Tuesday, November 15, 2016

XVIII. UN VIAJE A TONGORO / Luis Flores Mostacero (Tembladera). 4° Encuentro de Escritores y Artistas Sanmiguelinos




XVIII. 4° Encuentro de Escritores y Artistas Sanmiguelinos "FORTUNATO ROJAS CABALLERO - JUAN MENDOZA ROJAS DEL PERU" - ¡Reviviendo el Teatro!
03 al 06 de Nov. 2016. 

UN VIAJE A TONGORO

Luis Flores Mostacero (Tembladera)

 

En el 4º Encuentro de Escritores San miguelinos, después de visitar la IE “Ricardo Palma” del distrito de Calquis, los escritores que habíamos ido aquella mañana, el Prof. Mario Francisco Alvitez Moncada, junto con el alcalde Juan Rodas Cueva; entre risas y canciones disfrutamos un suculento almuerzo de camaradería, de parte de la autoridad edil.

Luego de tan grato compartir el Prof. Mario Francisco Alvitez Moncada nos invitó a todos los que tuviéramos la voluntad de acompañarlo a Tongoro, mi espíritu aventurero se vio incitado por tan tentadora proposición, sin pensarlo dos veces estaba decido a participar de tan singular reunión, fui inmensamente afortunado, porque en dicha comitiva estaban lo mejor de las personalidades, entre ellos Daniel Altamirano Olano, José Chumacero Lozano, y la excelente Teniente alcalde del Distrito de San Gregorio.

La tarde avanzaba bajo un cielo nublado que, por momentos amenazaba con llover, en el lado superior de la Plaza de armas esperábamos la hora de partir a Tongoro, ese desconocido lugar para los escritores y muy conocido para los sanmiguelinos; cuando ya todos estábamos listos, el Profesor nos dijo que lo siguiéramos, llegamos a las agencias de transporte y no había vehículos disponibles, por suerte un amigo del Prof. Nos ofreció llevarnos, y embarcados en su confortable automóvil, en pocos minutos abandonábamos la ciudad de los pisa diablos.

Vuelta tras vuelta descendíamos, con la inquietud de conocer aquel misterioso lugar, del cual nos habían referido la existencia de un cocodrilo gigante, llegamos a Sunuden, luego la Mihsca, un trecho más abajo, en un recodo de la carretera el Profesor muy contento exclamó llegamos, bajamos los pasajeros y la movilidad emprendió su retorno…

La exótica belleza del paisaje serrano era inminente, una quebrada labrada en una muy inclinada ladera rocosa, mostraba sus accidentadas caídas, por donde el agua cristalina se deslizaba bullente hacia abajo en busca del río Puclush o río de los pisa diablos, al frente una enorme piedra de apariencia redondeada, le daba una singular apariencia al paisaje, un tanto más lejana se observaba un capricho de la naturaleza, una loma rocosa cuyo perfil tenía la apariencia de la cabeza de un cocodrilo, y fue precisamente esta figura la que inspirara a Mario Francisco Alvitez Moncada, para que escribiera su leyenda “El Cocodrilo Gigante de Tongoro”.

Pulgoso, Burro y otro amigo que no me presentaron, nos saludaban desde lejos, era tanta su amabilidad que en contados minutos bajaron hasta la quebrada y como si esto fuera poco llegaron hasta donde estábamos para darnos la bienvenida, desde ahí nos acompañaron en nuestro descenso hasta la quebrada, nuestra pequeña comitiva atravesó un rústico puente hecho de troncos de árboles, quizás de eucaliptos por su pronunciado tamaño, en aquel lugar nos encontramos con el Sr. Juan Quiroz Alcántara, quien nos saludó muy cortés después de las presentaciones de estilo que hiciera el Prof. Mario.

A pocos metros del puente a la vera del camino, casi a orillas de la quebrada se encontraban en construcción dos pozos, los que según nos informaron servirían para la cría de truchas, por un camino no muy accesible llegamos a una pequeña catarata donde el agua perezosa se dejaba caer, mostrando un hermoso velo blanco, para luego descansar en una calmada poza; de la cual posteriormente todos los habitantes de ese pintoresco lugar nos confirmarían que, cuando hay abundancia de agua caen dos velos y en muchas veces se forman arcos iris, dando una belleza única a aquella escondida catarata.

Pulgoso, Burro y su otro compañero no se alejaban para nada, siempre estaban pendientes de nosotros, juntos con ellos seguimos, guiados por don Juan Quiróz, el camino ascendía accidentado entre la más variada flora, entre las cuales podíamos apreciar plátanos, berenjenas, pepinos, yerba luisa… con un poco de esfuerzo llegamos hasta la pequeña casita construida en la cima de la roca redonda que hace poco habíamos divisado desde la otra banda, a manera de un balcón servía para observar el hermoso paisaje de una parte de la cuenca del Puclush y la carretera Chilete – San Miguel que atravesaba a media falda aquellos desconocidos cerros.

Con toda amabilidad don Juan Quiróz nos había hecho pasar al interior de su cabaña, luego para sellar nuestra amistad sacó una gran botella de macerado con el cual brindamos, bebimos unas cuantas cervezas, mientras que las bromas, los chistes, y las canciones amenizaban la tarde, parecía una alegre reunión de niños, que quizás nunca dejamos de serlo, con ese gran espíritu jovial que todos mostrábamos, fue una experiencia inolvidable, posteriormente la señora Marta Poma, esposa de don Juan, muy amable nos atendió con una suculenta infusión de hinojo (Foeniculum vulgare), acompañada de abundantes tajadas de queso, yuca frita, pan de las ofrendas preparadas para el día de los difuntos, to ello fue una exótica delicia para nuestro paladar.

Contradictoriamente, cuando la tarde se iba, nosotros regresábamos, cuando la noche llegaba, nosotros abandonábamos Tongoro, entre la penumbra de un día que lentamente moría, entre la variada vegetación descendíamos hacia la quebrada que en horas atrás nos habíamos divertido tomando fotografías, sin detenernos cruzamos el rústico puente, ascendimos por la falda hasta llegar a la carretera donde esperamos el carro que nos retornaría hasta San Miguel.










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