Homenaje
y gratitud a
JOSÉ MANUEL
CARRASCAL HERRERA
Compadre “Landuchi”
(1
950 – 2 018)
Víctor Hugo Alvítez Moncada /
Crónicas de Pis@diablo.
I.
NACIMIENTO Y FAMILIA
La figura, nobleza e íntegra personalidad de
JOSÉ MANUEL CARRASCAL HERRERA,
conocido y querido por amplia legión de amigos como “Landuchi” o más íntimamente Compadre “Landuchi” y nuevas
generaciones por “Don Manuel” en el
ámbito familiar sanmiguelino, ha quedado asentada y perennizada en nuestra
memoria por sus dotes particulares, entrañables, plena identificación, servicios
a nuestro pueblo, continuidad y protección a sus añejas vivencias y costumbres.
A aquel hombre sencillo, amical, fraterno, rendimos homenaje con inmensa gratitud
y afecto, considerando que el tiempo ha de convertirlo en novela, ficción o leyenda por su acendrado amor a su origen,
pasión, fe y lealtad sanmiguelina.
José Manuel, nació el 25 de diciembre del
año 1950. Hijo de los señores Julio Carrascal Sánchez y Mercedes Herrera López,
cuya familia estuvo integrada por varios hermanos: Edita Lucía (1946 – 2004),
José Manuel (1950 – 2018), Jorge Gustavo (1952 – 2014), Luis Alberto, Helgar
Abraham, Carmen, Oscar Alejandro, Marco Antonio; y el shulca Edgardo Burgos. Su casa está ubicada en primera cuadra del
ex jirón Miguel Grau, hoy Demetrio Quiroz-Malca, en San Miguel de Cajamarca.
Doña “Mechita” o “Meshuca” madre ejemplar,
lideró el hogar ante temprana desaparición física del padre. Los hermanos Carrascal,
fueron migrando progresivamente a Lima, José Manuel o Landuchi lo había hecho
mucho antes y retornó luego de un tiempo al lar amado y reencuentro con la
familia y su pueblo. Él, fue padre de
Carlos Manuel, César Antonio y Lucía Mavel; también de Jesús Carrascal Serrano,
posteriormente se unió a su digna esposa Flor de María Quiroz Ramos (San
Miguel, 15-04-1945 – Lima, 06-10-1999), con quien llegarían sus nuevos retoños:
Charles Jenrry, Percy Alex, Julio Franz, Jacqueline Mercedes, Joanne Karin y
Karla Manuelita; entusiastas sanmiguelinos amantes del terruño e infinito amor
por sus progenitores.
Inesperadamente, nuestro cortés, entusiasta,
gran amigo y Compadre Landuchi, dejó de existir el 25 de agosto del presente
año, hecho que nos motiva recordarlo con mucho cariño, respeto y gratitud, a
aquel servicial ciudadano que veló por mantener intactas y conservar nuestras
tradiciones. Aquel hombre que con mano franca y atenta supo engrandecer eternas
amistades al acoger fuertemente nuestra diestra y con la otra empuñar nuestra
muñeca en cálidos saludos, reencuentros y bienvenidas. Rendimos nuestro
homenaje recordándolo en sus múltiples facetas y amenas ocurrencias, sanas palomilladas
como todo joven, cualidades personales y aficiones que han de cautivarlo por
siempre: el deporte, religiosidad, carnavales
y otras; destacando su devoción y entrega como Santo Varón en Semana Santa y Guardián
del Arcángel San Miguel en descensos y ascensos a urna del altar mayor y
exponerlo en toda su magnificencia a centenares de devotos y jornadas
procesionales; su gran espíritu sanmiguelino como Policía Municipal al vivar
con entrañable fuerza y solemnidad el nombre de nuestra ciudad y provincia en
actos cívicos e izamiento de banderas cada domingo u otros acontecimientos e
históricos sucesos.
II. EL RETORNO AL LAR
Un setiembre lejano al finalizar la década
’60 o inicios del ’70 pasados, cuando la fiesta patronal iniciaba en honor al
Arcángel San Miguel “Príncipe de las milicias celestiales” o simplemente el
“Colorao” o “Pisadiablo”, en nuestra pequeña comarca, bella y hospitalaria ciudad
San Miguel, José Manuel había reaparecido
procedente de la capital, como muchos sanmiguelinos: joven veinteañero,
inquieto, de larga cabellera o melena y extravagante vestimenta al puro estilo
de la moda hippie, siempre sencillo,
ameno, sonriente, conversador, entusiasta, inspirando confianza y amistad a los
cuatro vientos y despertando mucha curiosidad entre la muchachada de aquel
tiempo; todos sus hermanos eran nuestros amigos, entonces no podía ser un
desconocido, se trataba del hermano mayor de los Carrascal Herrera. Sin duda,
nuestro paisano -su rostro lo develaba- retornaba solamente por fiesta patronal,
sin imaginar que el destino le concedería el privilegio permanecer hasta el
final de su existencia.
Entonces San Miguel, estaba muy lejos y
aislado del progreso, contaba con estrechas
y peligrosas vías carrozables y se viajaba horas interminables en
camiones a Chepén o Cajamarca, incipiente luz eléctrica, sus calles aun
empedradas con acequias cantarinas al centro de ellas, sus grandes casas de
adobe de dos plantas con techos de tejas carmín a dos aguas y balcones de
antepecho resplandecían paredes blanquecinas por uso del “caliche” contrastando
bellamente con campiña soleada inmensamente verde desbordante de fragancia y
cielo azul encendido por donde remontaba a los cuatro puntos cardinales nuestra
blanca y bendita torre contando horas y sonoros repiques de campanas atesorando
el tiempo en la reminiscencia, mutuo respeto y eterna amistad. Aquellos días se
aperturaba la Calle Nueva para que San Miguel crezca al sur cual rabiza de
cometa; en el campo deportivo “San Pedro” tronaba un viejo tractor “El terror
de las peñas” ampliando y nivelando transversalmente el hoy estadio del mismo
nombre. El deporte, las serenatas, el júbilo y fraternidad persistían latentes
en mentes y sanos corazones.
Sin duda, los años ’60, el movimiento hippie había transformado la
personalidad de José Manuel, surgía esa cultura extendiéndose
por todo el mundo, Estados Unidos fue afectado por la guerra de Vietnam generando
gran influencia sobre generación de jóvenes especialmente en su forma de vestir,
uso de largas melenas y ropas llamativas de colores intensos, cintas de pelo,
parches eslóganes reivindicativos y otros complementos hechos a mano; amantes
de la naturaleza y la libertad, de la música rock y pop; expresando sus
protestas e inconformidad con el mundo. Nuestro entrañable coterráneo José Manuel vestido a dicha usanza,
impuso la moda en San Miguel: pelo largo, pantalones acampanados o “palazos con
fuelle” a media cintura en tela de colchón a rayas rojas y azules con un sin
número de bolsillos pequeños con tapas triangulares a lo largo de la pierna,
camisas floreadas de cuellos puntudos confeccionados por el experto maestro “Chito” Hernández; cinturones anchos de
grandes hebillas, más zapatos “macarios” de taco alto. Inmediato sus más
conspicuos seguidores: Jorge “Pichuta”,
Juan Llique, Alberto Moncada, el “Pastilla”;
Tito Pérez con su inmensa y bullanguera grabadora doble parlante a pilas al
hombro y otros, aparecían los domingos y fiestas tirando “pana”, luciéndose
“catones” y “barriendo” las calles con sus charcos de agua y todo con tan
vueludos pantalones.
III.
SOBRE APODO DEL EXPERTO BAILARÍN
José Manuel establecido en la ciudad,
inició a recorrer calles en busca de algún trabajo, llegando a tropezar con el
lisiado zapatero “Joselito” Malca,
quien le indicó consiga un costal grande en su “Meshuca” y recoja todos los
zapatos viejos del taller para llevarlos a vender al “Gringo” Aníbal que los requería en su “fábrica de incienso” de
Chepén. Obediente como era, cumplió inmediato el encargo y costal repleto al
hombro se dirigía al comerciante indicado, cuando al pasar frente a nuestra iglesia
matriz, era costumbre delante de una de las puertas reunirse a conversar o
chismosear viejos sanmiguelinos siempre atentos a sucesos y acontecimientos del
día, juzga vidas y palomillas a no dudar -un tiempo los llamaron “periodistas”;
al percatarse uno de ellos murmuró fuerte haciéndolo incluso escuchar al
incauto cargador:
—
“Ya
lo jodieron al landoso, ese… carajo…” y todos lo miraron jocosos y rieron al
unísono.
Don “Cojo”
Pancho enterado de la broma por su compinche “Joselito” celebró a grandes carcajadas haciendo un alto a su acostumbrado
juego de cartas “Carga la burra”:
—
“Ah…
landoso pa’ cojudo… Juna p…, Jajajajajayy”…
De ese hecho tal vez, su larga y lacia
cabellera sinónimo de landas, landoso, landaruto u otros epítetos muy usados en
San Miguel, más juvenil apariencia al puro estilo hippie, aspecto desalineado en vestir, amante del deporte, admirador
y emulador de arqueros de la época, devendría el genial apodo o sobrenombre: LANDUCHI, con el que ha de ser conocido
mucho más que por su propio nombre, inclusive fuera de nuestras fronteras. Es
que los apodos, motes o alias, marcan cierta identidad y perduran personas y
familias por siempre en pueblos como el nuestro. Por eso dicen también que los
sanmiguelinos “Pisadiablos” son “buenazos” colocando “chapas” y que todos los
pobladores al menos contamos con una a nuestra medida y semejanza.
Landuchi, a pesar no haberle gustado aquel chasco y
burla, desafiante se mostraba con “Joselito”
y demás cómplices por haberlo “paseado” cargando los zapatos viejos, solamente
impregnaba leve sonrisa bajo sus ralos bigotes cada vez que le hacían recordar
el hecho, comprendiendo tal vez que el amor y alma de su pueblo y gente
sencilla como él, estaban tan presentes y vigentes en la vida cotidiana, sana y
pura que era necesario permanecer y compartir al lado de ellos la vida e
inextinguible evocación, vivencias y recuerdos, decidiendo quedarse a gozar de
ella a sus anchas y plenitud.
Landuchi, fue un inquieto e incansable bailarín en
fiestas sociales, patronales, familiares, carnavales u otros compromisos, deleitando
con los insólitos pop y roncal roll, mostrando cualidades alegres y desenfrenadas,
causando admiración y emoción a propios y extraños: experto tirándose al suelo
simulando hacer planchas, soltando su larga melena o sujeto a una mano girando como
trompo. Muchas damitas aceptaban bailar con él, otras lo dejaban a medio baile
y las demás simplemente lo rechazaban; no entendían o soportaban esos nuevos
ritmos musicales. Una noche al finalizar Semana Santa del año 2010 lo filmé en
todo su esplendor y demostración del bailarín que relucía cada vez, junto a
grupo de amigos y músicos sanmiguelinos, demostrando sus cualidades bailables,
dicho vídeo perpetúa el genio jovial del gran hombre y amigo nuestro Compadre
o compadrito “Landuchi”.
IV.
“LANDUCHI” EL DEPORTISTA
Una de sus grandes virtudes fue sin duda el
deporte. José Manuel, había vuelto a
San Miguel y en una esquina de la plaza de armas frente al viejo Club Unión
Fraternal y tienda de don Carlos Reyes Illescas, rodeado de varios niños se
presentaba el alegre personaje, diciendo ser futbolista a punto de fichar por
Alianza Lima, club de sus pasiones; que mañana sábado vayamos a verlo jugar
fulbito en cancha de Escuela 73 con miembros de la Guardia Civil (hoy Policía
Nacional). La muchachada habíamos colmado graderías para observar y admirar al
nuevo ídolo del fútbol sanmiguelino; en cuanto apareció todos lo aplaudimos y
pasmamos de su extravagante vestimenta; iba y venía con el balón haciendo una
tanda de guachas y cabriolas a adversarios y fácilmente anotando goles desde
cualquier lugar de la cancha que celebrábamos a todo pulmón.
Desde entonces lo veíamos todos los días, acompañado
de un balón de cuero armando equipos y buscando contrincantes, Landuchi, comenzó a destacar e inquietar el
fútbol sanmiguelino. Conocedor del deporte y como buen arquero, trató emular a
los geniales y grandes arqueros del mundo: “La
araña negra” o “La pantera negra”.
ruso y húngaro, respectivamente; o a los conocidos “locos del arco”: Amadeo Carrizo,
Hugo Gatti, Jorge Campos, el “Pato”
Ubaldo Filiol y hasta René Higuita: éstos de largas melenas, vinchas y
extravagantes camisetas; así como ellos intentaba lucir y volar de palo a palo
en reñidas competencias futboleras en fiestas de San Miguel, Llapa, Calquis,
Chuad, Jangalá, Zaragoza, Nundén, etc.; hasta donde lo seguíamos para ver
defender en implacables encuentros las sedas de sus entrañables equipos:
“Manuel Sánchez Díaz”, “Atlético Independiente”, “Alianza San Miguel”,
“Selección San Miguel” u otros que lo contrataban. Alguna vez, lo hemos visto
también dejar “calato” al “Loco Bicho”,
cuando este quiso escapársele por su gran velocidad, Landuchi en veloz
persecución se quedó con la camiseta del hábil puntero izquierdo hecho trizas
entre sus manos.
En Zaragoza en disputado partido fue
fauleado por delantero contrario hecho que lo hizo abandonar el arco. Al
finalizar el encuentro -y repuesto del golpe- se acercó a lavarse a un chorro
de agua donde muy cerca un gordo y provocativo gallo carioco espoloneaba el
lugar; Landuchi desde unos tres o cuatro metros de distancia se lanzó en
espectacular volada sobre el animal quien el preciso instante voló a otro
lugar, quedando el guardameta con las manos vacías y ganas de saborear un
delicioso estofado como estilaba de vez en cuando al retornar de algún implacable
encuentro.
—
Estoy
“piña” -decía. Primero me faulean y después el gallo no se deja “pescar”, carajo.
¿Qué hacer?
Será en plena fiesta del Ashuquito en
Jangalá, cuando acompañaba a su compadre gallero “Cochecito” Aladino. Luego de haber ganado con el ajiseco le
encargó guardarlo en un costalillo y al percatarse que la gente estaba fiesteando,
bailando o entretenida en corrida de toros, las aves andaban sueltas frente a las
casas o el camino; entonces le ocurrió a Landuchi, sacar al fino animal haciéndolo
“topar” con esos apetitosos gallos cariocos de robustos cuerpos, piernones y
grandes crestas, quedando estos golpeados o mal heridos en un santiamén; inmediato
recogía “los heridos” en el costal enrumbando de prisa con un par de animales al
pueblo y contento junto a patota de amigos, mandarlos preparar en famoso Restaurante
“Punto azul” de la “Negra” Socorro -quien
desconocía la procedencia- hasta hacerlos trascender olorosos sabores y jirones
de apetitosas delicias; asentando con buenos cántaros de chicha fuerte de jora preparada
por la “Viejita” Cruz, y así recompensar el día, “el esfuerzo” y largo trajín:
—
¡Salud
Compadre “Cochecito” Aladino! ¡Por
los gallos y el Ashuquito!...
—
¡Salud
Comparrito “Landuchi”! Respondió
Aladino con su curiosa voz… ¡Que vayan a buscar y traer a mi Comparre Grovel Sanjinez y su
guitarra!...
—
¡Salud
Compadre “Rafa” Tello… Por el “Manuel
Sánchez Díaz” y el “Atlético Independiente!...
—
¡Salud
Compadre Alvarito “Chita”! Por su
fiel compañía…
—
¡Salud
por la vida y la amistad, los gallos y el deporte! ¡Salud con todos!...
Insistió “Landuchi”, ya medio chaposo
puesto de pie, dando inicio así al suculento, jugoso y encebollado banquete
acompañado de amplios platos tendidos con papas blancas en rodajas y pocillos de
arcilla con bastante rocoto molido al batán. Esta vez, no era gato “techero”.
—
¡La
“Viejita” Cruz -dice que ya no hay chicha! Alguien reclamó a voz en cuello…
—
¡Carrajo!… Intervino Cochecito Aladino y billete en mano ordenó comprar un balde más del
delicioso licor de los incas -de enfrente- de la Patrona Dominguita. En el acto
su Cholito Genaro, ya estaba de
vuelta pujando con el encargo.
Habiendo colgado los chimpunes y guantes de
arquero, muchas veces ejerció como árbitro de fútbol. Con tal entusiasmo y
experiencia dirigió importantes partidos como aquel en que “Arcángel San Miguel”
debía empatar con “Santa Rosa” de la Policía Nacional, al último minuto Juan “Pato” de un olímpico gol coronó la
disputa final. El árbitro Landuchi, completamente emocionado
dio un salto en el aire celebrando espectacularmente el “Gooollllllll”; los perdedores
se le fueron encima y si no fuese por un alférez o superior de los perdedores
lo linchaban a golpes. U otra vez, cuando algún mal deportista se atrevió echarle
un puñado de tierra a los ojos de pura incapacidad para ganar el partido, Landuchi
soportando el dolor, lo correteó al atrevido varias cuadras desde el estadio
“San Pedro” de San Miguel y si lo alcanzaba de seguro le propinaba su merecido
“premio”.
Como buen deportista, “Landuchi” trató siempre conservar
su aspecto y estado físico, para lo cual instaló un gimnasio de manera artesanalmente,
pero de mucha utilidad. Entonces vivía en casa de la familia Sanjines Ríos con
su esposa Flor e hijos; el patio de tierra apropiado lucía barras paralelas de
varillas de eucalipto, una tabla gruesa de aliso inclinada para abdominales;
pesas de cemento de diferentes tamaños y peso incrustadas con retazos gruesos
de fierro sobrantes en herrerías, entre otros “equipos” que nos facilitaba
gratuitamente; llegábamos a las seis de la mañana a tocar puerta de dormitorio
para alcanzarnos una alfombra gruesa con la que cubríamos la banca de
abdominales; hacíamos ejercicios como nos había enseñado o a nuestra manera, luego
una sola carrera alcanzábamos La Quinta a tomar un buen vaso de leche espumosa
recién ordeñada, si había tiempo bañarse ligeramente en casa y al colegio. Eran
los años ‘73 o ‘74.
El mejor homenaje recibido en vida por José Manuel Carrascal el Compadre
“Landuchi” como deportista, fue precisamente denominar con su nombre al
más importante Campeonato Regional de Fútbol “Arcángel San Miguel” realizado en
setiembre del 2017 durante la fiesta patronal. Orgulloso mostraba los trofeos
que se exhibían en ingreso a la municipalidad, con placas con su nombre y
atracción por su calidad, belleza y tamaños, pidiéndome uno de esos días
fotografiarlo con ellos. Quien hubiese pensado que un año después ya no estaría
con nosotros. Tal vez los jóvenes reivindiquen su nombre y figura con alguna
institución deportiva, social u otra en mérito a sus atributos y calidad
futbolística.
IV. “LANDUCHI”: VIUDA DEL CARNAVAL
José
Manuel Carrascal Herrera, “Landuchi”, es sin duda alguna quien
mejor caracterizó al divertido personaje de “viuda” del carnaval sanmiguelino
durante largos años, especialmente el día del entierro de Ño Carnavalón. Con
disfraz de mujer enteramente negro, alguna vez con minifalda, zapatos viejos de
tacos retorcidos, chale, máscara de señorita, melena suelta y mostrando avanzando
estado de gestación; iba delante del féretro del “difunto esposo, sacavueltero”
lloriqueando y desmayándose estruendosamente una y otra vez con las piernas
levantadas y sacudiéndolas en cada puerta por todas las calles y esquinas, en
especial, resultaba debajo de las muchachas quienes asustadas daban un alarido
de espanto y corrían a ponerse a buen recaudo tras sus madres o meterse en sus
casas, trancar las puertas y subirse al balcón para arrojarle agua.
Un año de aquellos, ingresó a la
tienda de doña Aurora Malca ubicada en plena plaza de armas desde donde miraban
el cortejo fúnebre varias señoritas, desmayándose bajo las piernas de éstas, quienes
aterradas desaparecieron a la estampida tropezándose entre ellas; la dueña de
casa al ver la escena cogió la silla más cercana impregnándole varios golpes
sobre las costillas de tan entremetida, fisgona y quejumbrosa enlutada, hasta
quedar el mueble completamente desarmado e inservible. Santo remedio -decía-
nunca más ingresó en dicha tienda.
V. “LANDUCHI” Y SUS MÚLTIPLES
OCUPACIONES
“Landuchi” era un hombre acomedido. Lo
hemos visto administrar entonces el salón de billar de propiedad del profesor
Melquiades Soto Peralta quien se desempañaba en el Colegio Nacional Mixto “San
Miguel”; funcionaba en esquina del Jr. Simón Bolívar con la calle Sucre (frente
a la casa de Socorro Becerra). Dicen que una noche de aquellas, sus
“compadres”: Chueco Martín y Sebo Javier, prendieron fuego a un hurón
encontrado en rumas de chancaca del terrado
de “mamá” Rosita Barrantes de Bravo, el animal en desesperada huida ingresó al
local del billar escabulléndose entre las piernas y casi incendiando los
acampanados pantalones de boga del entusiasta administrador quien de un tacazo
de billar asustó al desesperado animal puerta afuera; al enterarse que habían
sido sus íntimos amigos dejó de hablarles un tiempo culpándolos haberlo hecho
al propósito.
Después pasó a administrar el local
y billar del Club Unión Fraternal, hasta que tan importante institución sanmiguelina
de bien social y cultural cerró sus puertas para siempre, vísperas de celebrar un
siglo de existencia a mediados de la década ’70. Finalmente sería el billar de
su compadre Sebo Javier el último en
conducir con igual dedicación, cariño y afición. Destacaba también como
billarista y enfrentaba a rivales carambola tras carambola con precisión y
elegancia, quien perdía la mesa pactada a 60 carambolas debía pagar la apuesta y
horas consumidas del juego.
Hombre joven, deportista y fornido
se desempeñó como ayudante en clásicas herrerías tirando comba con el maestro al
compás del sonido del campanario de nuestra iglesia de San Miguel, “aguzando” o
fabricando herramientas de trabajo de labriegos. Debemos agradecer también su noble
afición de “curandero” y bondad hacia los niños, mediante la acostumbrada “limpia
con huevo” para el ojo y “alumbre” para el susto, mal espanto y otros males;
quienes con hijos pequeños han requerido sus eficientes servicios y “buena
mano” de nuestro querido amigo y Compadre “Landuchi”, entenderán su
compromiso y desprendimiento.
Todos los años en fiesta patronal u
otras oportunidades recepcionaba, ayudaba a instalarse y en sus ventas a conocidos
comerciantes de “confites” de Zaña (Lambayeque), grandes amigos suyos a quienes
proveía mesas y demás facilidades para sus deliciosos dátiles, cajetas y otros
dulces de azúcar, manjar blanco y membrillo. Luego recorría con ellos varios
pueblos y fiestas como Chepén por San Sebastián y lugares de la costa. Tenían
mucha confianza y amistad, los cobijaba en tiempos de lluvia en algún lugar
seguro como el Club Unión Fraternal. Una de aquellas fiestas llegó dos morenas
integrantes del clan familiar, pidiéndoles las lleve al baile social, entonces
mi Compadre
“Landuchi”,
me comprometió acompañarlo y emparejamos disfrutando hasta altas horas de la
noche. Me parece haberse llamado Carolina aquella bella y atractiva morenita
quinceañera de espectacular figura y cintura que al bailar boleros sintiera que
mis brazos podrían dar dos vueltas por
la esbeltez de su cuerpo.
Landuchi, inquietado por don Franco
Romero Cruzado se convirtió en su ayudante en confección de altares, carros
alegóricos y capillas ardientes que antiguamente eran muy usadas para
celebraciones de fiestas religiosas en la iglesia y casas familiares, reinados
o velatorio de difuntos; labor que continuó junto al artista Rafael Tello al
fallecer don Franco, por algún tiempo.
Finalmente, ingresó a trabajar en la
Municipalidad Provincial de San Miguel, en calidad de POLICÍA MUNICIPAL, cargo
que desempeñó hasta el final de su vida con mucha responsabilidad, entrega y ejemplar
dedicación.
VI. “LANDUCHI”:
RELIGIOSIDAD, SANTO VARÓN Y GUARDIÁN DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL.
San Miguel, destaca por su larga fe y religiosidad
católica, durante todo el año hay diversas celebraciones a imágenes y santos venerados
dentro de nuestra hermosa Iglesia Matriz, reliquia arquitectónica y monumento
histórico de los sanmiguelinos. Landuchi, imbuido de dicha tradición
se incorporó como Santo Varón, invitado por Franco Romero Cruzado, resultando
ser uno de los más jóvenes de esa época, llegando posteriormente a presidir
dicha Hermandad de la Santa Varonía de San Miguel, la misma cumple especiales
cuidados en cada uno de los actos religiosos de Semana Santa. Él era encargado
de bajar a nuestro Señor de su hornacina y junto a los santo varones cargar el
cuerpo yacente hasta el lugar propicio para su velación y adoración, luego el
Viernes Santo, simular la crucifixión dentro de un ambiente contagiante de
tristeza y recogimiento. En la entrada triunfal del Señor, los Domingos de
Ramos, “Landuchi” era encargado de vestir a la imagen, adornar con
diferentes atuendos la burrita blanca para la procesión y cuidar el recorrido
desde la capilla San Juan frente al cementerio del mismo nombre hasta la
iglesia matriz, colocándolo en lo alto de su altar de mesas sobre mesas de
tamaños de mayor a menor.
Sería también don Marcial Gutiérrrez quien
pediría a “Landuchi” lo reemplace de Guardián del Arcángel San Miguel,
bajándolo y subiéndolo a puro punche desde la altura de su hornacina del altar
mayor para celebración de su fiesta y posteriormente conducir dicho acto mediante
rieles y poleas como hoy en día. Cumplió largos años ejerciendo esta misión y
especialmente el día de procesión, delante del anda orientar el sereno, lento y
acompasado desplazamiento del anda y los cargadores con respectivos descansos
frente a cada una de las instituciones representativas para rendir pleitesía al
santo patrón a través de homenajes y ofrendas florales.
Dicen que algún sacerdote quería expulsarlo
de la iglesia cuando de repente al no ser apoyado de manera equitativa y
sostenida por los otros santo varones al momento de subir para crucificar al
Señor, en su desesperación de vencerle desde lo más alto, lanzó un “carajo” a
sus compañeros en medio del silencio y la solemnidad que el clérigo y
asistentes de primeras filas lograron escucharlo, arrancando ira en el primero
y suave sonrisa en los demás. Sin embargo, su lealtad, identificación y
decidida participación y apoyo en todas estas celebridades pudieron más y
mantenerlo vigente, liderando la congregación y otros actos religiosos hasta el
fin de sus días.
VII. ¡VIVA SAN MIGUEL!... COMPROMISO
Y PLENA IDENTIDAD CON LA TIERRA QUE LO VIO NACER.
Landuchi, en calidad de Policía Municipal, bien
uniformado de azul, fue encargado de conducir los izamientos de banderas todos
los domingos y fechas cívicas en astas monumentales de la plaza de armas de San
Miguel, portando orgulloso nuestra bandera doblada entre sus brazos recogidos y
con paso marcial encabeza delegación de autoridades locales e invitados, hasta
entregar a responsables de hacerlas
flamear en el aire casi hincando el firmamento inmaculado, compitiendo con alta
torre de nuestra iglesia matriz o nubes de paz en trance; previamente solicitar
retirarse las prendas de cabeza o sombreros de palma domingueros, luego hacer
entonar a todos los asistentes las sagradas notas del Himno Nacional e Himno a
San Miguel al compás de la banda musical, inmortalizándolo con un rotundo y
contundente:
Cuyo
eco y aplausos quedan impregnados en lo más alto de mástiles blancos y cumbres
del Nihuilán y el Mutish, rebotando de banda a banda, especialmente en lo más
profundo del corazón y alma de todos los sanmiguelinos y que domingo a domingo
seguirán retumbando el cielo azul y las
fibras sensibles del alma, en recuerdo, amistad y gratitud a José Manuel Carrascal Herrera, señal y
ejemplo de plena identificación y anhelo de desarrollo y progreso del pueblo que
lo vio nacer, con tantas riquezas, potencialidades, esperanzas e ilusiones,
como el soñaba.
Eternamente: ¡JOSÉ MANUEL
CARRASCAL HERRERA!....
Compadre
“Landuchi”… ¡Presente!...
¡VIVA
SAN MIGUEEELLLLL!!!
¡VIVAAAAA!...
Octubre, 2018
Fotos del autor y recogidas en redes sociales.
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