos a las sagradas escrituras, debajo su madre y María Magdalena; sobre la cruz la sigla “INRI” cuya traducción es: Jesús Nazareno Rey de los Judíos. En varios ángulos de la iglesia déjanse notar ojos llorosos de fieles presentes en profunda reflexión. En la tarde se continuará con el clásico “Sermón de las Siete Palabras”, celebración litúrgica de la pasión y muerte del Señor y por la noche la procesión de Cristo del Santo Sepulcro.
A la procesión del Santo Sepulcro le antecede en su compañía la cruz que anteriormente era cargada por adolescentes, luego la pesada urna con el cuerpo de Cristo inerte a cargo de los Santo Varones y personas adultas y la Dolorosa por los jóvenes, todos ávidos de turnarse una y otra vez las sagradas andas. En la actualidad es notorio los voluntarios para cargar las andas procesionales. Recorre las calles de siempre acompañados por gran feligresía y banda de músicos; otros desde sus balcones apenados ven transcurrir el paso del Redentor esperando la pronta resurrección.
El Sábado Santo o Sábado de Gloria por la noche se celebra la Santa Misa de Vigilia Pascual, ceremonia de la luz (Bendición del fuego y del cirio pascual), liturgia de la Palabra y bendición del Agua y Renovación de las Promesas Bautismales; no habiendo modificado en mucho nuestra tradición. A medianoche volverá la luz en la iglesia, el intenso repiquetear de resucitas campanas y cohetes de trueno, el bullicioso canto del coro parroquial acompañado de guitarras, el abrazo feliz y alegría entre todos los fieles anunciando la resurrección del Salvador.
Domingo de Pascua o de Resurrección del Señor, es un día muy esperado, luego de la misa de este día, las familias se congregan en sus hogares como hasta la fecha para compartir el desayuno con los consabidos y sabrosos “pasteles” (panes especiales preparados con picadillo de carne, cebolla y manteca; en nuestros días también con manjar blanco). En este arte tuvieron mucha preponderancia nuestras vecinas señoras: Jesús Villanueva y Natividad Serrano; camino continuado por las hermanas Ada Cruzado y Esther, fieles herederas de su recordada madre doña Catita.
Entre los antiguos Santo Varones fallecidos se recuerda a los señores: Victoriano Chuquicajas, Rafael Quiroz Caballero, Manuel José Rojas Esquerre, Abel Quispe Quiroz, Artidoro Quiroz Quiroz, Orlando Cruzado Herrera, Marcial Gutiérrez Villanueva, Fortunato Rojas Caballero, Teodoro Lingán Hernández, Franco Romero Cruzado y Santos Cieza Serrano.
Actualmente encabezan la “Hermandad de la Santa Varonía” los señores Enrique Quispe Vera y Manuel Carrascal Herrera, junto a una nueva generación de entusiastas jóvenes sanmiguelinos encargados de mantener intacta la tradición de fe: Luis Vera Malca, Antonio Hernández Correa, César Cubas Quiroz, Wilmer Mendoza Rivasplata, Fernando Angulo Yeckle, Carlos Serrano Bazán, Rober Llanos Ignacio, Juan Lingán Malca, Miguel Lingán Malca, Teodocio Rosales Romero, Jaime Sánchez Célis, Manuel Alvitez Murga, Miguel Terrones Lozano y Fernando Casanova Sáenz.
Religiosidad del pueblo sanmiguelino. Foto@rte Pisadiablo
Don Tomas Quiroz, quien fue cantor en la iglesia acompañándose del “melodio” (piano pequeño mecánico) por más de cuarenta años entre las décadas 40 al 80 en nuestra iglesia, ratifica que los “maitines” eran cantos en latín interpretados por los señores León Mestanza, Antonio Cerna, Humberto Quispe y el cura Edmundo Guevara. Dice que en Semana Santa se realizaban “misas de pasión” a las siete de la mañana y rezaba el “quinario” durante las cinco noches de lunes a viernes santos. También han sido sacristanes sus hermanos Pedro y Alfonso Quiroz, Augusto Sánchez, entre otros. A los curas que ha asistido figuran: Edmundo R. Guevara, padre Bartolini, Víctor Ruiz Vargas, Zenobio Mazgo, Salvador Cabanillas Chomba, Juan Medina Clavijo, Conrado Mundaca y los españoles Oblatos. Don Tomás, retirado de labores eclesiásticas hasta la fecha recuerda la celebración de la santa misa toda en Latín; es decir, todo un patrimonio viviente al servicio de nuestro pueblo.
La imagen de Cristo, es una bella escultura de madera con movimiento en los brazos ideados especialmente para la crucifixión. Nuestros padres contaban que don Manuel Quiroz Becerra “Taita Maño”, (bisabuelo del suscrito) fue el encargado de la confección de la urna para la procesión que se conserva hasta la actualidad más otros altares de nuestro centenario y bello templo, uno de las más altos del norte del Perú construido íntegramente en adobe. La Madre Dolorosa, luce de blanco cubierta de fina capa negra abierta y extendida, pudiéndose leer en la parte posterior:”Mater Dolorosa, ora pronobis” orlada de flecos dorados, cenefa de flores multicolres y estrellas en todo su esplendor semejando el cielo y universo en su plenitud.
Gratísima oportunidad para celebrar Semana Santa en San Miguel junto a familiares, bajo la conducción espiritual, contagiosa y entusiasmo de nuestro actual pastor sacerdote Juan Luis Peña. Es conveniente mirar hacia nuestros orígenes y esta tradicional costumbre de fe que ha vuelto a revivir y lograr importancia por la solemnidad y arraigo religiosos de siempre, nos sumemos a tan significativos actos que no hacen sino, mantener vivas las esperanzas de reencontrarnos, vigorizando nuestra exquisita identidad y religiosidad. Así sea.
San Miguel, “Puerta del Cielo”, abril 2010
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