Sunday, May 31, 2020

En San Miguel, también sentimos, sufrimos y vivimos el Terremoto del 31 de mayo de 1970. Hoy hace 50 años de tan triste tragedia. Aquí un breve recuerdo de: ¡MES DE MAYO, RUISEÑOR! / Víctor Hugo Alvìtez “Pisadiablo”



En San Miguel, también sentimos, sufrimos y vivimos el Terremoto del 31 de mayo de 1970. Hoy hace 50 años de tan triste tragedia. Aquí un breve recuerdo de:

¡MES DE MAYO, RUISEÑOR! / Víctor Hugo Alvìtez “Pisadiablo”

 Foto: Hermosa e incólume ciudad de San Miguel de Pallaques. 1972. 
Archivo: Víctor Hugo Alvìtez Moncada.

“Mes de Mayo, ruiseñor”. Díganle a la viejita Adelaida, antes que retorne a Jangalá, mate los cuycitos y gallinas pal almuerzo de mañana 1 de junio, cumpleaños de mi Flaco Julio –acacau- flaquito él a pesar de haberlo limpliado, ordenó mi madre: vayan Sara y Antonia ayudar a pelar los animalitos en la casa nueva de abajo hay bastante agua del caño. Cuando la experta había levantado su sombrero, arremangando mangas de su blusa turquesa de cuello amplio redondeado y blondas de encaje blancas; disponía afilar cuchillos en chungo del batán, se inició un ruido estremecedor y atronador sin saber de qué se trataba ni qué sería; al frente, el mercado era un alboroto, la gente gritaba y corría desesperada:¡temblor!, ¡temblor!, ¡temblor!, alertando a toda la población buscando resguardo de lluvia de tejas desplomadas de techos por fuerte movimiento y plegarias: ¡Arcángel San Miguel!, ¡Virgencita del Arco!, ¡Ashuquito! tengan piedad de nosotros. fluyendo cada vez contagiantes en labios de madres y abuelas. ¡Dónde están nuestros hijos!..., clamaban padres por doquier. En plaza de armas la gente se había llenado pensando ingresar a iglesia a elevar plegarias, pero la furia de la naturaleza no paraba; doña Aurora Malca con su Lucho Bedoya, de rodillas avanzan al templo implorando al Hacedor ‘calme su ira’. La alta torre blanca se movía como péndulo suspendido, nosotros lo vimos con el Pichuta estando trepados en una planta de cinrres que había tras el Teatro ‘Fénix’ cuando recién abrieron la calle nueva: ¡Oy, parece que viene la caterpila!, -me dijo, no ¡es un avión a chorro!, respondí, entre asustados, cuando doña Guillermina Sánchez desde lo alto del balcón posterior de nuestro viejo Teatro donde tenía su restaurante, clamaba desesperada: ¡Dios mío!, ¡temblor!...; entonces comprendimos, nos aventamos del árbol y tratamos de correr a nuestras casas pero las tejas seguían cayendo de un lado y otro quedándonos estáticos, esperando pase el fuerte temblor de aquel aciago 31 de mayo de 1 970 que desde nuestra niñez guardamos claramente. Ahí estaba mi padre, pálido, asustado, esperando encontrar a los otros cholitos –mis hermanos menores- que mamá Gloria había mandado buscar desesperada, felizmente fuimos apareciendo unos tras otros sanos y salvos, para tranquilidad familiar; los menores estaban jugando pelota tras la plaza de toros; allí los hemos hallado espantados, sin habla, sin comprender lo que sucedía. Dizque a don Pedro Pericles una teja le ha rajao la nariz, ensangrentao lo han llevao a posta médica. Luego escuchamos en radio desalentadoras y tristes noticias, el terremoto había asolado el departamento de Áncash, derrumbando parte del Huascarán, sepultando Yungay causando miles de muertes en toda la región. Desconsolada noticia que siempre recordamos y quedamos grabada en la memoria. Este año hemos allí juntado, hemos vuelto a celebrar el cumpleaños del Flaco Tillo con el recuerdo y nostalgia de aquella mesa repleta y familiares que ya no están con nosotros, después de muchísimos años milagroso Ashuquito...


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