Tuesday, January 22, 2019

HACE UN MES QUE BENJAMÍN SE FUE / Antonio Goicochea Cruzado



HACE UN MES QUE BENJAMÍN SE FUE


He mirado con una pena y sentimiento de nostalgia infinitos, estas fotografías que nos trajeron las redes; y muchas interrogantes, en silencio, me las hice e intenté muchas respuestas, también.

¿Él, que había cultivado amistades mil, habrá tarareado alguna vez, en San Miguel o en Chulucanas estos versos “Quisiera estar presente el día de mi entierro para ver si entre / la gente están los que yo más quiero. / quisiera estar conmigo en mi última morada para tener un cariño / donde nadie tiene nada. / quisiera aunque escondido allá en el campo santo llorar por mi / el olvido de los que hoy me quieren tanto / quisiera ir y quedarme cuidando el cuerpo mío para ver quién va / a llorarme cuando todos se hayan ido”?.

Él, que solía citar las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, quizá haya repetido, a los asistentes a la biblioteca sanmiguelina, alguna vez: “Cerraron sus ojos / que aún tenía abiertos, / taparon su cara / con un blanco lienzo, y unos sollozando, / otros en silencio, / de la triste alcoba / todos se salieron… / ¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos! / … / La piqueta al hombro / el sepulturero, / cantando entre dientes, se perdió a lo lejos. / La noche se entraba, / el sol se había puesto: / perdido en las sombras / yo pensé un momento: / ¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos! 

¡Qué solo se ve el féretro de Benjamín!, habiendo tenido en vida tantos amigos.
Es que estaba en Chulucanas y no en San Miguel, pero ¿Por qué dejó su San Miguel querido? 

Fue que cuando se sentía mal de salud y se hablaba de un posible cáncer al esófago, fue llevado a Chulucanas, por su hija, que residía allí, lugar del domicilio de su esposo, quien había llegado de cálidas tierras, a prestar servicio en la dependencia policial de San Miguel de Pallaques y, más tarde, se casara con Aurelita. Los pallaquinos diríamos: el destino así lo quiso. Para nuestro bien, en su lecho de dolor, estaban representando a San Miguel los médicos Doris Abanto y su esposo Pedro Ángeles, que le procuraron tratamiento adecuado y rápidos trámites documentarios en el Hospital.

La canción “Ven a mi casa esta navidad”, ¿Habrá sido, acaso, una de las canciones más entonadas en nochebuena; y cuántas mesas se habrán acompañado de una silla vacía o reposando en ella una guitarra como teniendo a Bobachón en la cena y la ulterior tertulia?

Cómo recordamos que de tiempo en tiempo, Bobachón, iba a visitarlos; y a su retorno nos traía de “agrado” la rica y nutritiva algarrobina; -Pa´que preparen sus tragos, decía. A sus amigas las llamaba con el mayor de los cariños “mis joyitas”; mil joyitas tenía y que hoy lamentan su partida.

Para el texto que sigue, tomo como base las referencias que aparecieron en las redes sociales y en el blog de Juan Paredes Azañero (
Cajamarca-Sucesos.com (CaSu) y los comentarios boca a boca de amigos.

Víctor Hugo Alvítez Moncada, el Pisadiablo, en su Facebook colocó esta frase de impacto tremendo: “BENJAMÍN MALCA HERNÁNDEZ ha muerto. ¡Eternamente Benjamín!!! , y Luis Sánchez, acotó: Adiós hermano Benjamín, el trovador sanmiguelino, el arte de nuestro pueblo está de luto, vivirás eternamente en quienes te admiramos y compartimos momentos musicales. 

Benjamín Malca Hernández, conocido amicalmente como Bobachón, nació en San Miguel de Pallaques el 09 de octubre del año de 1932, falleció el 22 de diciembre del 2018 en la ciudad de Chulucanas, capital de la provincia piurana de Morropón. Fueron sus padres don Carmen Malca y doña Rosa Hernández.

Benjamín, estudió educación primaria en el Centro Escolar de San Miguel, que luego tomó el nombre de Escuela Pre-vocacional N° 73 y que en la Reforma Educativa de Velazco tomó el nombre de I.E. 82736 y en la actualidad se denomina I.E.P. Manuel Sánchez Díaz. Fueron sus condiscípulos: Rafael Mestanza de los Ríos, Félix Cubas Barrantes, Julio Quiroz Castañeda, Teófilo Gálvez, Germán Gálvez y César Lingán Malca, entre otros; por esos años estudiaban también, aunque en otras secciones: Alfonso Barrantes Lingán, Antenor Orrego Villacorta, que llegaron a ser alcaldes de la ciudad de Lima, Leonardo Torres, Arístides Barrantes, Galvarino Hernández, Pedro Novoa Rojas (Currito) y otros ilustres sanmiguelinos. Fueron sus profesores don Hernán Mendoza Vásquez, Abdón Sarabia, César Torres, Raymundo Mondoñedo y don Edilberto Apaéstegui Correa. Estaba orgulloso de ellos, presuntuoso decía: –Mis maestros fueron grandes, pedagogos, músicos, artistas, deportistas; y sarcástico decía: -No como los “pichiruchis” de ahora, “sin agraviar lo presente” y remataba su sentencia con sonoras carcajadas. Los estudios secundarios los cursó en el Colegio Juan Manuel Iturregui de Lambayeque.

Pepe Gálvez, nos cuenta que desde niño tuvo afición al canto y que por la década de los cuarenta, con su hermana Bertilita formaron parte del Coro de la Iglesia. Pepe nos da el siguiente testimonio: “…Aquel día de los años 40 había llegado una camioneta con altoparlante incorporado a San Miguel y el dueño de la botica, entusiasta como siempre, sugirió al propagandista de “Mejoral”, la posibilidad de hacer esa noche una trasmisión de lo que él denominó "Radio San Miguel”. Trasmitió noticias y comentó propagandas y al final, mi padre, el dueño de la botica, presentó a un niño al que le llamó su Cantorcito. Ese niño era Benjamín "Sagrado Corazón de Jesús" Malca, al que a partir de ese momento llamarían “Bobachón”. Tenía 12 años, una garganta prodigiosa y un entusiasmo sin límites y desde entonces no ha dejado de cantar…”

“Bobachón” ha cantado por amor, con amor y al amor, “La Lira Sanmiguelina” de "Chimbalcao” y de todos los tiempos ha tenido y tiene en Benjamín su cantante por excelencia; pero él ha conformado dúo, trío y hasta coros, con muchos paisanos y amigos de San Miguel. “Bobachón” no es un cantante a secas, Benjamín es un intérprete de canciones, porque cantar, canta cualquiera; pero interpretar una canción, va más allá de repetir con melodía el tenor de una canción o de un poema.

“Bobachón”, sabe lo que el autor quiso decir cuando compuso la canción. Más de una vez se le han llamado "Catón" por aferrarse en comentar cada verso de una canción, así, por ejemplo, antes de cantar "Jarro Verde" explica: ... El poeta nacional, Felipe Pinglo, en "Pasión y Odio” expresa su rechazo y deseo de "lapidar a la infame mujer", sin embargo, el vate sanmiguelino Nicolás Sarabia, en "Jarro Verde" con todo su dolor, prefiere "que muera mi esperanza o muera yo" librando de toda maldición a la mujer amada. Como esta interpretación muchas otras que hacían de su canto una cátedra y de su música una melodía que llegaban al alma de los escuchas. PPgalvez Chicago, octubre del 2011 

Refiere Pepe Gálvez, que desde los 18 años fue cantante y guitarrista de la Lira Sanmiguelina, orquesta de don Santos Malca (Chimbalcao).

De don Nicolás Sarabia Quiroz, entonaba con unción patriótica “Libertad” (Ruge el león en la jaula por falta de libertad, y el oprimido se exalta al grito de libertad…), en su línea libertaria cantaba también “Libertad” y Jarro Verde, para muchos la mejor interpretación de este hermoso vals es la que hizo Bobachón; de Salomón Díaz Hernández, El Payaso, de don Santos Malca Ramírez (Chimbalcao) Morenita; y San Miguel, Capital de Provincia. 

Tocó y cantó con el Chato Cruzado, con el Maestro Sr. César Armando Romero Tejada, Ángel Medina, El Chato Cruzado, Alfonso Malca Malca, Tirso Linares, Jorge Polar, Homero Reyes, Hugo Pérez Quiroz, Elmer Rodas Cubas y Roger Rodas Cubas. Con Jaime Hernández Herrera (Chocho), Jorge Medina Díaz y Elmer Rodas Malca (Tecito), a Alcides Guerrero (el Gargantita del Folclor), a don Ángel Medina, a Napito, Liborio, con los de la Peña Sanmiguelina, en Lima, los hermanos Huerta y Wálter Polar y Alfonso Malca y su acordeón, Manuel Díaz y Arcelio Sánchez (Soco y Mono).

Julio Soberón y Johny Soberón, con su saxo, a Lucho Super con su charango, a Manuel Cubas “Cubitas” y a Emeldo con sus concertinas, a los músicos de hoy, a los hermanos Rodas Cubas, Jorge Polar, Homero Reyes, Pocho y Yoger, a Mily Soberón, Johnny Soberón, Willy Hernández Ylizarbe, Neyer RG, Reysler Esmelin y Hugo Saúl Pérez Quiroz del “Grupo tradición”, y a Bruno, la promesa de la familia Soberón. Hizo un afiatado dúo con su hijo Rodrigo.

Todos sus amigos recordaremos las anécdotas de mayor impacto personal, como la que hoy refiero: Estábamos gozando de una actividad pro-fiestas patronales San Miguel Arcángel, en Cajamarca, con Bobachón, en el Centro Llapino, que tan gentilmente nos habían cedido nuestros paisanos; los amigos Tirso Linares, Jorge Polar, Eduardo Quiroz y otros. En un momento de embarazoso silencio, por la llegada del inminente culatazo, alguien la rompió con esta intervención: -¡Cómo se ve que te quieren!, le dijo a Bobachón, que en esos momentos despotricaba de los cajamarquinos, de los españoles y por último de cuanto se antojara.

- ¿Por qué me lo dice Usía?, dijo, ahora sí, lisonjero, el Boba, catonazo.

A lo que el interlocutor le dijo:

- Porque a todo el mundo jodes y nadie te saca la mierda.

Boba, sintiéndose aludido, ordenó:

- Un par de cervezas para estos pisadiablos.

En nuestras mocedades, para contento, de Miguel Lingán y el mío, nos cantó “El pueblo unido jamás será vencido” y tarareó La Cuarta Internacional. Pero cuando quería molestarnos cantaba “Cuando salí de Cuba”, la intención era obvia.
Se jactaba de las ilustres amistades que había cultivado: ABL, así decía al nombrar a Alfonsito Barrantes Lingán, Currito Novoa, Telmo Quiroz Castañeda y sus hijos, Armando Cubas Montenegro, Abel Díaz y Fortunato Rojas Caballero. Y los músicos de la generación actual, arriba mencionados.

En los albazos musiqueros, en las retretas matinales y en las retretas nocturnas, en silencio escuchaba las magistrales ejecuciones de las bandas de música visitantes; y como era conocido de muchos de ellos, entablaba amena conversación, la que culminaba con la ejecución de las piezas musicales de su preferencia, que suponíamos las solicitaba.

En noches y madrugadas de guitarreo, previa la explicación de quién era un linyera y dónde quedaba el Don, cantaba, sentido, El camino al Don. Para resaltar el don de gentes de don Nicolás Sarabia, explicaba que jamás ofendió a la mujer, cantó su decepción y dolor que le desgarró el corazón, pero jamás tuvo expresiones que la denigraran como sí las tuvieron Felipe Pinglo y otros criollos, y empezaba “Que triste y que penoso…”;

Boba hacía gala de su vasto conocimiento musical, cantaba a Mercedes Sosa, a Violeta Parra, a Cafrune, a los Charchaleros, a Alicia Maguiña, a Chabuca Granda y “El puente de los suspiros” , a Luis Abanto Morales .., a Martina Portocarrero con “Adiós pueblo de Ayacucho” y la “Flor de Retama”, a Ítalo Arbulú y “La Contamanina”.

Bobachón, entonaba de Pablo Casas, Anita; de Pedro Espinel, las polkas La Campesina y Ojazos Negros; de Eduardo Márquez Talledo, Nube Gris: de Manuel Acosta Ojeda, Madre; de Serafina Quinteras, Muñequita Rota: de Alicia Maguiña, Inocente Amor, Indio, Estampa Limeña; y de Chabuca Granda La Flor de la Canela, Bello Durmiente, Puente de los Suspiros…

Su cultura musical era vasta, en su repertorio estaban Eloísa Angulo, Delia Vallejos, Jesús Vásquez, Teresa Velásquez, Esther Granados, Eva Ayllón, Alicia Maguiña, Lucha Reyes, Edith Barr, Rafael Matallana, Roberto Tello, Los Dávalos, La Limeñita y Ascoy, Las Limeñitas, Los Chamas, Los Romanceros Criollos, Los Embajadores Criollos, Los Morochucos, Los Troveros Criollos con El Rosario de mi Madre, Los Trovadores del Perú, Fiesta Criolla, Los Kipus, Los Hermanos Zeñartu y Oscar Avilés, entre otros. 

Lo mismo entonaba un huayno que una marinera o una cueca, un vals o un pasodoble, o un pasillo y un sanjuanito; del cancionero universal entonaba canciones de Olimpo Cárdenas y Julio Jaramillo con los pasillos “Flores Negras” y “El aguacate”, de Julio Jaramillo, “Nuestro Juramento”; de la música mejicana de Jorge Negrete, Pedro Infante y Javier Solís; del cancionero universal cantaba de Doménico Moduño, Los Beatles y Sergio Murillo. Con el mismo ahínco entonaba canciones de Mercedes Sosa, una pampera o un tango al igual que joropos colombianos
Tocó y cantó con los grandes: Manuelcha Prado, Shalito Villanueva, Daniel Altamirano, …..

Alguna vez dijo: “…quisiera tener más tiempo para cantando agradecer los favores de mis familiares y amigos recibidos, que aún están conmigo y para aquellos que ya iniciaron el viaje sin retorno, elevar preces por su feliz estadía en el cielo; y pedirles perdón por mis ofensas que en mis exabruptos vertiera, como a mi querido Panrra (Mario Romero Correa).

- Cuando le preguntábamos en porqué le nombramos Bobachón, nos refería que les llamaban “Los Catetos”, por ser hijos de don Carmen, y que al cateto mayor le nombraban amicalmente como Bobachón, gordo y buena gente, como sucede en muchos casos, yo heredé el mote. Decía resignado.

Querido Boba, cantaste para los que nacían al amor, llevaste a los altares nupciales, de la mano, a los pretendientes. Ellos, las cantinas, los bares, los auditorios que escucharon tu voz, … por ti, tomando están este trago amargo y a los amigos regalaste momentos inolvidables, recuerdo aquella vez en que la oscuridad de la noche sin luna, cómplice de protestas de amistad, en esos momentos de Boba y los acompañantes, Tirso Linares, Jorge Polar, Raúl Torres que visitamos la tierra de los Kuntur Wasi, entonaste, en la madrugada: “Si a tu puerta he venido…” y Elio Burgos Vargas nos abriera las puertas de su casa en par en par.

Acto seguido, les relato una anécdota que no le gustaba escuchar “La Gradiente”: -Como consecuencia de la cooperación entre el Alcalde Sr. Luis Malca Alvarado y el caserío de Santa Rosa, liderado por el Joven Flavio Mendoza, ciudadano ejemplar en sus gestiones en bien de Ushindú (hoy Santa Rosa), se construyó la trocha carrosable San Miguel-Santa Rosa. Un sábado de un día de sol esplendoroso, algunos empleados del municipio, fueron invitados a visitar Santa Rosa, y a conocer la nueva “carretera”, que en sí era, en su mayor parte el camino de herradura ampliado para permitir el tránsito de vehículos motorizados, por tanto, algunos tramos tenían pendientes muy pronunciadas. Iban, los visitantes, alegres cantando, contando chistes y chascarrillos. Bobachón se lucía con sus lances. De pronto él empezó a quejarse de la carretera. Que es muy estrecha, que cuando llueva será como un jabón, que le faltan cunetas, que tiene mucha gradiente, enfatizando esta última palabra, sí, ¡Mucha gradiente!

Un joven empleado al que llamaban “El Gringo”, le dijo intrigado:

- Don Benja ¿qué es gradiente?

Un silencio en el antes bullicioso y alegre grupo, se sintió como nubarrón que anuncia lluvias; Bobachón no sabía que decir; pero luego de embarazosa espera contestó:

- ¡Gradiente, es gradiente so ignorante!

Ya en Santa Rosa, recibidos con la Banda Típica de Músicos, aún sin mayor de lo que era gradiente, Flavio, el anfitrión les hizo degustar un sabroso picante de cuy, acompañado de chicha de jora. Dijo:

- Don Benja, con gradiente o sin gradiente, bajando o subiendo, pero sí, con un agradecimiento de todos los santarrosinos, “salú”

Alguien, en San Miguel, al verlo siempre con un libro bajo el brazo, dijo que Benjamín era un “sobaco ilustrado”. No le gustó el mote y vehemente dijo: “Que me pregunten, pues, del autor y del libro que ahora va conmigo, su sorpresa sería grande. En verdad Boba tenía vasta cultura. Cuando los estudiantes iban con tareas a consultar él les indicaba el libro y los contenidos que para desarrollar su tema hallarían.

Otra anécdota que si le gustaba referir, cuando de hablar de Llapa y Cochán, a cuyos pobladores guardaba deferente cariño y gratitud, le gustaba referir la anécdota del yasbán parchado: -“Los de la Lira Sanmiguelina, volvíamos de una jornada musical en la Hacienda Udima, en la que habíamos hecho bailar a más no poder, a los Piedra, y a los administradores de la hacienda y a sus familiares y amigos; montábamos briosos caballos, pero nuestras vituallas, agrados, e instrumentos venían en mulas y el yasbán en un manso pollino, el que al atravesar un pequeño arroyo se asustó, tropezó y lastimó un cuero del bombo. –Nos jodimos, dijo Chimbalcao, porque pasado mañana estaremos en Cochán amenizando el cumpleaños del dueño de Santa Aurelia y no habrá tiempo de cambiar el cuero. Don Ángel Medina, desmontó presuroso y se puso a evaluar los daños, luego dijo: -No se preocupe Santitos, llegando a San Miguel lo parchamos con esparadrapo y asunto arreglado. Esto tranquilizó a todos. Así lo hicieron y después de un reconfortante descanso, se dirigieron a Cochán; llegaron por la tarde, a solo unas horas de iniciar los festejos. Antes de la cena de cumpleaños, los anfitriones nos invitaron cuy frito, con ajiaco de papas y cancha paccha. La dueña de casa, entre ceremoniosa y jocosa nos dijo: Coman bien, coman nomá, porque dicen que los curas y los músicos deben de comer bien, para que hagan bien su trabajo.

Luego pasamos a la sala, armamos el yasbán, y empezamos a afinar los instrumentos, en eso se acercó un togado, que de Lima, había venido a congratular al cumpleañero, miró el bombo y al verlo parchado dijo: -¡Me habían hablado muy bien de la Lira Sanmiguelina y vean lo que nos traen, un yasbán parchado!, Santitos muy suelto de huesos dijo: - No se preocupe mi estimado, ya nos escuchará y se deleitará con nuestras melodías, respecto del bombo parchado, le digo que en San Miguel tenemos uno en buen estado, pero éste es con el que tocamos cuando nos contratan en el campo”, tales expresiones hirieron al togao, que lanzó improperios de grueso calibre, la paz y alegría se tornaron en un torbellino que amenazaba tormentas. Santitos se dirigió al cumpleañero y a todos los circunstantes, con fácil palabra y con sincera humildad pidió disculpas y acto seguido, sin esperar respuesta ordenó que toquemos “Sobre las olas”, el limeñito quedó gratamente sorprendido, bailó el valse con la anfitriona y al final en agradecimiento destapó una botella de champaña y brindó con el director de orquesta, según dijo, el mejor director que había visto.

Le gustaba ostentar su apreciación estética, a veces exponía: Como tú, bien lo dices Antonio: San Miguel es el balcón desde el que miro el presente en devenir; es el resquicio donde espejea el pasado y se agolpa, donde mi esperanza no pierde su verdor, aguardando la eclosión de mil corolas. Loar quiero a San Miguel, a los conjuros de añoranzas, donde solloza, profunda, la nostalgia, en un bucólico madrigal evoco los paisajes y vivencias de mi San Miguel Querido. Así es mi querido Bobachón, le dije complacido.

¡Qué solemne se ponía, Bobachón, cuando tocaban el Sonido del Silencio!, ¿Se habrá escuchado en su sepelio, o se escuchará al conmemorar el año en la Iglesia de San Miguel? ¿Nos pondremos solemnes cómo a él le hubiese gustado?

En las redes se ha escrito: 

¡San Miguel, está de duelo!, ¡Paz en su tumba!, ¡Gratitud eterna!
¿Quién acariciará, ahora, tu Falcón, con el cariño que le prodigabas?

Cuando un amigo emprende, el viaje sin retorno, con ligero equipaje, se lleva parte de nosotros. Querido Boba, te has llevado parte de nosotros. ¡Bobachón, cuando se haya diluido la tristeza, y te hayas convertido en grata historia… como artista modélico quedarás!

Antonio Goicochea Cruzado
Cajamarca, 22-01-18

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