SAN MIGUEL:
¡El Fútbol en mis tiempos!
PPgalvez
Chicago,
primavera 2020
Cultural Pisadiablo.-
saluda, felicita y agradece muy de veras a nuestro distinguido amigo y paisano
sanmiguelino José Gálvez (PPGálvez), radicado en Chicago – EE.UU., por su
permanente labor cultural a través de infinidad de artículos, relatos, crónicas,
poesías y otros que refrescan la memoria sanmiguelina en el trajinar de su
historial, cargados de ternura, nostalgia y recónditos sentimientos que profesan
su noble esencia y corazón por la tierra que lo vio nacer.
Instamos a él, u
otros aficionados a continuar develando la rica historia del deporte
sanmiguelino que debe quedar reflejado en un libro para la posteridad, orgullo
y satisfacción nuestros por su larga tradición, lauros y triunfos.
¡He aquí las
bases o cimientos para su construcción!
PPGàlvez
En los años 50’s del siglo pasado en San Miguel de
Cajamarca, nosotros éramos unos niños de entre 7 y 12 años que jugábamos al
Rayuelo, a la Pega, a las Bolitas -con el choloque y con las de vidrio-, a la
Chunga -con las pepas de la chirimoya-, a las Escondidas, al Trompo, al Bolero
y otros juegos más. Íbamos a jugar con carritos en carreteras que hacíamos en
los patios traseros de las casas o a jugar con carretes de hilo en el borde de
la verja del jardín de la plaza de armas del pueblo.
Caminábamos hasta la Loma para volar cometa o
hasta la Curva del Moro para conseguir mito (arcilla) que había cerca del
potrero de don Felpe Hernández, otro día bajábamos al rio para nadar en “la
Olla” o “La Cuna” y muy rara vez en la
piscina (una poza que había detrás de la
planta eléctrica de don Jacob Novoa), otros días salíamos al Campo Deportivo a
jugar “fútbol”, ocasionalmente a “torear” carneros y
algunas veces entramos en alguna chacra para
chupar “viros” (tallos de la planta del maíz).
Pero lo que más nos divertía era jugar al fútbol. Teníamos
una pelota de Jebe de regular tamaño y jugábamos en el patio de la escuela o en
el campo deportivo. No usábamos los arcos de la cancha y sólo tomábamos una
parte del campo, colocando dos piedras o usando nuestras chaquetas para definir
los parantes de los arcos.
Nos encontrábamos en el campo más o menos 10 compañeritos
y allí decidíamos por sorteo quienes conformarían un equipo y quienes el equipo
contrario. Para esto nominábamos a los más grandes para que ellos llamen uno
por uno y alternadamente, a cada uno de los que serían compañeros de equipo,
esa tarde. Cada equipo y por separado definía quien iba al arco y quienes irían
a la defensa y quienes a la delantera.
Como les contaba, teníamos una pelota de jebe. Alguna
vez, sin embargo, nos tocó jugar con el “glorioso” Copocho -la vejiga del chancho-,
lo que resultó tremendamente divertido.
Mi primo Lucho Arias era muy entusiasta, siempre
hablaba de tener un club para competir con los barrios de Zaña, el Panteón o la
Matanza. Pero siempre nos encontrábamos con la barrera de no saber cómo se
organiza un club. Sabíamos que don Virgilio era un gran conocedor de esos
menesteres, pues él era presidente del Club San Lorenzo, secretario de la
alcaldía y -cuando alguien requería la redacción de un documento- sólo tenían
que decirle a quien había que dirigirlo y que querían que dijese el mismo, y don
Virgilio lo redactaba, escribía a máquina y conocía que derrotero debería
seguir para que el documento cumpliera su objetivo.
Fue a través de su hijo Manuel, el Uruguayo, que
le preguntamos a don Virgilio, cuáles eran los documentos que necesitaríamos
para formar el club. El Uruguayo era nuestro compañero de estudios y más
tardamos en hacerle la pregunta que él en traernos la respuesta.
Para formar un club, nos dijo, necesitan hacer una
sesión de fundación, elaborar un acta de sesión y luego hacer los registros
ante la Municipalidad. Y para jugar con otro club se le debía cursar un oficio
adjuntando la nómina de jugadores (titulares y suplentes).
Nos reunimos dos o tres veces en la tienda que mi
mamá nos autorizó a utilizar. Pero en esas ocasiones solo conseguimos
convocar a 5 o 6 amiguitos, por lo que la aventura se vio frustrada y no
pudimos formar el club.
Nuestras conversaciones eran sobre los jugadores locales,
pero mucho más sobre los jugadores del seleccionado nacional. Don Jesús Quiroz,
papá de nuestros amigos Nolo y Juan, era un paciente y ameno amigo de los niños.
Él era sastre y nos hacía los cartapacios de tela
para llevar los cuadernos, las trusas para ir a nadar, las motas para borrar la
pizarra en la escuela y algunas otras cosas más; él nos contaba que había sido
arquero de su club y que por eso era admirador de Teódulo Legario, arquero del Alianza
Lima y las selecciones nacionales. Nos hablaba de Teodoro “Lolo” Fernández, “Manguera”
Villanueva, Alberto Terry, Tito Drago, Vides Mosquera, Juan Seminario,
Valeriano López y Barbadillo, y nos hacía soñar con que
algún día iríamos al Estadio Nacional y veríamos grandes partidos con jugadores
de la talla de aquellos.
Foto 1.- De Izq. a Der. Prados:
Alejandro Cotrina, Juan Antonio Quiroz Caballero, --- Santos Malca Ramírez
“Chimbalcao”, Naranjo. En Cuclillas:
Eulogio Barrantes, Rafael Quiroz Caballero, Celso Quiroz Caballero, --- , “Zorro”
Miguel.
Echado: Próspero Cruzado.
En San Miguel había algunos clubes. Unos vigentes como
el “San Lorenzo” y el “Alianza San Miguel” y otros caducos como el señorial “Unión
Fraternal” y “El Pibe Club”. El “Unión
Fraternal” mantenía su local en la esquina de la Plaza de armas, frente a la actual
Municipalidad Provincial y alguna vez tuvo un equipo de fútbol. “El Pibe club”,
por su parte, fue un club de niños, patrocinado y conducido por don José Manuel
Cubas que por falta de contrincantes no duró más que un año. Otro club fue el “Círculo
Rojo”, fomentado por don Próspero Cruzado que era entusiasta personaje que jugó
al fútbol y abrigaba la esperanza de tener de vuelta al equipo de sus amores.
Jugadores que yo vi
Los sábados por las tardes eran muy animados en el
Campo Deportivo con la participación de jóvenes cuyas edades fluctuaban entre
los 14 y 17 años y provenían de los distintos barrios del pueblo.
Debido al tiempo transcurrido, recuerdo solo a
algunos jugadores de cada equipo. Aquí apelaré a la generosa comprensión de los
lectores y a la buena disposición que tengan para averiguar por cuenta propia
los nombres de quienes sólo pongo el mote y de aquellos que lamentablemente escapan
a mi memoria.
Por el barrio “El Panteón” jugaban: Los hermanos y
primos Pérez, el Boyeyo, Mario Romero, el Pericles, Lucho Quiroz; por el barrio
“Zaña” jugaban: El Sancochao y el Berraco Bardales, Minguito y a veces el
Racacha; por el barrio “La Matanza” jugaban: Cayne Goyda, Pedro Longa, uno de
los Cuyejos, el Joke Adalberto y por el barrio “La Plaza” jugaban: El Mirita,
El Zarelo, El Nachivo, Cholo Lolo, Pepe Sevilla, el Tashela, y otros.
Ese año se jugaba un Campeonato Sudamericano de Fútbol
y los partidos eran de noche. Pocos hogares contaban con un radio receptor y
los que lo teníamos no podíamos usarlo porque lo podíamos malograr “Mamás dixit”.
Encontramos que algunos adultos se reunían en la tienda de don Carlos Reyes,
así que los chiquillos y algunos jóvenes nos sentábamos en la vereda -muy cerca
de la puerta que daba a la calle Dos de Mayo- y allí escuchábamos la eufórica
narración de los partidos que jugaba Perú.
Unos meses más tarde el distrito organizó un
campeonato en el que participaron, San Miguel y los caseríos de Calquis, Santa
Rosa, Chuad y Zaragoza. Los equipos del Centro Escolar, “Alianza San Miguel” y “San
Lorenzo” hicieron un combinado para representar a San Miguel en este evento.
Foto 2.- De Izq. a Der. Parados:
Jorge Farro, Próspero Cruzado, Humberto Arias, Félix Cumpa, Nicolás Malca, José
M. Quiroz, Jorge Alvites, Humberto Huangal.
En cuclillas: Rafael Mestanza y Tomás
Cruzado.
El más destacado de los equipos, aunque no ganó el
campeonato, a mi parecer fue los “Once Amigos” de Calquis. Ellos tenían en la defensa
un jugador que pateaba todos los tiros libres y los penales. Este jugaba
descalzo, como muchos otros, pero tenía una gran potencia en el shot y al
preguntársele por su fortaleza contestó: “¡Es que yo le meto ‘uña cabra’, un
puntazo con el dedo gordo del pie y sale el cañonazo!”
Los jugadores más destacados por entonces eran: el
señor Apaéstegui, “los Papayitas” -Ángel, Augusto y Carlos Cueva-, Carlos Cruzado,
don Virgilio y un gran dribleador que era el señor Manay quien jugaba con una visera
de color verde, misma que utilizaba en su trabajo ya que él era el telegrafista
y jefe de la Oficina de Correos del pueblo.
Tiempo después llegó Jorge Farro “Califali”, sanmiguelino
que había salido a estudiar en Cajamarca y regresaba después de muchos años. Don
Próspero que conocía de su valía, inmediatamente convocó a sus jugadores de
antaño y rearmó el “Círculo Rojo”.
Fuimos a ver un partido que pactó con el “San Lorenzo”
y allí demostró “Califali”, por qué su presencia había dado lugar, a rearmar el
equipo de don Próspero.
Esa tarde el “Califali” hizo de las suyas, tenía
un dribling endiablado y su velocidad lo hacía, el mejor jugador de ese tiempo.
Todos los niños queríamos imitarle y fue la sensación del “Círculo Rojo” y del fútbol
de San Miguel.
La Pelota, los Zapatos y la cancha
En esos tiempos la pelota con que se jugaba era de
cuero con paños cuya unión estaba cocida con cáñamo y tenía una abertura de
cinco centímetros por donde se colocaba un blader
(globo de jebe grueso), con una boquilla que llamábamos pichina. Esta abertura se cerraba con un pasador de cuero, semejante
a los que usamos en los zapatos.
Una vez inflado el blader que estaba dentro de la pelota de cuero, se doblaba la pichina, se amarraba y se empujaba
dentro del cuero y el nudo que se hacía con el pasador que cerraba la abertura
en mención, también se empujaba dentro de la pelota de cuero.
Los zapatos (chimpunes) con los que se jugaba eran
parecidos a los actuales; pero no tenían cocos, sino unos cueros a manera de
puentes que cruzaban la planta del zapato, dos en la parte delantera y uno en
el área del talón.
Foto 3.- De Izq. a Der. Parados: Gonzalo Ascurra, Carlos Cueva, Hernán
Chàvarry, Eduardo Carrasco, Próspero Cruzado, Rolando Serrano, “Negrete”, Antonio
Cueva.
En Cuclillas: Oscar Adrianzèn B.,
Manolo Cubas, Edgar Cueva, Héctor Caballero y Julio Córdova.
La cancha en principio fue diseñada en un terreno
cuyo propietario, don Bartolomé Vera Cubas, donó al distrito allá por los años
30’s. El largo del campo corría de Este a Oeste y pasada la media cancha el
terreno presentaba un plano inclinado de unos 15 grados de elevación, lo que
constituía una seria dificultad para el juego. Con los años se ha hecho la
modificación correspondiente y ahora el largo corre de Norte a Sur, el campo es
plano y al costado se le ha dotado de tribunas.
Todo esto lo conversaba con mi compadre Oscar
Adrianzen y el me ayudaba con nombres de clubes, equipos y jugadores de otros
tiempos, que habían participado en el fútbol de San Miguel.
De esta manera el me alcanzó las fotografías que
adornan este documento y justamente una de ellas es la de los Infantiles del “Círculo
Rojo” (1942) y allí se puede apreciar a mi compadre luciendo la camiseta del
equipo de sus amores.
El fútbol en San Miguel siempre fue apasionante. Había
muchas discusiones, tenía mucha hinchada y en los partidos realizados, siempre
hubo algún conato de pleito, sino algunas trompadas por el calor del momento;
pero calmados los ánimos todo volvía a la normalidad.
Finalmente diremos que el fútbol ha sido el
deporte que siempre estuvo presente en la vida de nuestro pueblo y que junto a
las emociones de tristeza en la derrota o de alegría en el triunfo, nos enseñó
que el trabajo en equipo y la solidaridad, son principios fundamentales para éxito
del grupo, la familia y la sociedad.
No comments:
Post a Comment