Saturday, March 05, 2016

EL BOQUICHICO / Daniel Cubas Romero



Estimado Víctor Hugo;

No podíamos estar tan indiferentes ante tal desastre ecológico ocurrido en nuestra País. Muchos ciudadanos tan Peruanos como nosotros, nuestros hermanos de las Comunidades Indígenas de la Selva vienen hilando sus días derramando lágrimas negras. Se escuchan los gritos de las raíces arrancadas, los llantos de las aves que ya no vuelan y tantos peces muertos sin saber porque.
Un abrazo
Daniel Cubas Romero

EL BOQUICHICO

Daniel Cubas Romero


Los sedimentos del fondo del río Chiriaco, se agitaron como si presintieran que algo malo iba a suceder. La turbidez no era la misma que solía haber en las orillas y los vientecillos ya no conversaban con los ramajes de los árboles que remojaban sus hojas en sus aguas color tierra.

El Boquichico gustaba nadar entre lagos, lagunas, arroyuelos y ríos. En este último se desplazaba juguetón, alimentándose del plancton que tanto gustaba y al comprobar que sus escamas se hacían cada vez más lisas y plateadas del color de la luna, se sentía un pez engalanado, dejándose llevar por la corriente de las aguas del río. Siempre con sus aletas garabateaba en el fango, un nombre inventado por los humanos, lo habían bautizado como el PROCHILODUS NIGRICANS. Ello le generaba mucha gracia, como gracia incontenible al esquivar astutamente, los anzuelos lanzados con displicencia, devorando sigilosamente la carnada con sus labios a modo de ventosas, con sus dientes córneos movibles.

El Boquichico era dueño de las situaciones, entre el cardumen que solía desplazarse en sinfónico nado, dibujando en las profundidades remolinos para atrapar moluscos pequeños. Pero cierto día un vientecillo se lanzó a las profundidades de las aguas para advertirles del gran peligro que se aproximaba.

Eran las sombras de la muerte que bajaban por la Quebrada de Casha Caño. Eran manchas negras desparramadas, era el petróleo con sus olores esparciendo muerte a la naturaleza, que rápidamente cubrió las márgenes del río, dejando sin respiración a la flora y fauna.

El Boquichico quiso convertirse en esos momentos en ave y poder volar, pero las aves de la riberas del río Chiriaco tenían las plumas envueltas de petróleo y los picos abiertos como preguntándose, a quien pertenece esta muerte que ellos no conocen.

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