Saturday, November 07, 2015

GEOGRAFÍA ÍNTIMA DE LA POESÍA DE DEMETRIO QUIROZ - MALCA / Miguel Arribasplata Cabanillas(*)

GEOGRAFÍA ÍNTIMA DE LA POESÍA DE
DEMETRIO QUIROZ - MALCA


Poeta mayor sanmiguelino DEMETRIO QUIROZ-MALCA
 
Nuestro reconocido escritor, catedrático y paisano Miguel Arribasplata Cabanillas, natural de San Pablo, ofreció brillante conferencia titulada: “Demetrio Quiroz-Malca, Poeta del Siglo de Oro de la poética cajamarquina”, en el marco del III Encuentro de Escritores y Artistas “Octavio Lingán Celis – César Armando Romero Tejada”, celebrado en San Miguel, en julio pasado. He aquí la transcripción de la misma que volvió a exponerlo en la 8ª Feria del Libro de Nuevo Chimbote.

Miguel Arribasplata, exponiendo en San Miguel

La moral del poeta es verbal: es lealtad. Es lealtad a la palabra. El poeta  puede ser libertino, allá él y su conciencia, lo que lo salva o condena, como poeta, es su relación con el lenguaje. Es una relación que combina los sentimientos más raros y los más comunes.

La característica de la poesía es que la inspiración se revela en ritmos verbales.

El espacio es un elemento de la literatura no menos central que el tiempo. La literatura es un arte verbal y su forma de presentación es la del lenguaje: la sucesión temporal. Pero la corriente verbal termina por engendrar un espacio y ambos se funden. Por medios temporales -palabras sucesivas- el poeta convoca espacios; a su vez esos espacios se ponen en movimiento y, como si fuesen tiempo, transcurren.

La literatura es una transgresión, primer lugar, del lenguaje. La poesía es ruptura del lenguaje o ruptura de la superficie del lenguaje para penetrar en el interior del lenguaje.

La poesía fundamentalmente es ritmo, sonido y sentido.

En la literatura, cuando una de las voces suprime a las otras podemos decir que el escritor ha encontrado lo que se llama estilo.

La gran poesía, la gran literatura es aquella que revela al hombre no como una afirmación, como una unidad, como un bloque, sino como una quiebra, una hendidura. Al hombre en polémica consigo mismo. El hombre como una revelación de su propia nadería.

El escritor  debe vivir no solamente  un diálogo  con los otros -su público, su estilo, la fama, la eternidad- sino consigo mismo. Los grandes escritores son aquellos que preservan su pluralidad, el diálogo entre el yo y los otros yoes. Suprimir es mutilarse. La página está viva si en ella aparecen las voces suprimidas.

Es horrible que un escritor pretenda tener razón no solamente frente al mundo sino frente a su otro yo.

Estas ideas del premio Nobel mexicano Octavio Paz, bien se pueden aplicar a la poesía y la actitud de Demetrio Quiroz – Malca, rara vez que en el tiempo del movimiento indigenista y su auge, cuando la sierra peruana, sus vicisitudes, expoliaciones, despojos y rebeldías eran temas centrales de la literatura peruana, transitó creativamente por otros caminos, incorporándose a la Generación del 50 con toda la sapiencia y dominio del estilo del arte gongorino de los creadores españoles del Siglo de Oro español.


El poeta sanmiguelino se incorpora a la literatura peruana con madurez, con dominio artístico, con sobriedad para decantar la condición humana:

¡Cóbrame, flor, la savia de tu busto,
bebiendo todo lo que robo al viento!

La existencia es frágil, el pago a la vida es un suspiro. Tocar, sentir el rostro, es tocar la sombra, lo no corpóreo; se torna inasible en una nota de ecos en vuelo.

Y el fin, supremo renacer del coro
en fuente de armonía, que no atino
a ver: ¡Cuán lejos ha quedado el oro!

Todo el vivir es leve, cósmico - frágil; viento, sombra, espuma, escarcha, luz, mariposa, huella, espuma, rastrojo, rosa, la propia voz, el suspiro, la brisa, solo la sangre expresa el latido de vivir:

            y fuiste, por la huella que aun expira,
            quien diste perla y tinta a mi contento;

            la sangre, porque es sangre, es vida, mente,
            en yemas germinadas del espino
            y brisa que me ciñe suavemente

            ¡Oh sombra de la cruz!, cual viva fuente
            señales con tus ojos mi destino.

No hay goce duradero, transita el anhelo en las hebras de este canto postrimero! Es un sueño el esperar, una vigilia, una espera desasida de lo corporal, que hay que dejar sólo a los astros tal empeño. Es una espera sin valor, ya acabado, pobre empeño: espero con mis ojos degollados.

Yo cruzo leve viento y los espinos
            dolientes degollados en rastrojos
Es un vagar en los caminos, en los campos desolados.
Lo primitivo es original, frágil:
            hollando paisaje de voz nativa
            con lluvia  vertida de mariposa

            Solo lo divino registra el orden:
            ¡Cantar!, que sin los mármoles divinos
            la noche  es desbocada y de maldad
            y el sueño ya no  de astros diamantinos.

Con todo, la deidad es interrogada por esta plegaria de vértigo existencial.

            ¿acaso la esperanza del dormido
            sueño, en espera habrá de terminar?
            Entonces, ¿dónde está el Dios alabado?
                                                    (Mármoles y vuelos)

La esperanza se diluye, como el propio sueño.


            Jorge Luis Borges dice que en la poesía los versos son felices porque son ambiguos. Siendo el español un idioma sonoro, una lengua que en poetas como Federico García Lorca, o en Pablo Neruda, en los predios del amor, se expresa estéticamente a flor de piel, sensitiva; hay poetas que prefieren expresarse con hermetismo, con cierta oscuridad, para que recordemos alguna parcela o el todo del olvido. En estos espacios del silencio, en estos estíos de la voz, se ubica Demetrio  Quiroz - Malca, con su suprema geografía  íntima, con su aroma poético, con esa sutil melancolía, aromada de paisajes subjetivos y de esenciales recuerdos, con primerísima ternura elemental:

            En tu pequeña cesta deposito mi angustioso
                                                               sueño de colores,
            oh niña, mi corazón bajo el agua
            es tu propio corazón entre  dos astros.

            Reina de las azucenas altivas, lago
            en cuyas pestañas la luna es un pájaro tan sólo
            una hoja  de parra para tu cuerpo de uva.

Qué dominio limpio y ligero de la palabra que se equipara con lo pasajero, con lo puro.

Oh amor:
Heme tan sólo una orilla,
un instante
donde el sueño es un beso
casto como el deseo o la muerte

Y el anhelo, el presto amor, arde jubiloso en la palabra desbastada con arte mayor:
                                                     
ah, tus muslos, mi niña,
creando el amor como una espada de luz
en la noche

Delicado erotismo que el viajero evoca con mucho tributo:

En tus auroras serenas, niña, como luciérnaga
herida, danza mi corazón peregrino.

Distante  amor de viajero en la comarca del recuerdo,
que hiere y a su vez  es agradable:
¡Cómo duele tu nombre
                                     y, sin embargo,
cuán dulce
y qué lejano!

En esa inmemoria florece el vacío, lo pretérito, lo inmaterial:

En la siempre lejana  zona del olvido
Dios descansa y nos ausculta

            Ay olvido, cráter de silencios,
            En ti, corazón sin destino,
            la muerte es aún desconocida.

Ni en la subterránea nostalgia se realiza el ser:

            En la siempre lejana zona del olvido
            he de acabar, cual muñeco apagado
            del amor.

El tiempo se evapora, el destino ya está fijado para el silencio y el olvido; la propia voz no tendrá eco, existencia, el silencio es un naufragio:
                                                     
            Ya mañana habrá envejecido
            la palabra sencilla,
            el pan de los días
            el polvo divino del estante
            la moneda del hombre,
            mi pequeña esperanza,
            mi luminosa caída.

No obstante, el olvido es propicio al Yo poético que se invoca:

            La verdad es que el desierto olvidado
            llámame y díceme ferviente: “Demetrio,
            tú arena de mi luminoso ombligo,
            que has callado mi nombre y sus espinas,
            tú, sí, tú,
            canto solitario, recobrado álamo
            encendido, siembra tu esperanza, tus olivos”.
                                                      (Jardín de Invierno)


La poesía de don Demetrio Quiroz-Malca borda su elegía para la fauna, para dialogar con los animales, con el campo y sus hombres, para enternecerse con el precoz instante de la vida cegada por el hombre.

            Herido y puro
            bajo cielos plateados y altivos,
            un joven ciervo siembra su flor
            en el mundo
                                                     
            sin lamento,
            en la estatua de la vida

La  mariposa brinda solaz, sin embargo su existir no es un vuelo duradero, es leve, frágil:

            tú naciste sencilla
            como esta mi palabra de amor;
            tú naciste pura,
            en plena aurora,
            y encendiste el mundo
            de canción;

            Mas ahora  tus alas
            ¡tan quietas!
            tu cuerpo ¡tan cuerpo nevado!,
            tus ojos; ¡tan ojos
            sin lumbre!

La muerte es una constante, una marca en la poesía de Quiroz –Malca; en la flor de la vida se siega el existir:

¿Bravo?
Sencillamente toro,
astas haladas de muerte
hacia el cielo.

¡Murió de sombra!
-cuerno desierto –
clavado
sobre  el mundo!

La Soberana se nutre de todo, llega con espada y sin sombrero, hasta Natura y su cosecha:

          -¡Oh, sólo un momento vibra
          el arpa de la vida,
          sólo un momento cubre el polvo
a la semilla,
y solamente un instante
y, ya gavilla, cáele el casco
de la trilla!
(Así decía el campesino
recogiendo sus rosas del camino).

Y la muerte más tarde
se alejaba
con espada
                 y yerta voz ya sin arcilla.

Queda un consuelo por la muerte del ser querido, de Lucas, el perrito de la infancia; ternura y solidaridad se emparentan:

pequeñita, tu humildad
Nadie te dijo que los caminos
se apagan como los sueños;
nadie, que  tú y yo somos idénticos
en el polvo.

La muerte iguala a los seres de toda especie.
“La Voz Elemental”.

Ese pesar no astroso, no temperamental, evoluciona a la celebración de la vida en la poesía del vate sanmiguelino:

Llevo al mundo
en cada paso

Vivo el mundo
en todo beso

Dejo el mundo
paso a paso

Más el mundo
es mi embeleso

Y es poeta con plenitud de vida, extasiado, asombrado, aceptando su destino:

          que así  fue de como con el mundo, pleno de mundo,
          plenísimo de mundo desperté al sueño en colosal ¡Oh!...
          Insólito y oceánico; Oh!…
         
            tejiendo alegrías y pañuelos al Amor
            (que crea y se recrea heliotropo a la luz
            del corazón)
            caía la vida poeta y peregrino.

“Llevo el mundo en cada paso”

No hay impedimento para estar alegre, por eso:

            Se brinda flor y relámpago por la eternidad
            del hombre.

Alta subjetividad feliz, apropiación y no solo estar en el mundo:

Y todo, porque el mundo es mío, muy mío
            como lo son los alegres paraísos que mi pensamiento
            crea
            a su imagen y semejanza; 

Íntima confesión que incorpora al colectivo en su alegría:

por ser el beso de la humanidad que se forja
            al calor de la razón y el sentimiento;

            Con todo, si la vida, mujer idolatrada, metáfora
            dulce, conduce al mañana, también es

            La muerte, yedra implacable, repentino
            alud, latido enervante que crucifica
            el sueño, la palabra…

Esta es la condición humana cuando solo el fuerte se impone:

El hombre, el pobre hombre que brotó 
            del polvo o de  la Nada
            ciega Voz, hecho a la imagen y semejanza
            ¿del olvido?;

Abel y Caín en la encrucijada, al filo
            de la navaja
            y la incertidumbre,
            de las que salen únicamente victoriosos
            los que esgrimen venablos
            de poder

(dicen las Historias y lo confirma
            el Viento)
El Mal se entroniza en el mundo, la sentencia inexorable se repite:

“Con el sudor de tu rostro
            comerás pan…”, hasta la consumación
            del hartazgo.

Y así es, así será porque el hartazgo
            tiene colmillos radioactivos y electrónicas
            lancetas hoy, para la definitiva
            coronación del odio
            y del poder

            Hiroshima, Nagasaki, Vietman, las Malvinas son lo que es 

            siempre Caín,  sembrando llagas y cenizas
            en el corazón humano,

            No hay que asombrarse, pues, porque

            el pan de cada día
            no se cuece para todos;

            Sin embrago, la vida se yergue desde la edad de la inocencia, la infancia celebrada en el terruño familiar:

            Cuánta luz debí beber
            de sus castas fuentes, allá en mi pueblo
            donde mi madre se vestía
            de rubias mañanitas para tejer

            -  con el candor de su inocencia
            y adorable sencillez –

el mantel largo para la Fiesta Grande
            o para el Pan del Pobre.

Cuánta luz debió colmar el Cielo
            y las alegres farolas del amado mundo
            que tengo en mi corazón:
San Miguel de Pallaques, donde
            aprendí a escribir amor en la Cantora…,

al tiempo que el destino empezaba
            a arrancar, uno a uno, los pétalos
            del entonces girasol que fui

Cuánta luz, evidentemente debió
            encandilar los despreocupados
            y hasta inconsciente días de mi infancia,

en donde sí  fulguran, perdurables
            y grandiosos:
            Mi madre
            Mi pueblo
            Mi primer AMOR:

            “Dejo el mundo paso
            paso a paso”

“Del mundo en que vivimos”

 El poeta y su madre.

Dejemos, pues, constancia de esta gran poesía; florecida en la experiencia cósmica de las grandes lecturas del Siglo de Oro español; desbastada en la casta nostalgia; burilada en el imperio de la levedad del ser; contemplada en las sutilezas del mundo; subjetivada en la íntima geografía lírica de don Demetrio Quiroz – Malca, hoy y mañana honrado por Natura y por el paisaje humano de sus coterráneos.

 Poeta Demetrio Quiroz-Malca, óleo de uno de sus nietos.
 
OTRAS APROXIMACIONES A LA POESÍA DE QUIROZ-  MALCA


Uno de los más valiosos poetas peruanos de abundante obra y, a la vez, el más olvidado de los poetas peruanos de la denominada Generación del 50, es sin duda Demetrio Quiroz- Malca, notable autor de obras como Mármoles y Vuelos, con el que obtuviera el Premio de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1945. El libro consta de 36 sonetos de corte clásico que por su peculiaridad formal, llamó la atención del jurado y de los lectores. Luego, en el año 1955, Quiroz-Malca mereció el Premio Nacional de Poesía, con lo que se hubiera pensado, sería incorporado entre los mejores poetas del canon literario peruano; sin embargo, esto no fue así, pues, pese a más de una docena de buenos libros entre ellos, Tierra Partida, Agonía del Amor, Estatuas de Mar, Ventana al Cielo, Poema del Ángel, Judas, Parábolas, Oh Ternura, etc.

Los rasgos distintivos de su pensamiento y de su arte poético están marcados por dos características visibles: por un lado la inmovilidad del ser-ahí, aparentemente endurecida y fría, con fuertes marcas de desamor, agonía y muerte, pero como sueño mudo y fervoroso que prepara el escenario para que eclosione la otra característica, la dinámica, en donde funciona el amor y la ternura dentro de espacios móviles, fluctuantes, capaces de unir la vitalidad del paisaje natural con la eternidad del cielo; así una especie de fuego no apagado estará esperando reavivar a la vida, a aquella que la palabra inventa o construye.

La correspondencia entre los dos rasgos distintivos de la poesía de Quiroz -Malca nos permite visualizar una postura mística que tiene sus propias características. En efecto, esa inmovilidad y ese éxtasis que en los místicos es la unión del alma con la divinidad a través de la iluminación, en Quiroz-Malca es la consustanciación del ser humano como espiritualidad con la vida en general, con el gozoso compromiso de existir y de comprometerse con todo lo sensible. Todo ello, proviene de la fuerza imperceptible pero casi devastadora que le imprime a la palabra en su articulación con otra, además de su concepción del alma como centro del amor y de ese estado de contemplación que surge de su percepción del mundo.

El poeta personifica a todos los hombres y sufre, se agobia, con las urgencias de todos los días. Derrotas y triunfos como un interminable puente entre la vida y la muerte. Expone también ideas como que las ambiciones humanas pueden provocar la destrucción terrenal; y de otro lado, la fe en la vida. Quiroz -Malca pone igual énfasis en lo real como en lo onírico. Con versos muy rigurosos en lo formal que contrastan con algunos otros donde la sencillez de la oralidad asoma con fuerza.

APROXIMACIÓN ANALÍTICA A LOS POEMAS DE QUIROZ –MALCA

1er. POEMA
                             
Rutilan primorosa enredadera (pp 27)
                                                                               
Este es un soneto alejandrino donde se constata de inmediato la presencia de una impronta de la poesía clásica española, así como rasgos de la poesía de Antonio Machado. Versos endecasílabos con una rima de la forma ABBA-ABBA-CDC-CDC, son los que componen la estructura formal del poema. Es esta evidencia la que nos lleva a la consideración de que los recursos formales de Quiroz- Malca, provienen pues de la poesía española del Siglo de Oro, así como de los mejores poetas de la Generación del 900. Góngora asoma en las composiciones de este poeta, así como esa tenue nostalgia con que Machado configura cada uno de sus poemas.

En cuanto a los signos que articulan el texto, en primer término está el enunciador o, simplemente, la primera presencia. Se trata de un hablante en 1ra persona; es decir, de un yo poético que describe con asombro y fina perturbación el entorno natural y cultural; palabras como “lirio”, “jazmín” nos sitúan inmediatamente en un paisaje exuberante donde el yo sufre una perturbación que le permite expresar sus expectativas. Más que una tematización de algo concreto, lo que prima en este poema es la descripción de un ambiente natural con extensiones que crean imágenes sutiles en la mente del lector. Asimismo lo que hay tener en cuenta es que este poema tematiza más bien el poder de la palabra que en su articulación con otras elabora imágenes diversas, hasta de naturaleza onírica y mística, sobre la aparente exuberancia paisajística ya mencionada.

2do. POEMA

Comarca tercera

Este poema se distingue del primero por su evolución desde usos formales de evidente factura clásica hacia un uso del verso libre. Sin embargo, el tema del paisaje parece ser el eslabón que lo une, en cuanto a características, al primer poema, aun cuando la diferencia antes señalada se haga visible.  Con respecto al primer poema, no varia el elemento del paisaje natural como la referencia inmediata que permite la aparición de la necesidad de expresarla, de hacerla visible pero con un lenguaje artístico que hace posible esa visualización en el lector. Persisten también  el juego de las imágenes que aparecen como una extensión de los ámbitos paisajísticos.

Los temas recurrentes en este poema son la muerte, la soledad, el olvido; temas universales que recorren también no sólo la poesía clásica española sino la poesía de todos los tiempos y de todos los ámbitos. En ese sentido habría que mencionar que estos temas están en autores tan inmensos como Manrique, Villón, Calderón de la Barca e, incluso, en autores tan contemporáneos como Borges.

El enunciador del poema es un yo lírico que dialoga con Otro aludido como pareja, como una extensión de las angustias de este Yo.   La muerte aparece descrita como la ligazón entre el Yo y el Otro, cómplice en la finitud corporal humana.

3er. POEMA

El monito organillero (del libro la Voz Elemental) 

Los signos visibles en este poema son:
El enunciador, hablante lírico en 3ª. persona.
El enunciatario, el monito organillero.
Es un poema que se constituye a partir de descripciones humanizadas y humanizantes del supuesto animal “monito organillero”; por eso mismo es que no aparece con nitidez un objeto que se constituiría en una fuerza sublime tras el que se moviliza un S1.

El monito organillero es, pues, el eje semántico de este poema lúdico, pero no exento de significados trascendentes en cuanto a la descripción metafórica de la vida humana; pues todo se articula en la comparación sutil, juguetona y festiva, entre el monito organillero y el ser humano. Para lo cual, el poeta escinde al hombre en  lo que realmente aparece dentro del orden simbólico clasista; es decir, en unos hombres que detentan el poder o los poderes hegemónicos que los hacen hegemónicos, otros emergente y los demás meramente residuales. Una vez segmentada así la concreta realidad de la condición humana, el enunciador pasa a comparar estrictamente al monito organillero con el ser humano perteneciente a la condición de sirviente de la hegemonía aunque él no se dé cuenta; es decir, un auténtico monito organillero que actúa por manipulación y azuzamiento. El enunciador toma distancia de ese tipo de hombre pero tapoco se identifica con el poderoso; solo se solaza con testimoniar la condición de monito en que se encuentran la mayoría de los humanos hombres que no son capaces de identificar los mecanismo con que es posible que se encuentren en esa condición. La pobreza, por extensión una sociedad humana saturada de pobreza, asoma en la descripción irónica del poema.

4to. POEMA
10   (pp. 61)

El enunciador de este poema es un testigo de las vicisitudes humanas. No segmenta al ser humano en grupos ni en clases, lo adopta como una totalidad viviente, sufriente, gozante.  El asombro, el amor, la alegría, las penurias, “la atribulada vigilia”, “privilegiado huésped”, “iluso huésped” que necesariamente tienen que ver con la especie humana, son los temas centrales de este poema. No es el misticismo sino la reflexión en torno a la condición humana como habitante de un mundo que se pierde en la infinitud y la eternidad que caracterizan en suma al ser-en-tanto-ser. El poema opera como un dispositivo ontológico aun cuando no logra la grandeza de los poemas de estas características de los mejores poetas universales. Hay una implícita y secreta confrontación ontológica de dos categorías trascendentales: el ser-ahí y el ser-en tanto-ser. Repetimos, aun sin la grandeza de los mejores poetas universales que tocan este tema, Quiroz- Malca no es indigno representante de lo mejor de la poesía peruana que se refiere a este tema.

5to. POEMA
7   (pp. 103)

El tema fundamental de este poema es el amor que genera el misterio del nacimiento y de la renovación permanente de la vida, esencialmente humana. Este texto, por otro lado, está atravesado de misticismo. Asoma la idea del Absoluto, más o menos, en la persona de un ser supremo, todopoderoso; es decir Dios, al parecer, creador de todo lo posible y de lo imposible.  “la dulce vitoria del Supremo Hálito”, “Gran Deliro” y, finalmente, “Amor”, se homologan en un ser todopoderoso que no vendría a ser sino DIOS. El misticismo de Quiroz Malca, entonces, deviene del misticismo español, de la poesía española del Siglo de Oro.

El concepto del amor, se consustancia con la idea de Dios; de tal suerte que en este poema palpita esa especie de precepto cristiano que resume: “Dios es amor”. Pero como dice Badiou, el gran filósofo francés, cuando se afirma lo anterior; es decir se homologa el concepto de amor a la idea de Dios, lo que se está haciendo es una suerte de hurto de lo que le pertenece enteramente al ser humano o, tal vez, a los animales sin distingos, a un Absoluto creado por el mismo hombre. En otras palabras, el enunciado “Dios es amor” no es sino un constructo humano al que se reviste de divino. De ahí que el amor aparezca como una condición divina más que humana.

 
Escritor  y crítico literario Miguel Arribasplata Cabanillas


(*) Miguel Arribasplata Cabanillas (San Pablo – Cajamarca. 1951) Magister en Ciencias de la Educación, con mención en Lengua y Literatura. En 1985 obtuvo el Primer Premio en el concurso de cuento breve convocado por el diario La Crónica y en 1987 el Primer premio en el concurso de cuento Francisco Izquierdo Ríos convocado por la Asociación Nacional de Escritores y Artistas, ANEA. Destacado novelista, entre sus obras tenemos: La niña de nuestros ojos, Bajada de Reyes. Lima: Editorial San Marcos, Obdulia de los Alisos, Sacramento Chanducas, Tendal (relatos), Tierra sin cosecha,  Agosto todo el año; entre otras.

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