DIA DE LOS DIFUNTOS EN SAN
MIGUEL DE PALLAQUES
Cementerio "San Juan" de San Miguel. Foto: Pisadiablo
Por:
Antonio Correa Malca
El día de todos los Santos
es una fecha de dignidad. La costumbre de encender velas en las tumbas de los
familiares sigue siendo fuerte.
Desde el año 731 el
1° de Noviembre se celebró en memoria de los Santos de la Iglesia que no
tenían su día especial. Desde el siglo XI el día 2 de Noviembre se dedicó
a los muertos normales, con el nombre de día de todos los difuntos.
Los centenares de pálidas
llamas de las velas de las tumbas forman bellas figuras y dan un ambiente denso
al paisaje, también es común poner flores y coronas en las tumbas ese día.
Según la tradición sanmiguelina,
desde las doce del día 1° de Noviembre hasta el mediodía del 2, las almas
de los difuntos andan sueltas y vienen a saludar a los familiares vivos.
En las casas suelen
levantarse altares de ofrendas con los alimentos preferidos puestos sobre una
mesa, una vela encendida y una cruz. Al pie se aparecen cenizas para observar a
la mañana siguiente si el difunto ha dejado huellas a su llegada.
Entre las ofrendas estaban
los panes, roscas y galletas que se preparaban con anticipación, había que
amasar y hornear el pan, también se hacían los bollos para las niñas y los
toros para los hombrecitos. A un pedazo de maza le poníamos hollín de la
tronera del horno y así teníamos los cabellos para los bollos y los toros y nos
sentíamos felices de hacerlo.
El 2 de noviembre, día de
los difuntos en el calendario católico, los campesinos acuden al cementerio,
visitan y rezan en las tumbas de sus seres queridos. Los llevan coronas hechas
con flores de papel de seda y tela, ramos de flores naturales y encienden
velas.
La familia almuerza el
fiambre que ha llevado, un plato de cuy, tamales, cancha y otros potajes
tradicionales. Existe la creencia de que el alma acude y comparte con los
presentes las conversaciones y el almuerzo al aire libre. A ella le trasmiten
sus vicisitudes, alegrías y tristezas; hemos venido a visitarte taitito, te
saludamos todos tus hijos; te dejamos este pancito, madrecita ahora que bajas
del cielo.
El ritual se complementa
con los rezadores que hacen responsos funerarios con velas y agua
bendita.
En cientos de
sepulcros sanmiguelinos se celebra una ceremonia familiar e íntima que
consiste en la limpieza de la tumba, el retoque de la lápida, el rezo de
oraciones con velas encendidas y la entrega de las ofrendas al alma del
difunto.
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