Pepe Gálvez
TODOS LOS SANTOS Y DIA DE
DIFUNTOS
"Ceras de a veinte, ceras de a real o serás de a medio..."
N.R. Gratos recuerdos que guardamos los sanmiguelinos en lo más profundo del ser y que el tiempo, la modernidad y globalización, no podrán arrancar jamás de nuestra memoria, hecho que transmitimos a las nuevas generaciones. Un pueblo se ennoblece cuando conserva sus costumbres y tradiciones, es decir, haciendo revivir cada día su Cultura y grandeza.
En
aquellos años, los niños no diferenciábamos el Día de Todos los Santos, del Día
de Difuntos y realmente lo poco que recuerdo de estas celebraciones es....
Unos días
antes mi abuela nos convocaba para que le ayudemos en el amasijo y nos reunía
en un cuarto grande que había cerca del horno. Allí habían unas mesas grandes,
unos estantes recubiertos, una batea muy grande que la llamaba la artesa,
sifones de hojalata con mangos de madera, bolsas de harina y otros
instrumentos así como productos que se usarían para la elaboración del pan, las
rosquitas, el bizcochuelo y lo más importante, los TORITOS (de masa dulce) para los niños y los BOLLOS (muñecas de pan blanco) para las niñas. Claro está que
nosotros, los niños, seriamos los ayudantes y tendríamos como recompensa
nuestro TORITO y un BOLLO para nuestra hermanita.
Al
siguiente día veíamos en las vitrinas de las tiendas algunos TORITOS a cual más
de adornados y de la misma manera muchos BOLLOS que en algunos casos
hasta estaban vestidos con telas muy finas y blondas muy llamativas.
El día de
Difuntos después de reunirnos en la casa de un amiguito y mostrar
nuestros TORITOS que en algunos casos tenían "moña", nos dirigíamos
hacia la "pampa " del Panteón, allí había mucha gente tanto del
pueblo como del campo y todos muy contritos escuchábamos los pregones
que estaban relacionados a la oferta de Ceras, Velas o Espelmas, que servirían
para poner junto a las "Ofrendas" en el Nicho o en la Tumba de uno de
los seres queridos a los cuales se iba a visitar.
El día de
TODOS LOS SANTOS y el DIA DE DIFUNTOS los pregoneros eran muy sugerentes
y del que más me acuerdo es del que decía:
"Ceras de a veinte, ceras de a real o serás de a medio..."
En la
pampa del Panteón se vendía, refrescos, emparedados y otras viandas, pero lo
que más se vendía eran las flores y las velas.
Se
llevaban flores, coronas y canastas con frutas y panes que se le dejaba junto a
las velas encendidas en oración por el descanso eterno de los difuntos.
El papá
de uno de nuestros amigos al que llamábamos "Venadito", hacía velas y
con el Nolo "Coshón", fuimos a "espiar" como las hacía. Era
una gran rueda de madera, cuyo centro pendía del techo y en su perímetro tenía
unos clavos equidistantes, de donde colgaban unos pabilos de unos 20 ó 25 cm.
cada uno. En el suelo había unas bateas y un cilindro que contenía un líquido
aceitoso el mismo que con un mate pequeño el fabricante echaba prolijamente
sobre estos pabilos y hacia girar la rueda para echar ese líquido al
siguiente pabilo; lo hacía varias y repetidas veces y así poco a poco el pabilo
engordaba y se formaba la vela.
El señor
Cura después de la misa llegaba hasta el Cementerio y andaba muy ocupado con
los responsos que los deudos solicitaban para su "muertito".
Así como
actualmente se come panetones Motta o Donofrio para Navidad y Año Nuevo, así en
esos años para el Día de Todos los Santos y Día de Difuntos, en San Miguel, se tenía
que comer unos PASTELITOS que hacía la señora Jesús, "Doña
Shisha" estos han querido ser imitados por panaderos reconocidos
tanto foráneos como locales, pero jamás han sido igualados ni en calidad
ni en textura.
Por eso
si alguna vez me ven parado en la calle 28 de Julio donde quedaba el horno de
"DOÑA SHISHA" sabrán que todavía espero que salgan los PASTELITOS para
llevar a la casa de Mama...
Chicago, Octubre 30 del 2011
PPgalvez
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