En San Miguel, también sentimos, sufrimos y vivimos el Terremoto del
31 de mayo de 1970. Hoy hace 50 años de tan triste tragedia. Aquí un breve
recuerdo de:
¡MES DE MAYO, RUISEÑOR! / Víctor Hugo Alvìtez “Pisadiablo”
Foto: Hermosa e incólume
ciudad de San Miguel de Pallaques. 1972.
Archivo: Víctor Hugo Alvìtez Moncada.
“Mes de Mayo,
ruiseñor”. Díganle a la viejita Adelaida, antes que retorne a Jangalá, mate los
cuycitos y gallinas pal almuerzo de
mañana 1 de junio, cumpleaños de mi Flaco
Julio –acacau- flaquito él a pesar de
haberlo limpliado, ordenó mi madre: vayan Sara y Antonia ayudar a pelar los
animalitos en la casa nueva de abajo hay bastante agua del caño. Cuando la
experta había levantado su sombrero, arremangando mangas de su blusa turquesa
de cuello amplio redondeado y blondas de encaje blancas; disponía afilar
cuchillos en chungo del batán, se inició un ruido estremecedor y atronador sin
saber de qué se trataba ni qué sería; al frente, el mercado era un alboroto, la
gente gritaba y corría desesperada:¡temblor!, ¡temblor!, ¡temblor!, alertando a
toda la población buscando resguardo de lluvia de tejas desplomadas de techos
por fuerte movimiento y plegarias: ¡Arcángel San Miguel!, ¡Virgencita del
Arco!, ¡Ashuquito! tengan piedad de nosotros. fluyendo cada vez contagiantes en
labios de madres y abuelas. ¡Dónde están nuestros hijos!..., clamaban padres
por doquier. En plaza de armas la gente se había llenado pensando ingresar a
iglesia a elevar plegarias, pero la furia de la naturaleza no paraba; doña
Aurora Malca con su Lucho Bedoya, de
rodillas avanzan al templo implorando al Hacedor ‘calme su ira’. La alta torre
blanca se movía como péndulo suspendido, nosotros lo vimos con el Pichuta estando trepados en una planta
de cinrres que había tras el Teatro
‘Fénix’ cuando recién abrieron la calle nueva: ¡Oy, parece que viene la caterpila!, -me dijo, no ¡es un avión a
chorro!, respondí, entre asustados, cuando doña Guillermina Sánchez desde lo
alto del balcón posterior de nuestro viejo Teatro donde tenía su restaurante,
clamaba desesperada: ¡Dios mío!, ¡temblor!...; entonces comprendimos, nos
aventamos del árbol y tratamos de correr a nuestras casas pero las tejas
seguían cayendo de un lado y otro quedándonos estáticos, esperando pase el
fuerte temblor de aquel aciago 31 de mayo de 1 970 que desde nuestra niñez
guardamos claramente. Ahí estaba mi padre, pálido, asustado, esperando
encontrar a los otros cholitos –mis hermanos menores- que mamá Gloria había
mandado buscar desesperada, felizmente fuimos apareciendo unos tras otros sanos
y salvos, para tranquilidad familiar; los menores estaban jugando pelota tras
la plaza de toros; allí los hemos hallado espantados, sin habla, sin comprender
lo que sucedía. Dizque a don Pedro Pericles
una teja le ha rajao la nariz, ensangrentao lo han llevao a posta médica. Luego escuchamos en radio desalentadoras y
tristes noticias, el terremoto había asolado el departamento de Áncash,
derrumbando parte del Huascarán, sepultando Yungay causando miles de muertes en
toda la región. Desconsolada noticia que siempre recordamos y quedamos grabada
en la memoria. Este año hemos allí juntado, hemos vuelto a celebrar el
cumpleaños del Flaco Tillo con el
recuerdo y nostalgia de aquella mesa repleta y familiares que ya no están con
nosotros, después de muchísimos años milagroso Ashuquito...
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