Víctor Hugo Alvítez Moncada
EL GUERRERO PAYACQUES
Y EL VIEJO ÑIULÁN
(Leyenda)
III Encuentro de Escritores y Artistas Sanmiguelinos
“OCTAVIO LINGÁN CELIS –
CÉSAR ARMANDO ROMERO TEJADA”
San Miguel, 16,
17, 18 y 19 de Julio. 2015
Colección: SAN MIGUEL
Primera edición: Julio 2 015
1000 Ejemplares
N° 1 “El Apolo XII en San Miguel”. 2 013
N° 2 “¡Si San Miguel es Provincia…, Llapa será República!”. 2014
N° 3 “El guerrero Payacques y el viejo Ñiulán”. Leyenda. 2015
Víctor Hugo Alvitez Moncada
© Víctor Hugo Alvítez Moncada
© Pis@diablo Ediciones
Jr. Demetrio
Quiroz-Malca N° 489. San Miguel – Cajamarca
pisadiablo100@hotmail.com
Jr.
Constitución N° 101 – El Progreso. Chimbote –Ancash – Perú. Cel: 943 076316
#943 076316
Diseño de
carátula e interiores: “Torelo”.
Hecho en Perú / Printed in Perú
A la memoria de mi hermano:
OSCAR AGUSTÍN ALVÍTEZ MONCADA
A mis amigos:
Ana María Quiroz Rojas y
Carlos Hernán QuIroz Serrano,
Porque nuestros sueños intactos de infancia
anidan altos eucaliptos de aquella
quebrada escondida Cuchumayo,
rodar de ovillos de colores en La Cantora
y sempiterno gotear del Uliques.
EL GUERRERO PAYACQUES
Y EL VIEJO ÑIULÁN
(Leyenda)
Historias añejas perdidas en el lienzo del tiempo
aseguran que PAYACQUES fue un valiente guerrero, hijo del Río Payac, nacido en
sus tormentosas aguas un año en el que el despiadado invierno llenó su profundo
cauce irrumpiendo en sementeras y sembrados arrasando árboles de raíz,
animales, lodo y todo lo que halló a su paso. Cuentan que en su recorrido, las
aguas, piedras, chungos y remanentes, estallaban como truenos por donde se
deslizaban hasta alcanzar el mar, asustando habitantes quienes imploraban cese
su furia y sosiegue su ira. Todo el cielo y su territorio permaneció nublado y
con lluvias imparables durante varios días y noches.
Los terrenos quedaron totalmente inundados y
maltrechos no habiendo lugar donde PAYACQUES siga cultivando y cosechando para
su sobrevivencia. Hecho que lo animó a tomar distancia de su padre Payac y a
emprender su propio destino, tomando así la decisión de enrumbar otros caminos
hasta encontrar tierras fértiles donde pueda asentarse, fundar y liderar nuevos
señoríos y formar su prole.
Caminos tortuosos apresuraban el nuevo destino del
fornido y joven guerrero. Las lluvias no
cesaban y relámpagos caían junto a sus fuertes ojotas. Indomable, presuroso,
alentado de trecho en trecho por canto de avecillas silvestres y suave rumor de
riachuelos y quebradas, adelantaba PAYACQUES decidido enfrentar la vida con
tesón y modestia, demostrando a posibles adversarios su habilidad en la
agricultura, caza y pesca. A su paso, árboles cargados alcanzaban sus frutos al
convencido aventurero: berenjenas, capulí, lanches, moras, pushgais, mote mote,
viros, cansabocas, pai pai, poro poro y shawindos; y desde orillas de charcos y
cercos iluminaban su vista flores silvestres de mil colores, aromas y encantos
presagiando expectante esplendor, lejos, muy lejos del dominio de su
progenitor.
Luego de varios días de andanza, PAYACQUES divisó a
gran distancia un hombre recio, alto de cuerpo, sentado a la vera del camino
cubierto de poncho hasta las orejas, sombrero grande envejecido y remojado por
fuertes tormentas; melancólico, taciturno,
chacchando coca con carrillos abultados por el bolo. Al verlo inofensivo,
sin temor alguno, saludó muy reverente estrechando su diestra y presentándose
como el guerrero PAYACQUES, hijo del vecino PAYAC; a lo que el fornido hombre
irguióse de pie, tiró fuerte el pocho sobre su hombro izquierdo, levantó
sombrero a la pedrada y fijando bien la vista de ojos azules, agrietando más el
rostro, despejando larga y cana barba; respondió con firmeza apretando la mano
del iluso e incógnito visitante:
-
¡Bienvenido joven, buen hombre y altivo guerrero
PAYACQUES!, ahora sé de tus orígenes, nobleza y hazañas, de tu blando corazón y
coraje. Soy el viejo y solitario ÑIULÁN. postrado aquí por muchos siglos,
cuidando mis sementeras, tesoros y riquezas y a punto de doblar el espinazo y
entregar los huesos a la Pachamama. Aquí resistiendo avatares e inclemencias
del tiempo y la vida, aguardando tal vez un día -como hoy- germine de la tierra
un hombre valiente, enérgico como vos para poblar este paraíso y bello solar
que mis mayores me legaron a su paso. Yo…, siendo tan viejo, siempre anhelé
incrementar con mi sangre la comarca que este momento ofrendo a tus pies, y en
mérito a tu nombre y dignidad, a partir de hoy, serás el nuevo dueño y cacique;
y desde ahora se denominará PAYACQUES, porque estoy seguro podrás defenderlo
hasta con tu propia sangre, designación que ordenaré a mis entonces sucesores:
el Viento, el Trueno, el Rayo, recorran los ríos, lagos y quebradas, infinitos caminos y todos los confines de
este universo, nombrándolo así: ¡PAYACQUES! Al final, hijo guerrero: tu nombre,
mi nombre; nuestra raza, imbatibles; aquí, asentados por siempre.
-
Gracias Tayta Ñiulán, te prometo ante nuestros
poderosos apus, ser tu apasionado descendiente y adepto; juntos haremos
florecer esta incomparable comarca, produciendo la tierra y poblando con nuestra estirpe laboriosa, honesta e imperecedera.
Elegiré una hermosa mujer que me acompañará y procrearemos nuestros hijos; tus
nobles nietos y soldados que asegurarán tu
descendencia y grandeza de tan majestuoso y próspero territorio.
***
-
Dime…, Tayta Ñiulán…, hazme saber…, con urgencia:
¿Quién es aquella mujer tendida al frente, vestida de verde, dormida dulcemente
y a quién tan atento miras?, ¿tú la postraste allí, por siempre?
-
¡Sí hijo…, Payacques!... Ella es mi ensueño e
idolatrada doncella nombrada LA BANDA, ella cuidó y vivió conmigo muchos
siglos, prodigándome humana descendencia… Duerme eternamente resguardada de
apacible naturaleza e inmensidad azul de este lar. Con ella existimos aquí toda
una larga vida, defendiendo y cosechando
ingentes dispensas; enseñando a nuestra especie a labrar la tierra, sembrar y
cosechar con amor; a interpretar en constelaciones la bondad del tiempo.
Ella, hacendosa sin igual, primera
laborera de tejidos textiles, orfebre; ilustró a nuestras hijas –a quienes
pronto conocerás- a hilar, tejer, criar animales, hacer collares, cestos, ollas
de barro. Madre de mis sueños y herederos, hoy dignos representantes de esta
incomparable región. Mira en su cabecera: SAYAMUD, prodigándonos sombreros
finos de palma y sus mujeres compañeras: ponchos, polleras o fondos,
cubrecamas, alforjas, fajas, manteles y chales de alto acabado y encumbrado
estilo artístico, inconfundibles. Al lado sus hermanos: ZARAGOZA y NUNDÉN
ávidos en potajes y sembríos; a sus pies, la shulca JANGALÁ o última princesa encargada de proteger tinajas de
oro, puquios y atalaya Cerro Blanco. Más arriba, Illapas apu del Trueno y el
Relámpago, valiente defensor del terruño custodiando aquella vieja fortaleza
del Castillo de Cochán, repleta de tesoros y al degollado Apullayqui jefe de nuestros adversarios que algún lejano día pretendió invadir
esta zona de audaces PAYACQUES, quedando petrificado para siempre mirando el
cielo, pidiendo piedad.
Desde el otro lado, nos avistan el colosal CERRO NEGRO, otro de mis
aguerridos hijos, protector del agua, minerales, flora y fauna del reino
Payacques. EL CAMPANORCO mirando con sus ojos -cual ventanas- vigilando
nuestras reliquias guardadas en profundas aguas de su linda sucesora SANTA ROSA
–cual flor reluciente de su pelo- convertida en pacífica laguna; hermosa y
tierna nieta de aguas turquesa transparentes donde todas las mañanas llega el
Tayta Sol a mirarse y acomodar su cabellera dorada quedando prendado de tan
piadosa y dulce criatura terrenal celosamente amparada por su temido padre,
ningún vecino emprenda aproximar a indagar sus misterios. De aquí concedí una
preciada campana del más fino metal al pueblo convertido en capital del reino
Payacques, instalándola en lo alto de su templo desde donde a cada instante me
recuerda el transcurrir del tiempo y certeza de seguir viviendo con mi
cuantiosa descendencia; por eso, a las doce del mediodía, un patito de igual
ambicionado metal, sale a dar una vuelta por la laguna y desplegar sus alas
doce veces en señal de vida, desapareciendo luego entre olas desde el centro
mismo de las aguas. Algunos colindantes envidiosos intentaron robar la sonora
campana con pretextos y llevarla a sus aldeas, no permitiéndolo nunca y en
castigo fueron enterrados en lo insondable de la cocha desde donde con fuertes
llantos lamentan todas las noches su osadía sin haber alguien que se atreva a
rescatar sus ánimas.
***
PAYACQUES, feliz y agradecido por nobles acciones
del añejo ÑIULÁN, lo veneraba y admiraba cual verdadero padre. Con sus sabias
lecciones inició rozando montes para abrir nuevas chacras, acequias y caminos;
reverdeciendo la fértil extensión, logrando admirables cosechas con su
estrepitosa fuerza y grandioso entusiasmo. Las fuerzas hacían falta para él y
el otrora recio ÑIULÁN atrayendo desde otras comarcas más hombres para trabajar
y en especial mujeres para engendrar y asegurar su coexistencia. El anciano
propone a tan empeñoso retoño visite estancias de toda su jurisdicción de los
hoy florecientes distritos de Niepos, Llapa, San Gregorio, La Florida, Nanchoc,
Calquis, San Silvestre de Cochán, Bolívar, Unión Agua Blanca, El Prado,
Catilluc y Tongod desde donde llegaron mujeres hermosas y esforzados hombres
quienes progresivamente fueron
juntándose, aumentando familias, construyendo
viviendas y recintos sagrados;
labrando la tierra con insistencia hasta convertirla en poderosa
comarca, respetada y admirada por todos sus linderos como es ahora nuestra
actual provincia.
Viendo ÑIULÁN florecer su propiedad como deseaba,
en buenas y mejores manos, el antiquísimo y entusiasta benefactor, una noche,
tendió su poncho para que en sus faldas PAYACQUES se eternice y engrandezca en
el tiempo, congregó a amplia descendencia recomendando seguir esforzándose bajo
órdenes del nuevo sucesor y tras larga conversa su voz fue apagándose suavemente
hasta que suspiró profundamente, feneciendo en el acto el gran señor,
iluminando ese momento el cielo de estrellas y luceros y desde esa fecha
aciaga, en última muestra y señal de poderío y grandeza, reverberaron y
vigorizaron campos donde hasta hoy pervivimos agradecidos de su inmenso
ejemplo, nobleza y altruismo, valor y bondad que emulamos perennemente.
Por otro lado, su contemporáneo y bullanguero
PAYAC, entristecido, desfalleciente, sin descendencia, sin fuerzas y abandonado
a su suerte; sin noticia de su único heredero y menos conocer sus proezas y
felices aventuras de PAYACQUES quien huyó por su maldad sin retorno; agonizaba
lentamente en lecho moribundo de su otrora enloquecido andar y potestad, hasta
verse envuelto en las profundidades de un gigante remolino de lodo, como él
antes lanzaba, oscureciendo el día y desapareciendo para siempre.
***
Cierto día, en nuestro reino aparecieron unos
desconocidos barbudos facinerosos, montados a caballo, desorientados y armados,
indagando el camino a Cassamarca, dizqué. Comunicado del hecho, PAYACQUES con
un grupo de hombres adiestrados salió al encuentro de los invasores, quienes
asustados solamente atinaron a decir que estaban de pasada y descansando en tan
bello paraje, sin delatar en absoluto avanzada tras avarienta captura y
posterior muerte de Tayta Atahualpa, sabiendo tal vez que aquí iban a depositar
sus huesos y falsas ilusiones. Rindiéndonos honores, halagos y venias;
apostados pensativos veinte días rogando a su patrono Arcángel San Miguel, el
que nos heredaron, haciéndolo nuestro; rogándole proteja en tal vil aventura.
Estos forajidos, sorprendidos, al tratar con un nativo y consultar que hacía
cuando escogía o seleccionaba semillas;
respondió estar pallaqueando, designando así al territorio desde
entonces como SAN MIGUEL DE PAYACQUES, en respeto al valiente guerrero y
laboriosidad de su gente; fugando despavoridos de esta quebrada del Poclux por
el viejo camino de San Pablo, atarantándonos con disparos, causando desastres
en sembríos, queriendo estropear nuestra raza, nuestra sangre, nuestra heredad
y dignidad.
Cuando desde la fila los divisábamos, solamente quedaba
alta nube de polvareda por su
desesperado y alocado huir.
Sobre
la leyenda Payacques (Pallaques) el buscador:
Empecemos por señalar que el concepto Leyenda viene de la
palabra latina ‘legenda’ que significa ‘lo que debe ser leído’ y esta sería mi
sugerencia.
Víctor Hugo Alvitez autor de la leyenda Payacques, incorpora
en su relato creencias, datos e ideas con los que de una u otra forma los
sanmiguelinos pensamos nuestros orígenes. Incluye explicaciones míticas
que ya habitaban nuestro imaginario y nos dice cómo ve nuestra relación con la
naturaleza.
Payacques el héroe de la leyenda, emprende su propio destino, empujado
por la naturaleza
inestable de su padre el río Payac, a veces amenazante y arrasador.
Alentado por la fuerza de sus sueños en el futuro,
decide buscar tierra fértil y habitable. No se rinde ante las
dificultades, es atraído por la naturaleza silvestre que calma su hambre y sus
ansias.
Su ruta lo contacta con el viejo Ñiuilan,
presencia imponente que personifica a nuestro Apu principal. Y ese encuentro
representa el fin del ‘Arcángel andino’ o viejo Ñiluilan y el comienzo de la
era de PAYACQUES.
El rio Payac y el Apu Ñiuilan, la Banda y otros
elementos de la naturaleza, están asociados a la vida y a la muerte y son
personificados por la leyenda.
El Ñiuilan es guía mítico del héroe sucesor,
Payacques.
Hijos e hijas de la hermosa y apacible Banda, que
en un pasado mítico fue esposa del Ñiuilan nombran lugares de nuestra
provincia, habitados por gente laboriosa en los campos, experta en tejidos y
otras artes.
Una nueva era de nuestra historia tiene lugar con
la conquista española y el Arcángel San Miguel es testimonio de ello.
El nombre de SAN MIGUEL DE PAYACQUES o Pallaques,
hace honor al Arcángel, al héroe buscador de tierra fértil y a
sus laboriosos hijos buscadores de semillas, actividad conocida como
pallaquear.
Ana María Quiroz Rojas
Víctor Hugo Alvítez Moncada / “Pisadiablo”. San Miguel (Cajamarca), 23
de setiembre de 1957. Gestor Cultural por la Pontificia Universidad Católica
del Perú. Trabaja en Universidad Nacional del Santa (UNS) - Chimbote. Fue
estudiante de Agronomía en Universidad Nacional de Cajamarca. Estudió primaria
y secundaria en su tierra natal
Autor de
los poemarios: Huesos musicales,
Confesiones de un pelícano e inventario de palmeras, y Árbol era esa mujer. Fundador de las Revista de Cultura: Bellamar y Puerto de Oro. Con ocasión
de las Bodas de Oro del Colegio San Miguel compuso una marinera ejecutada
actualmente por las bandas de músicos “Perú, Armonía y Clase” – Trujillo y
“Filarmónica Star de Otuzco” – La Libertad. Difunde páginas virtuales en
blogspost y facebooks sobre San Miguel. Ha participado en encuentros culturales
en Lima, Cajamarca, Trujillo, Arequipa, Tacna, Tingo María, San Martin. Ancash.
Ha
merecido medallas y reconocimiento de Municipalidad Provincial de San Miguel,
Universidade Grendal Do Brasil (UniGrendal) 2013; “Inca Atahualpa” máxima
distinción del Gobierno Regional Cajamarca, 2011; “Kuntur Wasi” del Instituto
Nacional Cultura – Cajamarca, entre otros en mérito a su contribución a la
cultura regional y nacional.
En
preparación: SAN MIGUEL: Historia, Cultura y Sociedad. Tomo I: Cuentos y tradiciones de nuestra Provincia,
Tomo II: Crónicas de Pis@diablo, otros.
Vicepresidente
Asociación Provincial de Escritores de San Miguel (APESAM) institución con la
que han impulsado tres encuentros de escritores y artistas consecutivos a favor
de la Educación y Cultura sanmiguelina; ex directivo Asociación de Escritores y
Poetas de Ancash (AEPA). Ha creado y dirige el Centro de Documentación Regional
Ancash dentro del Tambo Cultural Ancashino, en Tambo Real Antiguo – Santa –
Ancash.
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