Wednesday, November 01, 2017

EL DUENDE DEL HORNO DE ÑA ENCARNITA / Wílmer A. Mendoza Rivasplata




EL DUENDE DEL HORNO DE ÑA ENCARNITA.

Relato e historias del Barrio Bolívar y Transversales.

Recopilación y narración Prof. Wílmer A. Mendoza Rivasplata.

Este horno estaba ubicado en la cuarta cuadra del Jr. Miguel Grau, calle transversal del Jr. Bolívar. (San Miguel de Pallaques – Cajamarca).


Era un horno con tendido grande, muy conocido en la localidad, de propiedad de la señorita Encarnación Reyes Quiroz, que de cariño le decían Ña Encarnita, Dama muy valiente, que no le intimidaban las historias de almas, malos espíritus y duendes, sino muy por el contrario a ellos en sus entretenidas historias que compartía con su clientela, se refería con mucho cariño y les consideraba como seres bondadosos, bromistas y trabajadores, quizás esta fue la razón para que en una oportunidad le sucediera la siguiente historia.

Fue una madrugada fría de un primero de noviembre, día de Todos los Santos, con la característica neblina húmeda que cubría con su blanco manto a nuestro San Miguel. Ña Encarnita ese día se tuvo que levantar a trabajar mucho antes de lo acostumbrado para hacer las ricas y tradicionales ofrendas (toros, bollos, etc) que tendrían que deleitar las mesas de tan dichosa población sanmiguelina, porque ese día Ashuca una de sus ayudantes había caído enferma. Ella fue sola al horno y se llevó gran sorpresa al encontrar que la masa ya estaba sobada y que había hinchado lo suficiente, lista para cortarlo y hacer el pan.

-          Segurito ha sido mi Filo, pensó Doña Encarnita, a quién lo esperaba con ansias para que le dé la explicación de ¿quién le había ayudado con ese trabajo?, pues no existía forma de que alguien ingrese al horno porque solo ella tenía la única llave de herrero de esa puerta hecha por su vecino Teodoro Lingán y no había explicación alguna de cómo habían podido entrar.

Pasaron unos instantes y ella seguía extasiada por lo sucedido, se dispuso a fisgar por una rendija de la vieja y agrietada puerta esperando ver llegar a su Filo (la otra ayudante), en ese instante sintió que una mano pequeña, tan suave y ágil le daba palmaditas en la espalda, ella muy valiente giró la cabeza rápidamente, observando que un duende con sus botas relucientes y un sombrero grande le estaba haciendo jugar, este duendecillo no se asustó, pues sabía que Ña Encarnita era su amiga porque se expresaba muy bien de ellos, y se reía a carcajadas mostrando sus pequeños dientes muy brillantes que resaltaban ante la tenue luz de un mechero; mientras ella lo contemplaba con mucha ternura, el duende daba saltos de alegría y bailaba a buen ritmo en el tendido del horno causándole a ella mucha gracia, fue cuando sus dudas desaparecieron y comprendió quien le había ayudado ese día con su trabajo al verla sola, anciana y queriendo ganarse su confianza; dedujo también quien era el que ordenaba muy bien los utensilios del horno colocándolo cada uno en su lugar después de tan esforzada labor.

A pocos instantes ingresó por la puerta doña Filo y al ver al duende se asustó, hizo la señal de la Cruz, rezó el Padre Nuestro, ocasionando que el duende desaparezca por un buen tiempo.

La historia del duende fue famosa y distribuida como el pan por toda su clientela, tanto que en San Miguel no había otra cosa que se hable, sino del Duende.
Al cabo de unos días, los vecinos del Jirón Bolívar, mientras esperaban que salga el pan del horno, comentaban que lo han visto entrar a sus casas caminando por los techos. Don Gonzalo revela que había visto a su hijo jugar con el duendecito y que conversaban amenamente, por eso desde ese entonces ellos se comportaron con mucho sigilo, porque un día el duende había convencido a la criatura a dar un paseo por los techos y cuando los dos ya habían subido las escaleras y estaban con los pies sobre el tejado, a tiempo se dieron cuenta y evitaron una desgracia.

Otra familia manifestaba que en su casa, el servicio de cocina que lo dejaban sucio y desordenado por las noches, al siguiente día aparecía limpio y ordenado, no encontrando la explicación, hasta que una noche se mantuvieron en vigilia para ver que sucedía y al escuchar un ruido se acercaron cautelosamente a la cocina, dándose con la sorpresa al ver al mismo duende, tal como lo había descrito Ña Encarnita, lavando los servicios.

Hasta la actualidad manifiestan haberlo visto, sobre todo en la fecha de Todos Santos, donde las almas visitan por las noches los hogares a compartir las ofrendas, por ello los padres no dejan solos a sus hijos menores por el temor que el duende se les aparezca y los lleve, y para contrarrestar esa amenaza acostumbrar regar el agua bendita en las habitaciones de las casa antiguas de San Miguel.

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