Friday, July 09, 2010

SAN PABLO UN DÍA DE HEROISMO, UN DÍA DE HISTORIA


SAN PABLO UN DÍA DE HEROISMO
UN SIGLO DE HISTORIA
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Iglesia de San Pablo

Mujeres armadas de palos, hombres con fierros y fusiles viejos, niños con piedras, ancianos con sus bastones. Todos llenos de valor patrio echaron a los chilenos que habían llegado a Cajamarca armados hasta los dientes, en su tarea exploratoria.

Pocos días después cuando llegó el General en Jefe las fuerzas patriotas, encontró a un pueblo decidido a defender su ciudad a costa de sus vidas si fuera preciso.

No eran sólo intenciones. Ya estaba en organización el escuadrón “Vengadores de Cajamarca”, que después tendría un papel preponderante.

“TOMAREMOS CAJAMARCA”

Los chilenos recibieron los informes de sus exploradores espías “Cajamarca no tiene protección, es la ocasión de invadirla”.

Ya estaban preparados, deberían avanzar estrechando la tenaza desde dos flancos. Uno debería partir de Cajabamba, y otra la más poderosa, desde San Pablo.

Algunos pensaban reforzar la ciudad para su defensa, otros en atacar los dos frentes y evitar que avnazaran hacia la Capital.

El General Iglesias opinó diferente. Su decisión fue, atacar el flanco de San Pablo y cortar la retirada del enemigo hacia la costa.

Hacia San Pablo deberían marchar la primera División al mando del Coronel Justiniano Borgoño e integrado por el Batallón Callao N° 2 y las columnas: Libres de Trujillo, Chota, Bambamarca, Hualgayoc, San Miguel y Llapa con un total de 417 hombres y la Segunda División al mando del Coronel Manuel Cayo y compuesta por la columna Naval o artillería con dos compañías y el Batallón Trujillo con cuatro compañías.

Además reforzarían la Columna de Honor compuesta de 30 soldados y el Escuadrón Vengadores de Cajamarca. Esta división solamente tenía 200 hombres.

HACIA SAN PABLO

La primera División recibió las órdenes de marchar hacia San Pablo, desde San Miguel. La segunda División debía hacer lo mismo desde la hacienda Chimbil.

El 12 de julio, las fuerzas de San Miguel, llegan a la Hacienda Capellanía, al lSu Oeste de San Pablo y distante del enemigo a poco más de diez kilómetros. El Ejército esperaba solamente la llegada del General en Jefe para que dirija las accines de combate.

Pero, precisado por el tiempo, el Jefe de Estado Mayor General, Coronel Lorenzo Iglesias, alno llegar el esperado General en Jefe, mandó acortar distancia con el enemigo a fin de entrar en batalla cuanto antes. A las fuerzas de Chumbil les fue comunicada esta decisión.

Las fuerzas peruanas, salieron tras el enemigo a las 4 y 30 de la mañana del 13 de julio de 1882.

La tropa salía decidida a dar cuenta de los invasores. El camino se hacía distante aveces, aveces corto. El tiempo pasaba sobre la cabeza de los soldados que iban decididos a batirse por la patria. O se expulsaba al enemigo o se moría en el intento. No había más alternativa. Entre vivir libre o morir heroicamente sólo los cobardes tenían una opción distinta. Cajamarca estaba amenazada. Vencer al enemigo aquí significaría haberlo vencido en un espacio de profunda peruanidad. La victoria sería una victoria del Perú entero. La muerte un holocausto en aras de la dignidad, la justicia y la patria.

Los pies sólo tenían una dirección: hacia San Pablo.

EL ENEMIGO SE PREPARA

Mientras la tropa peruana avanzaba, la chilena salió de San Pablo para esperar aprovechando la agreste geografía, en mejores condiciones. Su artillería fue convenientemente emplazada en las partes altas que dominaban el camino.

Divididos sus 600 hombres en cuatro que se posesinaron en el panteón y chacra del “Batán” tres. Una quedó de reserva.

Los chilenos dominaban el panorama de La Laguna por donde debían aparecer los peruanos.

Los vieron venir, ocultos y bien guarnecidos por el terreno observaban a los decididos soldados de la patria.

Los invasores emboscados esperaban nerviosos. Los peruanos avanzaban sin saber que estaban ya a corta distancia. Sin embargo, un campesino que había observado los movimientos de l tropa chilena informó a tiempo, lo que permitió modificar el plan de acción.

LA MUERTE LLEGÓ TEMPRANO

Se ordenó el avance. Un ligero error puso a tiro a la “Columna de Honor” una cerrada descarga dio en el blanco patrita, muchos soldados peruanos cayeron. Había sido diezmada la columna que mandaba el Coronel Eudocio Ravines, quien fue una de sus primeras víctimas. Eran las 6 y 30 de la mañana. Los nuestros respondieron Fue un infierno.

Poco a poco fuimos ganando terreno, hasta que el Batallón Callao N° 2 rompió la defensa enemiga. Dos compañías de esta batallón lograron alcanzar altura y dominar las posiciones del “Batán”.

El enemigo agazapado en los accidentes del terreno comenzaron un feroz contraataque haciendo retroceder nuestras filas, cosa que se hizo a costa de grandes pérdidas.

Nuevamente se avanzó pero sin éxito definitivo. Las fuerzas enemigas mejor armadas y más numerosos que nuestros improvisados soldados que se fueron reclutando en el camino, fueron ultimándolos heroicamente en el camino.

La orden del Jefe del Estado Mayor fue: “replegarse hasta La Laguna a fin de evitar mayores pérdidas”. Los chilenos aumentaron su fuego y las bajas de los peruanos cuando arreciaron con su caballería fue en aumento.

¡COBARDES!

Nuestras tropas sorprendidas por el ataque de la caballería enemiga, en la prisa de su retirada, iban quedando regados en el camino. Nuestros soldados en su huida eran alcanzados por las balas chilenas.

Quedaron muchos heridos tendidos en el campo de batalla.

Veamoq que dice el Coronel César A. Bazo, testigo presencial del hecho, en su documentada “Historia de la Batalla de San Pablo”.

“Durante toda la persecución, los soldados chilenos cometieron contra nuestros soldados, los mayores excesos, pues a ningún prisionero se le dio cuartel, efectuando, como siempre, la acción salvaje de “el repase” y exterminando y mutilando a los heridos de la manera más cruel y horrorosa”.

“¡Qué desgracia para el Perú haber tenido a semejantes adversarios!”. En efecto. Actos de semejante cobardía quedaron manchados para siempre en el uniforme de su ejército.

LES LLEGÓ LA HORA

Mientras las fuerzas chilenas se encontraban “mutilando” a los heridos en un festín de horror sangriento, no se percataron que la Segunda División ya había coronado el cerro “El Cardón”.

El Coronel ordenó que todos os pobladores de San Pablo siguieran a la tropa a fin de presentar una vista numerosa al enemigo. Jóvenes y mujeres acompañaron gustosos a nuestros soldados, aterrando a los chilenos que se replegaron con todas sus fuerzas en la Plaza de San Pablo y se ordenaron en columna esperando a nuestros soldados.

La batalla fue decidida prácticamente con el primer disparo de cañón. Muchos chilenos dejaron sus huesos sobre nuestra sagrada tierra invadida.

El reloj marcaba las 9 y 30 de la mañana.

Enardecidos los peruanos comenzaron a atacar con furia. El enemigo resistía. Por la derecha aparecieron los diezmados soldados de la primera división, que volvieron en guerrilla, dispararon al enemigo una cerrada carga.

Los chilenos optaron por retirarse a como diera lugar. Sin orden ni guía fugaron de las fuerzas peruanas desocupando San Pablo, dejando armas, parque y toda la ambulancia (hospital transportable en los campos de batalla).

No habían tenido tiempo ni siquera de montar. Gran número de caballos que, enjaezados y cn municiones y armamento quedaron para nuestras victoriosas armas.

A las 10 y 30 de la mañana, la victoria era completa. A las 11 y 55 fue arriada la bandera del enemigo del cuartel chileno. En su fuga ni siquiera habían recuperado su enseña. Esto puede darnos una idea del terror que los embargó para poner los pies en polvorosa.

Nuestro ejército agotado no pudo organizar una persecución adecuada. Los derrotados chilenos no pararon hasta las costas de La Libertad.

LOS RESULTADOS

Las bajas de nuestras filas fueron de 251 muertos y 57 heridos. Lo que significaban alrededor del cincuenta por ciento de la heroica tropa.

Se tomaron algunos prisioneros. Once fueron internados en el hospital de Cajamarca y dos llevados a Chachapoyas en idénticas condiciones.

Nuestras fuerzas no actuaron con la cobardía del invasor. Fueron bien tratados los prisineros. Los chilenos por el contrario, pasaron por las armas a los adversarios heridos. Así se escribió una de las páginas más brillantes de nuestra historia. Llena de heroísmo, generosidad y valentía. Donde pudo más el amor y el valor a la patria que la poca preparación militar y el escaso armamento.

Y, LA VICTORIA SE LLAMÓ PERÚ

PROCLAMA AL PUEBLO DE CAJAMARCA

Cajamarquinos:

La actitud asumida por vosotros, durante las pocas horas que el ejército invasor holló esta capital, ha venido a dar una prueba más de lo que puede el amor al suelo que los vio nacer.

Estoy orgulloso de vuestra conducta, pues ella traduce las aspiraciones de este pueblo noble, dispuesto hoy como siempre a sacrificarse por sostener incólume el honor nacional:

Nuestros hermanos marchan hoy en busca del enemigo. Ninguno se ha eximido al llamamiento que se les ha hecho en nombre de la patria y estoy seguro que todos ansían morir buscando como sudario los pliegues de nuestra bandera.

¿Y habrá alguno que o quiera imitarlos? ¿Imposible! Y los que no se crean capaces de hacerlo, salgan de aquí con tiempo, pongan a salvo su cobardía e ingratitud, que la conciencia de todo patriota y la Historia les cumplirán justicia.

Es preciso convencerse de que nuestras desgracias e infortunios y todos nuestros desastres, sólo pueden borrarse arrancando al enemigo, en el campo de batalla, los laureles que nos ha negado la fortuna.

Estos campos que antes fecundó el trabajo, deben ser regados con nuestra sangre, que es la semilla vivificante de los pueblos que aspiran a ser libres.

Estas altas cimas que nos rodean deben ser testigos mudos de vuestro heroísmo.

Cumplid pues, con vuestro deber, que en el campo de sacrificio os acompañará como siempre.

Vuestro conciudadano y amigo.

Miguel Iglesias

Cajamarca, Julio 11 de 1882

(*) EL SIGLO. El primer semanario de Cajamarca. Año I, N° 20. Cajamarca, 12 al 19 de julio de 1982. Director: Luciano Escobar Díaz. Págs. 10 y 11.

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