Friday, December 29, 2017

VIRGEN DEL ARCO, CULEBRA CUCHUMAYO Y SAN MIGUEL “PUERTA DEL CIELO” (Leyenda) / Víctor Hugo Alvítez Moncada



Víctor Hugo Alvítez Moncada / “Pisadiablo”

VIRGEN DEL ARCO, CULEBRA CUCHUMAYO Y
SAN MIGUEL “PUERTA DEL CIELO”

(Leyenda) 


Dicen que la quebrada Cuchumayo cuyo nombre en la actualidad ha devenido en un importante y entusiasta barrio sanmiguelino, donde incluso han erigido una capilla para venerar a San Sebastián cada 20 de enero, antiguamente fue un imponente y caudaloso río: Cuchu = al borde o riberas del río y Mayu o mayo = río; formando a su alrededor un atractivo, espléndido y amplio valle lleno de árboles, arbustos, flores multicolores, deliciosos frutos, animales silvestres y alegres aves cantarinas, sacrosanto territorio obsequiado por la mamapacha o madre naturaleza a sus benignos hijos, admiradores y respetuosos del medio ambiente y convivencia pacífica del lugar. 

Mamá Encarnita, contaba cada atardecer ricas historias sobre nuestro pueblo, reunidos a su alrededor, apostada desde su reclinatorio antes de hacernos rezar unos padrenuestros y avemarías frente a un pequeño dosel o vitrina color celeste de madera y vidrio lleno de imágenes y cuadros sagrados, desde su adoratorio de la casa; luego mandarnos a dormir para levantarnos temprano e ir corriendo a la escuela:

“Saben hijitos, antiguamente lo que hoy es nuestro pueblo, era un intenso y tupido bosque poblado de muchos árboles, pastizales y alimañas, puquiales de aguas puras y transparentes que algunos todavía sobreviven o conservan en la parte baja de la ciudad San Miguel de Pallaques, lugar conocido antes como San Juan Puquio y desde donde se expandió la pequeña comarca hacia el lado derecho y parte alta: el panteón, plaza de armas y alrededores, Cuchumayo y Zaña. Hasta la fecha existen estos puquios u ojos de agua en interior de casas de los vecinos Celedonio Cerna, César Barrantes, Jesús Alcántara, Larco Quiroz y otros que sus aguas dulces y cristalinas son utilizadas para preparar la comida y la chicha, especialmente; como consecuencia de filtración de aguas del viejo río Cuchumayo que algunos aseguran podía estar enterrado corriendo sus torrentes debajo la tierra; lo que ha quedado hoy, es solo una pequeña quebrada igual a una culebra, que a veces ni agua tiene, por castigo divino”.

Tan cierto era entonces lo que relataba la abuelita. Por estas características del bosque y agua es que abundaba mucha vegetación y alimañas entre víboras y serpientes. Cierto día muy soleado, como era costumbre de la gente que inició a poblar el lugar, felices de su belleza y encanto natural: una pastora de ovejas cargada y jalando desesperada una vasta prole de hijos menores, andaba lloriqueando desesperada en búsqueda de un cordero extraviado entre la exuberante maleza y vegetación; tal sería su sorpresa, encontrarse cara a cara con una inmensa culebra que plácidamente tomaba agua en un hermoso puquial, exponiendo su largo y ondulado cuerpo de colores lleno de escamas a la luz brillante del astro, causándole tremendo espanto y pavor, quedando casi petrificada y alarmada retrocediendo de miedo y temor con ojos totalmente desorbitados y, -sacando fuerzas y aliento de donde no había-, recordando el sueño que días antes había tenido de ser salvada del peligro por una bella y encantadora señorita; a viva y estrepitosa voz, exclamó:

-         ¡Viiirgeeeennnnn del Arcoooooo!!!... ¡Señoriiiita del Arcooooo!!!

-         ¡Ayúuuudame por favooorrrr!!!

Clamor que fue escuchado a lo largo y ancho del espeso bosque, recibiendo en el acto misteriosamente un milagro divino -cual haz de luz o relámpago fugaz-, haciéndolo reaccionar de su cruel horror. Frente a ella se encontraba suspendida la imagen de la Virgen del Arco, Señorita del Arco o Inmaculada Madre de Dios, mirándola fijamente desde un arco formado por largos y altos sauces y malezas con flores en enredaderas amarillas y violetas; cubriéndola con sus manos en redención, vestida de hermosa túnica blanca y brillante manto azul intenso del mismo color que el cielo sanmiguelino, símbolos de pureza y eternidad, coronada de doce estrellas y una media luna; librándola del mal, protegiendo a sus hijitos al colocarlos a su alrededor cuales angelitos protectores, alegres y juguetones; castigando a la serpiente colocando ese momento a sus pies simbolizando su dominio sobre el pecado e inmediato petrificar su cuerpo convirtiendo el caudaloso río en la actual pequeña quebrada Cuchumayo, reduciendo su fuerza y caudal de agua, desapareciendo para siempre las temidas sabandijas. Imponiéndose tras la sagrada imagen el sol para que la humilde pastora y naciente población sanmiguelina, camine por verdaderos horizontes del bien, la paz y la justicia social, alejados del pecado; humillando también la oscuridad bajando la luna a sus pies.

El hecho sucedió un 29 de diciembre de algún lejano día, quedando grabado en la memoria colectiva de aquella inaugural población que al avanzar los tiempos fueron convirtiendo a la Virgen del Arco o Inmaculada Concepción, en su santa patrona, venerándola y celebrando su fiesta con mucho entusiasmo y devoción el indicado día en señal de agradecimiento, haciéndose muy conocida esta historia incluso en gentes de nuestras vecinas provincias de costa y sierra que muchos llegaban caminando o en bestias de carga con gran esfuerzo a adorarla, rendirle pleitesía e intercambiar sus productos mediante el trueque, resultando después importante feria religiosa y comercial que en los últimos tiempos ha decaído en significación.

Al construirse la iglesia matriz a inicios del siglo XX, la población sanmiguelina participó y colaboró muy entusiasmada, reclamó un espacio especial donde venerar la santa patrona Virgen del Arco, representándola en un hermoso óleo mural en toda su altitud de la parte frontal de nave izquierda del templo que, a pesar del acontecer del tiempo, la multitud es muy devota de ella e impulsa su tradicional festividad con mucha humildad, honda complacencia y emoción.

Antiguos moradores aseguraban “que la Inmaculada estaba identificada como la novia del ‘Cantar de los Cantares’ y que las metáforas bíblicas popularizadas por Letanías de la Virgen de Loreto, aparecían a su alrededor: el sol, la luna, el lirio, el olivo, la rosa; la estrella del mar, el pozo de agua viva, el cedro del Líbano, el jardín cerrado, el espejo sin mancha, la Torre de David, la Ciudad de Dios, la puerta del cielo. Otras características estarían tomadas del Apocalipsis (Cap. 12). La luna, nunca representada llena como en la Crucifixión, sino recortada en forma de creciente evocando la castidad de Diana”.

Gracias a la Santísima Virgen del Arco y tales relevantes y trascendentales acontecimientos, después también devendrían a nuestra ciudad, ser ampliamente conocida en el mundo y querida por sus hijos y pobladores, con la honrosa, majestuosa y espléndida denominación de:

San Miguel “Puerta del Cielo”.

pisadiblo100@hotmail.com
Chimbote, 29 diciembre 2 017.

Procesión de la Santísima Virgen del Arco, mediante una réplica en cuadro al óleo que conserva la Iglesia Matriz de San Miguel. Fotos Pis@diablo.

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