CAPULÍ, VALLEJO Y
SU TIERRA
Construcción y
forja de la utopía andina
2016 AÑO
CONSTRUCCIÓN DE
CONCIENCIA
Y CONCRECIÓN DE
SOLUCIONES
8 DE NOVIEMBRE
DÍA MUNDIAL DEL URBANISMO
FOLIOS DE
LA UTOPÍA
BALCONES DE LAS
CASAS
Danilo Sánchez
Lihón
1. Que fue y
no fue
Desde aquí uno al subir se
apiada de los techos torcidos y ladeados con tejas donde el musgo extiende sus
flores de liquen. Techos con tejas viejas renovadas por el líquido límpido de
las lluvias sorpresivas.
Techos por cuyas canaletas se
desliza el agua rezongona de las tempestades. Techos por cuyos resquicios, que
dejan las tejas cuando se juntan, sube el humo azul de alguna fritura, o de
algún sancochado que se cuece, o de algún cereal que se tuesta en la sumisa
callana.
Desde aquí se divisan los
huertos de higos y manzanas, de membrillos, retamas y limoncillos. Y las matas
de cedrón y yerbaluisa en las orillas.
El olor penetrante a hierba
buena y toronjil. Y el rosal en botón al final del sendero.
Desde aquí el rasgueo de la
guitarra y la voz de un huayno o de un triste, o yaraví con fuga de tondero.
O la serenata donde se
rememora a la mujer amada y distante.
2. Las flores que
vendrán
Desde aquí una lágrima de un
amor furtivo y aun así sin límites.
Desde aquí la flor del alelí morada
y blanca, recordando un amor que fue y no fue.
Desde aquí, al amanecer, se
encienden los matices rosas, lilas y azules en los picos de las nieves eternas
de la Cordillera Blanca que esplende en la lejanía.
Y enredados en los balaustres
los capullos de las flores que con su hálito hacen imperecedero este día.
¡Ah, balcones de nuestros
pueblos andinos! No se podría comprender la vida sin ellos. Sin mirarla
fijamente a la vida misma desde arriba.
¡Balcones para mirar que la
vida es amplia e infinita! Que sin ellos hasta no encontraríamos a la vida, en
ningún otro sitio, si primero no la reconociéramos desde sus antepechos
estupefactos. Porque ella se hunde y es solo desde lo alto que se la coge núbil
y desprevenida.
3. Ocultar una
lágrima
Con uno o más maceteros donde
hay clavelinas, azucenas y geranios; viejos y mustios, eso sí; pero al fin
expresiones de encanto, gracia y ternura.
Hasta donde se sale para lucir
o desajar el traje con que iremos a una fiesta o a un entierro.
O desde donde se mira pasar
una comparsa, una procesión o una banda de músicos. Miradores para ver y desde
donde mirar cómo la vida y la muerte se urden.
Que se han torcido por la
quejumbre de las serenatas. Y las penas de quienes se recuestan en ellos; o
bien porque añoran días pasados o les inquietan los días futuros.
Balcones hasta donde uno sale
para ahogar un suspiro u ocultar una lágrima.
Razón para que expresemos el
siguiente MANIFIESTO O COMUNICADO:
4. ¿Qué mano ingrata?
No destruyamos los balcones,
sean corridos con barandilla, sean los de antepecho con balaustres torneados.
Sean las simples ventanas que
apenas es un vano, pero donde el anhelo para que entre la luz o para expandir
hacia afuera la mirada, pervive.
No lo destruyamos. Dejémoslos
así. Son vigías o guardianes de nuestros sueños más acrisolados.
No los matemos, no los
desterremos de nuestras casas ni de nuestras vidas.
Porque: ¿Cómo ya mirar el
mundo sin ellos? ¿Y la vida, existiría sino se la fija mirando desde esos
sitios?
Ni cómo tender la mirada a lo
eterno.
5. Se borró el
paisaje
En mi pueblo, Santiago de
Chuco, se están construyendo ahora unas casas cuadradas que están reemplazando
a las viejas casonas de largos y hondos ventanales.
Desde el segundo piso ya
invaden la calle con una saliente de un metro y que no dejan lugar a los
balcones, sino a ventanas planas y enrejadas.
He preguntado por qué. E
indagado qué mano ingrata las confecciona así.
Y me han dicho, que es un
maestro albañil que ha venido de Casmiche, en la costa, y que ha traído un
plano que ahora todos copian y remedan.
¿Qué es eso? ¿Y se puede
actuar de manera impune?
Para colmo, tiene un solo
plano y con ese, casa que le dicen que edifique, la hace de ladrillo, que pide
de Trujillo.
6. Y. ¿el
paisaje?
Terminadas las paredes y
columnas del primer piso tiende el techo hacia el segundo con las tablas que se
prolongan un metro hacia fuera de la calle, desde donde se alzan las paredes
del segundo nivel.
¡Adiós balcones! ¿Cómo y dónde
ponerlos en esas paredes que son como cubos o cajas en los almacenes?
O como los contenedores de las
aduanas enfilados y uniformes unos tras otros, y que los camiones transportan
indiferentes.
¿Desde dónde contemplar ya el
pasado, el presente y el futuro? ¿Y el paisaje? Se borró con esas perspectivas
despiadadas.
Así se está dañando la
fisonomía de un pueblo hermoso por el de una barriada precaria de una ciudad
marginal costera.
7.
¿Qué hacer?
Y me digo desconsolado:
¿Hacia dónde saldrá ahora la
andina y dulce Rita, de junco y capulí? Escena que ocurre en un segundo piso de
nuestras casas ensimismadas, cuando César Vallejo escribe:
Ha de estarse a la
puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: “Qué
frío hay... Jesús!”
Y si el techo es además de calamina,
¡como ahora se consiente que se ponga! Y, ¿cómo será posible recitar entonces?
y llorará en las tejas un
pájaro salvaje.
Por eso, ¡Señor Alcalde
Provincial, ¿qué hacer?
¡hay hermanos, muchísimo qué
hacer!
FotosArte Pis@diablo: SAN MIGUEL DE PALLAQUES.
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