VIRGEN DEL ARCO.
29 DE DICIEMBRE DÍA CENTRAL DE SU FIESTA.
RELATA: Wílmer Alberto Mendoza Rivasplata
San Miguel de Pallaques, tierra de los pisadiablos, villa que fue fundada por
Francisco Pizarro a su paso a Cajamarca con este nombre. Años después en este
lugar existió un convento de los frailes Mercedarios, los que vivían de sus
siembras y parte de la caridad de los habitantes del lugar, a quienes les
traían papas, trigo, ollucos, en fin todo lo que las benditas tierras del lugar
prodigaban, todos participaban de estas dádivas incluso los más humildes que
les ayudaban con algunos trabajitos en la chacra.
Un día apareció en el convento una hermosa imagen de la virgen María, con
estrellas sobre su cabeza que formaban una aureola que representaban El Padre
Nuestro y las avemarías de cada misterio del santo rosario, para que cuando uno
lo rece no quite la mirada del hermoso rostro de la Madre de Dios del Arco.
El superior del convento no sabía que nombre darle a esta advocación de la
virgen y preguntaba a uno y a otro que nombre podría dárselo, pero había tantas
sugerencias que no se decidía por cual, al escuchar esto, un bondadoso mulato
colaborador de ellos, muy católico, que apoyaba a los frailes en el aseo y
portería del convento dijo: Padre, he tenido una revelación en mis sueños que
la virgencita me decía: DE LA BOCA DEL INDIO SALDRÁ MI NOMBRE, el superior un
poco incómodo resondró al mulato reclamándole:- Dios no me revela a mí y cómo
lo va hacer contigo.
Al cabo de unos días un pallaquino (recolector de leña del bosque) llega a
regalar su haz leña al convento y pide que por favor le dejen ingresar para
rezar a la virgencita, y al ver al cuadro exclamó: ¡VIRGENCITA DEL ARCO!
¡GRACIAS MADRE DE DIOS DEL ARCO! El portero admirado llamó al superior para
avisar que la revelación se había cumplido. El padre le interrogó ¿por qué lo
llamas así? y el pallaquino le respondió con esta historia.
En la mañanita, cuando rayaba el alba, estaba recogiendo leñita acasito nomás
en el bosque, cuando diaí una enorme serpiente verde que era el demonio que
había tomado esa forma, con sus ojos grandes y brillantes, con sus fuertes
colmillos en su roja mandíbula me atacó, yo al verme derrotado invoque a
nuestra madrecita del cielo para que me proteja, y se apareció ella, igualita
como está en el cuadro e impidió que me ataque, ¡pisó a la serpiente! , puso
sus piececitos sobre el diablo (serpiente) y evitó que me mate. Por eso en
agradecimiento he venido corriendo para acá con mi leñita a rezarle a la Mamita
del Arco.
Es así como un pallaquino dio nombre a esta advocación de la virgen, única en
el mundo, que al igual que el Arcángel San Miguel, se encuentra triunfante
pisándolo al diablo.