Sunday, November 07, 2021

LA CAMPANA DE ORO DE SANTA ROSA Narración: Prof. Wílmer A. Mendoza Rivasplata.


LA CAMPANA DE ORO DE SANTA ROSA

Narración: Prof. Wílmer A. Mendoza Rivasplata.

Transcurría el año 1911, con gran esfuerzo había sido construida nuestra iglesia matriz de San Miguel, perseverando más de 10 años en su edificación. En una obra especial todo tendría que ser especial, los adobes habían sido construidos con sumo cuidado en gaberas de mayor tamaño y preparando el barro con melaza, huevos, paja de gualte, y batidos a purito talón de indio recio, comprobando su rigidez lanzándolos de 10 metros de altura sin tener que sufrir fisura alguna antes de utilizarlo en la construcción; las vigas, umbrales, tambos eran maderas traídas de la montaña; todo tenía que ser extraordinario, se trataba de desafiar a la ciencia con su gran tamaño de 36 metros de altura y convertirse en una de las edificaciones más altas hechas de tierra en el mundo y más especial todavía ser la casa de la madre de Dios de Arco, cuya imagen había sido trasladada con mucho cuidado del muro donde había aparecido pintada en el templo antiguo, Ella era la patrona, inspiradora y promotora para que sus fieles devotos realicen estas obras y actos espectaculares, cuentan que era muy querida y que año a año venían de todo el norte del Perú en peregrinación con sed, hambre, frío pero siempre con la alegría al saber que van a estar protegidos por las bendiciones de la Virgen del Arco, convirtiendo a San Miguel en un pueblo muy concurrido de comerciantes, turistas, devotos en su fiesta patronal.

Transcurría la última semana de diciembre del 2011, Un grupo de negociantes bambamarquinos, con sus acémilas cargadas de bizcochos, petates, sopladores, dulces y cerámica en miniatura como ollitas, cantaritos, sartenes, tiestos, platitos, que las niñas utilizaban como juguete para jugar a las cocineras en la fiesta, se aprestaban a iniciar su viaje a San Miguel que en su expresión decían está “aquishito” pero el recorrido era largo, el viaje duraba un par de días pues en su travesía realizaban varias paradas para descansar, dar de comer a sus acémilas y ofrecer sus productos en cada lugar a su paso; pasada la navidad, el día lunes 26 muy temprano iniciaron su travesía, su inquebrantable fe les acompañaba siempre, por el camino salía la gente a comprar sus productos, les daban posada y les convidaban cancha, comida, aguardiente para aliviar su largo recorrido, de paso le encargaban sus oraciones, intensiones, velas y ofrendas para la virgencita, al siguiente día como de costumbre antes de rayar el sol, muy temprano continuó la caminata, el viaje se había vuelto duro, el sol de la mañana quemaba como nunca anunciando una tempestad por la tarde, era martes un día malo para emprender viajes, negocios, enterrar a sus muertos, etc, según sus creencias.

- Julio, jefe de la delegación intervino: este mes es malo, porque trajo un martes 13, hay que estar preparados para afrontar el mal tiempo, buscaremos un lugar adecuado para acampar y protegernos de la fuerte lluvia que se avecina.

- Si, contestaron los demás envalentonados con el aguardiente y la coca.

En cuanto Julio terminó con la advertencia, comenzó a retumbar el cielo y se oscureció, los rayos color a fuego se dibujaban entre las negras nubes, pronto comenzó la esperada torrencial lluvia. Ellos apresuraron el paso hasta llegar al Cerro Negro, a la altura de Santa Rosa, allí realizaron la que era su última parada, descargaron las acémilas y lo soltaron para que coman en libertad y ellos se introdujeron en una cueva donde encendieron su fogata, prepararon la cena y alegres se pusieron a brindar con su cañazo para contrarrestar el frío, en eso ven que se alborota la recua de mulas, sucedía que una de ellas se había acercado mucho a la laguna y no podía salir del fango, hombres y mulas la jalaron logrando sacarla fácilmente. Terminada la tempestad se despejó totalmente el cielo, la luz de la luna era esplendorosa, pintaba de plata todas las sementeras, la laguna en la noche cambiaba de tonos de colores cual espejo que reflejaba el firmamento, los hombres recreaban sus vistas, en eso se percataron que al fondo de la cueva, resplandecía una luz dorada que potenciaba la luz de la fogata, en el contraste con la penumbra se notaban como rayos que emanaban del interior del cerro, los hombres tentados por la curiosidad y alentados por el licor se acercaron a ver de qué se trata, su admiración fue tanta al ver una enorme campana de oro. Los hombres sin pensarlo dos veces y como si se hubieran puesto de acuerdo todos rezaron y le ofrecieron su hallazgo a la Virgen del Arco para que adorne su templo, al mismo tiempo le pedían sus bendiciones y fortaleza para sacarlo hasta el descampado y poder trasladarlo hasta el pueblo.

Trabajaron toda la noche, las mujeres acompañaban con cánticos a la virgen, mientras que las mulas tiraban fuerte de las sogas para jalar la campana hasta el camino, era imposible llegarlo así hasta el pueblo, al amanecer del día 28, vísperas de fiesta, avisaron a los santarrosinos para que apoyen en el cometido, como siempre ellos muy dispuestos, valientes y colaborativos conociendo el propósito se acomidieron, uno de ellos lanzó y propuso la idea de improvisar una carreta para jalarlo con una yunta y se pusieron manos a la obra, otro grupo organizaba la ceremonia de entrega acordando enviar a un grupo de emisarios para que se adelantaran a San Miguel y den aviso al cura y a las autoridades, y así muy entusiastas y apresurados emprendieron la misión, llegando al pueblo comentaron con lujo de detalles el obsequio que iban a ofrecer a la virgen, una campana de oro con un hermoso y potente sonido muy singular, el cura llamó al alcalde, al juez, devotos y los reunió en la Plaza de Armas, se preparaban con cohetes, coincidentemente ese día había arribado la banda de músicos contratada y traída de la costa para la fiesta, una vez que estaba organizado todo, partieron de regreso a darles el encuentro a la otra comitiva que avanzaba con la yunta que hacia sonar la campana escandalosamente al ser movida en la carreta por los desniveles del camino provocando que el badajo se balanceara libremente y golpeara rítmicamente la campana, en todo San Miguel se escuchaba a lo lejos el inconfundible y agradable sonido de la campana, causando un alboroto en la gente quienes emocionados se abrazaban, hacían vivas, oraban dando gracias…

La carreta se acercaba cada vez más y más, la comitiva de recepción estaba esperando en el barrio La Cruz, al norte del pueblo de San Miguel, al ver aparecer a la carreta jalada por dos fornidos toros negros que acompañaban con sus fuertes mugidos al estruendoso tañer de la campana, el cura ordenó que se reviente los cohetes y que toque la banda de músicos, en ese preciso momento los toros que jalaban la yunta, si ya estaban asustados con el fuerte sonido que producía la campana, al ver tanta gente, escuchar reventar los cohetes se espantaron aún más, aceleraron el paso y a toda velocidad causaron un inmenso remolino, el viento dibujó un gigantesco trompo con la enorme polvareda que dificultaba la libre visión, en eso arrojó por los aires la carreta con toda campana que se veía serpenteando cual cometa sin rabiza por el celeste cielo sanmiguelino, haciéndolo sonar más fuerte aún, la gente sorprendida sin quitarle la mirada seguía su vuelo, viéndolo dirigirse de retorno a Ushindú (Santa Rosa) que terminó zambulléndose en la laguna con todo toros; la campana permanece intacta, aún se le puede apreciar relumbrar por las noches en el fondo de la laguna encantada, actualmente se ha convertido en un lugar turístico muy famoso en San Miguel de Cajamarca.

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