Saturday, May 23, 2020

JAÉN DE PUKAMOROS O BRACAMOROS

Melacio Castro Mendoza


 
Quiso la casualidad, o el absurdo, de que, como peruano de orígenes cajamarquinos, primero conociera la ciudad de Jaén de Andalucía, situada a 574 metros de altura, la cual fue romana, árabe (esto último entre 1145 y 1246) y, desde 1246, del reino de Castilla. En la actualidad es parte del Reino de España, El año de 1937 fue bombardeada por la Legión Cóndor, la aviación de la Alemania nazi al servicio del general Francisco Franco Bahamonte, amigo de Adolfoi Hitler.
En julio del año 2019 tuve la suerte de ser invitado por Ulises Gamonal a una lectura de mi libro El hombre de Rupak Tanta, a Jaén de Pukamaros, o Bracamoros, situado en Cajamarca, Perú. Una de mis grandes sorpresas fue saber que Ulises Gamonal Guevara, además de profesor, era el investigador de la cultura regional a la vez que organizador y fundador del Museo de la ciudad. Guiado por él hasta la ciudad de San Ignacio, aprendí mucho sobre la amplitud y diversidad de la cultural peruana.
Su pequeño y, al mismo tiempo, excelente museo, habló, en parte, por sí mismo: los orígenes de Jaén se encuentran en Horizonte Tardío (1.000 y 1.500 años ante de la era cristiana). Jaén, Bagua y San Ignacio, provincias vecinas, albergaban en sus campos grandes asentamnientos humanos de los Awajún y Wampis o Shuar, quienes nos dejaron, pese a la destrucción que les causó el colonialismo español, ricas muestras arquitectónicas y de cerámica. El centro arqueológico de Montegrande, el más importante, es Pre-Chavín. Un cementerio ubicado en Bellavista, llamado El Turuco y otro, el Ingatambo, en Pomahuaca, refirió Ulises Gamonal, sin ser los únicos, son dignos de ver y de estudiar. La falta de recursos económicos es un factor que frena, y a veces imposibilta, esta labor.
La existencia de otros restos arqueológicos situados en los valles de Chamaya, Shumba, Tabaconas, Chinchipe y Utcubamba, tesimonian de la amplitud de la Cultura de los Jíbaros, etnia a la que pertenecían los Huánbucos y Patagones del valle del Chuquimayo o Chinchipe, cuya lengua era la Patagona.
Los incas llamaron al conjunto de aquellos pueblos, los Pukamoros. ¿Por qué? Porque eran gente que se pintaban de rojo o Puka, una costumbre local. Todos junto parecían formar un muro de gente desnuda o cubierta con un vestido corto, un taparrabos, luciendo un rostro rojo, el color ganado de la semilla de achiote. Sus viviendas, agrupadas de entre cinco a diez, eran, unas cerradas con techo de paja, con puerta y, otras, abiertas, debido al calor. Vivían de la agricultura, la caza, la pesca y la apicultura. Sus autoridades se llamaban señores principales.
El capitán Pedro Vergara, hacia 1535, ocupó parte del territorio de los Pakamuros y de los Yahuarsongo. A fines del mismo año, otro capitán español, Juan Porcel De Padilla, intentó someter a los primeros. Quien logró integrar al basto territorio de los Pakamuros y Yahusarsongo a la administración colonial española del Perú, fue el capitaán Diego Palomino. El magistral Museo de Jaén muestra, asimismo, cerámica inca y algo de la chimú y, si no me falla la memoria, tallán.
En la región selvática de Cajamarca, Jaén de Bracamoros es la segunda ciudad más poblada, después de la ciudad de Cajamarca. Sede del Vicariado Apostólico de san Francisco de Javier, un botón de muestra de la influencia actual del catolicismo, su alcalde José Francisco Delgado, a quien no conocía, tuvo la amabilidad de condecorarme con una amedalla de Jaén, por mi novela El Hombre de Rupak Tanta, declarándome Hijo de Jaén de Bracamoros. No solo por esto, sino por ser un peruano identificado con cuanto sea puka, yahursongo o awajun, wampis u otras culturas nuestras, sostengo de que quien quiera conocer la esencia de Jaén, o San Ignacio -entre otros- debe de ascercarse, y ver el Museo. La ciudad de Jaén en sí, dañada por la abundancia de motocicletas, el medio de transporte más común y a la vez que el dañino del medio ambiente, no es tan hermosa. Sus campos, en cambio, son fabulosos.

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