Eres sillar convertido en
arcos, sillar pétrea como grandes ojos que por las tardes observas un
celeste cielo y de pronto te encuentras con la mirada del volcán,
majestuoso adornado con su corona de nieve e insistente pregunta por su
amada, la inquieta Chili. La de aguas
frías que bañan tu ciudad, tus campiñas verdes pero se enoja cuando los
ramajes de un sauce besan sus orillas. Entonces no se deja ver
ocultándose entre unas nubes cómplices, tan celosas como él.
Daniel Cubas Romero
Textos: Daniel Cubas Romero
Fotos: Víctor Hugo Alvítez
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