Thursday, March 17, 2011

Tiempos de carnaval / Crónica de Pepe Gálvez

José Gálvez, entusiasta sanmiguelino residente en EE.UU. nos alcanza la ternura de su sonrisa y recuerdos con ocasión de los carnavales de antaño de nuestro querido pueblo a través de la siguiente crónica que perdurará en la historia de nuestros corazones y servirá de aliciente a cada uno de nosotros contribuir con sueños y esperanzas mantener viva la llama incendiaria y memoria colectiva de San Miguel, enriquciéndola y escribiéndola día a día. Mil Gracias, Pisadiablo
Estimado Víctor Hugo:

A manera de crónica y con motivo de los carnavales ,después de haber leído la nota que usted hace del evento en nuestro pueblo, me atrevo a contarle esta pequeña vivencia de cuando tenía 7 u 8 anos, que me hizo aprender una forma diferente de ver la vida.



Eran tiempos de carnaval en mi pueblo y todos estábamos entretenidos con los globos que llenábamos con agua, los colocábamos en un balde y salíamos a recorrer las calles, en busca de alguien a quien mojar.

Antes habíamos pasado por la hojalatería de don Tomás "Cerrino" un espectacular señor que confeccionaba diferentes artefactos de este material y adquiríamos nuestra "jeringa", elaborábamos nuestro "bitoque" con un palo y "trapo" y estábamos listos con nuestros tres amigos del sapo, es decir jeringa, bitoque y trapo, para chisguetear a las chicas que se atrevían a dar "pelea".

Las noches eran con "polvos" y chisguetes perfumados, pero las mañanas eran con agua que se lanzaba en baldazos, jeringazos o globazos.

Los globazos eran especialidad de los más grandes o sea, jovencitos colegiales que habían regresado de vacaciones a San Miguel y entre los más notables estaban el "Chochoca" Rogelio Cueva y Gonzalo Azcurra, no solo por su puntería sino por la distancia que podían alcanzar dichos proyectiles. Imagínense desde la esquina hasta mitad de cuadra y justo caía a la muchacha más atrevida y bonita que se encontraba en su balcón.

Los baldazos eran especialidad del Loco Marcelo, que aceptaba cualquier desafío y en cualquier acequia y los jeringazos eran domino de los más pequeños que nos divertíamos haciendo correr a las chiquillas que asomaban a sus puertas.

El corso era una actividad que esperábamos todos los años, se trataba de dos o tres camiones adornados completamente, que salían desde Zaña y llegaban a la Plaza de Armas y si no había presupuesto por lo menos un solo camión era suficiente para sacar a la gente de sus casas y correr para ver a la reina del carnaval.

El año al que me refiero no hubo reina del carnaval y por tanto no hubo carro alegórico que engalane las fiestas en San Miguel.

Ya regresaba de la casa de mi bisabuelita con mi jeringa en la mano y de pronto junto con otros amiguitos nos unimos a una algarabía que producía el "Zanguito", quien tarareando la música de carnaval, llevaba en una carretilla de madera a una de sus hermanitas (de 4 ó 5 años) ataviada con un vestido blanco lindísimo, con corona y cetro, como toda una reina por la calle 28 de Julio.

Carlitos Díaz Villate ("el Zanguito"), era un jovencito que tendría unos 16 ó 17 anos, los niños decían que era medio loco y otros decían que era medio zonzo; pero yo creo que él no tenía nada de loco ni de zonzo, era un muchacho que vivía diferente a los demás, en las fiestas del pueblo, él se las ingeniaba para salir con una canasta a vender pasteles de la panadería de don Lorenzo; los sábados y domingos muy temprano voceaba los tamales para el desayuno y en los días normales, siempre estaba haciendo algo productivo.

Ese día que seguí por casi una cuadra el "corso" que había improvisado el Zanguito, llegué a casa y le conté a mi mamá esto que para mi había sido muy lindo y divertido, le conté que el corso tenía serpentinas de colores y adornos que hacían lucir muy bonita la carretilla, que la pequeña reinita lucia feliz al compás de la música de su hermano, que todos los niños pasamos un momento muy alegre y que lanzamos serpentinas al "carruaje" y que el Zanguito parecía el más feliz de todos.

Al preguntarle a mi mamá por qué el Zanguito, que para unos era medio loco y para otros medio zonzo, había hecho este corso, ella me contestó.
Pepito. Carlitos es un jovencito trabajador y de un corazón muy grande, tal vez él quiere mucho a su hermanita, yo creo que él ve la vida con los ojos del corazón.

Más tarde comprendí que así era. Carlitos veía la vida desde otra perspectiva.

Con el aprecio de siempre:

PPgalvez
Comentario de Prof. Jorge César Díaz Sánchez
VICTOR HUGO
Quiero agregar, la reina que sacaba CARLITOS DIAZ a pasearlo en una CARRETILLA era su hermana LUISA Iahora es una Gran comerciante, ella recuerda aquellos años de 1952, favor agregar al interesante artículo escrito por mi amigo PEPE GALVEZ TORRES. favor saludarlo a Pepe y que envíe algunas anécdotas de las bailes infantiles de aquellos años.
Atentamente:
Jorge César Díaz Sánchez

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