¡SOCÓRRAME CINCO
SOLCITOS!
Antonio Goicochea Cruzado
Alforjas, pullos y alfombras multicolores del arte textil sanmiguelino y prendas obligadas de nuestros hombres y mujeres, especialmente campesinos. Foto Pisadiablo
- ¡Socórrame cinco solcitos! doña
Uldita, tengo necesidá, la semana que
viene le devuelvo en huevitos, le dijo lastimera doña Fredesvinda Pérez a mi madre, que conocedora de necesidades
apremiantes, y pensando en los amasijos que para Todos los Santos, se venían,
la socorrió, no sin antes decirte: -Pero me cumples, porque a veces te haces la
olvidadiza.
Como si lo hubiese visto con ojos sibilinos, pasada una, otra y otra semana y la socorrida “ni con el vuelto, ni con el mandao”, como dicen los sanmiguelinos, cuando de cumplir promesas se trata.
Al mes volvió doña Frede:
-
Doña Uldita, aquí tiene
los huevitos, le dijo, hay más de cinco soles, el resto es como si jueran los intereses.
- Al fin te acordaste Fredesbinda, ya estaba pensando mal de ti.
Doña Fredesbinda, como quitándose un peso de encima, le dijo:
- No han queriu poner pue las maldiciadas, jodiu es pue atenerse a culo ajeno.
Zaguanes, portadas en arco y jardines, arquitectura clásica sanmiguelina que va desapareciendo progresivamente. En este escenario se desarrolló el presente acontecimiento, casa de la familia Goicochea Cruzado de aquel tiempo.
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