Sunday, October 07, 2018

DUCLEA: IMÁGENES, MEMORIA Y ALEGORÍA POÉTICA de Daniel Cubas Romero / Manuel Mosquera



DUCLEA:
IMÁGENES, MEMORIA Y ALEGORÍA POÉTICA

Por Manuel Mosquera

 

I.- El hombre-artista

Daniel Cubas es un ave rara en la ingeniería peruana, puesto que la formación y praxis de los ingenieros peruanos, se encuentra totalmente divorciada del universo estético y letrado. Más prima en ellos un espíritu positivista, en el cual ciencia y arte se encuentran totalmente apartados. Es un personaje renacentista, en el más cabal de los sentidos, lo cual nos ayuda a explicarnos por qué no se ha encapsulado en su labor de ingeniero, al contrario la desarrolla en plena comunión y de manera dialógica, con la pintura, la narrativa y el universo poético.

Como narrador le debemos a su pluma Sueños de palomas, un texto no solo bien escrito, sobre todo un friso del devenir y la experiencia humana, tanto la del narrador, su familia y los silenciados, aquellos a los cuales la literatura les da lo que la sociedad les niega, voz y sueños.


II.- Eguren pasea por Duclea: Imagen y colorido

La poesía peruana, es un gran océano y este mare nostrum, es alimentado por profundos ríos de metáforas, emociones y actos poéticos. Y, en sus fibras más íntimas existen diversos derroteros, los cuales le ha brindado al quehacer lírico, una profunda mirada sobre el orbe y sus seres. 

Duclea, se adscribe a la tradición poética iniciada en nuestro país por José María Eguren, el cual es uno de los aedas-raíz, en la medida que existe toda una tradición en la poesía peruana adscrita a su sensibilidad, la cual impregna los diferentes recorridos de la lírica nacional.

De ahí que no nos sorprendió, cuando comenzamos a leer Duclea, como quien saborea un pisco elaborado en antiguos alambiques artesanales, se nos apareció el antiguo juglar de Barranco, con sus lápices, acuarelas y cámara fotográfica.
Por eso nos topamos con un trabajo muy fino de la palabra, la cual se transforma en musicalidad, y ambas atan su numen a la imagen, de ahí que los poemas se presentan como cuadros vitales y plenos de simbolismos.

El viento de mi pesar recorrió todo el paraje
Sin encontrarte.
Mi pan ha quedado sobre tu mesa
Un trigo sin cosechar de olvidados campos
Siguen buscando al igual que yo
Los aires frescos de una mañana

Duclea nos presenta un esmerado pulido de la palabra, y esta se amalgama con el imaginario que subyace a la iconografía poética, lo cual nos explica, el por qué llega a tener la voz poética, la particularidad de no ser estática, más bien encontramos que anda, corre, vuela, además la vitalidad que encontramos en ella, vemos que encuentra revestida de hondas significaciones y de esa manera es que se unifica en un haz de luz, el movimiento con lo onírico y el color:

(a)
Mis palabras han corrido jadeantes
por planicies y praderas, por entre bosques
manantiales, por los prados de azucena
exclamando a las orillas de tu cuerpo
que mis noches pasean felices con tus encantos

(b)
En las profundas aguas del océano
Llegué a ser amante de sirenas
Como fábula de romance
Un cetáceo de ensueño me cobijó.

Esta conjunción, va transformando la poética en un campo de recreación, en el que la palabra, es a la vez creación plástica: "La soledad es mi amiga que se sienta cerca al fogón/cuando los leños crujen en los braseros una lágrima/ una palabra olvidada de un poema escondido".

Duclea, es un torrente de imágenes, torrente del sentir, ver, oler y oír; Cristalización de la imagen en metáforas, las cuales nos permiten hacer nuestra la evocación que hace el poeta, y ver su mundo, su niñez y adolescencia. 

La fiesta de mi Pueblo es grande
Con las guirnaldas de rosas
Y dura varios días.
Donde el eco silba la nostalgia
Entre los ramajes de eucaliptos
Y los grillos saben cantarle a la luna.

III.- MEMORIA Y ENSUEÑO

Duclea, es el ardor del poeta por afianzar su identidad, encontrándose con el tiempo pasado, el de su infancia y sus arquetipos, la vida del pueblo y sus cálidos personajes. Es la visión Idílica, de ese bello pueblo cajamarquino, llamado San Miguel de Pallaques, cuna de intelectuales y políticos, como nuestro querido Alfonso Barrantes Lingán. Es ese mundo apacible el que se recrea, con los amores perdidos en la ruta de los años, algunos de estos platónicos y otros extintos. El recuerdo se vuelve ancla e identidad existencial, donde la memoria, es una memoria metafórica, el instante, al igual que la luz, se descompone en vivencias y es en este proceso, que el poeta coge los colores para viajar por el tiempo y pintarlo, transformando el imaginario, en una realidad poética. Son estos recuerdos lo que le brindan al poemario, la fuerza solar de la reminiscencia:

Y veo como corren nuestras sombras
cobijarse al pie del árbol,
para grabar en su tallo
un día más de nuestro gran amor.
Hoy tuve el recuerdo
y no me arrepiento de volverla a soñar,
porque en cada beso que le di
he sentido el palpitar de sus labios.

Existe en este poemario, una relación simbiótica entre la vida y la memoria poética, lo cual en sí, es el fluir de los recuerdos, desde el prisma estético del burilado de la palabra y la imagen. Ambas fluyen de una paleta cromática y no de claroscuros, puesto que Duclea, está exenta de desgarramiento existencial, porque es mucho más fuerte, la poesía como arma para evitar el olvido, y reconstruir un mundo de ensueño, emergiendo del subconsciente, y permite al poeta convertirla en una estrategia destinada a erigir una mirada mágica sobre el pasado y sus personajes, todos ellos tan queridos, lo que trae consigo la construcción de un gran puente que une las ilusiones del pasado y sus representaciones existenciales.

(a)
Por la callecita de Troncio en el atardecer del día
Pasa el alfarero, pasa el lechero arriando su vaca.
Josefina la beata del pueblo se retira con sus pasos cojos
Los detentes del Sagrado Corazón en su pecho
Y un Rosario que refuerce sus plegarias
Los 90 Padrenuestros y 90 Avemarías.

(b)
He vuelto los ojos a una adolescencia mágica,
Edades misericordiosas, donde el crepúsculo
Solía abrazar a las nubes y las estrellas
Para buscar esconderse por el terrado
Cuando la Nieves se alisaba el cabello
Para hacer sus largas trenzas.

Este es un poemario de la esperanza, entendida como la expresión más elevada del amor, donde la existencia personal y colectiva, vence al olvido, al vacío y al dolor que produce la muerte misma. No existe el doloroso morbo producida por las creencias judeocristianas, ante este estado de la existencia, más bien podemos decir, que en Duclea, está presente la forma como la cultura andina, representa el acto de morir, como un acto de ensueño, encuentro y trascendencia metafórica.

En el bello POEMA XVIII, leemos: Ella, como tantos días esperará la tarde que se vaya/ Puesto el sol melancólico y nostálgico/ Porque el crepúsculo va tejiendo oscuridad/ Mi madre calladita guardará para mañana otros rezos/ Y se retirara con su sombra como alfombra blanca/ Camino a la casa nuestra que dejé.//Como tantos días como hoy/ Debería estar cantándome una dulce melodía/ Mi madre está ausente/ Su presencia no la siento, ni el aroma de su voz// ¿Dónde estás madre que no vienes?/ ¿Dónde están tus Avemarías, tu Padrenuestro?/ Mis flores se marchitan y las brisas del olvido/ Se acercan a espantarme.//tal vez está enferma y no hay quien la cuide/ Grítale a los vientos madrecita,/ A la noche soledad que te abrigue/ La cantora de los sueños que acompañe tus sueños/ A la rosa y al jazmín aromaticen los momentos.//Como tantos días como hoy/ La ternura de su voz pude escuchar/ Y comprendí que mamá estaba a mí lado./ La tengo tibiecita y me sonríe/ Ha venido para estar juntos/ Abrazados a la Diosa eternidad./ Solo a los amigos les digo:/ “Recuérdenme cuando pasen por mi lado”/ Amén.

Uno de los grandes aciertos de Duclea, es el humor irreverente, mediante el cual se desgajan las jerarquías y se da vuelta a la simbología cristiana: Cierto día el cura Pedro lo encontró/ En una situación muy temeraria. /Había subido amarrando escaleras/ Donde estaban los ángeles con trompetas/ Que anunciaban el juicio final. // La voz enérgica del clérigo se dejó/ Escuchar en toda la comarca/ Sugiriendo que bajara. / Cuando Agripino descendió, el cura / Quería saber la razón de tal imprudencia / De tremenda insensatez. /Quise decirle espacito al ángel de la trompeta mayor/ “Quién me va a pagar cuando vaya al cielo / O también los trabajos son fiados/ Como los que manda hacer usted curita Pedro.

IV.- LA ALEGORÍA COMO DESPRENDIDO CANTO

En Duclea, hallamos el desenvolvimiento de la alegoría, como desprendido canto, en todo su esplendor; originada por la manera en que las imágenes se acicalan, se limpian, quedando solo las palabras sustanciales y todo aquello que está demás, como los clichés, las malas adjetivaciones, en suma todo aquello que representa una carga malsana dentro del poema y por ello, no permite que emerja el acto de existir en toda la plenitud brindada por experiencia vital y el conocimiento del mundo. Lo banal es desechado para que el verso adquiera trascendencia vital.

¿Dime recuerdo cómo te llamas?
Algunas de mis añoranzas
Las he tendido en el cordel
Para que el viento sacuda
Sus tormentosos sueños
Que suelen acompañarme,
Perseguirme e intentan hablar.
Por ello le he pedido a la ventisca
Se los lleve lejos donde vive el sol.

Posee Duclea, la particularidad de ser un largo poema fragmentado, donde hay pasajes que nos recuerdan Pedro Paramo. La alegoría es representación de la visión del mundo del poeta, es la manera como el aeda entiende la poesía, y como la emplea para recrear su experiencia vital, convertida en un acto de ensoñación. De ahí, que ese mundo narrado de manera lineal, posee tanto protagonistas como acciones.

Su universo visual se torna sustancioso, por la asociación entre narrativa y metáfora, las cuales al asociarse, se convierten en una gran alegoría, que le permite crear una atmosfera caracterizada por la vida serena de un pueblo y a la vez transforma la voz del yo del poeta-narrador, en voces que imprimen hado de vida, brindando al poema plasticidad y manifestando lo que se oculta tras el sosiego pueblerino.

El maestro Encarnación sigiloso
Camina en dirección al puente de calicanto
Para encontrarse con los aromas primaverales de Sofía
Besar con sumo cuidado sus botones de metal,
Quitarle la peineta de sus largos cabellos ondulados y negros.
Encarnación fue padre a los sesenta
De dos gemelos parecidos a Sofía
Unos dicen que tienen la mirada del señor Alcalde
Y otros que la sonrisa es tan igual al cura Diego.





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