Víctor Hugo Alvítez Moncada / “Pisadiablo”
VIRGEN DEL ARCO, CULEBRA CUCHUMAYO
Y
SAN MIGUEL “PUERTA DEL CIELO”
(Leyenda)
Dicen
que la quebrada Cuchumayo cuyo nombre
en la actualidad ha devenido en un importante y entusiasta barrio sanmiguelino,
donde incluso han erigido una capilla para venerar a San Sebastián cada 20 de
enero, antiguamente fue un imponente y caudaloso río: Cuchu = al borde o riberas del río y Mayu o mayo = río; formando a su alrededor un atractivo,
espléndido y amplio valle lleno de árboles, arbustos, flores multicolores,
deliciosos frutos, animales silvestres y alegres aves cantarinas, sacrosanto
territorio obsequiado por la mamapacha
o madre naturaleza a sus benignos hijos, admiradores y respetuosos del medio
ambiente y convivencia pacífica del lugar.
Mamá
Encarnita, contaba cada atardecer ricas historias sobre nuestro pueblo,
reunidos a su alrededor, apostada desde su reclinatorio antes de hacernos rezar
unos padrenuestros y avemarías frente a un pequeño dosel o vitrina color
celeste de madera y vidrio lleno de imágenes y cuadros sagrados, desde su
adoratorio de la casa; luego mandarnos a dormir para levantarnos temprano e ir
corriendo a la escuela:
“Saben
hijitos, antiguamente lo que hoy es nuestro pueblo, era un intenso y tupido
bosque poblado de muchos árboles, pastizales y alimañas, puquiales de aguas
puras y transparentes que algunos todavía sobreviven o conservan en la parte
baja de la ciudad San Miguel de Pallaques, lugar conocido antes como San Juan
Puquio y desde donde se expandió la pequeña comarca hacia el lado derecho y
parte alta: el panteón, plaza de armas y alrededores, Cuchumayo y Zaña. Hasta la fecha existen estos puquios u ojos de
agua en interior de casas de los vecinos Celedonio Cerna, César Barrantes, Jesús
Alcántara, Larco Quiroz y otros que sus aguas dulces y cristalinas son
utilizadas para preparar la comida y la chicha, especialmente; como
consecuencia de filtración de aguas del viejo río Cuchumayo que algunos aseguran podía estar enterrado corriendo sus
torrentes debajo la tierra; lo que ha quedado hoy, es solo una pequeña quebrada
igual a una culebra, que a veces ni agua tiene, por castigo divino”.
Tan
cierto era entonces lo que relataba la abuelita. Por estas características del
bosque y agua es que abundaba mucha vegetación y alimañas entre víboras y
serpientes. Cierto día muy soleado, como era costumbre de la gente que inició a
poblar el lugar, felices de su belleza y encanto natural: una pastora de ovejas
cargada y jalando desesperada una vasta prole de hijos menores, andaba
lloriqueando desesperada en búsqueda de un cordero extraviado entre la
exuberante maleza y vegetación; tal sería su sorpresa, encontrarse cara a cara
con una inmensa culebra que plácidamente tomaba agua en un hermoso puquial,
exponiendo su largo y ondulado cuerpo de colores lleno de escamas a la luz
brillante del astro, causándole tremendo espanto y pavor, quedando casi
petrificada y alarmada retrocediendo de miedo y temor con ojos totalmente
desorbitados y, -sacando fuerzas y aliento de donde no había-, recordando el
sueño que días antes había tenido de ser salvada del peligro por una bella y
encantadora señorita; a viva y estrepitosa voz, exclamó:
-
¡Viiirgeeeennnnn
del Arcoooooo!!!... ¡Señoriiiita del Arcooooo!!!
-
¡Ayúuuudame
por favooorrrr!!!
Clamor
que fue escuchado a lo largo y ancho del espeso bosque, recibiendo en el acto
misteriosamente un milagro divino -cual haz de luz o relámpago fugaz-,
haciéndolo reaccionar de su cruel horror. Frente a ella se encontraba
suspendida la imagen de la Virgen del Arco, Señorita del Arco o Inmaculada
Madre de Dios, mirándola fijamente desde un arco formado por largos y altos
sauces y malezas con flores en enredaderas amarillas y violetas; cubriéndola
con sus manos en redención, vestida de hermosa túnica blanca y brillante manto
azul intenso del mismo color que el cielo sanmiguelino, símbolos de pureza y
eternidad, coronada de doce estrellas y una media luna; librándola del mal, protegiendo
a sus hijitos al colocarlos a su alrededor cuales angelitos protectores,
alegres y juguetones; castigando a la serpiente colocando ese momento a sus
pies simbolizando su dominio sobre el pecado e inmediato petrificar su
cuerpo convirtiendo el caudaloso río en la actual pequeña quebrada Cuchumayo, reduciendo su fuerza y caudal
de agua, desapareciendo para siempre las temidas sabandijas. Imponiéndose tras
la sagrada imagen el sol para que la humilde pastora y naciente población
sanmiguelina, camine por verdaderos horizontes del bien, la paz y la justicia social,
alejados del pecado; humillando también la oscuridad bajando la luna a sus
pies.
El
hecho sucedió un 29 de diciembre de algún lejano día, quedando grabado en la
memoria colectiva de aquella inaugural población que al avanzar los tiempos
fueron convirtiendo a la Virgen del Arco o Inmaculada Concepción, en su santa
patrona, venerándola y celebrando su fiesta con mucho entusiasmo y devoción el
indicado día en señal de agradecimiento, haciéndose muy conocida esta historia
incluso en gentes de nuestras vecinas provincias de costa y sierra que muchos
llegaban caminando o en bestias de carga con gran esfuerzo a adorarla, rendirle
pleitesía e intercambiar sus productos mediante el trueque, resultando después
importante feria religiosa y comercial que en los últimos tiempos ha decaído en
significación.
Al
construirse la iglesia matriz a inicios del siglo XX, la población sanmiguelina
participó y colaboró muy entusiasmada, reclamó un espacio especial donde
venerar la santa patrona Virgen del Arco, representándola en un hermoso óleo
mural en toda su altitud de la parte frontal de nave izquierda del templo que,
a pesar del acontecer del tiempo, la multitud es muy devota de ella e impulsa
su tradicional festividad con mucha humildad, honda complacencia y emoción.
Antiguos moradores aseguraban “que la Inmaculada
estaba identificada como la novia del ‘Cantar de los Cantares’ y que las
metáforas bíblicas popularizadas por Letanías de la Virgen de Loreto, aparecían
a su alrededor: el sol, la luna, el lirio, el olivo, la rosa; la estrella del
mar, el pozo de agua viva, el cedro del Líbano, el jardín cerrado, el espejo
sin mancha, la Torre de David, la Ciudad de Dios, la puerta del cielo. Otras
características estarían tomadas del Apocalipsis (Cap. 12). La luna, nunca
representada llena como en la Crucifixión, sino recortada en forma de creciente
evocando la castidad de Diana”.
Gracias a la Santísima Virgen del Arco y tales
relevantes y trascendentales acontecimientos, después también devendrían a
nuestra ciudad, ser ampliamente conocida en el mundo y querida por sus hijos y
pobladores, con la honrosa, majestuosa y espléndida denominación de:
San Miguel “Puerta del Cielo”.
pisadiblo100@hotmail.com
Chimbote, 29 diciembre 2 017.
Procesión de la Santísima Virgen del Arco, mediante una réplica en cuadro al óleo que conserva la Iglesia Matriz de San Miguel. Fotos Pis@diablo.
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