Dr. ARTEMIO A. GÁLVEZ VERA,
en el Centenario de su Nacimiento (San Miguel, 18-03-1 912 - EE.UU. 9-04-2 005)
en el Centenario de su Nacimiento (San Miguel, 18-03-1 912 - EE.UU. 9-04-2 005)
Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando como se pasa la vida
como se viene la muerte
tan callando...
Jorge Manrique
En
aquellos tiempos la Plaza de Armas de mi pueblo no estaba encementada, solo había
una verja que rodeaba una pileta de agua, alguna loza alrededor, el atrio de la
Iglesia y tres vetustos y roñosos pinos, lo demás era una explanada de tierra
donde se desarrollaban los eventos mas importantes del distrito.
Para las
fiestas del pueblo los comerciantes se ubicaban contra las paredes de las
calles que cuadraban la plaza y los ruleteros y demás juegos se ubicaban casi
al centro de la misma. Así por ejemplo, los “porconeros” (de Porcón), se
ubicaban al costado de la Iglesia cerca y delante del garaje de don Vitalicio;
los "costeños" (de la Costa), en la vereda de la Municipalidad y los “zañeros”
(de Zaña), en la vereda de la calle que hoy rinde homenaje al Ing. Pedro “Curro”
Novoa.
El
ambiente festivo siempre tuvo sus peleas y sus jaloneos y esta vez no pudo ser
diferente. Claro que para que haya peleas tiene que haber peleoneros y en ese
entonces los más reconocidos eran: "el Pepe Piquer", "el
Cascarrabias" y "el Juan Guambino". Pepe Piquer peleaba hasta
que había "choclo y moco", una vez que había sangre se acababa la
pelea; Cascarrabias terminaba su pelea cuando juntaba la palma de las manos,
entrelazaba sus dedos y lanzaba un golpe a dos manos contra su
contendiente y Juan Guambino, que era el más pequeño de estatura, terminaba sus
peleas rápidamente, pero cuando podía las volvía a empezar como si los días no habrían
pasado....
Difícilmente
se agarraban entre ellos y casi siempre eran fuereños los que se encontraban en
sus caminos...
Aquel día,
casi al centro de la plaza estaba un ruletero con un grupo de parroquianos que hacían
sus apuestas, en eso apareció un jinete que sin apearse del caballo se acercaba
al grupo, allí estaba Juan Guambino que cogiendo las riendas del caballo
con la izquierda mostraba la mano derecha, batiéndola en el aire y diciendo...
"me pica la mano... será pa' dar o pa’ recebir...". Repitió tres
veces: "me pica la mano... será pa' dar o pa' recebir"..., a lo que
el jinete que resultó siendo un sampablino, bajó del caballo y sin mediar
palabra le metió un puñetazo a raíz de oreja que lo tumbó luego se montó, picó
espuelas y se fue, mientras ayudaban a pararse al Guambino, quien mirando cómo
se alejaba el jinete decía: "pa’ recebir había sido carajo..."
Habrían
pasado seis meses y ya estábamos en otra fiesta y la gente se movía en la
plaza, unos de compras otros en la conversa y los demás en los juegos de azar. Allí
lo descubrió Juan Guambino al sampablino quien se encontraba haciendo una apuesta
en la ruleta, pues lo agarró de la camisa y, le metió un puñete y una patada y
cuando le iba a meter el cabezazo, el sampablino sacó un puñal y se lo clavó
cerca de la última costilla en el área del hígado. Todos corrieron en auxilio
de Guambino que estaba tirado en el suelo, mientras otros gritaban: "lo
mató... lo mató" y el sampablino alcanzó su caballo y desapareció de la
escena.
Los
amigos de Guambino lo colocaron sobre un poncho y corrieron, cual camilleros,
hacia la botica gritando. "doctor doctor, don Artemio don Artemio... llegaron
a la botica y lo pusieron en el suelo, el boticario (mi papá) que era un
estudiante de odontología y se encontraba de vacaciones en el pueblo, se apresuró
a vaciar un frasco de agua oxigenada en la herida, meter el dedo en la llaga y
sacar los coágulos que en ella habían, lo hizo por tres veces pidiéndole a mi
mamá, le alcance gazas y algodón, vaciaba más agua oxigenada en la herida y ponía
mercurio cromo sobre ella, limpiaba cautelosamente la herida, echó un polvo
blanco en ella y procedió a coser con una aguja que le alcanzó mi mamá, le puso
sulfanil lo cubrió con una gaza y terminó pegándola con esparadrapo y dijo:
"Déjenlo descansar un rato, retírense para que tenga aire fresco y después
lo llevarán a su casa".
Juan
Guambino vivió mucho tiempo como vivieron otros "pacientes" a
los que atendió mi padre en situaciones diferentes y por diferentes motivos y
que algún día me atreveré a contárselas porque estoy seguro muchos de mis
paisanos han olvidado estos sucesos y otros no tienen por qué saberlo ya que
ocurrieron en tiempos en que ellos aún no habían nacido...
Hoy he
narrado esta crónica, porque de esta manera quiero recordar que un 18 de
Marzo de hace 100 años nació en San Miguel de Cajamarca mi padre el Dr. Artemio A. Gálvez Vera, quien
gracias a su esfuerzo, empeño y espíritu de superación, supo vencer todas las
dificultades y graduarse de Cirujano Dentista en la UNMSM, de Profesor de la
especialidad en Ciencias Biológicas en la Universidad Católica de Lima, de Médico
en la Universidad de Santiago de Compostela y de Doctor en Medicina en la
Universidad Autónoma de Barcelona - España, recordar su destacada actuación en
el ejercicio de su profesión y cantarle el Happy birthday, el cumple años feliz
o las Mañanitas mexicanas; porque si bien es cierto su cuerpo dejó esta tierra
el 9 de Abril del 2005, su alma vive en mi mente y en mi corazón, con la
gratitud filial encendida, como en aquellos años de alegría y felicidad
con mi madre, la Aurora de mis días, en el pueblo que nos vio nacer.
PPgalvez
Chicago,
Marzo del 2012
No comments:
Post a Comment