ALMA GRANDE
A la muerte de
María Antonieta Montenegro Alvarado
Ñaña: En algún recodo del camino
a la vuelta de una esquina
en momento no previsto,
mirando cómo pasa la vida
nos espera la muerte,
y a ti te encontró temprano.
Los días tristes de este marzo,
de neblinas y garúas
nos ponen solemnemente tristes,
más ahora que Átropos,
la Parca hilandera, cortó, injusta,
el hilo de tu vida,
lloramos, alterados, esta desventura.
Alma grande,
vida ejemplar, impulsada por
nobles ideales,
católica militante,
vida tempranamente tronchada,
cuando San Miguel
venía recibiendo de ti
tu docente presencia,
tu ayuda para salvar las adversidades
buscando felicidad y dicha plenas,
maestra que cosechó frutos y flores,
que libó los néctares del aprecio
y recogió las delicias del reconocimiento,
te has ido a otras lindes.
Hay silencio en el colmenar,
abejita hacendosa
pero dejas en este mundo tu cosecha.
Te entregaste convencida
una vida cristiana,
hiciste del Rabí de Galilea tu norte
en este mundo de incertidumbres.
Como el paisaje en punto cruz
que te robó tiempos
y que nos mostrabas orgullosa,
tejiste tu vida.
María Antonieta,
tu nombre,
pero el afecto te llamó Ñaña,
por todos querida,
hoy lloramos tu partida.
Ayúdanos a llorar
llévanos a los prados celestes
a llorar contigo
recostados en los árboles de tu edén.
Católica ferviente tú,
ateo convencido yo,
me dijiste con vehemencia un día
que mi testimonio de vida
es el camino
que Cristo delineó en Nazaret,
y me hiciste cavilar
que hasta la fecha pienso en tus palabras…
Por haber sido parte de nuestras vidas,
te llevas parte de nosotros.
De tanta pena esparcida
el alma hecha trizas,
desgarrada vaga por los rincones,
desconsolada,
y escribe estos versos
desde la pena que la consume.
Ñaña,
quedarán en tu última morada
flores y tarjetas con pesares
y flotarán etéreas las palabras dolidas
dichas con sentimiento profundo;
pero,
llevaremos en corazones y conciencias
tu vivir ejemplar.
Ñaña, descansa en paz.
Antonio Goicochea Cruzado
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