TELMO, EL MAGO
Plaza de Armas de San Miguel, Jr. Pedro Novoa Rojas (antes San Martín). En la última casa del lado derecho y balcón alargado funcionó por casi un siglo el Club Unión Fraternal, creado en 1892.
Como antesala al Baile Social que se realizaría en la sala del Club Unión
Fraternal, mientras la Lira Sanmiguelina, afine saxo y acordeón, ajuste cuerdas
y tiemple los cueros, culminaban una partida de billar a tres bandas Telmo
Quiroz y un amigo visitante, Manuel Díaz Villate, llamado con cariño “Soco”,
que lucía una brillante y sedosa corbata roja, que armonizaba con su terno
azul, bárrington, que estrenaba esa noche, dijo animoso halagando al ganador de
la partida. –Este mi Telmo, buen billarista, es además un mago de la
“piti-mitri”.
Como dando razón, a su lisonjero amigo, Telmo pidió un mazo de cartas y un cachito con dados, al barman Emilio Hernández, el que presto dio cumplimiento al pedido.
Telmo tomó las cartas, la barajó con una sola mano, los circunstantes aplaudieron-Esperen, eso no es nada- dijo, luego de una mano pasaba todas las cartas a la otra, que parecían unidas por un hilo invisible. Aplausos. Tomó inmediatamente el vaso de cuero, tiró los dados sobre el tapiz verde, después con el vaso y con solo un movimiento envolvente los volvió a su interior, otra vez tiró y rodaron los dados y al detenerse marcaron seis, seis, seis. Aplausos.
-Eso no es nada, mi Telmo hace muchos malabares más.
-Efectivamente Soquito- dijo Telmo, préstame tu corbata-. Soco con la confianza puesta en su mago, se la entregó. Telmo dirigiéndose a Emilio:
-Mi estimado Emilio, présteme una tijera. Emilio
trajo una y se la entregó.
-Señores y señoras-, que es como decían aquellos tiempos los animadores o maestros de ceremonias como Jorge César Díaz-, -Van a ver mi número cumbre.
Los magos de pacotilla usan una cuerda que la
cortan en pedazos y luego la hacen aparecer entera, yo cortaré la corbata de mi
Soquito-, la dobló en tres y la cortó.
Cuatro trozos de fina corbata cayeron a la mesa.
Luego, Telmo, displicente, continuó contando chascarros, en lo que es un experto. Los presentes se divertían a más no poder. Y la corbata seguía esperando la anhelada magia. Por el taconeo al subir las gradas, supimos que habían llegado las damas. Aquellos tiempos, ninguna de las señoritas y señoras sanmiguelinas quería ser las primeras en llegar a la reunión y parecía que se ponían de acuerdo para llegar juntas.
Telmo, el billarista foráneo y los presentes pasaron al salón de baile. El único sin corbata era Soco, que compungido dijo: - ¡Telmito, devuélveme mi corbata entera!, mira que soy el único sin “soga”.
-Espera que empiece el baile y regresamos al billar.
Terminó el pasodoble, que es la pieza con la que aquellos tiempos se rompía el baile. Soco insistió en su pedido, y, Telmo:
-¿Cómo puedes creer que te voy a devolver una corbata completa si todos vieron que la corté?-. A esta respuesta Soco estaba a punto de llorar, no usual para un hombre que tenía “cancha” como nadie, calle, esquina, dirían ahora.
Para volver las aguas a su nivel, Telmo tuvo que pedir a Alberto Quiroz “El Gringo”, que hiciera traer de su tienda, una nueva. Aquella noche Soco fue el centro de las bromas que estoico las soportaba, pero al final dijo:
-Eso me pasa por cojudo y creenciero en magos de
pacotilla.
Antonio Goicochea Cruzado.
Manuel Díaz Villate "Soco", Julio Soberón Sánchez y Mario Alvítez Moncada; entonando alegremente la canción "Mercedita" preferida del maestro Saxoberón.
Fotos Pis@diablo
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