UNA HISTORIA OLVIDADA:
EL VIEJO PUEBLO ‘SAN MIGUEL DE CATAMUCHE’ EN CAJAMARCA
(Segunda parte)
José
H. Rodríguez Villa
Artículo presentado en el XI Congreso Nacional de Geografía, “Geografía, Desarrollo y Sostenibilidad Territorial: enfoques, políticas
y estrategias”, Cajamarca, del 5 al 7 de
Octubre de 2015.
III.
EL DOCUMENTO
En el
Archivo Regional de Cajamarca se halla un documento sumamente interesante para
la historia antigua de la ciudad de San Miguel de Pallaques, a través del
cual podemos acercarnos a su devenir
como población hispana a finales del siglo XVI. Se trata del Expediente
contenido en el Legajo 73, Protocolos Notariales, correspondiente al escribano
Martín Pérez de Aguirre, para los años 1601 – 1609. Es un documento de cuatro
folios (8 páginas) y atañe a una
escritura de venta de tierras firmada en
la entonces Villa de Cajamarca el 20 de setiembre de 1606 ante el escribano
indicado, el mismo que servía en el pueblo de Huamachuco pero que
frecuentemente se trasladaba desde aquí a otros lugares del corregimiento para
atender la demanda de formalización de documentos de compra-venta, poderes,
contratos, etc.
La
escritura que indicamos fue otorgada por cuatro caciques y principales del
pueblo de San Miguel: Don Cristóbal Supaicaca, Don Cristóbal Chuquichanchas,
Don Bernabé Chuquixaxa y Don Alonso Chumpi a favor del encomendero de Cajamarca
Alonso Sánchez de Sotomayor, quién a la sazón ocupaba unas tierras del pueblo
con fines de criar ganado. En realidad esta escritura se hace con el fin de
formalizar un documento anterior hecho en la localidad de San Miguel en febrero
de 1605, no ante escribano público sino ante el gobernador del pueblo y tres
testigos, entre ellos el cura Fray Francisco de Paz. Mediante este escrito el
gobernador Juan Payaque y los caciques y principales Cristóbal Rupay, Alonso
Chumbe, Cristóbal Chuquichanchas, Antonio Chancha, Alonso Caxtanta, Cristóbal
Chuquisaguar, Lorenzo Lachos, Miguel Cajinsan y Sancho Quispe, ceden en donación a favor de
Sánchez Sotomayor los terrenos donde éste ya tenía establecida una estancia de
ganado, pero sin precisar ni la delimitación ni la extensión de las mismas,
solamente indicando que se llaman Catamux y se hallan ubicadas junto al viejo
pueblo de San Miguel.
La tal
donación se justifica, en palabras de los caciques, porque el español es un
buen vecino y tanto su presencia como su ganado no causan perjuicios a los
indios y, además, las dichas tierras están apartadas del área de chacras de los
pobladores, se encuentran desocupadas y no son provechosas para la vida y
economía del pueblo.
En
compensación el encomendero entrega a
los indios 50 patacones o pesos de a ocho reales como una suerte de ayuda para
que los mismos puedan completar el pago por la hechura de dos imágenes
destinadas a la iglesia del pueblo de San Miguel; una de ellas es un crucifijo
y la otra una virgen. Hay que acotar aquí el hecho de que si por ese tiempo aún
se están habilitando imágenes para el templo, indicaría que la población era en
ese momento relativamente reciente; situación que favorece nuestra
argumentación de la existencia de otro pueblo de San Miguel anterior al actual.
La
escritura de 1606 hecha en Villa de Cajamarca incluye en su contenido el
documento del año anterior, pero ya no habla de donación sino de venta de las
tierras por el precio de 50 patacones, que corresponden a su justiprecio. Por
otra parte, en el documento de San Miguel se tiene bastante cuidado de precisar
la ausencia total de conflicto o daños entre el
encomendero y los
indios señalando más
bien el contento
y satisfacción de los
naturales, tanto por la paga recibida como por la compañía del español. Esto y
el hecho de mencionar explícitamente en el escrito al corregidor y el protector
de naturales, deja entrever el interés del encomendero de protegerse ante
posibles reclamos posteriores que
podrían anular su
propiedad, teniendo en
cuenta que por
entonces las leyes coloniales prohibían la venta de las
tierras de la comunidad4 y trataban de
limitar la adquisición de propiedades de los indios por parte de los españoles, como una forma de
protegerlos ante posibles despojos disfrazados.
Por el
tenor de la escritura también se colige que el área de tierras que se traspasan
a don Alonso Sánchez de Sotomayor tenía una extensión considerable, pues, tanto
en el texto principal, como en una anotación en parte ilegible y ubicada al
margen de uno de los folios, se puede leer, además de algunos de los nombres de
los caciques, que el área del traspaso no sólo comprendía las tierras de
Catamuch, sino de otros dos sitios más que son Gualanga y Amaxcisbon, ubicados
seguramente en contigüidad.
En la
indicada nota también
la ortografía de
Catamux ha sido
reemplazada por Catamuche,
topónimo actual que nombra al área y población ubicadas al pie del caserío de Chuad, yendo hacia La Comunidad, a
pocos kilómetros hacia el oeste de la ciudad de San Miguel. Esta información
resulta importante porque coincide con en el nombre de San Miguel de Catamuche
que aparece registrado en la Visita de 1571 -15725 y que designaba al antiguo pueblo de San Miguel
que es al que seguramente se refieren los indígenas cuando señalan al “viejo
pueblo de San Miguel”.
IV.
EL ANTIGUO PUEBLO SAN MIGUEL DE CATAMUCHE Y LA VISITA DE 1571 – 1572 A CAJAMARCA
Las visitas
eran empadronamientos de la población
de las distintas
provincias del virreinato
motivadas por la necesidad de la administración colonial de conocer el número
de habitantes, sobre todo de adultos en capacidad de tributar, así como los
recursos y bienes que poseía cada provincia, para determinar la carga
tributaria que debía imponerse a la población indígena.
La
visita se realizaba pueblo por pueblo. En cada uno se convocaba a la población
por orden: cada grupo social o pachaca por separado, y en cada grupo las
personas separadas por edad en un orden riguroso: tributarios de 20 a 50 años
(incluyendo a su mujer e hijos menores), viejos más de 50, viudas y viejas, y
huérfanos.
Estas
visitas comenzaron a aplicarse en el virreinato peruano a inicios de la
colonia. Para el caso de Cajamarca la segunda
que se dispuso por orden expresa de Francisco Pizarro fue la del año de
1540 a cargo de Cristóbal de Barrientos6. La tercera tiene lugar entre 1571 –
1572 / 1578 y es realizada por Diego Velásquez de Acuña, a petición del virrey
Toledo7.
Esta se
enmarca dentro del pleito surgido entre los dos principales encomenderos de Cajamarca
de la época: Melchor Verdugo y Gaspar Holguín por el control del territorio de
las huarangas que comprendía por ese entonces la provincia de Cajamarca.
Inicialmente Verdugo recibió de Pizarro, en compensación a los servicios
prestados en la conquista de la región, las siete huarangas: Bambamarca,
Pomamarca, Chondal, Caxamarca, Guzmango, Chuquimango y
Mitimaes; espacio que
comprendía a la
llegada de los
españoles el llamado Reino de
Guzmango. En 1540, dentro de las reformas emprendidas por el virrey Vaca de
Castro, las grandes encomiendas se reducen y redistribuyen, entre ellas la
original de Melchor Verdugo a quien se le quita las parcialidades de Pomamarca,
Bambamarca y Chondal, entregándolas primero a Hernando de Alvarado luego a Diego
de Urbina y finalmente a García
Holguín; situación que
genera un conflicto de
larga data porque Verdugo apeló
la provisión y reclamó por sus derechos mermados8. Muertos Verdugo y Holguín el
pleito fue seguido por sus viudas. Por eso la visita de 1571 es un censo
realizado a las siete huarangas cuya población estaba distribuida en 43
pueblos. Treinta y nueve de ellos se visitan hasta 1572 y los cuatro restantes
en 1578. En todos se busca obtener información que permita determinar el número
de tributarios y el volumen de rentas que recibía cada encomienda.
El
informe sobre la visita a Cajamarca de 1571 – 1572 forma parte del expediente
de este pleito y muestra que la misma tenía un propósito diferente y es previa
a la posterior Visita General que se organiza a la región por disposición del
virrey Toledo entre 1572- 1574. Este documento es muy valioso porque da cuenta
de dos aspectos importantes de la historia cajamarquina. Primero la relación de
los 43 pueblos distribuidos en el ámbito de las siete huarangas y sus
respectivas pachacas, muchos de ellos conservando aún parte de los nombres
originales que precedieron a su formación española. Segundo, la forma de la
organización socio-política particular que caracterizó a las poblaciones del
norte peruano previo a la llegada de los españoles y que, según algunos
autores, provenía de antes de los incas. Esto es, la distribución en huarangas
y pachacas.
El
concepto de ayllu como referente de la organización socio-política no se
aplicaba por igual en todo el Tawantinsuyo9. En la zona norte las unidades
sociopolíticas se articularon a través de las pachacas y huarangas, como
principios organizativos de los grupos étnicos. Para el caso de Cajamarca,
documentos del siglo XVI emplean el término de pachaca que sería el equivalente
de ayllu. Esta nomenclatura que precedió a la conquista española fue
incorporada y respetada en la nueva demarcación étnico-territorial en que se
organizó el territorio al formarse el Corregimiento de Cajamarca.
Cada
huaranga tenía un área más o menos concreta o definida de ocupación – y por
tanto jurisdicción – vinculada
sobre todo al
acceso de tierras
de cultivo. Por
su parte, las pachacas integrantes de una huaranga, se
distribuían en el territorio de esa jurisdicción y estaban integradas por un
conjunto variable de familias emparentadas entre sí y que se reconocían como
descendientes de un grupo étnico común. El gobierno de cada huaranga estaba a
cargo de un Curaca o Cacique, mientras que el Principal era la autoridad en una
pachaca. Por ello, en cada pueblo, podría haber varios Principales,
representantes de las respectivas pachacas que lo conformaban.
En el
momento de la visita de 1571 – 1572 el entonces repartimiento o provincia de
Cajamarca comprendía, como ya señalamos, siete huarangas, 52 pachacas y 43
pueblos. De estas huarangas, la segunda en número de habitantes era la de
Chondal después de la de Guzmango que
era la principal.
Chondal se localizaba
en el ámbito
de la actual provincia de San Miguel de Pallaques,
alrededor del distrito de Niepos. Tenía distribuidos sus pobladores en 20
pueblos, de los cuales los más importantes eran San Bartolomé de Tacabamba, San
Juan de Pingomarca, San Andrés Llapa, San Rafael de Niepos, San Miguel de
Catamuche y San Matías de Payán. En cada pueblo, a su vez, se podía encontrar pobladores
pertenecientes a varias huarangas y pachachas.
La
visita tuvo lugar en el pueblo San Miguel de Catamuche los días 22 al 24 de
noviembre de 1571. Luego del respectivo censo se encontró la siguiente
distribución de pobladores.
Cuadro Nº 1. Población
por guarangas y pachacas residente en el pueblo San Miguel de Catamuche, 1571.
Pueblo
|
Huaranga
|
Pachaca
|
Población
|
San Miguel de Catamuche
|
Chondal
|
Payaca
Nyepos
Pingomarca
Polloques
|
226
213
163
168
|
|
Guzmango
|
Chalchadan
Xaxaden
|
003
009
|
|
Mitimaes
|
Cañaris
|
004
|
TOTAL
|
03
|
07
|
786
|
Fuente: Rostworoswski y Remy, op. cit.
Elaboración del autor.
En
ese entonces gobernaba la huaranga de Chondal el Curaca Sancho Tantachanon y el
pueblo de San
Miguel estaba a
cargo de cuatro
Principales: Sancho Tantachanon10 (pachaca Pingomarca),
Francisco Tantacaxaxas (Nyepos),
Martín Guacchapayco (Polloques) y
Gómez Chuquichanchas (Payaca), que representaban a las etnias más importantes
del pueblo.
Posteriormente, a
partir de 1578,
los funcionarios coloniales disponen
cambios en la estructura de poder de los corregimientos
como un intento de tener mayor control sobre la
población indígena, con autoridades
que estén más
vinculadas a la
administración colonial que a la organización indígena tradicional. Así,
junto a los principales de pachaca y el curaca, en cada pueblo se estableció
que hubiera un gobernador y se constituyó un Cabildo indígena tomando como
modelo el Cabildo español, con sus correspondientes Alcaldes y Regidores. Los
gobernadores, a su vez, frecuentemente eran curacas de una huaranga, su cargo
tenía carácter vitalicio y asumía como jurisdicción el ámbito dentro de los
límites del pueblo.
Por
esta razón, en el caso del documento formulado en febrero de 1605 en San Miguel
de Pallaques y al que hacemos referencia al inicio de este artículo, se encuentra que lo suscriben a nombre de la
comunidad el gobernador Juan Payaque más nueve indios principales, algunos de
los cuales seguramente ostentaban a su vez títulos de cacique y representaban a
sus respectivas pachacas.
Hasta
aquí el lector ya estará prevenido de nuestra intención de afirmar, en base a
toda la información reunida, que el pueblo (actualmente ciudad) de San Miguel
de Pallaques tiene un antecedente previo en otro pueblo de nombre similar pero
que se ubicó en un lugar diferente, aunque cercano a su actual emplazamiento,
como veremos más adelante.
---
4
Vergara O.; 1991.
5
Rostworowski, M. y Remy, P.; 1992.
6
Espinosa Soriano, 1986, Pag. 343
7
Rostworoswski y Remy, op. cit. Pág. 44
8
Rostworoswski y Remy, op. cit. Pág. 43
9
Rostworoswski y Remy, op. cit. Pág. 72.
10
En la organización política – administrativa de Cajamarca, generalmente el
Principal de una de las pachacas mayoritarias ocupaba a su vez el cargo de
Curaca de la huaranga.
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