LO HISTÓRICO EN “BATALLAS Y SUEÑOS DE UCHKU PEDRO” DE MELACIO
CASTRO MENDOZA
Dr. Gonzalo Pantigoso Layza(*)
La historia y la literatura están hermanadas desde varios puntos de
vista. Esta relación se hace más estrecha cuando una parte de la historia real
se constituye en el referente de una obra literaria. Por lo general es la
novela quien ejerce con mayor frecuencia esta relación, sin embargo, también lo
realiza la poesía y sobre todo la poesía épica, tal como es el caso de la obra
que ahora nos ocupa este breve espacio.
El planteamiento histórico, en el libro “Batallas y sueños de
Uchku Pedro”, se inicia con el planteamiento de la armonía entre
la naturaleza y el hombre, y el sentido de reciprocidad, propios de la
sociedad antigua. Hecho que se vio resquebrajado por la llegada de la
“espada y la cruz”, a través de los españoles, como elementos de
sometimiento a la miseria tanto espiritual como física. El derrotero histórico
prosigue en la línea del tiempo y nos presenta a Túpac Amaru como un referente
de sublevación primera, luego el combate de Ayacucho como otro hito dentro de
la liberación de la opresión española, para dar paso a la fusión social, pero
en la cual siempre la clase noble mantiene el privilegio de poseer la
tierra y es cuando Atusparia se pregunta: “… si la tierra es nuestra
madre, / ¿cómo aceptar que se / apoderen de ella y de sus recursos/ solo/ unas
cuantas familias suyas?” por tal razón, él mismo afirma: “Túpac Amaru/ despertó
/ y empezó a caminar junto a nosotros.”
En el argumento de la obra es la madre de Pedro Celestino Cochacín quien
forja en él el pensamiento y sentimiento rebelde. Cochachín recuerda la
solicitud de su madre: “Por favor, hijos – suplicabas-, / para que acabe
tanto abuso,/ antes de mi muerte quisiera/ pedirles solo dos cosas:/ Una, hagan
vuestras las espinas de las rosas/ y, dos, defiendan aunque sea solo con las /
espinas/ la dignidad de nuestra humilde gente”. // Tus palabras, mamá
Hortulana, construyeron/ el puente que me llevó hacia los pobres.”. De
ese modo con todo su entorno familiar asume la solicitud evocando lo siguiente:
“…empezamos a tejer una madeja/ que trataría de reconstruir/ para todos
los que amabas, / un esplendoroso y gran mañana.” “ Tú no fuiste la única
fuente de mi pecado original! / Junto a tu verbo, fue la miseria reinante en
nuestro/ pueblo la que a mí y a mis hermanos, como después a mi mujer / y a mis
hijos, / nos llevó a levantar/ en alto las razones de justicia y paz que /
reclama nuestra patria!” Decisión que las autoridades y quienes tenían
el gran poder no aceptan, pues dicha actitud de rebeldía y de reclamo social
iba en contra de sus privilegios.
Melacio Castro, exponiendo en 2° Encuentro de Escritores y Artistas Sanmiguelinos. San Miguel - Cajamarca, 2014.
A partir de ese momento, la obra presenta la gran herida que muestra el
Perú y que hasta ahora, de manera más sofisticada, enmascara en su
superficialidad; pero que en el fondo está siempre latente la marginación, la
explotación, el olvido de nuestra gente que vive de la tierra. En nuestra
literatura peruana existen muchas muestras de este sangrante rostro que el
desarrollo tecnológico, avance social, maniobras económicas, etc. no pueden
ocultar. “Batallas y sueños de Uchku Pedro” de Melacio
Castro Mendoza, muestra el testimonio de la gente común y corriente
identificada con una lucha silenciosa, al estilo de la novelística de Manuel Scorza,
contra un poder grande, aliado a las fuerzas del orden y la religión. El libro
transita por aquellos hechos que la historia oficial no recoge. Hechos que
muestran indignación, resistencia, lealtad, valentía propios de una raza que se
ha visto siempre despreciada por sus propios compatriotas: “A partir de
la fecha, los indios han de pagar/ al Estado / dos soles de plata por
semestre./ Trabajarán, al mismo tiempo, / sin excepción alguna,
obligatoria y gratuitamente,/ en cada una de las haciendas, sean sus
dueños/ civiles o militares. Sus hijas y sus mujeres/ deberán, por los
demás, ejercer/ en cada una de las casas de sus bienhechores/ servicios
especiales. Quien a estas disposiciones/ oponga resistencia no armada/ será
castigado con la pérdida de todas sus parcelas. / Subrayamos que quien oponga
resistencia armada/ será castigado con la pena de muerte. / Por Dios, por la
Patria y por la Ley, firmado:/ Coronel Manuel Noriega/ encargado del Gobierno
de la Región de Ancash”. Y el testimonio es contundente: “…
éramos presas de la humillación / y del abuso. / Para nosotros, lo único
garantizado / eran los latigazos, los puntapiés, los trabajos / gratuitos y los
pagos obligatorios de impuestos.” “Nuestro levantamiento estaba /
impulsado por nuestra sed de justicia y de paz. / Para conquistarlas, teníamos
que asumir / el desafío del nutrido / fuego con que nos recibían los que
se creían / dueños / absolutos y únicos de nuestra patria, ¡el Perú!”. Esto
es lo que encendió aquella gran fogata que iluminó de esperanzas el cielo de
nuestra serranía, allá por los años 1885, bajo la conducción de Pedro Pablo
Atusparia junto a su lugarteniente Pedro Celestino Cochachín, llamado Uchku
Pedro, quien es, en esta obra, el que pone la voz y por intermedio de él
toda esa gama de personas valerosas que asumieron esa lucha en búsqueda de
reivindicación.
Esta gran lucha se alimentó de un pensamiento mágico propio de nuestro
ande, que siempre ha estado presente en los hechos trascendentales: “un
día / las montañas y los montes se vistieron / de siete múltiples colores. /
Portándolos a todos como si se tratara de una / gran bandera, te vi montado a
tu caballo, / agitándote como una rama movida/ por el viento.” “Cuando en
la tierra reina la sequía, / es ella quien sopla y llena las nubes de agua
dulce. / Fue ella, papá Uchku, quien me mandó a luchar / a tu lado…” . Acercarse
a cada uno de los testimonios es recobrar o ir tras la memoria histórica
colectiva que el autor ha construido con una poesía que no tiene interés en
hacer gala de un lenguaje florido, sino de un lenguaje lo suficientemente
lírico en la medida que sirve para trasmitir el sentimiento de rebeldía o
indignación surgido por la dimensión de la injusticia. Es una poesía objetiva,
plasmada en la línea de una visión realista bajo una dimensión oral, que narra
un hecho histórico, con una gran carga política y con sentimiento amoroso por
la patria, y por los demás, por la familia y por la tierra.
Acercarse a este canto épico es marchar hacia nuestro pasado para
ir tras el rescate de un signo de resistencia, de dignidad social, necesarios
en nuestra época y circunstancias actuales para alimentar la valoración andina
y nuestra conciencia para forjar nuestra identidad.
---
(*) Escritor, crítico literario, antólogo, editor, catedrático de Lengua
y Literatura en la Universidad Nacional del Santa (Chimbote – Áncash – Perú).
Melacio Castro Mendoza