Thursday, March 03, 2016

ELEGÍA A LA MUERTE DE ELDEN ROJAS MESTANZA / Antonio Goicochea Cruzado



ELEGÍA A LA MUERTE
DE ELDEN ROJAS MESTANZA

  Maestro y Poeta sanmiguelino ELDEN ROJAS MESTANZA "Pajarito"

"Elegía a un poeta", de Antonio Goicochea Cruzado, es un poema lírico de la lamentación, de la tristeza y del dolor. El poeta, embargado por la pena, se expresa de manera íntima y sincera ante la desgracia que, sintiéndola personalmente, se expande como un lamento colectivo. La melancolía del poeta se desborda con sencillez y sobriedad, sin altisonancias, con discreta elegancia y hondo sentimiento ante la desaparición del ser querido y admirado.

Antonio Goicochea Cruzado evoca y resalta las cualidades artísticas de Elden Rojas Mestanza. Haciendo gala de logrados recursos poéticos, relieva y reconoce sentidamente la faceta humana del pintor y versificador fallecido. La pena de Antonio Goicochea por la muerte temprana del amigo rebasa los límites personales para trascender en amargura unánime, en llanto telúrico de San Miguel por la irreparable ausencia del personaje amado.

Sin duda, Elegía a un poeta, de Antonio Goicochea Cruzado, gracias al notable aliento poético que encierra, es una verdadera ofrenda lírica que ha de engastarse por siempre en el corazón de quienes recuerdan con amargura póstuma la muerte de Elden Rojas Mestanza.

Luzmán Salas Salas.

ELEGÍA A UN POETA

Antonio Goicochea Cruzado
 
De donde vieron tus ojos
la luz primera,
viniste,
y
en el surco más profundo
te sembraste.

Fue tu corazón
crisol que amalgamó virtudes
y pasiones encendidas;
rosa roja
en pecho abierto
abrasado de amor.

Eras tú,
celaje escarlata,
crepúsculo de véspero estival
en el amplio cielo serrano.

Con la frente en alto,
con el pecho abierto
y sonrisa franca,
fuiste cotidiano anfitrión
de anónimo visitante.

Cáliz de amistad
escanciado en
pechos fraternales.

Bienaventurados
los que tienen en el mundo
un alma amiga...
mas no una, sino mil
y mil veces mil, tuviste.

Te sembraste en el surco
más profundo.

Trajinaste por estancias
de Baco,
asido de las manos de Minerva.

Los lares que te albergaron
fueron tu musa,
fueron tu lira,
fueron la fuente que abrevó
tu alma de poeta.

Como para hacer un manto,
con retazos de vida y paisaje
tu poesía tejiste.

Cantan tus versos
al amor y al paisaje,
a la pena y la alegría,
a lacerantes nostalgias
y a vivencias de hogaño.

De capulí te aromaste
y de tostado maíz.

Acariciaste con tus versos
el corazón
de los que nacían
al amor.

Tu verbo,
en estos lares espigado,
tiene la fragancia
de tubérculo humeante
de andino fogón.

Se gloría Cajamarca
de haber sido
la bella,
la dulce y rica
fontana
donde saciaste
tu sed de pintor,
de actor
y de poeta.

¿Vino acaso del Parnaso
tu estirpe de poeta
y heredaste de Apeles y Picasso
la paleta y el pincel?

¿Dónde has guardado
el arcano
que de ellos sustrajiste?

¿Dónde a la musa
tuviste cautiva?

El secreto arrancaste
a las rocas,
la floresta,
los caminos...
y el perfume
a las flores.

¿En qué rocas
se filtraron tus versos
y en cuáles se afiló tu pluma?

Tus solícitas manos,
fueron torcazas,
engastando belleza
en tropos hermosos.

¿Puede acaso en unos versos
tu universal dimensión
expresarse,
si fue tu modestia
prístina actitud
y místico tu descansar
en tus noches de bohemia?

¿La soberbia nubló acaso
tu sensitiva retina?

Lleva hoy Santa Cruz,
de báculo tus recuerdos
del arroyo infinito,
de la fuente insondable,
de la altura inalcanzable
de tus actos cotidianos.

Te ama en tu andar de tórtola,
en tu prosa y en tus versos
y en tus bocetos audaces.

Quisiste quedarte aquí,
pero allá en el Parnaso
te esperaban
Vallejo, Heraud,
Martín Adán,
Neruda, Machado,
Lorca y Thagore.

Y cómo no deberías partir
si a cada instante
dejabas poco a poco,
sin sentirlo,
cuerpo y alma
a pedacitos,
cósmicos átomos de tu ser;
y, se te iba la vida.

El tiempo jugaba
entre péndulos y diapasones
de relojes siderales
entre diástoles
y sístoles
de ancestrales corazones.

Espiga prematura, segada;
el árbol que te dio sombra,
el puquial que te retrató,
sollozando están por ti;
y tus carísimos amigos
amargo acíbar están libando;
y el viento en el pajonal
por ti llora
y en columpiándose los ichus
su pena y su adiós
te están diciendo;
y, el matinal rocío
son ahora cristales diamantinos
derramados por la pena
y en su silencio mayor
augusta nostalgia
hoy sienten los roquedales;
y las tululas y rosedales,
cucardas y siemprevivas
y lloques y retamales
mustios se están poniendo.

Tu apurado viaje
a ignotas regiones
¿qué lágrimas expían
o que culpas expiamos
los que tu partida lloramos?

Obvio es
que transitamos
por la vida
y que algún día como tú,
partiremos;
pero cuánto dolor
empozado en la copa
que apuramos
y cuánta pena que destroza
el alma
y cuánto vacío que erosiona
el pecho.

Silencio que se palpa,
vacío que se toca,
dolor que paraliza;
brisa nocturnal,
hora de silencio
estancia de meditación.

Qué largas las sendas recorridas,
qué finitas las pasiones
y qué profundas las huellas
en las íntimas oquedades
del alma.

Dinos poeta:
Cuál tu color del arco iris,
Cuál tu alfa,
Cuál tu omega.
Cuál tu llave no encontrada,
Cuál tu letra consentida,
Cuál tu canto acariciado,
Cuál tu plato preferido,
Cuál tu copa embriagante,
Cuál tu baile transpirado,
Cuál tu pasión escondida,
Cuál tu rincón confidente,
Cuál tu corazón gemelo,
Cuál tu élam vital,
Cuál tu thánatos,
Cuál tu columnata,
Cuál tu epitafio.

Poeta:
cuando se haya extinguido
la tristeza
y el tiempo
haya hecho de ti,
leyenda,
como relictus de amor quedarás.

Hoy que has vuelto
por telúricos quereres,
hoy que para siempre
tus ojos se han cerrado,
hoy que laurel y olivo verdes
ornan tu estancia,
en las lindes siderales
eterna sinfonía haya para ti;
y como águila
como milano
plácidos surquen tus versos
las etéreas altitudes.

No comments: