Hoy (18 de marzo) tuve un penoso amanecer, muy temprano me enteré el
fallecimiento de una persona muy querida de mi familia Arístides Barrantes
Malca, Arístides fue mi profesor en el recordado centro educativo N0. 73 de San
Miguel de Cajamarca, más tarde ya radicados en Chiclayo cultivamos una gran
amistad, viajamos mucho juntos con nuestras esposas a diferentes lugares,
incluso al extranjero, fue un excelente padre de familia, profesor y un mejor
amigo y pido a todos los que lo conocieron elevar nuestras oraciones para que
finalmente alcance la paz eterna.
DON ARÍSTIDES BARRANTES
Por Antonio Goicochea Cruzado
Con el corazón estrujado, volvía de Malabrigo, sí, del “puerto de
pescadores, con velas blancas y espuma como flores en las barrancas” como decía
don César Miró, después de dejar en su tumba a mi primo hermano Ernesto Daniel
Goicochea Rojas, para quién, a pedido de los hijos, mis sobrinos, tuve que
decir la oración fúnebre, y en el viaje de retorno me enteré de la muerte del
Profesor don Arístides Barrantes Malca, dos hechos que me hicieron volver a cavilar
sobre la vida y la muerte. Como una vez dijo mi nieta Ivanna Micaela,
-Abuelito, unos mueren, otros nacen, expresión que la completé con la mía: -Y
la vida continúa.
Don Arístides trabajó en la época en que ser profesor titulado, todavía no era común, él lo era. Aquel momento histórico en que las profesoras iban con traje sastre y los profesores de terno y corbata, elegantes. Época en que el estatus económico y social los ubicaba en un sitial preferente, y ellos respondían con una elevada autoestima.
Propia de la didáctica de la época, profesor de física y matemática, era un docente memorioso, parecía que el libro lo tenía en la mente, su memoria era prodigiosa, no llevaba apuntes, pero el desarrollo de la clase, era impecable.
Rubén Romero Méndez y Aurelio Baldor eran sus autores favoritos.
Cuando hablaba de Pitágoras nos hacía sentir que ser matemático era ser también filósofo, que la matemática era el lenguaje que permitía comprender y explicar las cosas del mundo de la manera más universal en todas las épocas –tiempos- y en todos los espacios –lugares- , refería que dos más dos son cuatro, aquí, en la China y en la Cochinchina, que así ayer, hoy y en el futuro.
Don Arístides, era director de la Escuela Pre-vocacional de Varones de San Miguel de Pallaques, cuando cursé mis estudios primarios y mi profesor de matemática y física en el Colegio Secundario San Miguel.
Pajaritos, que era el trato cariñoso para nosotros, al explicarnos la implicancia que el conocimiento de la palanca en la vida, nos refirió que Arquímedes, aquel filósofo y matemático griego decía
-“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, y se solazaba explicando
el punto de apoyo, el brazo de potencia y el brazo de resistencia. Cuando nos
enseñaba fuerza y vectores, nos decía:
- Pajaritos, imaginen que se tiene que jalar una cosa pesada y se
tiene dos sogas y Víctor jala de una y Manuel Jesús jala de la otra, separados
por una distancia de tres metros uno del otro, el esfuerzo de los dos hace que
la cosa se mueva en dirección mediada, pero no es sólo la fuerza de uno sino de
los dos, a eso llamaremos la “resultante”. Así comprendimos lo que son los
vectores. Y sentenciaba: Estudien pajaritos, eso les ayudará en la vida.
Las tonadas de sus alumnos, los pajaritos, ahora están bañados de indescriptible tristeza, con la misma que manifiesto mis condolencias a doña Olga Arias, su esposa e hijos.
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