En mi pueblo hay un poeta
olvidado
Poeta DEMETRIO QUIROZ-MALCA
A Víctor Hugo Alvítez Moncada, por su labor
incansable de difundir la cultura sanmiguelina.
Hace ya muchísimos años, diciendo decía el abuelo, nació en San Miguel
de Pallaques un niño a quien llamaron Demetrio Quiroz-Malca. Maltoncito, o sea,
joven crecidito, y después de terminar la primaria en la escuela más antigua
del pueblo se fue a Lima donde, después de muchos sacrificios, se convirtió en
maestro y poeta. El mismo poeta escribió, con amplia sabiduría, en uno de sus
cuadernos: No vencí como plenamente lo anhelé, tampoco creo que perdí; pues,
para mi orgullo y felicidad, devine en poeta y profesor, en profesor y poeta,
esencialmente.
No se dejó vencer por el destino o por las desventuras y, como buen
“pisadiablo”, se enfrentó desafiante a la vida que le quiso siempre jugar
sucio. De suerte que en el ejercicio de estas singularidades, me di al
estudio y al trabajo, también a la realidad y al sueño. Sobre todo, al
conocimiento de mi humana raíz, nativa y universal, vale decir, a la cabal
comprensión del hombre y del mundo.
Con mucho empeño garabateó sus versos en decenas de cuadernos o en
papeles sueltos, que luego los unió con pavilo y guatopa. Noches enteras se
dedicó a pulir una palabra tras otra, a darle forma humana, a dotarle de
sentimientos y de esperanzas. Como poeta, he hurgado en la realidad y el
sueño, en lo misterioso y fascinante, específicamente en el hombre y en el
mundo. Como profesor, he compartido feliz –y comparto a través del recuerdo,
hoy- la bulliciosa alegría de una juventud ansiosa de identificación y
excélsior en el salón de clase que, para mí, es asimismo, otra forma de
conquistar la vida. Cuando publica su libro Mármoles y vuelos visitó
incansable a los paisanos afincados en la capital. También los alumnos de los
colegios donde trabajó se convirtieron en sus primeros lectores.
César Miró, al leer los versos de Mármoles y vuelos, lo comparó
con el poeta barroco del Siglo de Oro español, Luis de Góngora y Argote. Esta
característica de la producción poética de todos los tiempos es la que se
observa en la poesía de Quiroz-Malca. El gran oído no la va a entender; pero es
que Quiroz-Malca no la ha escrito para que la entienda el gran oído. En última
instancia, tampoco sabemos si se trata, realmente, de entender...
El abuelo lee unos versos que no entiendo, tampoco sé si el abuelo los
entiende: A Cantar níveo lecho sin querella / comunión de los cardos, ojo
añil: / belleza transportando juvenil / conciencia viene al mundo y ya
destella...
El tiempo en que apareció su poemario Tierra partida gobernaba
José Luis Bustamante y Rivero, elegido con el apoyo del partido aprista. Pero
no duró mucho el “matrimonio”. La célula parlamentaria aprista pasó a la
oposición y sus más exaltados militantes cometieron una serie de actos
terroristas en todo el país. Entonces el general Manuel Odría, en nombre de
los milicos y de los ricos mandamaces, le insistieron al presidente para que
pusiera al APRA fuera de ley, clausurara sus locales y periódicos, encarcelara
o desterrara a sus líderes.
¡Oh mundo condenado, como yo, al estiércol! Como todas las hojas de este
mar gigante, por sediento, como todas las voces del fuego, de la miseria, del
alga fría... / Hay que transitar por mis costillas gusanos que beben de mis
poros vinagre funeral de siglos en vivas cicatrices de mito: / Dime que, asido
de mi lágrima, te hablo en el hervor de mi blasfemia.
Bustamante rechazó sus exigencias, entonces el gabinete renunció en
pleno. Los militares, alentados por los hacendados y los mineros, tramaron un
golpe de Estado, mientras los apristas, por su lado, hacían lo mismo. Los
radicales del Apra fomentaron la rebelión de la marinería en el Callao, que fue
aplastada sangrientamente. A pesar que Bustamante puso fuera de ley al partido
aprista, el 27 de octubre 1948, el general Odría, a la cabeza de la guarnición
de Arequipa, se levantó en contra del gobierno, para imponer la “Revolución
Restauradora”. Leyó su Manifiesto a la Nación a través de Radio Continental: La
revolución que estalló en Arequipa es por una causa justa, noble y patriótica:
salvar a los institutos armados que son la base de la defensa nacional;
reconstruir la vida democrática, restablecer el imperio de la Constitución y,
finalmente, terminar con el período de miseria y de hambre que agobia a nuestro
pueblo. O sea, mi querido nieto, el mismo bla bla de siempre.
Con el lema de "Hechos y no palabras" la dictadura de Odría,
conocida también como el Ochenio, construyó monumentales obras de concreto, de
este modo dizque modernizó al país, favoreció el empleo y la paz social,
contaba con entusiasmo el abuelo. Eso sí, también diciendo decía, se persiguió
tanto a los apristas como a los comunistas. Al mismo tiempo se produjo una
gigantesca corrupción que benefició a Odría y a sus allegados. Como verás, la
corrupción no es nueva, acotaba el abuelo. Y cuando en 1956 gana las elecciones
Manuel Prado y Ugarteche, Odría le entrega el gobierno pero acordando una total
impunidad.
Hoy vi el rostro del mundo en una gota de agua. / Crecía muerto a la luz
de una lámpara, / estábais todos, hermanos, en el hielo de la sangre. / Yo, que
me vierto y me construyo en la azulosa canción del agua, / herido y ciego, posé
para la cámara lluviosa; / pensé, entonces, en el iris y en su farsa
deslumbrante...
En medio de toda esta turbulencia política aparecieron los poemarios Hacia
la ternura, Ventana al cielo, Poesía, Agonía del amor y
Poemas del ángel que Luis Alberto Sánchez comentara con entusiasmo en un
estudio sobre La literatura peruana, derrotero para una historia cultural
del Perú. Sin remilgos, el estudioso le dedicó su admiración al poeta
olvidado del pueblo, el poeta de la ternura, al poeta de “élite”: Demetrio
Quiroz-Malca ha sido una estrella fugaz en la poesía peruana contemporánea,
escribió. Sus dos primeros poemarios Mármoles y vuelos y Tierra
partida, anunciaban a un escritor poseído de una sed de perfección formal...
Agonía del amor y su colaboración en Poesía reiteran su
barroquismo.
Al convocarse las elecciones de 1956 surgió la figura política de
Fernando Belaúnde Terry. Cuentan que su inscripción ante el jurado electoral se
hizo mediante una protesta en las calles de Lima conocida como “el manguerazo”.
No ganó, pero empezó a recorrer el país pueblo por pueblo difundiendo sus ideas
del “Perú como doctrina” y la “conquista del Perú por los peruanos”. En 1962
volvió a postular, pero las elecciones fueron anuladas ante la sospecha de
fraude.
En Voz Elemental el poeta olvidado del pueblo le dedica unos
versos “Al nieto de Platero” del poeta español Juan Ramón Jiménez: Te vi tan
simple, / tan anónimo rostro amigo, / que hasta pudiste pensar / de mí –tu
carga necesaria–: / “Pero si es sólo un hombre, sencillo, / que sufre, que
sueña, / que cae”,/ tal vez –imagino– hasta sentiste / humana pena por mí, /
burrito manso...
El abuelo sacó su pañuelo y se limpió el sudor de la frente, luego
siguió contando con el mismo fervor. En 1963 Belaúnde se convirtió en el nuevo
presidente y durante su gobierno construyó la carretera Marginal de la Selva y
restituyó la elección de las autoridades municipales. Al no contar con mayoría
parlamentaria había mucha fufulla en el congreso, por otro lado, no pudo
controlar la inflación económica.
En esta época se levanta en armas el Ejército de Liberación Nacional en
las selvas de Madre de Dios. En esta lucha murió acribillado a balazos el joven
poeta Javier Heraud. Este muchacho escribió unos versos muy lindazos, que hacen
llorar de rabia y de emoción. Porque mi patria es hermosa / corno una espada
en el aire, / y más grande ahora y aun / más hermosa todavía, / yo hablo y la
defiendo / con mi vida. / No me importa lo que digan / los traidores,
/hemos cerrado el pasado / con gruesas lágrimas de acero. / El cielo es
nuestro, /nuestro el pan de cada día, / hemos sembrado y cosechado / el trigo y
la tierra, / y el trigo y la tierra / son nuestros, / y para siempre nos
pertenecen / el mar / las montañas y los pájaros. A este poeta lo leí
cuando ya habían nacido mis primeros nietos, diciendo dijo el abuelo.
Pero también hubo otros movimientos guerrilleros. En 1965 el Movimiento
de Izquierda Revolucionaria se va al campo y le declara la guerra al gobierno.
Por aquí, en el norte, se destacaron los guerrilleros Gonzalo Fernández Gasco,
Guillermo Lobatón y Luis de la Puente Uceda. En el Cuzco se levantaron los
campesinos liderados por Hugo Blanco. Las fuerzas armadas, como siempre, con
toda la brutalidad conocida, acabó en un abrir y cerrar de ojos con los
levantados.
Pero el caso más espinudo que Belaúnde tuvo que enfrentar fue el asunto
de los pozos petroleros de La Brea y Pariñas explotados por con la
International Petroleum Company (IPC) sin pagar ninguna clase de impuestos.
Como verán, diciendo dijo el abuelo, el Perú siempre ha sido bondadoso con las
empresas extranjeras. Los nortamericanos habían cercado los yacimientos
petroleros y dentro de esos límites sólo era válida la ley de los gringos y hasta
su bandera flameaba con mucha prosa.
El abuelo se calla, medita. Luego prosigue muy serio. Me da vergüenza
ver ahora como el gobierno de Humala protege a Yanacocha, una empresa que
atenta contra la vida del pueblo y la naturaleza, y persigue y enjuicia a
quienes defienden los intereses del país.
Bueno, como estaba contando, Belaúnde firmó con la IPC la humillante
Acta de Talara, que la oposición la condenó de entreguista. Cuando le pidieron
cuentas en el congreso, faltaba la página once del Acta, esto dio motivo a que
las fuerzas armadas, encabezada por el general Juan Velasco Alvarado, saquen de
palacio a Belaúnde e instalaran el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas
Armadas.
En estos años el poeta olvidado de nuestro pueblo, el poeta de la
nostalgia, dio a conocer sus sus libros Judas, Parábolas y Oh,
ternura. Los conocedores del arte poético aplaudieron la limpieza de su
verbo, la asombrosa fuerza de su lírica. Sólo aquí en el pueblo nadie le hacía
caso. Sin embargo, en silencio, sin alardes, publicó la revista La Antara,
Vocero sanmiguelino, donde escribió la bondad de la tierra natal, la
belleza de su cielo azul salpicado de nubes blancas. Con nostalgia, cargado de
un romanticismo épico, coloquial, de una ternura de acero, lleno de esperanza,
y con mucha honestidad nos entrega sus versos enraizados en la chola y andina
San Miguel de Pallaques.
Un ejemplar de Judas con la dedicatoria y la firma del poeta
olvidado del pueblo se me extravió en esta mi ajetreada vida. Es una pena. Pero
conservo un ejemplar de Parábolas que me regaló un pariente que vino de
Lima, diciendo dice el abuelo. El poeta en Lima buscaba a los paisanos para
venderle o regalarle sus libros, así fue como empezó su amistad con nuestro
Alfonso Barrantes Lingán, que muchos diciendo dicen es un ejemplo a seguir,
pero de dientes pa’fuera nomás. El tío Frejolito es otro de los grandes
olvidados de nuestro pueblo.
Cuando el himno a la hermandad / sea el latido ganado a la muerte,/ transplantado
de la vida como un haz / de ojos ojos ojos, para poblar el cielo / de un solo
corazón inmenso / inmenso... que palpita en cada hombre, / la luz será
verdaderamente luz / luz luz, hecha por segunda vez / en los siglos de los
siglos, Amor.
Al abuelo le brotan las lágrimas. Llorar también es cosa de hombres,
diciendo dice y sigue recitando con voz firme: Cuánta luz debí beber / de
sus castas fuentes, allá en mi pueblo / donde mi madre se vestía / de rubias
mañanitas para tejer / con el candor de su inocencia / y adorable sencillez /
el mantel largo para la Fiesta Grande / o para el Pan del Pobre. / Cuánta luz
debió colmar el Cielo / y las alegres farolas del amado mundo / que tengo en mi
corazón: / San Miguel de Pallaques, donde / aprendí a escribir amor en la
Cantora… / al tiempo que el destino empezaba / a arrancar, uno a uno, los
pétalos / del entonces girasol que fui...
El abuelo me mira con los ojos nublados, luego continúa. Mientras tanto
el gobierno de las fuerzas armadas dictó una reforma agraria y una reforma
industrial. Diciendo dijo que los ricos ya no comerán más de nuestra pobreza. A
los dueños de los periódicos, la radio y la televisión les quitó todo y se lo
entregó a los trabajadores. La vida de los pobres en verdad no cambió nada. Eso
sí, dio coraje cuando su propio hombre de confianza, el general Remigio Morales
Bermúdez, lo desplazó del gobierno. De frente empezó a darle vuelta a la tuerca
de reformas sociales, entonces, toda la gente, acusándolo de dictador, bloqueó
calles y carreteras en el glorioso paro nacional de 1977.
Acorralado el general Morales Bermúdez llamó a elecciones para hacer una
nueva constitución. En 1980 Belaúnde vuelve a ganar las elecciones generales.
Como buen amigo de los patrones, Belaúnde siguió devolviendo lo que los
militares les expropiaron y al pueblo le tocó perder una vez más. Mientras
Sendero Luminoso empezaba su guerra prolongada, la Izquierda Unida, liderada
por el pisadiablo Alfonso Barrantes Lingán, se convierte en una fuerza
política de gran importancia, a tal punto que en 1983 logra triunfar en las
elecciones municipales de Lima y sólo faltó un pelito para ganar las elecciones
presidenciales.
Llega la época del sembrío; yo seguiré sembrando en los hondos surcos de
mi rostro. Vosotros los alegres, sembraréis de doradas espigas; vosotros los
tristes, que tenéis llagas, sembraréis vuestra sangre. Mi llanto, las doradas
espigas, la sangre, germinarán:
¡Todos cosecharemos!...
sólo que, desde los surcos de mi rostro, ahogado, os veré. A vosotros
que cosecharéis estrellas, ciegos; a vosotros sembradores de la sangre,
inflamados en la llaga.
¡Todos cosecharemos!
¡Estrellas!
¡Lágrimas!
¡Fuego! ...
Pero la guerra de Sendero Luminoso siguió su curso y el estado peruano
respondió también con la misma crueldad. Matanzas sin piedad, miles de
despariciones, secuestros, ni las mujeres ni los niños se salvaron de
violaciones y toda laya de abusos. En 1984 se funda el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) comandada por Víctor Polay Campos, joven proveniente
de las filas del Apra. La crisis económica provocó también grandes oleadas de
huelgas y paros laborales.
En 1985 se inicia el gobierno del Apra bajo la jefatura de Alan García y
que termina agobiado por la crisis económica, puyado por las acciones armadas
de Sendero Luminoso y del MRTA. En este tiempo empieza el hundimiento de la
Izquierda Unida. Los partidos de la derecha tradicional también se encontraban
en una difícil situación, pero para las elecciones de 1990 se unen bajo el
Frente Democrático (FREDEMO). El ladronazo del chinito Alberto Fujimori derrotó
al candidato-escritor Mario Vargas Llosa del FREDEMO.
Mientras tanto el poeta olvidado de nuestro pueblo, en una de sus
libretas, había anotado: No me precio de haber alcanzado todo lo que soñé;
empero, y vale el deslinde, como poeta obtuve algunos merecimientos que me
honran: el Primer Premio de Poesía en el Concurso promovido por la Facultad de
Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1946; el Premio
Nacional de Poesía “José Santos Chocano” en 1955. También se le otorgó la
Medalla Cívica de la Ciudad de Lima en1986. Se le declaró “Hijo Ilustre” por la
Municipalidad Provincial de Cajamarca en 1989 y se convierte en 1990 miembro de
honor de la Casa Nacional del Poeta en atención a su terca, callada
incendiada obra poética que, como río ampuloso y sin estruendo, ha ido
construyendo su excelente labor poética…”
Y, más olvidado que nunca, en 1991 murió en Lima nuestro poeta Demetrio
Quiroz-Malca. Pero la historia poética de nuestro paisano, diciendo dijo el
abuelo, no termina, todavía tuvo tiempo para ser testigo de la publicación de
su último poemario Del mundo en que vivimos que salió a la luz en 1990.
Contando cuentan, aseveró el abuelo, que una ruma de cuadernos, encontrado
entre sus cosas, aloja la palabra inédita de este labrador de versos que alguna
vez podrá incendiar la luz del horizonte.
Yedra implacable, repentino / alud, latido enervante que crucifica / el
sueño, la palabra... / por decir lo menos o decir lo más... Con tremenda habilidad, con
destreza de fino corazón, hace uso de cuanto recurso técnico de la poesía para
sumergirnos en la vida y en los quehaceres de la muerte. El abuelo recita con
los puños cerrados. La mirada hacia el cielo... y lo estará por mucho en
sabiendo / que en las puertas del horno....; / en sabiendo que las guerras
cultivadas / por el odio, el miedo, el terrorismo / y sus más diversos como
satánicos rostros / sigan fermentando / ostentando hoy como ayer sus letales
fórmulas; / sus catapultas, sus hordas, sus flechas, / sus espadas / sus
metrallas, sus misiles, sus hiroshimas, / sus ojeras...
A mi Chabela, la mama grande, la hacía estremecer de emoción cuando le
recitaba al oído, como si le murmuraran pajaritos: En mi sangre florecen las galaxias / y tus
labios; / en mi sangre te encuentro a cada instante / dorada pupila, / Avecilla
de paz y amor, / canción iluminada. / En mi sangre está eternamente la espiga /
de tus prados, / oh, en mi sangre el fuego elemental / de tus ojos puros.
Luego el abuelo saca un libro de su alforja y me lo entrega. Toma,
diciendo dice, y lee, pero léelo para mí, en voz alta. El título es Del
mundo en que vivimos. Al abrir el libro leo que se se compone de cuatro
cantos... “la palabra sencilla de un poeta que sabe que el mundo es su morada,
que reconoce que se sirve pródigo de sus frutos, dulces o amargos, que está
convencido que lo lleva a plenitud: en la alegría y tristeza de sus ojos; en el
amor y odio de sus ojos. Y por qué no, en el temor de sus ojos al cencebirlo
únicamente flor de un divino sueño o llaga viva del humano desamor”.
Dejo el mundo / paso a paso / Y lo dejo, consciente / de lo que mis
huellas descubren al fulgor / de las urgencias, / los fracasos y los efímeros
triunfos; / decididamente convencido / de que si en todo hay ansiedad, /
también hay tolerancia por el destino / de su fuego. / Y así, confundido y
refundido / en el hombre, que en realidad soy yo mismo, / dejo el mundo
imperturbable, asido / a un amor troglodita por el brillo / de las cosas: ciego
en un mar de cosas...
Ahora lo sé y gracias al abuelo. En mi pueblo hay un poeta olvidado.
Casi nadie lo conoce ni nadie habla de él. En la escuela no conocen sus libros
ni siquiera lo mencionan en alguna antología. No hay una calle con su nombre.
Su casa pasa desapercibida, nadie ha colocado ahí una placa recordatoria. Pero
Demetrio Quiroz-Malca sólo está ausente, mañana o cualquier día llegará hasta
la plaza de armas de San Miguel de Pallaques para echar una mirada a su
lejana infancia.
Walter Lingan
SAN MIGUEL DE PALLAQUES. Foto@rte Pisadiablo
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