Señor JESÚS RABANAL SARAVIA / “JELULITO”:
Homenaje, testimonios y recuerdos
1.
Por: Pepe
Gálvez
Víctor Hugo:
Con mis sinceras palabras de condolencia para los familiares de don
Jesusito, te agradezco habernos comunicado el fallecimiento de un personaje de
mi infancia.
Como te comenté, salí de San Miguel el año 1 956 y he regresado
esporádicamente y siempre por pocos días. Sin embargo, los recuerdos de don Jelulito
los tengo muy presentes porque admiraba su comportamiento refinado, las pocas
veces que bajaba al pueblo.
Ermitaño, taciturno y sigiloso, aparecía en la plaza con una estampa de
"torero serio" y con la apariencia de alguien que no quiere ser
visto por nadie.
Los niños de aquella época queríamos ver como era su vida en la Lúcuma,
pintoresco lugar en el que todos hubiéramos deseado habitar aunque sea
por un día de fiesta. Pasábamos por la carretera y siempre dirigíamos nuestra
mirada a la casita donde él vivía y de donde pensamos se tenía la
vista más hermosa de nuestro pueblo y los cerros de enfrente.
Sabíamos que Jelulito dibujaba muy bonito y que
además tocaba la mandolina. Con el tiempo nos enteramos que había estudiado en la
Escuela de Bellas Artes y que después de casado unió habilidades con su esposa,
para elaborar unas alfombras muy bonitas que eran requeridas por personalidades
limeñas y también internacionales.
Igualmente supimos que trabajó en el Colegio de San Miguel y su conducta
de gentil hombre le hizo ganar buenas amistades, respeto y cariño del pueblo de
San Miguel
Por todo esto mi estimado amigo siento la partida de nuestro paisano y
creo que siempre estranaremos sus buenas maneras, su figura y su tremenda
caballerosidad.
Te abraza tu amigo:
PPgalvez
2.
Por: Atilio
Canelo Ramírez
Hola
paisano:
En
verdad, al leer tu noticia del fallecimiento de nuestro amigo Jesús Rabanal Saravia, se ha llenado de
tristeza mi corazón, que el Señor en su infinita misericordia lo tenga en
el lugar esperado, que bien lo merecía, ya que era una persona de bien, fiel y
muy caballero.
Nuestro
amigo Jesús Rabanal Saravia, siempre
nos guiaba por el camino del bien cuando éramos alumnos del Colegio Nacional
Mixto, por los años 1 964 – 1 968, en donde trabajaba, Promoción “Nicolás
Saravia”; era en verdad una excelente persona, de corazón sincero como un
padre, vivía en La Lúcuma, ubicado de la carretera al Pabellón en la parte alta
en una meseta, en un lindo Chalet de un piso, rodeado de lindas plantas en
especial flores y adornado sus interiores con pinturas que él mismo los
pintaba; pues nuestras visitas eran muy constantes porque además era muy amigo
y compañero de estudios de su hija Carmelita Rabanal Malca. Para ella es estos
momentos de dolor, mi más sentido pésame.
ESTUDIO CANELO ABOGADOS
Dr. Atilio Regis Canelo Ramírez
Apoderado-Abogado
Telf.: 223203 Cel.: 949979205
TRUJILLO - PERÚ
e-mail: atiliocanelo@hotmail.com
3.
Por: Víctor Hugo Alvítez Moncada
El recuerdo de una noble imagen se agolpa en mi
memoria debiendo aceptar forzadamente la repentina desaparición física de quien
fuera señor JESÚS RABANAL SARAVIA
conocido y respetado por todo San Miguel como “JELULITO”. Y me llegan los recuerdos de aquella pasada década ’70,
cuando su delgada figura pensativa, a pasos largos atravesaba el largo balcón
abalaustrado del segundo nivel de nuestro Colegio Nacional Mixto “San Miguel” con
sus pisadas de ángel sin siquiera hacer sonar el reseco entablado, ante
atónitas miradas de todos quienes desde dentro de las aulas admirábamos su personalidad
y presencia, elegante vestir de terno claro y corbata, siempre de gorro al
estilo Jorge Chávez; para raudamente ingresar en la última puerta y ubicarse en
su escritorio de oficina secretarial que compartía con mi señor padre don Oscar
Alvítez Huerta; él como Tesorero de nuestro plantel y su compañero como
Secretario, estrechándose las manos diariamente al saludarse cual verdaderos y
viejos amigos; hasta que se creó el Núcleo Educativo Comunal (NEC N° 07) de San
Miguel, separándolos, pasando don Jelulito
de Secretario en dependencia citada contigua, hasta el final de su carrera
pública.
Allí queda por siempre su espíritu, su nobleza, su
dignidad, su esmero, su fina atención
–cual estatua- de honorabilidad y ejemplo de dignidad para quienes tuvimos el
honor de conocerlo y lograr su amistad sin inquietarle siquiera nuestras
diferentes edades o tal vez condiciones humanas. Él tenía puesta la mirada
fija, atenta, porque de seguro en su interior quedaban nuestras imágenes retratadas
artística y sinceramente por siempre.
He logrado admirarlo estampando su tan bella
caligrafía en cuadernos de actas y especialmente en pergaminos y diplomas;
alguna vez encontrar un lienzo religioso perdurable en altar de nuestra
centenaria iglesia matriz, nave derecha. Y es que como se ha dicho, él era un
dibujante, artista plástico y pintor de primera categoría. Su casa de La Lúcuma
donde vivió largo tiempo, ubicada en estratégico paraje verde, eucaliptos,
chorritos de agua, escalinatas y caminos cercados de pencas rumbo al Pabellón, lucía
rodeada de jardines floridos y murales exteriores, adornados de una planta
repleta de naranja que al provocarnos alguna vez, nos atrevimos cosechar,
inútilmente porque al probar las frutas eran de una agria variedad y solamente
servían para adornar la residencia de un verdadero artista; entre tanto el
interior de su hogar estaba decorado de alfombras, lienzos y paisajes al óleo
de mil colores. Aquí vivió con su esposa, señora Alfonsina Malca e hija
Carmela, hasta que llegó a vender su hermosa casa para adquirir otra vivienda
en primera cuadra del Jirón Simón Bolívar, a un costado de la vieja Escuela Pre
Vocacional de Varones N° 73, hoy Institución Educativa “Manuel Sánchez Díaz”.
Al jubilarse fue a vivir con su familia en Lima, sin embargo, la nostalgia y
recuerdo permanentes de su pueblo lo tenía presente por largas temporadas; de
aquel tiempo data la fotografía que pude hacerle junto al señor Juan Malca y
otra con el Dr. Armando Cubas Montenegro; lamentándome no haberlos retratado un
día que junto a mi padre en esquina de la tienda del señor Alberto Quiroz
Burga, ambos de pie conversaban amenamente.
Serán estos años también cuando lo veíamos del
brazo con su tío, el maestro Abdón Saravia Barrantes, retirándose de la tienda
de la esquina de la plaza de armas del jirón Bolívar, luego de libar una
“cervecita” con finos ademanes de conversación, encaminándose a sus casas. O
alguna vez, siendo estudiante secundario haberles aceptado un vasito del mismo
néctar, a su amistoso llamado, aunque después merezca severa llamada de atención
de mi padre; era más importante haber compartido un brindis con ellos
llenándome de emoción y conociendo de cerca sus preclaros corazones.
Otras veces, acompañaba el trino de los pajarillos
con su mandolina bien pegada a su pecho y cerca al oído izquierdo –semejando un
tranquilo niño-, amenizando frescas mañanas de primavera o despidiendo al astro
rey alcanzar su profunda dimensión. A esta importante pléyade de artistas
sanmiguelinos contemporáneos se suman las inquietudes pictóricas de los
recordados señores: Armando Romero Tejada, Luis Malca Alvarado, Eduardo Huangal
Lingán, verdaderos artistas que a través del pincel y la paleta dieron lustre a
nuestro pueblo que bien merecen plena admiración y respeto.
Habría que gozar y tener presente la hora del
recuento para la historia de nuestro pueblo sus magníficas decoraciones para el
desaparecido Teatro “Fénix” y telones de fondo requeridos en cada pieza teatral
puesta en escena aquellos inolvidables tiempos de romanticismo y paz..
En pasadizos, balcones, patios y oficinas del
Colegio “San Miguel” don Jesús Rabanal
Saravia, compartió su vida y estancia con sus más cercanos compañeros de
trabajo de esa generación, dígase don Aladino Hernández Cueva, Fortunato Rojas
Caballero, Nieves Ramírez de Malca, Carlos Sánchez Sánchez, Jorge Quiroz Rojas,
Carmen Castañeda “Mañuquito”, Oscar Alvítez Huerta; Manuel Díaz Villate, entre
otros. Asimismo, con los profesores: Antonio Célis Padilla y Arnaldo Cruz
Cabrera, directores del Colegio y NEC, respectivamente, más plana docente y
administrativa de ambas instituciones; y seguramente de otras gestiones anteriores
y posterior a esta reminiscencia. Empero será el alumnado quien recordará por
siempre la insigne personalidad y acciones de don JELULITO, llevándolo como espejo resplandeciente su ejemplo y
valores morales de un hombre de bien y a carta cabal amigo de todos.
El aporte, apoyo y desprendimiento de don JELULITO hacia la cultura de San Miguel
es inigualable, amplia y comprometida, toda una vida dedicada al arte y
servicio a la educación ofrendada a su tierra natal sin esperar retribución
alguna.
Hoy que alas de inmaculados ángeles –los mismos que
ayer entusiastamente pintara- llegaron a su llamado la hora final, haciéndole
guarda guiándolo al paraíso celestial a los pies del Hacedor, lugar donde le han
reservado un jardín para vivir por siempre acompañado del canto de Querubines y
Serafines su camino sin retorno; quedando a los mortales solamente decirle:
¡Gracias don
JELULITO! ¡Descanse en Paz!
Señores: Juan Malca, Jesús Rabanal y Armando Cubas en plaza de armas de San Miguel. Foto@rte Pisadiablo
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